CECILIA GRIERSON,
PRACTICANTE
DEL HOSPITAL RIVADAVIA
Por el Dr. Rodio Raíces
***
Nació en Buenos Aires el 22
de noviembre de 1859, transcurriendo buena parte de su infancia en la estancia
de su progenitor, de la provincia de Entre Ríos.
Arribada a Buenos Aires para efectuar estudios,
debió abandonarlos y regresar a Entre Ríos por razones de
penuria económica familiar.
A la muerte de su padre rumbeó
otra vez a nuestra Ciudad donde, como institutriz, pudo ganar el dinero
suficiente para sostener a su madre
y sus hermanitos.
En 1873 ancló nuevamente en
Entre Ríos, oficiando como maestra rural (sin título)
durante tres años. De tan joven que era, el Gobierno entregaba el
sueldo a su madre.
A continuación retornó
a nuestra Ciudad para continuar sus estudios, recibiéndose de maestra,
durante 1878, en la Escuela Normal de Barracas.
Fue entonces que “cayó bajo
la mirada de Sarmiento”, a la sazón Director Nacional de Escuelas,
quien la nombró en la Escuela Mixta de la Parroquia de San Cristóbal,
con lo que trajo a su familia con ellsa.
Tras un año de servicios volvió a
la Escuela donde se recibiera, esta vez como profesora de varias materias,
entre las que se contaba la Puericultura.
El ejercicio de la docencia abarcó,
desde el vamos, la mayor parte de su vida, actuando en el magisterio mientras
estudiaba Medicina A esta carrera decidió entrar en 1882, tal vez
por el deseo de curar a una íntima amiga suya, debiendo obtener
un permiso especial para hacerlo, en su condición de mujer.
En 1885 se la nombró ayudante ad
honorem de Histología, en la Facultad. Mas al rentarse este cargo
tras dos años de labor, se sintió decepcionada porque el
puesto le fue otorgado a in varón.
También en 1885 se la designó
practicante de la Atención Pública
(Asistencia Pública).
Al siguiente año de 1886, tuvo
destacada actuación en la Casa de Aislamiento (Hospital Muñiz
de hoy), durante la epidemia de cólera.
Fue entonces que, al leer un informe
del Dr. Emilio R. Coni, a su vuelta de la IIIª Conferencia Internacional
de la Cruz Roja, de Ginebra, sobre las escuelas de samaritanas, Grierson
(todavía distante de su graduación) decidió crear
la Escuela de Enfermeras del Círculo Médico Argentino (la
primera de su tipo en Sudamérica), que la Asistencia Pública
dirigida por Coni oficializaría en 1891. En la ocasión Cecilia
incorporó un Curso de Masajistas. Y para mejor servir a la enseñanza,
escribió dos libros de texto: Guía de Enfermeras y Educación
Técnica y Doméstica de la Mujer.
En 1888 ingresó como practicante
en el HOSPITAL DE MUJERES RIVADAVIA, reinstalado el año anterior
en Palermo, debiendo renunciar al cargo por haberse recibido de médico,
y no ser ya estudiante, en 1889.
No obstante el breve paso por el mismo,
su tesis de doctorado, apadrinada por el profesor Marcelo González
Catán, se refirió a Las histero ovariotomías
efectuadas en el Hospital de Mujeres desde 1883 hasta 1889. Y aunque en
esta época ofreció dictar un Curso de Enfermería en
nuestro nosocomio, no he podido encontrar indicios que afirmen su realización.
Su título de médico - fue la primera
mujer que lo ostentó en toda la América del Sur - demostró
bien a las claras que se transitaba una época en que el muro del
prejuicio ya no estaba de pié porque ella lo había derrumbado.
Al dejar el HOSPITAL RIVADAVIA, en
que supongo su concurrencia fue más prolongada que la anotada, se
incorporó al Hospital San Roque
(actual Ramos Mejía).
Un año después atendió a los heridos de la Revolución de 1890 (Leandro N. Alem, Aristóbulo del Valle y otros, contra el presidente Miguel Juárez Celman), siendo duramente criticada en la ocasión por haber padecido una crisis nerviosa durante su desempeño.
Luego de un viaje a Europa, y renovando su pasión por las emergencias, fundó en 1892 la Sociedad Argentina de Primeros Auxilios, y publicó un libro sobre qué hacer con los heridos en accidentes. Asenás siguió dictando clases sobre el tema en la Cruz Roja y otras instituciones de prestigio.
En 1900 se la vio actuar en un consultorio
psicopedagógico gratuito dedicado al niño retardado o anormal,
propiciando ese mismo año la formación del
Consejo de Mujeres.
También en 1901 creó
la Asociación Obstétrica Nacional y la
Revista Obstétrica.
De su pluma fue un libro de 800 páginas de extensión, que intituló Cuidado de enfermos (Buenos Aires, Imprenta Taragant, 1912), dedicado “á las alumnas de la Escuela de Enfermaras y Masajistas de Buenos Aires”.
Se recuerda también que en la Asistencia Pública fue ella quien organizó el servicio de ambulancias, y dotó a cada unidad de una campana de alarma, instrumento que hasta reservado a los bomberos.
A pesar que en 1914 - tras cumplir bodas de plata con la Medicina - se había retirado de toda actividad, se desempeñó todavía como Directora General de Hogares de Enfermeras, durante 1926 y 1927.
Como muchas veces les sucede a los
grandes, murió en la pobreza el 12 de abril de 1934, “gozando” de
una pensión graciable, ya que no había podido demostrar con
papeles los servicios cumplidos, a fin de obtener la
jubilación ordinaria.
La Escuela de Enfermería que
había establecido, fue bautizada con su nombre al año siguiente
de su desaparición.
Y el Museo Histórico del Hospital
Rivadavia muestra uno de los tantos retratos de esta “interesante” matrona
que dedicó su existencia a los demás.=