Libro �El otro rock mexicano�
Autor: David Cortes

El 8 de octubre de 1979, el teatro de Ciudad Universitaria estaba a un tris de volverse un polvor�n. V�a L�ctea, decibel, Henry West y Krol Voldarepet Knact Did�ctico se hab�an reunido para llevar a cabo el �Primer encuentro de rock en oposici�n�.

La cita se desarroll� sin contratiempos hasta que toc� el turno a Krol Voldarepet. Cuando el tel�n se recorri�, sobre el escenario aparecieron dos hombres, ambos con la cara cubierta, uno estaba amarrado a una silla mientras el otro, detr�s de �l, permanec�a de pie. De fondo se escuchaba una m�sica aterradora, una cinta preparada por Arturo Meza, l�der del grupo, con los sonidos producidos al raspar el respaldo del yeloguerlizet con las manos embarradas en brea y, seg�n �l, similares a lo escuchado cuando una persona era torturada. Cinco minutos, tal vez un poco m�s, dur� la presentaci�n de �El oratorio en conmemoraci�n de la muerte del Che Guevara� por que los asistentes, impacientes, enardecidos, la emprendieron contra el par de hombres en escena. Tantas mentadas e insultos se escucharon que m�s que un concierto de rock aquello parec�a un cl�sico Guadalajara � Am�rica en el momento de una mala decisi�n arbitral. Arturo Romo, integrante de Oxomaxoma y a la saz�n el individuo atado a la silla, cuenta en detalle la experiencia:

La gente ped�a que les devolvieran su entrada. Meza quiso hacer algo que rompiera con todo; que no fuera complaciente y s� duro. Al principio se reparti� un bolet�n en donde se hablaba de que el torturado no tenia la posibilidad de protestar, la idea era que los escuchas pod�an protestar todo lo que desearan por que seguramente no les iba a parecer. De hecho fue as� y la obra termin� antes de tiempo porque cerraron el tel�n.

El cerrojazo intempestivo, cuentan, lo dio Walter Schmidt, lo que decepcion� a Arturo Meza porque para �ste el concepto de oposici�n implicaba la apertura a todas las manifestaciones contrarias al comercialismo y afanadas en la b�squeda de otro arte. Aunque posteriormente Meza todav�a llego a efectuar algunas presentaciones con Voldarepet, ese concierto en el Teatro de Cuidad Universitaria lo orill� a tomar la decisi�n de iniciar una carrera como solista.

Al hablar de Arturo Meza nos topamos con un enigma, con una barrera construida por �l a lo largo de los a�os. En una entrevista publicada en 1976, se le cita como integrante de Decibel, aunque cinco meses despu�s ya estaba en Ingreso Libero, un quinteto formado por Alberto Herr, percusiones; Juan Wolfgang Cruz, bajo; Juan Andrade, vocales; Carlos Alvarado, flautas y clarinete; y el propio Meza en las guitarras y del que apenas se dijo lo siguiente: �Sus estructuras se alejan de la pesadez y el estr�pito; impregnadas del estilo barroco, han sido cubiertas por la energ�a de nuestros d�as.�

Aunque Meza no dej� ning�n registro discogr�fico con Decibel, su paso por el grupo fue decisivo para �l:

Decibel no era un grupo exclusivamente de m�sica. Walter Schmidt por ejemplo, era muy querido por nosotros. Fue el guru del nuevo rock, a todos nos abri� los o�dos con otras m�sicas. Eso era lo que lo hacia un grupo diferente: estaba la droga, el alcohol, la angustia de todos. En ese momento yo s� mam� mucho del rock progresivo y lo he ido dosificando en mis temas. Decibel fue muy bueno para mi en ese sentido; pero tambi�n fue malo por que seguir avanzando por all� era hacerlo en el camino del intelecto nada m�s. Hab�a mucho rock mental y yo ten�a una parte dentro de mi que es la parte latina, mexicana y que no hemos explorado mucho. Me estaba entrando mucha m�sica por el lado mental y me estaba friqueando. La m�sica que empec� ha hacer en aquel entonces era de mucha exploraci�n ac�stica, empec� a dise�ar instrumentos aberrantes que me llevaron a la angustia y a un deterioro de mi sistema nervioso. Y en 1979, en el �Primer encuentro de rock en oposici�n�, fue cuando dije �no, ya se acabo�. Nosotros (Krol Voldarepet) realmente si estuvimos en oposici�n a muchas cosas, en oposici�n a Decibel, V�a L�ctea, a nosotros mismos. Ese concierto fue decisivo para mi, fue como acabar con el estado mental en que yo me encontraba y empezar algo nuevo.

