Todo estaba dado... No me sorprendido en ning�n momento tu noticia. Tu eres esa clase de persona que nunca me da sorpresas... Yo doy por sentado que todos tus pasos van hacia adelante y que el triunfo es algo permanente y la grandeza algo constante en tu vida. Todos los aspectos personales que me has permitido observar en ti, son una muestra constante de como puede un hombre superar hasta aquello que aparentemente es superior a el. Eres quiz�s el amigo m�s inteligente que tengo y me siento orgulloso cada vez que me cuentas entre los tuyos al honrarme con tus cartas o tus llamadas o al compartir conmigo tu casa... Yo no me sorprendo de tus triunfos, los doy por sentados, y cartas como estas simplemente espero que lleguen de ti en cualquier momento... es como si las estuviera esperando, todas las confabulaciones del destino son simplezas a tu alrededor. Te he visto atravesar varias etapas en tu vida... las mejores y algunas muy duras con barreras de todo tipo pero tambi�n te he visto atravesarlas con una tranquilidad casi sobrenatural, las malas energ�as y las influencias propias e infames de los seres humanos, parecen encontrar en ti barreras enormes, tu atraviesas lo abyecto y lo sublime saliendo de todo cada vez purificado y engrandecido. Dios te ha concedido la gracia de ser llama viva y energ�a para ti y para nosotros tus amigos, de lo contrario....Como puedes atravesar el fuego sin quemarte? No puedo felicitarte por ese pelda�o mas que has alcanzado. No puedo unirme a aquellos que te aclaman, tu sabes bien que desde lo m�s profundo de mi coraz�n te admiro y te quiero con una pasi�n fervorosa que me pone mas all� de esos detalles... No puedo... No puedo felicitarte por que seria como aceptar que te ha dado alguna dificultad llegar hasta all�, a lo que es solo una peque�ez en relaci�n con lo que espero de ti el resto de nuestras vidas. No puedo felicitarte por que tan solo se te ha dado lo que te mereces y los reconocimientos no requieren felicitaciones . No, no te felicito solo te digo...Gracias. �Gracias? ...Preguntaras asombrado. Y te respondo con la misma franqueza con que tu has ayudado a cribar y a vivificar nuestra amistad ya vieja: Gracias por contarme entre aquellos que son dignos de contarte entre sus amigos... sencillamente gracias, descubro mi cabeza ante ti y te env�o mi abrazo fervoroso del que mas que tu amigo quisiera ser tu hermano. Richard
Queridas primas primos y tia: Lamento romper este largo silencio de cartas entre nosotros para daros una mala noticia: El primo Carlos Garcia ha fallecido en la noche del viernes 3 de diciembre. Acabo de llegar de casa de la t�a Mariela donde William, Fanny mi mama y yo estuvimos hasta que Luz Maria llego de Buenaventura. Carlos hab�a estado enfermo la madrugada del viernes a las 3am y lo llevaron a la cl�nica, sin embargo, le dieron de alta en la ma�ana. A pesar de que estaba presentando problemas motores y sent�a que los pies no le obedec�an, pudo almorzar esa tarde en casa de Mariela con Luz Maria que despu�s se fue para Buenaventura prometiendo llegar al d�a siguiente para acompa�arlo. Carlos se sinti� muy enfermo en la tarde y en la cl�nica le tomaron una placa de t�rax pues presentaba problemas para respirar, los resultados fueron normales pero otros ex�menes mostraron que hab�a un problema neurol�gico que era la causa de el ahogo que sent�a. Le dijeron que no se podia ir, que tenia que quedarse en la cl�nica, pero el insiti� a Andr�s Felipe y a Mariela que se encontraba con el, que no se quedaba. En parte por el problema neurol�gico se puso mas necio, amenaz� con arrojarse de la camilla si no lo sacaban de all� para su casa, pues instia en que el sabia que estaba muy mal y que �...ya se iba...