La Cruz del Apostolado
Esta Cruz, ahuyentará al demonio, esparcirá calor y vida, curará las almas y los cuerpos. Hará muchos milagros.
Promesa de Cristo Jesús a Concepcion Cabrera.
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La Cruz Salva
La Cruz salva, si la ofreces con amor en unión con Jesús.
Dios se ha dignado darnos por medio de un profeta de nuestro tiempo, este símbolo, esta Cruz, que es muy rica en su contenido.
¿Qué significa esta cruz y sus diversos elementos?
Cruz grande. Representa el dolor del ser humano como consecuencia de su pecado, dolor que abunda en el mundo y es desperdiciado, cuando no se lo ofrecemos a Dios.
Corazón: Es el Corazón de Cristo, pero un corazón vivo, palpitante, que se encuentra en medio del dolor humano y viene a darle sentido y valor. Cristo Jesús toma nuestro dolor para transformarlo, y de ser una consecuencia del pecado, lo convierte en instrumento de salvación.
Cruz pequeña. Es la cruz del corazón de Jesús, la cruz de toda su vida, la que llevó clavada en su alma por el pecado de la humanidad.
Espiritu Santo. Es quien ilumina todo este misterio, y nos hace comprender y vivir con amor.
Luz entre nubes. Es la presencia de Dios Padre, simbolizada en la luz que envuelve todo este misterio. Esta luz le da a la Cruz su dimensión de gloria y resurrección.
¿Porque se llama cruz del apostolado?
Porque el mejor apostolado la realizamos al identificarnos con Cristo y con su misión salvadora.
Cristo Jesús ofrece su dolor al Padre, y nos invita a asociarnos con El, uniendo nuestra cruz a la suya.
Nuestro Señor dijo a su sierva, que hay tanto dolor desperdiciado en el mundo, que si lo supiéramos ofrecer, se salvaría este mundo, y mil más si los hubiera.
En cada Misa se realiza esta Ofrenda Sacerdotal:
Por Cristo, con El y en El, a Ti Dios Padre Omnipotente, todo honor y toda gloria, por los siglos de los siglos.
También tu puedes incorporarte a esta ofrenda, prolongando tu misa las 24 horas del día, ofreciéndote con Cristo al Padre.
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Cristo en la vida diaria
Cristo Jesús, Sacerdote eterno, quiere asociarnos a su misión sacerdotal. De manera que todas nuestras obras, preces y proyectos apostólicos, la vida conyugal y familiar, el trabajo cotidiano, el descanso, e incluso las molestias y sufrimientos de la vida, si se realizan en el Espiritu, se convierten en hostias espirituales aceptables a Dios Padre, por Jesucristo.
San Pablo expresa:
Sea que coman, sea que beban, o cualquier otra cosa que hagan, hágalo todo para la gloria de Dios. -- 1 Cor. 10:31.
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Véase también: Cruz del Apostolado -
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