En septiembre de 1977, Arturo Meza segu�a en Decibel, pero la revista �Conecte� anunciaba el nacimiento de Krol Voldarepet Knact Did�ctico (Arturo Meza, guitarra, piano, �rgano; Marco A. Godinez (aka Tzara), sintetizador; Juan Wolfgang, bajo; V�ctor Soto, guitarra y voz; Teresa Meza, voz y percusiones), grupo de �m�sica electr�nica basada en el uso intensivo de sintetizador y guitarra el�ctrica, algo semejante a Fripp & Eno o Tangerine Dream, pero con ideas propias�. No obstante lo abigarrado de estas expresiones sonoras, la prensa especializada de la �poca se mostraba favorablemente sensible, incluso ben�vola, hacia este otro rock mexicano:

Siendo muy pocos aun los grupos y m�sicos que han logrado definir un estilo dentro del rock en estas tierras, existen ya aquellos con la pretensi�n de elevar el nivel musical de lo no realizado y entrar de lleno a la m�sica de vanguardia y la electr�nica (�) si le llegas a un concierto de Decibel, El queso sagrado, Tal�n San Cosme, Krol Voldarepet Knact Did�ctico o la nueva estructuraci�n de la Fresa Gruesa, te encontraras con inmundo nuevo, con una est�tica diferente.

Krol Voldarepet nunca grab�, su m�sica � bautizada como �m�sica electrosecuente� � apenas se deposito en la mente de unos cuantos escuchas.

Krzystof Penderecki y Giorgio Ligetti eran dos de los compositores favoritos de Arturo Meza en los setenta. Se sent�a, en aquellos a�os, ligado a la experimentaci�n y su curiosidad lo llevo a fabricar diversos instrumentos: el yeloguerlizet, las cuerdas pulsadas, la oboeta. El primero era un antiguo secreter con unos resortes fijados en sus extremos por unas rejillas de refrigerador el cual pod�a ser percutido naturalmente o tocado con arco de viol�n. Las cuerdas pulsadas no eran m�s que una guitarra de ocho cuerdas con el brazo completamente plano y preparada con l�pices o plumas entre las cuerdas para poder ser ejecutada; la oboeta era una flauta de pan con la ca�a de un oboe.

Cuando estaba en la escuela de m�sica, empec� a dise�ar un gas�fono; tanques de gas cortados y montados sobre estructuras. Eran como campanas y se frotaban con arcos de cello o se raspaban con vidrio. Despu�s encontr� el yeloguerlizet que es el principio de la reverberaci�n ac�stica y me ayud� mucho a trabajar una parte muy oscura dentro de mi. Hacia sonidos que repet�a durante media hora y eran berridos y berridos y eso me conect� con el inframundo. Empec� atener sue�os o alucinaciones a partir de esas frecuencias. Es cuando empiezo a idear obras como �Los cantos de Eloiel, Hannass Mussen (�ngel � demonio) y El circulo de fuego negro�.

Mas que instrumentos desarrollados a partir de una cuidadosa investigaci�n, estos ingeniosos artilugios le fueron muy �tiles a Meza al momento de crear m�sica con tendencias experimentales.

El mez�fono estaba integrado con el yeloguerlizet y era un circuito de barras met�licas y de alambre en espirales montado sobre una estructura de madera. Al frotarse aquello se convert�a en una reacci�n en cadena de sonidos, pero hab�a que amplificarlo. Fue cuando tuve la necesidad de tener c�maras de eco, retardadores y otros implementos electr�nicos para poder hacer un trabajo con ese instrumento.

