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Violencia hacia la mujer en las familias mazatlecas

  Patricia Guadalupe Arrenquín Pineda

Madelia Hernández Lizárraga

Francisco Ramírez Osuna

Karla Patricia Villa Pérez

Guillermo Vizcarra Vega

   

Estudiantes de primer  año de Psicología, 

Universidad de Occidente, Mazatlán

Mayo-julio, 2001

 

Introducción  

A continuación exponemos el resultado de un estudio exploratorio acerca de la violencia hacia la mujer en el seno familiar, principalmente por parte de la pareja, en Mazatlán.  

Al iniciar esta investigación los miembros del equipo creíamos que el problema de la violencia intrafamiliar era grave pero no imaginábamos la magnitud que tuviera en nuestra ciudad y, aunque no tenemos los datos precisos de la totalidad del municipio, nuestro estudio nos hizo reflexionar acerca de la gravedad del problema y de las dificultades que encierran su  solución.

 

Método

Para conocer el problema de la violencia familiar e Mazatlán, entrevistamos a los responsables de dos dependencias gubernamentales que se encargan de brindar apoyo a la población víctima de agresiones, al Director del DIF municipal, Carlos Palomares Lara y al titular de la Procuraduría de la Defensa del Menor y de la Mujer, Jorge Humberto Huerta Ulloa. Por otro lado, también entrevistamos a la psicóloga Lourdes Licona, quien además es catedrática de la universidad de Occidente en esta ciudad.

Para conocer la opinión de los mazatlecos respecto a la violencia familiar, aplicamos una encuesta a 100 personas, de las cuales 90 fueron mujeres y 10 fueron hombres. La encuesta consistió en ocho preguntas, seis de opción múltiple  y dos abiertas a la opinión personal, con el fin de conocer el criterio o lo que pensaban acerca de la violencia intrafamiliar, y también para conocer si habían sufrido alguna agresión de este tipo.

Hemos de decir que al principio de nuestra investigación teníamos la intención de detectar diferencias  entre los habitantes de distintas colonias, pero no fue así, al menos en nuestra exploración. Al planear la aplicación de la encuesta, consideramos que detectaríamos a personas de distintos estratos sociales pero nos equivocamos y no pudimos comparar los datos entre diferentes grupos económicos.

Tampoco se compararon las respuestas entre hombres y mujeres debido a que, como se puede apreciar, no se aplicó la encuesta equitativamente por género.

Sirva esto para los siguientes estudios a realizar.  

Un problema social que afecta a todos los sectores  

La violencia en la familia se ha convertido en un problema social, que tiende a reproducirse con mayores grados de intensidad y frecuencia y ser generadora de conductas antisociales fuera del ámbito familiar[i]. En algunos estudios se ha comprobado que las niñas y los niños que provienen de hogares con problemas de violencia, pueden reproducir actitudes  agresivas[ii]; por otro lado, el haber presenciado durante la niñez violencia entre los padres, puede provocar que la mujer permanezca en una relación de violencia[iii].

La violencia familiar “consiste en el abuso al interior del núcleo familiar que lleva a cabo quien, por razones económicas, físicas o culturales, tiene una posición de privilegio y por lo cual las mujeres y los niños son las principales víctimas”[iv]

La violencia familiar sucede cuando alguno de sus integrantes abusa de su autoridad, su fuerza o su poder. Maltrata a las personas más cercanas: esposa, esposo, hijos, hijas, padres, madres, ancianos, u otras personas que formen parte de la familia.

En general, las denuncias formales por violencia familiar son pocas; entre otras cosas porque las mujeres que sufren este tipo de abuso tienen miedo a las consecuencias que esto pueda generar.

Aunque se sabe que este es un problema que se manifiesta en todos los niveles y clases sociales, en algunos sectores las conductas violentas de la pareja no trascienden las paredes del hogar o de la alcoba.

Para la psicóloga y profesora de la Universidad de Occidente en Mazatlán, Lourdes Licona López, la mujer de clase media y clase alta es la que más oculta el problema debido a la importancia prestada a su imagen social: "muchas mejor lo callan, es muy penoso, y no lo denuncian; si no lo platican a las amigas mucho menos lo van a denunciar legalmente”.

El que la mayoría de los casos atendidos o denunciados involucren principalmente a personas de escasos recursos, tiene que ver con que la cifras provienen de organismos oficiales que atienden a este tipo de personas[v]. Por ejemplo, el director del Sistema DIF del municipio de Mazatlán, Carlos Palomares Lara, señala que en esta institución no se atiende a  residentes de El Cid o de La Marina –zonas residenciales de personas con ingresos altos–, éstas no acuden ante este organismo civil. Supone que sí hay  violencia intrafamiliar en las clases altas, pero el DIF sólo atiende a la gente de bajos recursos que acude por ayuda.

