EL  ANSIA  DE  LA  ROSA   Y
DOCE  POEMAS  EXTRAÑOS

SEGUNDA  PARTE:

CIUDAD  DE  BUENOS AIRES
A.D. 1998
 

DOCE  POEMAS  EXTRAÑOS

SEGUNDA  PARTE:

 

POEMA  DEL  INQUISIDOR
 

Yo he nacido en el tiempo de Felipe Segundo,
a la sombra doliente de inmortal crucifijo;
en el nombre del Padre y en el nombre del Hijo,
y en el nombre glorioso del Espíritu Santo,
me bauticé en el siglo del honor y el espanto.
 
 

Hoy mis venas recogen roja sangre bermeja
destilada en matraces de la vieja memoria.
Es muy simple mi vida, es muy fácil mi historia:
inquisidor, asceta y a la vez mujeriego,
de mi sino tortuoso muestro luz, chispa y fuego.

Llevo la lumbre ardiente del Dios que me protege
en la mirada mística, piadosa, alucinada,
y oscuridad noctámbula puebla mi alma enlutada:
el eterno contraste de la vida y la muerte,
la terrible antinomia del impulso y lo inerte.

Pero detrás de todo, siento un ardor potente
de incomprensión, de celo por lo que tengo cierto:
inquisidoras ansias de ver por siempre muerto
al impío, al pagano, al que no reverencia
la virtud, la valía y la santa creencia.

Mas al llegar la noche, un extraño designio
me impulsa hacia los brazos de la amada imprecisa,
con el recogimiento que demuestro en la misa,
y la pasión profunda con que pienso y adoro
a la mujer que sueño y a la deidad que imploro.
 

Soy de aquellos varones de esa estirpe pujante,
contradictoria acaso, tal vez incomprendida,
porque goza la muerte como quiere a la vida,
porque a las dos bendice como en el mismo encanto,
en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
 
 

***



 

POEMA  DEL  PROFETA
 

Lo que digo no pienso: parece ciencia infusa;
en el estro y la forma me parezco al poeta;
por más que el universo -sepa- es forma inconclusa,
tenazmente me afano por llegar a la meta.

Me copió el alquimista de la ilusión más vasta
y me siguió el astrólogo de la intención más pura,
el brujo, el adivino, el sabio iconoclasta,
y hasta el santo, buscando una escala a la altura.

Tantas cosas predije desde mi alta inconsciencia
que muchos supusieron -por mi palabra arcana-
que pudiera ser parte de la divina esencia
y tuviera los dones de quien bendice y sana.

Si, cual tengo por cierto, Dios emplea mi boca
para decir verdades y anunciar el futuro,
es que su vara grácil ha tocado mi roca
(que por tal hube fama de obcecado y de duro).

Soy de la humana estirpe: pecador por las noches,
la pasión me consume, que combate mi verbo,
y al gustar las mujeres también sé de reproches;
en mis hombros se posan la paloma y el cuervo.
 
 

***



 
 

POEMA  DEL  GUERRERO
 

No sé por qué peleo, cualquiera causa es válida;
mi lema está en la espada que hiende al enemigo;
que la mano sea firme y la lucha sea cálida,
para alcanzar la gloria y el honor que persigo.

Con la fiereza, arredro; lo impreciso es mi suerte;
nadie puede vencerme, pues lo extirpo primero;
que la ley del más fuerte -de impiedad y de muerte-
ínsita está en el ímpetu que requiere el guerrero.

Poder, fama y victoria: son alcances supremos;
dolor, hambre y miseria: son los hechos tangibles;
se nos pide la sangre que por la Patria demos,
y valientes, luchamos por lograr imposibles.

El desgarrante grito, la chispa y la metralla
nos infunden coraje, y no hallamos fatiga;
¿acaso no es la vida como airada batalla
que, inexorable, exige que se caiga y se siga?

Cortaré cien cabezas, haré charcos de rojo,
y alzaré mis banderas y mis ojos al cielo
para sentir orgullo por mis actos de arrojo,
y después de la lucha, para vivir el duelo.
 
 

***



 
 

POEMA  DEL  SANTO
 
 

Fui vil, pésimo, infame; fui la escoria, el desecho;
pero un día -no explico ni el por qué ni el instante-
sentí un dolor contrito muy adentro del pecho,
semejante a la herida del estoque punzante.

Dejé tesoros y hembras, y pensé que debía
dar cara a la miseria, bendecir con las manos,
consolar con la boca, y sentí que podía
ver a mis enemigos como a propios hermanos,

como son las palomas o como son los bueyes,
y hasta el agua y la luna -cosas inanimadas-,
traté con los mendigos y alterné con los reyes,
siendo que son extremos de fortunas creadas.

Después me di al ayuno y a flagelar mi grupa,
que el espíritu es débil y la carne es deseo;
soporté el ruin desprecio, que la chusma me escupa,
la burla descarada y el gesto soez más feo.

