4 de febrero
San José de Leonisa (1556-1612)
El carisma, la gracia
de vida de san José de Leonisa, en la más pura tradición
capuchina, fue la predicación con el crucifijo levantado. Un contemplativo
con ansia de llevar a otros el fruto de su contemplación. Y él
mismo fue un crucificado. En la misión de Constantinopla, donde estuvo
algo más de dos años (1587-1589), por tres días pendió
en la horca, clavada con un garfio la mano derecha y el pie derecho con
otro garfio. Providencialmente, acaso milagrosamente, fue liberado y sanado
para continuar en Italia su predicación en favor de los pobres. Contemplación,
predicación, inventiva de la caridad es lo que quiere cantar este
himno como carisma de nuestro hermano san José de Leonisa.
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¡Qué
hermoso resplandece el crucifijo,
en un predicador arrebatado;
Jesús es la bandera del amor:
José de Leonisa lo alza en alto!
Jesús es el
mensaje, el Evangelio,
su siervo mensajero es el heraldo:
él es la medicina, él es la fuerza,
él es la luz, el rostro contemplado.
Y fueron sus caminos
hasta Oriente,
y en garfios de martirio fue colgado;
mas Cristo lo quería voz y seña,
y torna a Italia, sano y liberado.
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Apóstol andariego
de los pobres,
tu fe contemplativa es un regalo;
tu fe cristiana es Monte de piedad
para el hambriento y el necesitado.
José de Leonisa,
fuego ardiente,
pasión de Dios que busca ser amado;
condúcenos por senda franciscana
de Paz y Bien perenne en nuestros labios.
¡Honor a Jesucristo,
Misionero,
que vive y ama y reina y sigue hablando:
que el mundo entero rinda su homenaje,
en unidad divina, oh Todo Santo! Amén.
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