En los albores de los ochenta, Meza tuvo la visi�n de fundar su propio sello discogr�fico: Gente de M�xico. La producci�n inaugural fue un sencillo firmado por Lieto; despu�s sigui� el primer trabajo solista del guitarrista, un �lbum de canciones titulado �No vayamos a irnos sin el mar�. �Qu� lleva a un hombre, cuyo sino ha sido hasta entonces la experimentaci�n, a entregarnos un disco que en un primer acercamiento resulta totalmente ortodoxo?

Me encontr� con la necesidad de cantar, de expresar sentimientos que estaban all�, empezar con una m�sica ya mexicana. Mi primer disco tiene muchos elementos mexicanos, ranchera, m�sica de banda de pueblo, Folk Ingles y algo de progresivo.

Con �No vayamos�� se marco la tendencia de su autor por ir a contracorriente, por hacer lo inesperado, Meza se acerco a la canci�n pero la trato sin la solemnidad imperante en ese entonces; eligi� un marco sonoro progresivo y con una instrumentaci�n consistente en sintetizadores, piano, cello, cuerdas pulsadas y voces, compuso una serie de temas de estructura aparentemente sencilla, pero salpicados a cada momento con sonidos �extra�os� y discordantes. Desde 1985, a�o de la aparici�n de este disco, Arturo Meza se ha mantenido en activo, pero su discograf�a � si bien de un car�cter experimental en sus inicios -, se ha inclinado cada vez m�s hacia la canci�n, aunque siempre marcada por la heterodoxia.

La s�ntesis de su obra experimental est� sustentada en �Cr�nica sonora�, un compacto que re�ne �In principio� (originalmente editado como un split cuyo reverso inclu�a a Nirgal vallis con �Y muri� la tarde�), �Suite Koradi� y �R�quiem�. En la primera se perfila ya el tono m�stico-gn�stico, la constante de sus trabajos futuros. �Suite Koradi� es una larga composici�n con momentos orquestales grandilocuentes y voces l�gubres en el fondo, murmullos que anticipan la entrada a otro conf�n. En ella los espacios de tensi�n se cortan abruptamente para acceder a periodos de reposo; en su segundo movimiento la composici�n retoma con variaciones el tema inicial, el cual se tiende en el fondo y esboza un contrapunto para dar pie a la orquestaci�n del comienzo, pero ahora apuntalada por una intensidad percutida. Un extracto de �Suite Koradi� apareci� en 1987 en la �Re Records Quarterly� Vol. 2. No.2 revista � disco editada por el baterista Chris Cutler.

�R�quiem� por su parte, es la vis�n de Arturo Meza del v�a crucis de Jesucristo. En ella las voces se articulan como lamentos y son interrumpidas ligeramente por sonidos premonitorios, mientras la percusi�n aporta un toque de marcha. En su segunda parte aflora el caos, un retablo de voces que crea el ambiente de dolor. Un �crucifixia� repetido ad infinitum anuncia el fin.

�Por qu� la ambivalencia de Arturo Meza?
Quer�a hacer m�sica sinf�nica, seguir estudiando, irme de aqu�tenia muchas cosas en la cabeza, pero despu�s puse los pies en la tierra. Saque �Suite Koradi� y no la vend�a. Iba al Chopo, paraba a los chavos y les dec�a: �No quieren o�r rock progresivo mexicano� y nadie se interesaba. Quer�a vivir de la m�sica, pero la m�sica instrumental no me iba a dar de comer. Un d�a me encontr� a Rafael Catana y me invit� a un encuentro de cancioneros en el Museo del Chopo. Acept� y el reencuentro con mis canciones se me hizo muy rico. Entonces all� me di cuenta de que si me pon�a las pilas pod�a agarrar mi guitarra, irme a cualquier lado y tener una entrada econ�mica. De all� empec� a tener dinero para comer, mal vestir y para grabaciones, siempre con una estrategia de producci�n: en lugar de comprar muchos teclados o grandes guitarras, lo �nico que hice fue invertir en horas de estudio. Me di cuenta que la canci�n me ayudaba a sobrevivir en este pa�s y a no descuidar en el futuro mi m�sica instrumental o mi locura.