Señor -me dije entonces- ¿por qué esta muchedumbre
de iniquidad, de espanto, de traición y fiereza?
Y -sin hallar respuesta- comencé a ver la lumbre
que disipa las dudas e ilumina la pieza.
 
 

***



 
 

POEMA  DEL  DESCUBRIDOR
 

Confieso: me ha tentado la aventura;
que me ha empujado el diablo, lo confieso;
puse en viajar las ganas, la bravura;
y en descubrir, el ojo siempre avieso.

El metal fue mi suerte, mi ventura;
el sonido y su brillo, mi embeleso;
desconocí lo suave, la ternura
(poco son para mí caricia y beso).

El amor, que sentí con la premura
de la pasión -y lo gocé en exceso-
nunca sirvió  para calmar la hartura
de soportar mi ser de carne y hueso.

Me dijeron que el mundo no es llanura,
para eso tuve que variar el seso,
y partí con tizona y armadura
al acaso, a la búsqueda, al travieso.

Y llegué a la alta mar, con la locura
de escapar de mi Dios y de su rezo,
pero zafé esta nueva varadura:
la vela con la cruz sirvió para eso.
 
 

***



 
 

POEMA  DEL  MONJE
 

El sayal es muy blanco, como mis intenciones;
me levanto temprano, se diría con hálito,
y con la vista gacha digo mis oraciones
desde que entré al convento, desde que tuve el hábito.

Muchas veces se lee, cuando no se medita;
somos del dicho parco y el escuchar callado;
la palabra es artera, la palabra es maldita,
pero también consuela ¡que el Señor sea loado!

Dura tierra surcamos con arado de bueyes,
y con ásperas manos lo mejor cosechamos;
el abad nos recuerda que fue el Rey de los reyes
un labriego, y su ejemplo con piedad imitamos.

Es frugal la comida mas hay vino en la mesa-
de fórmula secreta y vasija guardada-
que también es aliento de la humana flaqueza
que parece insinuarse hacia la hora cansada.

Oficiamos de escribas de eficacia paciente;
el saber que revela nuestro Dios, lo guardamos;
aunque pocos lo sepan y parezca indecente,
por estricta costumbre lo pagano copiamos.

Es mi celda, de piedra; con barrotes cruzados
cuyas marcas desganan al amor que aún suspira:
cuando las mira el diablo -que está en todos los lados-
desesperadamente se retuerce y se estira.
 
 

***



 
 

POEMA  DEL  CRUZADO
 

Fui armado caballero por el rey de las lides
cuando tocó mis hombros con el acero pulcro;
así nos ordenaron a cientos de adalides
para marchar a Oriente por el Santo Sepulcro.

Empleé los dineros de mis átavos nobles
en formar bravas huestes que siguieran mis pasos;
transformé varas débiles en abetos y robles,
desterrando la idea de posibles fracasos.

Atravesé comarcas con el penacho altivo
para estampar mi saña contra la medialuna,
tomé cien prisioneros y también fui cautivo,
hasta que hubo el rescate, que menguó mi fortuna.

Conocí el cruel desastre de las tropas famélicas
que roban y que matan y violan a su antojo,
y a conformarme estuve, porque las leyes bélicas
presuponen la ira, el horror y el despojo.

Lucí la cruz bendita que signó mi destino
y que además fue marca de la tajante herida,
y volví tras la lucha por el mismo camino,
sin renegar de nada, a enfrentar a la vida.
 
 

***



 

POEMA  DEL  ERMITAÑO
 

Soy como el alma en pena, un pobre anacoreta
de quien todos se espantan por su nefanda vida;
me alimentan la hoja, la raíz y la seta;
llevo una soga al cinto, y la túnica herida.

Circular es la senda que no encuentra la meta;
del sol voy a la sombra de mi triste guarida,
de la que salgo sólo cuando el hambre me inquieta,
para volver cuanto antes con la pena cumplida.

Busco la lejanía, que nadie se entrometa
a escudriñar mi sino con mirada atrevida;
la soledad ignota -la negrura completa-
mejor es que la llama de la tea encendida.

Lo que fue está lejano: era gula mi dieta;
desenfreno, el deseo; la terca fe, perdida;
de la piedra perenne, la vergonzosa grieta;
de la rama anhelante, la flor descolorida.

Como de nadie espero ni mentira ni treta,
marcho con la pisada blanda y desprevenida;
y cuando acude el diablo por la noche, y me reta,
digo mis oraciones y se marcha enseguida.
 
 

***



 
 

POEMA  DEL  CONQUISTADOR
 

Fui el vencedor del indio, con quien mezclé la sangre
en el combate inicuo del fragor y el desastre.
Supe de la fatiga, del sudor y del hambre,
y de blandir la espada y de cortar el aire,

y de tajar los ríos y clavar manantiales.
Como vi que eran muchos los puntos cardinales
tomé variados rumbos, rompí continuidades,
luché en dos continentes y navegué en dos mares.