�. Despu�s de una lucha por convencerlo, �un poco a la brava� con la fuerza de Andr�s y un ascensorista de la cl�nica se quedo dormido, aunque sudaba mucho... eso fue todo... en los dos segundos que pasaron entre ese momento y lo que tard� Andr�s en hablar con el medico, el Primo Carlos se hab�a ido... Es curioso pero el primer recuerdo que tengo del primo Carlos se remonta a hace veintidos a�os en Silvia Cauca donde pasabamos vacaciones, el Primo Carlos, reci�n llegado de Venezuela, hab�a llegado directo del aeropuerto hasta el pueblo pues todos sus hermanos estaban all�. En mis recuerdos, el Primo Carlos discute con su madre diciendo que esta aburrido pues acaba de llegar de una ciudad enorme y le parece aburrido llegar a un pueblacho tan peque�o... el Primo Carlos toma su morral de llevar en la espalda, y se va caminando calle arriba para tomar el bus. En ese tiempo yo no comprendia por que �l, no queria quedarse con todos nosotros. Se necesito que yo llegara a ser adulto para entender que algunos seres humanos como el Primo Carlos adoran ser parte de un paisaje peque�o para poder transformarlo, pero que para ellos es indispensable seguir viajando... viajando...viajando, por eso, en mi mente y mis recuerdos la imagen del Primo Carlos siempre ha estado ligada a una mochila, y por eso en esos d�as la unica conversaci�n que recuerdo entre �l y yo, fue sobre eso, pues para mi, era impensable que hubiese llegado de tan lejos con solo ese equipaje, pero el me contest� que adem�s hab�a tra�do una tabla para las olas... eso es todo lo que recuerdo. Se que para ustedes primas, el primo Carlos debi� ser un personaje singular, siempre alineado con los objetos, amante maniaco del orden en las mesas y complicado en sus gustos al punto de exigir a la prima Doris que sacara un juego de su vajilla fina solamente para servirle la comida, aunque los dem�s comieran en los platos de uso corriente en la casa... Hoy en la noche, la prima Doris no hab�a guardado aun el juego de tres platos y un pocillo que hab�a sacado para el al medio d�a. Yo pienso que en parte tambi�n �l quer�a que le recordaran como alguien exc�ntrico, diferente, as� fueran para nosotros necedades pueriles; sin embargo me pregunto: �Cuanto de esas necedades heredadas de las bisabuelas hay en cada uno de nosotros?. �Cu�nto hay en cada una de ustedes queridas primas y t�a? El primo Carlos, siempre tan preocupado por la est�tica, no di� mayores trabajos a sus familiares para dejarlos. Escogi� un viernes en la noche; tal vez con la esperanza de que pudi�ramos asistir todos a su funeral, el d�a s�bado. El, ha pedido ser incinerado y que sus cenizas sean arrojadas en Buga, el pueblo de su ni�ez, a lo largo de una colina cuyo nombre Andres, aun sobrecogido por los acontecimientos, no ha podido recordar pero que seguramente para Carlos guardaba alg�n significado, o con el cual le un�a alguna conexi�n intangible, �l siempre fue un poco m�stico, y no dudo que el recuerdo de alg�n momento de felicidad intensa vivida en ese sitio, era la ultima sensaci�n que quer�a ofrecer a su cansado cuerpo terrenal ya calcinado, antes de partir al misterio sin retorno. D�as atr�s hab�a manifestado a mi Madre; que �l no tem�a a la muerte, ya la hab�a asumido como un viaje. El, que siempre fue tan espiritual en su forma de ver las cosas; hab�a eliminado la angustia de esa cita ineludible remplazandola por la idea de ese viaje que ha emprendido ya esta noche. Hace dos a�os, en la fiesta de a�o nuevo en mi casa, en medio de la algarab�a, el reparto de la champa�a, y las fotos hab�a roto sin querer una copa. La preocupaci�n y la angustia no le cesaron hasta que d�as mas tarde le trajo a mi madre un juego de copas, escogidas con su buen gusto, delicadamente talladas... Francesas... Rojas... El a�o pasado todos recordamos en la fiesta