RUMBO AL SUD

En los años 70 llegarse hasta una estación del Roca en la línea general con depósito de locomotoras, era para mi una experiencia mas que interesante. A medida que la línea se iba extendiendo y las locomotoras se hacían cada vez mas eficientes, los depósitos de locomotoras se trasladaban al interior, por eso, cerca de Buenos Aires había y todavía se ven, algunas estaciones cuyos depósitos están abandonados como Altamirano y General Belgrano, las otras, con depósitos activos, estaban bastante lejos, excepto claro, Empalme Lobos.

Empalme Lobos una mañana de diciembre de 1977.

A solo 98 kilómetros de Plaza Constitución, esta encrucijada ferroviaria, límite entre el Roca y el Sarmiento ofrecía al visitante un movimiento de trenes suburbanos, pasajeros generales y cargas, con vapor, diesel de ambos ferrocarriles y coche motores como pocos lugares en la red, con el valor agregado de, viajar en tren, estar allí unas horas y volver a casa en el día.

En sábado a la mañana, el tren a Bolivar era una excelente opción para llegar. Allí el bar de la estación con su oferta de gaseosas, café y un monumental sándwich de jamón crudo, con un alfajor de postre, era el primer deleite, disfrutándolo y relojeando por la ventana el movimiento del galpón, como palpitando el inminente festín de vapor.

En aquellos momentos que yo recuerdo vividamente, había en torno a mi, una sensación de distancia a la rutina y una paz tan distinta al ajetreo cotidiano, que me invitaba a disfrutar aún mas el placer de estar junto a los rieles.

 

Croquis y ubicación de Empalme Lobos

en la red del Ferrocarril del Sud.

 

La construcción por parte del ferrocarril de la provincia, el Ferrocarril Oeste, de un ramal desde Merlo hacia el centro de la provincia fue uno de los motivos que aceleró en el Sud la construcción de nuevas extensiones, ya que con él veía peligrar lo que consideraba su zona de influencia al sur de Buenos Aires. Este ramal se habilitó, desde Merlo hasta Marcos Paz en diciembre de 1870 y en mayo de 1871 se inauguró hasta Lobos, llegando a Saladillo en 1884. Seis años después la provincia vendería su ferrocarril a la Western Railway quien a su vez cedería este ramal al Ferrocarril del Sud.

La vinculación de estas vías con la red del Sud llegaría en 1892, el 6 de junio de ese año esta empresa habilita una conexión desde Cañuelas, con una estación intermedia llamada Uribelarrea, empalmándola con las vías adquiridas a la Western Ry en un punto  3,7 kilómetros antes de Lobos, nace así Empalme Lobos que al principio fue una pequeña estación con edificio provisorio. Cinco años después, en 1887 el Sud habilita la línea desde Empalme Lobos a 25 de Mayo, primera sección de una vía que finalmente empalmaría en Saavedra con su línea principal a Bahía Blanca y que fijaría la frontera y zona de influencia propia entre el Sud y el ahora británico Ferrocarril Oeste. Sin embargo el Sud incursiona un poco mas al oeste de su red, construyendo y habilitando un pequeño ramal, otra vez desde Empalme Lobos hasta el pueblo de Navarro, esto el 8 de febrero de 1898. En estos años las dependencias de Empalme Lobos van tomando la fisonomía que conocimos casi 70 años después. 

Luego de varias visitas, a veces en tren y otras en el Citroen, con amigos de aventura o solo, uno ya conocía al jefe de estación, al auxiliar, al peón y hasta al señalero que estaba de turno quien siempre nos informaba el movimiento inminente de trenes, cosa que en realidad solo les interesaba a ellos, a unos pocos pasajeros y a nosotros.  Tal vez, muchos años antes, también a los crotos que se desplazaban por aquellas vías, pero las cosas no habían cambiado mucho, después de todo nosotros éramos en nuestra juventud, una especie de modernos crotos: pasajeros sin razón valedera en trenes de carga, habitantes furtivos de espacios ferroviarios sin permiso oficial y sin motivo aparente que lo justifique.

La estación y la plataforma de la vía Lobos, en primer plano, la confitería.

