26 de septiembre
Beatos Aurelio de Vinalesa y Compañeros mártires (+1936)

El domingo 11 de marzo de 2001, domingo II de Cuaresma, el Papa Juan Pablo II dio el título de Beatos a 233 mártires de la persecución religiosa acaecida en España el año 1936; son los Beatos José Aparicio y compañeros mártires, cuya memoria conjunta ha sido asignada para el día 23 de septiembre. Dentro de ese inmenso coro hay 12 capuchinos, pertenecientes a la provincia religiosa de Valencia.

Sus nombres son éstos:
Aurelio de Vinalesa (1896-1936), pbro.,
Ambrosio de Benaguacil (1870-1936), pbro.,
Pedro de Benisa (1876-1936), pbro.,
Joaquín de Albocácer (1879-1936), pbro.,
Modesto de Albocácer (1895-1936), pbro., Germán de Carcagente (1895-1936), pbro., Buenventura de Puzol (1897-1936), pbro.,
Santiago de Rafelbuñol (1909-1936), pbro.,
Enrique de Almazora (1913-1936), diácono,
Fidel de Puzol (1856-1936), religioso laico,
Berardo de Lugar Nuevo de Fenollet (1867-1936), religioso laico, y
Pacífico de Valencia (1874-1936), religioso laico.

En la misma circunstancia fueron proclamadas mártires cinco clarisas-capuchinas.


En este himno cantamos a Cristo, Rey de los mártires, por estos testigos que ha asociado a su Cruz y a su santa Resurrección. Vemos su martirio no como una proeza personal, sino como gracia de Cristo. Los vemos como un
blanco ejército (Te martyrum candidatus laudat exercitus).

En las estrofas recordamos, ante todo, lo que dijo san Francisco, al recibir la noticia de los mártires de Marruecos: ¡Ahora puedo decir que tengo cinco verdaderos hermanos menores!

Al evocar su vida, los vemos como franciscanos, con la Regla evangélica que prometieron en el noviciado. Recordamos que de amor sencillo hicieron su camino: los sacerdotes en sus ministerios sacerdotales; los laicos en sus oficios. Recordamos su devoción a la Virgen María; es una nota específica de nuestra provincia de Valencia.

En la doxología resuena el grito de aclamación a Cristo Rey con que morían los mártires.




A ti te ensalza, oh Cristo, el blanco ejército
de mártires contigo coronados;
¡oh santa Madre Iglesia, canta,
unida al triunfo de los santos!

Son éstos mis hermanos, gracia y gloria,
menores de verdad que todo han dado;
por ellos hoy prendemos nuestra lámpara
en lumbre de tu Pascua, oh Cristo santo.

Aurelio abre el camino de las palmas
que aclaman al Testigo coronado;
y todos nos dirigen su mirada,
mostrándonos la Regla que guardaron.

De amor sencillo fue el carisma vivo,
sentido en el latido cotidiano;
humildes sacerdotes en misión
y en santa caridad todos hermanos.

La Virgen de la gracia y la ternura
fue Madre con el Hijo en el regazo;
y el Ave del rosario suplicante
brotó como respuesta de los labios.

Que ¡Viva Cristo Rey!, Crucificado,
oh Rey de amor, que vences perdonando;
eternamente vivas, y a tu lado
por gracia tuya contigo nos veamos. Amén.





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