de a�o nuevo su torpeza al romper la copa, hicimos bromas al respecto, y nos re�mos mucho, el primo Carlos tambi�n est� en las fotos de ese a�o. Este a�o tal vez no tengamos copas rotas, eso no seria importante, preferir�amos tenerlo a �l en nuestras fotos. Hoy no he querido ver el cad�ver del Primo Carlos quiero recordarlo a sus veintitantos a�os, lleno de energ�a, con su mochila en la espalda... rebelde... discutiendo con su madre... necio... irreverente... o preparando caf�... Tal vez ahora, m�s ligero aun de equipaje, podra viajar otra vez... viajar como nunca, ni en el mas delirante de sus sue�os se atrevi� a imaginar. S�bado 4 de Diciembre de 1999 4:13am
Estimado David Cr�ame que leo su carta lleno de tristeza y una gran aflicci�n ocupa ese espacio en la mente que siempre esta con usted, especialmente estos d�as. No me imagino como puede ser para ustedes tener que cuidar a su hermano de manera permanente y al mismo tiempo llevar los quehaceres de la vida cotidiana. No tengo sin embargo nada que pueda decirte que pueda atenuar el dolor de tus horas. La �nica palabra que se me viene a la mente es "cat�strofe". Esa es la palabra con que mejor se pueden definir estas situaciones y es la �nica con que definir�a yo lo que vivimos el a�o anterior con mi padre, guardando la proporci�n debida entre las edades y las caracter�sticas de la enfermedad de mi padre, de un curso relativamente predecible, y los padecimientos de Eliecer con sus tremendos altibajos y m�ltiples complicaciones. �Qui�n apagar� estas llamas de tragedia que rodean ahora a tu hogar y a los tuyos? Tu bien sabes, que si bien hace m�s de diez a�os no nos vemos, esto no ha menguado nuestro mutuo aprecio y respeto. David, usted es uno de los hombres m�s inteligentes que conozco y tanto me honra con su amistad y sus cartas; como me duele el saber de sus angustias. Por eso no puedo pensar en una persona m�s capaz que usted para ordenar las acciones debidas en todo este caos. Desde aqu� le env�o siempre mis mejores energ�as y mi aprecio de siempre as� como mis sentimientos de mayor aprecio, solidaridad, y un abrazo tan fraterno como in�til por no poder servirle mas en este momento aciago. No deje de escribirme. A trav�s de estas l�neas y cada vez que lo haga siempre encontrar� un amigo. Richard
MI HEROE Algunos d�as despu�s de lo de mi padre, un colega me dijo que lo complejo de perder al padre para el hijo hombre, es "perder al h�roe". Creo que hay momentos claves en la vida cuando uno se percata de realidades sencillas pero que te sirven por siempre, algunos las llaman �lecciones�. Cito algunas de las m�as: Cuando comprendes que eres poseedor de una caracter�stica que todos los seres humanos creemos �nica y que pese a que todos la poseemos, creemos ser los �nicos depositarios de tal merced, que nos permite observar como un espectador la estupidez de la mayor parte de la humanidad. Cuando comprendes que el mundo no es perfecto y que sobre todo t� tienes un largo camino para alcanzar la perfecci�n y que no tiene que ver nada con tu �xito personal o profesional. Cuando ves nacer un ni�o, y comprendes lo simple y lo complejamente que nos aproximamos en ese momento a los animales que dan a luz en el bosque, lo primitivos y lo b�sicos que somos si no fuera por nuestras mentes mas evolucionadas que nos han concedido en el mayor de los pecados, la soberbia descarada de atribuirnos un alma inmortal como si fu�ramos superiores a las dem�s criaturas desde el punto de vista espiritual solo por que pensamos que nos la merecemos. Cuando descubres que la mayor parte de los cargos directivos los ejercen personajes que ignoran siquiera el nombre de sus abuelos o bisabuelos o al menos de donde eran, y en los cuales rara vez coinciden las buenas maneras, la decencia