Para marchar aprisa traje al caballo árabe,
que cimarrón volvióse y aprovechó el salvaje;
hice estallar la pólvora y transformé el paisaje,
por la ambiciosa búsqueda de los finos metales.

Con la mirada obsesa marché siempre adelante;
con la cruz en la diestra me seguía un santo fraile
que los malos instintos pretendía calmarme,
aunque siempre se impuso -sobre el alma- la carne.

Tras la férrea tarea decidí hacer las paces
y hundí fuerte el arado, y a la tierra hice madre;
y pedí mil perdones, que no hizo caso nadie,
al ver que eran de cobre y de oro los trigales.
 
 

***



 
 

POEMA  DEL  PEREGRINO
 

Voy con el gesto adusto subiendo la pendiente,
y encorvado, transcurro pedregoso camino;
como buen penitente mi palabra es silente,
y el azar marca el norte, porque soy peregrino.

Transitar se hace puerto, transitar largamente...
porque la vida es vasta, porque luengo es mi sino;
con el alma anhelante, delirante la mente,
y las fuerzas guardadas por el andar cansino.

De pesaroso empeño, de corazón ardiente,
marcho acaso al ocaso de mi fatal camino,
con el temple pausado de mi afán persistente,
que busca en lo terreno la luz de lo divino.

Para paliar mis ansias de fracaso creciente
voy -con el rostro enjuto, corrugado y cetrino-
tras la fe, que es la única realidad que no miente,
con las sandalias rotas y el vestido de lino...
 
 

***



 
 

POEMA  DEL   COLONIZADOR
 

Me llaman el perjuro, el impío, el renegado,
porque dejé ambiciones, mi linaje, mi cuna,
y decidí un labriego ser, en vez de soldado,
para lo que maldije mi fama y mi fortuna.

Busqué el sudor, que quita la hediondez del pecado;
y la herida, que es fuente de la linfa constante;
el esfuerzo, que es causa del cansancio postrado;
y el dolor de las manos, de trabajar bastante.

Cambié la dama altiva de lujos y placeres
por la mujer que aprecia lo bueno y lo decente,
de esas que no les vale lo paupérrimo que eres,
de esas que no les toca lo que dice la gente.

¿Por qué borré el pasado, la prosapia, el ancestro?
No lo sé, mas en ello puse pasión y rabia,
bien que no renegando del Divino Maestro
de preceptiva dura y de enseñanza sabia.

¿Qué deseo?  ¿Qué ansío?  ¿Qué persigo? Ya nada
más que ser perdonado por mi vida sencilla,
que ha crecido a la vera de la espiga dorada
renacida por gracia del arado y la trilla.
 
 

***



 
 

POEMA DEL PATRIARCA
 

Con las "tablas" recorro los caminos del mundo;
cual Moisés, estas leyes por los pueblos enseño;
porque todos me escuchan, porque en la gente cundo,
se acrecientan las fuerzas de mi amor y mi empeño.

Llevo el pecado adentro, que maldigo y lapido,
y es el sello nefasto de mi entraña afiebrada;
mas al prender la lumbre -por mandato lo ha sido-
también el alma mía se encuentra iluminada.

Al impío detesto y al infiel lo condeno,
y aunque no los destruyo, no estoy falto de ganas;
malo pague lo malo -poco existe lo bueno-,
dicto duras sentencias en las causas mundanas.

Tras de mí viene el pueblo: soy su estrella, su faro;
cual pastor llevo el báculo que castiga y que guía;
a los mansos ofrezco mi consejo y mi amparo,
y les muestro lo oscuro y les señalo el día.

¿Qué me impulsa?  La búsqueda eterna, empecinada,
de eso por lo que vamos: la tierra prometida,
que es de polvo y de cielo... la evasión de la nada...
la esperanza perpetua... la ilusión de la vida...
 

***



(Nota de contratapa)
 

Tras un dilatado lapso, Rodio Raíces decide publicar su quinta selección de poesías, luego de hurgar el fondo de profundos cajones y desempolvar olvidados manuscritos. Faltan por ello la correlación temporal y el parecido estilístico.
Por fuerza de  la  sinceridad, o al descuido tal vez, el autor casi no corrigió la forma  - y nada el sentido - de modo que sus coomposiciones exhiben la imperfección y lozanía de cuando fueron escritas. Hacen excepción los "Poemas extraños", sin duda ajenos de su pensar y sentir, surgidos en época reciente con fluidez, sin cautela, con fortaleza  y asombro,  expuestos aquí,  osadamente, al análisis y a la crítica.
El tema de la rosa  - esbozado en tierna juventud -  y el monólogo del patriarca - forjado en plena madurez - son el abre y cierra paréntesis del tomo que tenéis en las manos, impreso a regañadientes en razón de un severo sentido de la autocrítica, que es bueno o pésimo, según se lo mire.-

 RR.
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