 

Las colonias con más casos

Según información del DIF municipal y de la Procuraduría de la Defensa del Menor y la Mujer,  en Mazatlán es especialmente de las zonas más alejadas del centro de la ciudad de donde provienen las personas atendidas por causa de violencia doméstica y en donde se presentan más reincidencias. La mayoría de los casos se da en colonias como las de Valle del Ejido, Lomas del Ébano,  Flores Magón, Francisco I. Madero, Genaro Estrada y Libertad de Expresión.

Instituciones como el DIF y la Procuraduría de la Defensa del Menor y la Mujer tienen la función de orientar y brindar apoyo psicológico y médico a las víctimas. Cuando se presenta un caso, lo que procede a petición de las partes, señala el Procurador de la Defensa del Menor y la Mujer, Jorge Huerta Ulloa, es que se acercan con la persona que ocasionó ese tipo de lesión y le hablan de las repercusiones que esto trae, y de que esto no es una forma apropiada para llevar una relación en la familia.

A través de las visitas posteriores a la controversia o la acción que se dio, la Procuraduría ha encontrado muy pocos casos donde se observan mejoras por el hecho de que se hable con las partes y con los hijos, ya que se ha visto una mejor disciplina en la relación de pareja.

Aunque admite Huerta Ulloa que hay ciertos casos donde las cosas siguen igual o peor, pero en estas parejas hay un tipo de adicción como puede ser alcohol o drogas o ambos y esos son factores ante los cuales no se puede hacer gran cosa, “ya que mientras la persona o las personas no mejoren y no traten de erradicar la adicción  a las mismas, no pueden solucionar el problema”.

Hay quienes acuden a estos organismos para que se actúe penalmente en contra del familiar agresor, pero dichas dependencias no tienen esa capacidad en sus marcos legales. Sin embargo, señala el director del DIF en el municipio, en algunos casos, cuando se le da seguimiento a un caso, a la hora de actuar ya jurídicamente, la mujer no apoya. Agrega que esto lo ha visto continuamente: “donde una mujer que es abusada y maltratada por el marido, a la hora de que nosotros (DIF o Procuraduría) le recomendamos sobre hacer esto u aquello, no procede, ya que prefieren seguir siendo lastimadas, y esto en el 90% de los casos”.

En tanto, el Procurador Jorge Huerta Ulloa dice que “la pareja tampoco quiere asistir al Departamento de Psicología porque alegan ‘que no están locos’, por lo que no se puede hacer mucho, porque a fuerzas a nadie se le puede hacer venir”. 

 

Es más común la violencia emocional  

La violencia en el hogar y específicamente en la relación de pareja, no sólo se refiere a golpes o maltratos físicos, sino también a la violencia de tipo psicológico, emocional o moral. Este tipo de violencia puede “darse antes y después del abuso físico o acompañarlo”[vi], aunque no siempre sea así. La violencia emocional o psicológica puede darse sin que haya agresiones físicas.

La violencia emocional es todo aquel acto que tenga como objetivo humillar y controlar a otra persona, enviar mensajes, gestos o actitudes de rechazo. La intimidación, las amenazas, la manipulación, humillaciones, acusaciones falsas, vigilancia, persecución o aislamiento, son agresiones que afectan emocionalmente a la mujer. El INMUJER del Distrito Federal expone ejemplos de violencia emocional: cuando se le prohíbe a la mujer salir de casa, trabajar o estudiar, tener amigas o visitar a sus familiares, cuando se les amenaza con quitarles a las hijas y a los hijos, cuando se les pone sobrenombres descalificadores, o cuando sufren amenazas de herir o atacar a seres queridos[vii].

En opinión de los responsables del DIF municipal y de la Procuraduría de la Defensa del menor y la Mujer en Mazatlán, el tipo de violencia familiar que más se vive en la ciudad es el psicológico, sobre todo la violencia verbal.

En un estado como el de Sinaloa las palabras llamadas altisonantes o el uso de la voz fuerte y el hablado a gritos es parte del lenguaje cotidiano, por lo que las agresiones verbales están a la orden del día. Sin embargo, aún y cuando se considere un tanto natural por el medio en que se vive, la violencia verbal también lastima, sobre todo cuando viene de un ser querido. En la pareja, el esposo o compañero comete violencia verbal contra la mujer cuando, por ejemplo, en público o en privado, le dice que está loca, que no sirve para nada, que es una inútil; cuando por medio de las palabras le hace sentir “que no hace nada bien, se le ridiculiza, insulta, humilla y amenaza en la intimidad o ante familiares, amigos o desconocidos” [viii].