y el sentido de la honestidad con la gran eficiencia y la brillantez mental que los ha puesto all�, y que estos personajes tienen un nombre de once letras en el diccionario: �advenedizos� Cuando comprendes que las realidades solo se asumen cuando se confirman, como cuando a pesar de que los que rodean a un difunto hace minutos solo lloran cuando el medico confirma que esta muerto, o como cuando comprendes un chiste en el cine pero solo r�es cuando sale la traducci�n en la pantalla, o como la madre que sufre un colapso nervioso al enterarse de que su hijo esta preso cuando lo sabe bandido desde el mismo momento en que sali� de su vientre. Cuando comprendemos que todos buscamos figuras que no merecen el lugar que les damos en el mundo, como cuando mitificamos una simple figura deportiva, o un pol�tico o damos premios al valor como a un lanchero del pacifico que nad� por horas para salvar a sus pasajeros, y se le dio recibimiento de h�roe cuando debimos meterlo a la c�rcel por la irresponsabilidad de no tener su lancha en buenas condiciones, no llevar radio ni suficientes salvavidas. Cuando finalmente puedes reconocer tus propias aptitudes y aceptas tus limitaciones, por que te sabes libre solamente en el momento en que ya no esperas nada de nadie. Yo tengo un momento para mi padre, a partir del cual nunca supe que los H�roes solo son eternos en el coraz�n y no en comic de la vida real. En ese momento resolv� nunca volver a discutir con �l, procur� darle la raz�n, y tratarlo y servirle con la benevolencia que se trata y se sirve a un viejo y no como el padre temible y respetable que alguna vez fue. Por que yo pude comprender que los hombres necesitamos que nuestros h�roes y nuestros Dioses evolucionen con el tiempo en la medida en que evolucionamos como humanos. Hasta Dios cambio para eso, del Dios temible de furia que destru�a pueblos enteros por su veleidad y convert�a en estatuas de sal a los desobedientes y lanzaba plagas por doquier a sus enemigos del antiguo testamento al Dios de perd�n del Nuevo Testamento que perdon� incluso a los asesinos de su hijo.. Para entender mi concepto, basta pensar que en nuestra ancianidad si llegamos a ella vamos a parecernos todos m�s a cualquier viejo que a lo que somos ahora, y no solo en nuestros cuerpos sino en nuestras almas ya debilitadas. Mi momento con mi padre fue hace muchos a�os una tarde que me llamo mi madre a mi consultorio para decirme que mi pap� estaba mareado, al parecer hab�a sufrido un v�rtigo moment�neo. Cuando llegue corriendo a la casa, el estaba en una silla, vomitando. Ahora s� que habr�a podido perfectamente cargarlo y llevarlo con mi propia fuerza hasta mi autom�vil, pero, es all� que se debe comprender que el padre no es un hombre, es un h�roe. Al verlo, pese al rostro descompuesto por el v�rtigo, es tu h�roe� y los h�roes son fuertes, colosales, y pesados, no se puede cargar al h�roe, se tiene la sensaci�n de que sus manos son las manos enormes que te cargaban de ni�o, que su presencia tiene esa fortaleza gratificante de la panza con que se estrellaba tu cuerpo infantil al intentar abrazarlo. Ese d�a lo arrastr� con todo y la silla en que estaba sentado y lo llev� as� hasta el auto. Interponer el metal de la silla entre el y yo fue una moment�nea anestesia de lo que me esperaba, por que al introducirlo al auto tuve que palpar sus brazos de anciano, sus carnes d�biles y la fr�a palidez que el malestar le produc�a. Entonces tuve conciencia verdadera, de que mi h�roe estaba hecho de carne, y que mi h�roe ya era un hombre anciano. Pero que sobre todo ya no era un hombre temible sino un anciano asustado a merced m�a y del mundo entero. Un anciano que pronto no podr�a conducir su propio auto, correr alzar la voz, ni decidir sobre las cosas cotidianas