Por: Luis Vicente de Aguinaga

Periodico Mural, Diario de Guadalajara, Jalisco 31 de agosto del 2003

No es f�cil descubrirse un gusto por tal o cual artista, por tal o cual poeta o cantante, pero m�s dif�cil es todav�a descubrir a secas al artista de marras, encontrarlo y aprender a quererlo, a disfrutar de su trabajo al paso mismo que uno va conoci�ndolo, lejos por lo dem�s de toda clase de celebridad masiva, sin echarle siquiera un ojo a las ama�adas listas de popularidad (en las que ciertos m�sicos y autores de libros figuran porque s�, porque las millonarias estrategias de su promoci�n llevan incluida esa fren�tica escalada) ni revisar los hits mensuales, anuales o francamente sexenales de MTV. A m� el gusto musical se me fue deformando, reformando y formando seg�n ritmos a veces radiof�nicos -y por lo mismo perecederos- y a veces ajenos a la radio. Yo no soy lo que se dice un adversario de la m�sica llamada comercial, ni aspiro a serlo, pero es un hecho que distingo entre mis discos y los discos de la memoria colectiva o generacional, que desde luego comparto. Los de Arturo Meza, por ejemplo, quedan o se acomodan de lleno entre mis discos: los m�os, los que yo fui encontrando, coleccionando y prestando sin m�s aliciente que un azar ben�volo, profunda simpat�a, complicidad gozosa y, por encima de todo, muchas recompensas est�ticas incomprensibles para la inmensa mayor�a de radioescuchas, compradores de discos y aficionados a conciertos y recitales que hay en el mundo.

Ruego aqu� mismo -por adelantado, entonces- que se me perdone por la frase que viene a continuaci�n, por mi jactancia y por mi orgullo, pero yo descubr� las canciones de Arturo Meza. Puedo casi fechar el acontecimiento, y asignarle con fidelidad en la memoria el sitio en que sucedieron las primeras y decisivas etapas, y no soy tan ingenuo para suponer que fui yo el �nico en descubrir esas canciones. La fecha: un mediod�a sereno de 1986, no s� si a los 14 � a los 15 a�os. El sitio: la galer�a Varia, que ten�a su local por esas fechas en la calle de Sim�n Bol�var, tal vez entre La Paz y Lerdo de Tejada. Mi padre, coleccionista y comerciante de pintura, ya para entonces me hab�a transmitido m�s que rudimentos de apreciaci�n art�stica, y visitar una galer�a en modo alguno era un gesto que yo creyera extravagante o descabellado. Por a�adidura, en Varia no s�lo se vend�a pintura: libros y revistas formaban parte del atractivo, y algunos discos y casetes enriquec�an la dotaci�n del negocio. En dicho local, pues, un d�a vi anunciado el casete Sin t�tulo de Arturo Meza, "m�sico pur�pecha de Ting�ind�n para el mundo", seg�n el mismo cartel afirmaba con buen humor. Un amigo m�o viajaba de cuando en cuando a Ting�ind�n, cuyo top�nimo nos divert�a con la pura sonoridad, y con ese amigo y no muchos otros hab�amos conseguido los discos (alguno ya p�stumo) de Rodrigo Gonz�lez, de modo que la expectativa de abundar en el gusto rocanrolero y trovador de la canci�n urbana, o po�tica, o lo que fuera esa m�sica, me convenci� en el momento justo y decid� comprar esa grabaci�n que guardo a�n como una reliquia.

El nombre de Neil Young, hacia 1986 y 1987, no significaba gran cosa para m�. Quince a�os despu�s, en diciembre de 2001, durante un concierto de Meza en la Pe�a Cuicacalli, llegu� a la conclusi�n de que Arturo hab�a sido mi Neil Young, nuestro Neil Young en espa�ol, con su voz aguda y sus combinadas rachas de serenidad ac�stica y agresividad el�ctrica. Si me dan alas, puedo cantar de corridito las canciones de al menos tres discos, todos ellos grabados en la mitad final de los a�os ochenta: Sin t�tulo, Ayunando entre las ruinas y 70 centavos. El primero es quiz�s el m�s �ntimo, desgarrado y coherente de los tres, particularmente su versi�n en casete, que dio lugar al disco LP de id�ntico no-t�tulo, un poco posterior y en buen porcentaje "aumentado y corregido". Es una grabaci�n que ya s�lo puedo escuchar en la memoria por culpa de los a�os, el deterioro y el desgaste de la cinta que sin embargo atesoro. En ese disco, en ese casete viene la canci�n que prefiero del repertorio de Meza, que sin menoscabo de mi afici�n ha compuesto muchas otras que me fulminan con exactitud irrepetible y muchas tambi�n que no alcanzo a entender,. Me refiero a "La sentencia", canci�n tranquila y austera, triste y sin embargo esperanzada, que no dudo en relacionar con formas ancestrales de sabidur�a: "Siempre nos vamos cansados de la Tierra / En un constante concluir y un eterno iniciar sin sentido / Llenamos las barcas con la soledad / Y emprendemos la traves�a a la regi�n de los silencios..."

Con el tiempo, Meza grab� y distribuy� en conciertos pr�cticamente confidenciales muchos otros discos, formidables en ocasiones. No mentir� quien diga que Arturo Meza es el m�s prol�fico de los compositores independientes de la canci�n mexicana contempor�nea. Entre sus grabaciones recientes, que no conozco en su totalidad, he disfrutado mucho el primer volumen de las Canciones para cantar en el infierno (con el intenso punch de "Has llegado al mundo" y la intensa calma de "�A d�nde ir� sin ti?") as� como el en�rgico El 33 de este mes, tres de cuyas piezas me parecen sobresalientes: "Coraz�n hambriento", "Cenizas" y "Cenizas del cielo". Puede sonar trivial, pero se trata de un cantautor que debe ser descubierto. No porque le haga falta ninguna especie de relumbr�n, y mucho menos porque no tenga seguidores, que los tiene muy fieles y muy atentos. El asunto es m�s delicado: con Meza uno tiene la sensaci�n de hallar algo propio, una voz que no se dirige a ninguna otra persona y que revela poco a poco la sutileza, el exceso, la precisi�n, el miedo, el placer y los deseos que nos constituyen. Eso es, cuando menos, lo que yo descubr� en m� al descubrir las canciones de Arturo Meza.







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� 2004 Eduardo Rodriguez Esparza


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