Estudios realizados reportan que las mujeres dicen que la violencia psicológica es más devastadora que los golpes. Uno de ellos fue el de Heise, quien encontró en una investigación con mujeres en Irlanda, que la tortura mental y el vivir con miedo  son considerados como la peor parte de una  experiencia de violencia física[ix].

Por su parte, Lourdes Licona piensa que lo más grave es la agresión psicológica, por encima de la agresión verbal y física, porque, explica, “un golpe físico al rato se alivia pero el impacto psicológico no, por lo que el impacto de las emociones es enormemente serio, grave, y además perdura a través del tiempo”.

Respecto a la violencia física en Mazatlán, el procurador Huerta Ulloa dice que se presenta en uno o dos casos por semana, en su mayoría por lesiones como excoriaciones o moretes, que por su nivel de gravedad, no ameritan acción penal  de acuerdo a la ley. Sin embargo, numerosos casos de violencia doméstica hacen pensar que la agresión física tiende a aumentar hasta incluso llegar a la muerte de la víctima como resultado[x].

 

Un caso  

Catalina es una mujer de 38 años de edad que vive en la colonia Morelos, una colonia popular. Hace cerca de dos años se separó definitivamente de su primer esposo, con quien mantenía una relación en unión libre.

Procrearon cuatro hijos y hasta cierto punto la vida era tranquila en su familia. Hace cerca de tres años, empezaron los problemas:

Su esposo la empezaba a insultar prácticamente todas la mañanas, acusándola de “puta”. Posteriormente, a los gritos que eran escuchados por los vecinos, se  sumaron los golpes. Eso era cada fin de semana cuando el señor llegaba borracho a casa.

Los niños, una niña de 14 años, otra de 10 y un niño de tres años, eran testigos del maltrato físico y ofensivo hacia su madre. Ella también se defendía contestándole en el mismo tono, lo que le era respondido con más golpes.

Hace cerca de dos años se separaron, luego de que un camión urbano de la ruta Morelos, aplastara y diera muerte al niño menor.

Ya no la volvió a buscar. Ella se juntó de nuevo con otra persona y vive a media cuadra de su viejo hogar que es ocupado por su hija mayor, quien quedó embarazada a los 15-16 años de edad. Hasta la fecha va bien su matrimonio.  

Opiniones de los mazatlecos

De una muestra de 100 personas encuestadas, 30 correspondieron a gente que vive en el Centro de la ciudad,  62 residen en colonias populares como la Juárez, Montuosa, Urías, Flores Magón,  López Mateos  y el resto (8) en fraccionamientos como  Misiones, El Conchi, Toreo, Estadio y Playa Sur.

El 100 por ciento de los encuestados opina que existe la violencia en los hogares mazatlecos.

El 53 por ciento cree que la violencia que existe en las familias mazatlecas está dirigida principalmente hacia la mujer; el 41 por ciento considera que ésta es hacia los niños y el 6 por ciento cree que la violencia se dirige sobre todo a los hombres.

   

Gráfica 1

   

Por otro lado, del total de encuestados, 33 por ciento cree que la violencia intrafamiliar se debe a la ignorancia o falta de educación; el 25 por ciento lo atribuye a factores como el estrés y la falta de comunicación en la pareja; el 17 por ciento respondió que se debe al machismo mientras que el 13 por ciento señaló a la pobreza y al desempleo; por último, el 12 por ciento de la muestra estudiada opina que el alcoholismo y las drogas son la causa de este problema.  

Gráfica 2

 

Según el resultado de nuestra encuesta aplicada, el 60 por ciento de las personas respondió que desconocían si por su colonia existían casos de agresiones contra la mujer, mientras que el 40 por ciento contestó sí conocer acerca de mujeres que sufrían agresiones. 

 

Gráfica 3

 

El tipo de agresión que se da contra la mujer en la familia,  según las personas que dicen conocer de algún caso de agresión en la zona donde viven, se distribuye de la siguiente manera: el 56 por ciento dijo que maltrato físico, como golpes; el 42 por ciento indicó que las agresiones eran gritos u ofensas y sólo el 2 por ciento dijo que conocía de agresiones sexuales.

