19 de mayo
San Crispín de Viterbo (1668-1750)

San Crispín de Viterbo (declarado santo el 20 de junio de 1982, primero de los numerosísimos santos canonizados por el Papa Juan Pablo II), fue un humilde hermano capuchino, en quien resplandece como carisma la alegría cristiana. Sus oficios fueron cocinero, hortelano, enfermero, sobre todo limosnero (38 años en Viterbo); en suma, los humildes servicios de la caridad.

Tenía la gracia de transmitir la alegría envuelta en sus dichos ingeniosos y sabios, sentencias rimadas poéticamente. Era la forma de poner el Evangelio en sus palabras.

La Virgen, su Señora, fue su delicia. El "¡Viva la Virgen María, causa de nuestra alegría!" es una jaculatoria que se enseñaba a los niños seráficos (capuchinos), y que va muy bien en la escuela de San Crispín.

Un santo amable, acaso el santo más alegre de la tradición capuchina, testigo de la alegría de Jesús Resucitado, fraguada en la Cruz.






Es flor de Pascua preciosa
la pura y santa alegría:
san Crispín la ha recibido
como gracia de su vida.

Herencia que nos transmite,
su bello y útil carisma;
nacida en el corazón,
en los labios florecía.

En la oración silenciosa
gozaba el alma y sufría,
y regaba en penitencia
el don que nos ofrecía.




Junto al altar de la Virgen

las frescas flores latían.
¡Viva la Virgen María,
causa de nuestra alegría!

Caridad y sencillez
parecían su divisa,
y el Evangelio sembraba
con sus sentencias festivas.

¡Oh Cristo, gozo del Padre,
que alegras y que iluminas,
brille la luz de tu Pascua
en tu Iglesia Peregrina! Amén.







19 de mayo

San Crispín de Viterbo (1668-1750)

San Crispín de Viterbo (primero de los innumerables santos canonizados por el Papa Juan Pablo II el 20 de junio de 1982), fue un humilde hermano capuchino, en quien resplandece como carisma la alegría cristiana. Sus oficios fueron cocinero, hortelano, enfermero, sobre todo limosnero (38 años en Viterbo); en suma, los humildes servicios de la caridad.

Tenía la gracia de transmitir la alegría envuelta en sus dichos ingeniosos y sabios, sentencias rimadas poéticamente. Era la forma de poner el Evangelio en sus palabras.

La Virgen, su Señora, fue su delicia. El "¡Viva la Virgen María, causa de nuestra alegría!" es una jaculatoria que se enseñaba a los niños seráficos (capuchinos), y que va muy bien en la escuela de San Crispín.

Un santo amable, acaso el santo más alegre de la tradición capuchina, testigo de la alegría de Jesús Resucitado, fraguada en la Cruz.



Es flor de Pascua preciosa
la pura y santa alegría:
san Crispín la ha recibido
como gracia de su vida.

Herencia que nos transmite,
su bello y útil carisma;
nacida en el corazón,
en los labios florecía.

En la oración silenciosa
gozaba el alma y sufría,

y regaba en penitencia

el don que nos ofrecía.


Junto al altar de la Virgen
las frescas flores latían.

¡Viva la Virgen María,

causa de nuestra alegría!

Caridad y sencillez
parecían su divisa,
y el Evangelio sembraba
con sus sentencias festivas.

¡Oh Cristo, gozo del Padre,
que alegras y que iluminas,
brille la luz de tu Pascua
en tu Iglesia Peregrina! Amén.




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