Con una cámara fotográfica en lugar de la Lingera y una libretita con birome en lugar del manifiesto socialista, elementos que portábamos y que eran sumamente peligrosos para los cultores de la seguridad nacional, éramos para los ferroviarios de Empalme Lobos, extraños  personajes totalmente inofensivos.  

En la playa del depósito de locomotoras.

Bajando del andén y cruzando la vía a Lobos, se accedía por un caminito bordeado de árboles frondosos, al corazón del depósito de locomotoras. Allí se contactaba al encargado y se pedía su permiso para recorrer y fotografiar el predio, no había problema, nunca lo había, en ese momento comenzaba a manifestarse el verdadero motivo de nuestra presencia.

El pequeño ramal a Navarro que desde 1904 tenía una estación intermedia llamada Las Chacras, requería un tren de combinación en Empalme Lobos, que dada la poca cantidad de pasajeros resultaría totalmente antieconómico. Por ello el Sud puso a circular por él un vehículo experimental, un colectivo Chevrolet, con rodado ferroviario que hacía varias veces el trayecto pero que no resultó efectivo por lo cual al año siguiente decidió alquilar al Oeste un coche motor con cabina de conducción en ambos lados, denominado RM 250 y que estuvo en servicio hasta la llegada en 1939 de los coches motores Drewry, alguno de los cuales tuvo base en el depósito de Empalme Lobos y se lo usó hasta 1969, año en que se clausuró para todo tráfico el ramal a Navarro, cuyos rieles se levantaron poco después.
CM 203, Chevrolet con carrocería Matarucci puesto en servicio en 1936 y RM 250, Armstrong Whitworth alquilado al FC Oeste en 1937.

Había en aquel depósito varias locomotoras reservadas para el Museo, en muy buen estado de conservación, con todas sus placas y elementos de cabina, custodiadas por el personal y como en pose para las fotos nuestras. Había también otras en servicio y alguna semi desmantelada en reparación general, mostrando impúdicamente sus intimidades. Había alguna diesel, un coche Drewry y en la playa, a escasos metros, una notable cantidad de vagones y coches holandeses y de madera ya radiados como un descolorido catálogo de material rodante de los años 50. Todo valía la pena verse y perpetuarse en imágenes fotográficas.  

Varias locomotoras, algunas en servicio y otras preservadas para el Museo Nacional Ferroviario,

estas últimas, hoy en Ferroclub Argentino sede Remedios de Escalada.

Cada tanto pasaba el coche motor Fiat del Sarmiento hacia Lobos y media hora después, retornando a Merlo, de ellos bajaba una pequeña multitud que inmediatamente desalojaba el andén de la estación que volvía a quedar silenciosa pero muy activa.

El edificio de la estación es una especie de cuña con la punta hacia el norte, hacia donde se abre, a la derecha la vía a Cañuelas y hacia la izquierda por detrás de la cabina de señales, el Sarmiento a Merlo. Siempre mirando al norte, la plataforma de la derecha es la de la vía Lobos y Saladillo hasta Olavarría; la de la izquierda corresponde a la vía Bolivar y cruzándola, hay otro andén con un pequeño cobertizo que correspondió a los trenes de la vía Navarro y que ya en los años setenta no tenía mas utilidad que la de estacionamiento de algún coche oficial, de contaduría, vía y obras o mecánica, de visita en Empalme Lobos.

  Recorrer el primer tramo de lo que fue la vía a Navarro era como caminar por el descuidado jardín de un cementerio abandonado, solo faltaban lápidas con epitafios como “Aquí yace quien en vida fuera el ramal a Navarro. Su padre adoptivo, el Ferrocarril General Roca y su tío político, el Domingo Faustino Sarmiento, acompañan sus restos con total indiferencia. Su pariente lejano, el transporte automotor, ruega permanentemente por su descanso eterno”.

Yo entonces no lo sabía, pero estos restos ferroviarios abandonados y librados a la depredación no eran la imagen del pasado, era ni mas ni menos que el futuro del que por mucho tiempo fue el activo y entrañable depósito de locomotoras de Empalme Lobos.

Marcelo Arcas