 

Gráfica 4

 

Respecto a la relación con la pareja del encuestado, el 47 por ciento considera que es buena, el 30 por ciento la calificó de  regular, mientras que el 23 por ciento dijo que la relación con su pareja es mala.    

  Gráfica 5

 

De total de los encuestados, el 53% de las personas de la muestra señalan sí haber sido agredidas por su pareja, lo que puede llevar a suponer de que en Mazatlán es probable que exista un alto índice de violencia intrafamiliar, sobre todo hacia la mujer, considerando que el 90 por ciento de la muestra pertence al género femenino.

 

Gráfica 6

 

Al preguntarles a las personas del estudio si habían sido objeto de algún tipo de agresión en cualquier contexto, además del familiar, el 54 por ciento dijo haber sufrido agresiones  como gritos, insultos u ofensas; el 22 por ciento contestó que ha sido objeto de agresión física como golpes, patadas, pellizcos, lanzamiento de objetos o cachetadas; el 5  por ciento contestó que ha sufrido de abuso o acoso sexual mientras que un 4 por ciento ha sido objeto de humillación, amenazas, manipulación, persecución o acusaciones falsas. El 15 por ciento restante no señaló agresión alguna.

 

Gráfica 7

 

Por último, las personas de la muestra ofrecieron como sugerencias para resolver el problema de la violencia en la pareja, lo siguiente: el 35 por ciento sugiere que intervengan las autoridades prestándole mayor atención y con más actividades de difusión; para el 27 por ciento la respuesta se encuentra  en la comunicación entre la pareja; el 26 por ciento propone que la pareja se informe más, mientras que para el 12 por ciento restante la solución es el  divorcio o separación definitiva.

 

Gráfica 8

 

Respecto a esta última sugerencia por parte de algunas personas de la muestra, en opinión de la psicóloga Lourdes Licona, el divorcio, si bien puede ser una solución, también se ha visto que es un proceso muy estresante para la pareja y los hijos cuando los hay. Por otro lado, en Venguer, Fawcet, Vernon y Pick se argumenta que  no siempre la separación acaba con el problema, sino que a veces la provoca más[xi].

 

Conclusiones

Tanto los psicólogos como autoridades municipales encargadas de dar  atención al problema de la violencia hacia la mujer en la familia, aseguran que en todos los sectores o clases sociales se presenta, sólo que no se tienen registros sobre la incidencia en clase medias y altas.

Las autoridades municipales desconocen la incidencia de violencia intrafamiliar en estas clases sociales, pero sí saben de sus manifestaciones en las colonias populares, sobre todo en aquellas ubicadas en la periferia y en condiciones de mayor marginación.

A partir de las entrevistas podemos concluir además que:

·        La gente no se anima a denunciar este problema

·        Que lo más grave es la agresión psicológica sobre la física

·        Influyen aspectos como la droga y alcoholismo

 

Por las respuestas de las personas encuestadas es posible entrever que la violencia  es un problema real en la vida de las familias mazatlecas que habitan las colonias populares y algunos fraccionamientos nuevos.

Queremos destacar, por último, lo que la gente sugirió para resolver este problema, entre ello: que las autoridades deben dar mayor difusión a este problema para que la gente esté enterada y sepa a dónde ir; que exista mayor comunicación entre la pareja y se informe más; y en última instancia, que lleguen al divorcio.

  

 

 



Notas

[i] México y la violencia familiar en INMUJER, Instituto de la Mujer del Distrito Federal [en línea] Gobierno de la Ciudad de México, obtenido en la red mundial en mayo, 2001, http://www.inmujer.df.gob.mx/secciones/tusderechos/articulos/violencia/nov2104.html

[ii] Ibíd.

[iii] Venguer, Tere, Gillian Fawcett, Ricardo Vernon y Susan Pick (1998), Violencia Doméstica: un marco conceptual para la capacitación del personal de salud ,  Population Council-INOPAL III, Documentos de trabajo, Núm. 24, obtenido en la red mundial en mayo, 2001, http://www.popcouncil.org/pdfs/inopal/docu24.pdf

[iv] México y la violencia..., op. cit.

[v]  Venguer, op. cit.

[vi]  Ibíd.

[vii] Tipos de violencia en  INMUJER, Instituto de la Mujer del Distrito Federal , Gobierno de la Ciudad de México, obtenido en la red mundial en mayo, 2001, http://www.inmujer.df.gob.mx/secciones/tusderechos/articulos/violencia/nov2105.html

[viii] Ibíd.

[ix]  Ibíd.

[x]  Venguer, op. cit.

[xi] Ibíd.

 
 
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