de la vida am�n de muchas otras cosas. Supe entonces algo que quisiera compartir ahora con ustedes, cuando en la calle y en la oficina a otros ancianos (h�roes) les dan la raz�n, los tratan amablemente o los dulcifican con palabras de afecto para no confrontarlos, mientras en casa confrontan a sus h�roes discuten o pelean con ellos. Supe que mi anciano era igual a otros ancianos, los a�os le hab�an ya cobrado los br�os y el �mpetu, de tal suerte que al final, como a todos los ancianos, no hab�a m�s que hacer sino perdonarlos. Supe que, con todo mi car�cter, a todos aquellos que yo hab�a maltratado injustamente a todos aquellos subalternos a quienes alc� la voz, y a todos sobre los que todav�a tendr� que ejercer este tipo de actitudes desafiantes por causa de mi car�cter, para todos, sin excepci�n y para cada uno, el tiempo me sacar� una disculpa silenciosa si llego a ser un h�roe anciano como lo fue mi padre. Me sacar� una disculpa silenciosa desde mi silla de ruedas o desde mi cama de enfermo, o mejor desde mi imagen decrepita en mi propio espejo del ba�o. No quisiera en ese momento que ninguna de esas personas viniera a reclamarme por lo que hice o dej� de hacer en mis a�os brav�os� Tal vez en ese momento tenga la suerte de tener alguien a mi lado que sea capaz de admirarme por lo que trat� de ser y maravillarse por que a pesar de todo lo poco que de eso logr�, ese poco haya sido tan extraordinario. Tal vez yo me ir�a feliz si supiera que alguien admir� la obra de mi vida como yo admir� de mi padre lo bueno que logr� un ser con sus limitaciones mentales y adquiridas y todos sus prejuicios antiguos y nuevos. Me gustar�a que alguien, una sola persona, me viera como yo me veo a mi mismo, cuando yo sea un h�roe: Con todos mis errores perdonables, con todas mis desazones aliviadas, con toda mi rabia contenida y mis frustraciones hechas realidad, Como un verdadero ser humano como yo lo ve�a a �l. Ojala tuviesen piedad de mis a�os para darme la raz�n aun si no la tuviese, para verme fuerte y ayudarme con disimulo a caminar para no avergonzarme como yo lo hacia con �l en la calle, por que al h�roe no se le averg�enza. O mirara la estupidez con que mi mente juega conmigo llev�ndome a hacer tonter�as, con la ternura que se admira una pilatuna infantil, como lo hice con �l, ri�ndome de su torpeza cada vez que pod�a para no hacerlo sentir mal. Por que los h�roes sienten verg�enza, no como la sentimos nosotros, sino una verg�enza simple, natural como un ni�o que moja los pa�ales, o como la del hombre que dice: �lo siento disc�lpenme soy viejo y por eso soy lento o soy torpe o soy olvidadizo.� Esta verg�enza la comprend� hace a�os cuando alguna vez me dijo que se le estaba haciendo muy dif�cil llegar all�, mientras ve�amos un anciano mayor que �l pasar caminando despacio frente al balc�n de la oficina. Ojala tambi�n que alguien se compadeciera de mi cuerpo muerto para hacerme lucir tranquilo en el postrer momento y pese al dolor escondido y el alma dolorida cerrara mis ojos y acomodara mi boca y mis dentaduras postizas con el cuidado que lo har�a con un paciente vivo. Pero sobre todo, como mi padre, quisiera tener alguien agradecido que no tuviera que decirme gracias por todo, como �l mismo me dijo un d�a: No me diga gracias que yo s� que me lo agradece.� No me qued� otra alternativa en esa ocasi�n sino decirle gracias a un Dios que cada d�a entre mas comprendo a los seres humanos, luce mas tenue para mi y menos claro en la medida en que supero mi propia mente, y mis propias debilidades: Pero cada vez mas n�tido mas real necesario como depositario de mis gratitudes por haberme dado el padre que tuve, ahora que han pasado los a�os que pase con �l, ahora que estamos mas solos, ahora que mi h�roe ya no esta conmigo.