El o�do de Meza es privilegiado y sabe discernir entre lo estulto y lo valioso. Elige sonidos y en sus manos �stos se vuelven oro molido: son un acicate para la mente, una cauda a la cual es necesario pegarse a fin de obtener la retribuci�n completa. Pero le gusta el verbo, sin �l parece no tener sustancia y por �l ha apostado los a�os recientes. Su voz no es precisamente desagradable, posee una agudeza con la cual gana peculiaridad. Y sus canciones exploran un formato nuevo, nada relacionado con el pop y mucho menos con el canto nuevo. Cuando lo ha considerado pertinente, Meza a encontrado en su paleta sonora colores, timbres y texturas para dar un nuevo significado a un formato muy manoseado:

Ser m�sico es ser un ente resonante de muchas frecuencias; eres como una aspiradora de sentimientos. Algo que yo traigo muy arraigado es la onda del dolor, de la muerte y el hambre. En mi casa, de peque�o, hab�a mas muerte que vida (el padre de Meza era medico rural) y ese infierno humano me marc� tremendamente. Nos hemos dado cuenta en los viajes siderales, ya sea con el teonanacatl o con el Hicur�, de que en los caminos elevados es lo mismo la palabra y el sonido. Parto mucho de la emoci�n musical interior que tengo, soy un instrumento musical humano que tiene simpat�a con ciertas letras.

En esta vertiente de la canci�n, tres de sus obras destacan: la citada �No vayamos..�, �Ayunando entre las ruinas� (con la colaboraci�n de Eblen Macari, Jos� Luis Almeida y Emiliano Marentes) y �A la siniestra del padre� (1992), trabajo editado en un casete doble (con textos de Francois Villon, Jorge Luis Borges, Rub�n Dar�o y del propio Meza), acompa�ado de un poemario y para el cual se hizo ayudar de Marisa de Lille, Jos� Luis Fern�ndez Ledesma, La Tribu, Laura Herrera, Julio Sandoval, Edmundo Islas, Pedro Tello, Arturo Romo, Ismael Corche y V�ctor Rufino.

Una de las relaciones entabladas por Arturo Meza alo largo de su trayectoria y que ha dado excelentes resultados en el nivel art�stico es la que ha mantenido con Tribu. La primera vez que coincidieron fue en �Comala�, disco de Jorge Reyes, a�os mas tarde el grupo colabor� con Meza en la presentaci�n de su primer libro de cuentos �Ansina como endenantes�. Poco despu�s Meza y tribu desplegaron sus saberes en �Venadito del sol�, una cinta con un toque �tnico, pero en donde lejos de ce�irse a los par�metros impuestos por el g�nero, Meza opt� por efectuar un acercamiento nuevo, con una mirada experimental. Aunque en la producci�n encontramos algunos momentos percutidos y con flautas en donde las im�genes protot�picas de los rituales prehisp�nicos se imponen; la mayor parte de las composiciones poseen una atm�sfera oscura. Las preocupaciones de su autor, el hambre, el dolor, la angustia, los sue�os, son revestidas con un alud sonoro que hace un llamado constante al inframundo y que hacen de �Venadito del sol� una de las obras m�s innovadoras que se han hecho con semejante instrumental en este pa�s.

Pero al hablar de Arturo Meza no puede evadirse el asunto de la marginalidad. El guitarrista es un bardo que vive mon�sticamente, preocupado por cuestiones esot�ricas, ensimismado en su tarea y alejado de toda promoci�n posible � incluso la m�nima-. Como productor siempre ha impulsado propuestas de vanguardia; ha colaborado, ya sea directamente o como inspiraci�n, con diferentes m�sicos de la escena; pero no muestra intenciones de abandonar el subterr�neo. Sus producciones solamente se consiguen en lugares espec�ficos, pero nunca las ha puesto a circular donde un mayor n�mero de personas puedan adquirirlas.







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� 2004 Eduardo Rodriguez Esparza


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