Tips para padres de adolescentes
El
desarrollo del ciclo vital de la familia supone ciertas crisis que cuestionan
intensamente a los padres: el primer hijo, el inicio de su vida escolar y, más
pronto de lo que se esperaba, la adolescencia.
Durante este periodo, madres y padres suelen estar muy
confundidos; el adorable niño que tenían hasta hace apenas uno o dos años, se ha
transformado en un completo extraño. Ya no tiene esa mirada que tan bien le conocíamos,
se rehúsa a estar cerca de nosotros, su tono de voz ha cambiado y comienza a tener ideas
raras y ajenas a la familia.
En el contexto del trabajo terapéutico solemos escuchar a
padres desesperados que no saben ya qué hacer con el hijo o la hija: "si le digo,
mal; si no le digo, peor. Nada le parece...".
Esta columna tiene como intención sugerir algunas cosas
que permitan a mamás y papás tener una perspectiva diferente, encontrando una posición
en donde la experiencia y sus recursos personales vuelvan a ser útiles.
Los siguientes ejercicios están dirigidos al común de
los adultos que, con frecuencia, frente a este momento del ciclo de vida de su familia se
han olvidado que alguna vez fueron adolescentes, y que ahora tal vez su hijo o hija
necesite conocer a ésa persona que alguna vez fueron.
Piense en todas las personas que tiene usted a su cuidado.
Ahora, antes de seguir leyendo, cuéntelas con los dedos. Cuando haya contado a todas,
deténgase y conteste a esta pregunta: ¿Me he incluido yo en la lista?
Muchos de los padres que vemos, ponen toda su energía en
cuidar de los demás; extienden sus cuidados en todas direcciones, menos en la que los
señala a ellos. ¿Se da usted cuenta de lo que eso significa para su propio cuidado?
Para que la persona esté segura de que se incluye
firmemente en la lista de personas que tiene a su cuidado, imagine que descubre lo
siguiente: de pronto tiene una niña más (o un niño, en el caso de los padres varones),
alguien a quien casi no le han hecho caso. Esa niña o niño es su yo
interior.
Ahora pregúntese si le ha dedicado a ese menor su tiempo,
su cuidado y atención, en la misma medida en que los ha dedicado a los demás. ¿No se ha
comportado usted con su yo como la madrastra de la Cenicienta, favoreciendo a los demás
como ella favorecía a las hermanastras?
Ojalá tome la resolución de que, haga usted lo que haga
en su vida, a partir de ahora cuidará de su yo interior. Esto le permitirá acercarse con
mayor asertividad a sus hijos e hijas adolescentes.
Guías para madres
que quieren a sus hijas
Está muy enraizada la
creencia de que las jóvenes y las niñas reciben en la escuela toda la información
importante y responsable sobre su salud, sus derechos, su sexualidad y sobre la vida en
general. Las madres nos confiamos de ello. Sin embargo, creemos (o queremos creer) tanto
en la instrucción, en la escolarización, en el buen juicio de los maestros, que les
dejamos demasiada responsabilidad sobre sus hombros.
Hace poco mi hija, que cursa el 3º de secundaria, me
contó llorando que una maestra había humillado horriblemente a una compañera en clase
porque se descubrió que estaba embarazada y tenía una semana que no regresaba a su casa.
La chica tenía una historia familiar atroz; al parecer sus hermanos mayores y su padre la
molestaban sexualmente...
La preocupada carita de mi hija pedía a gritos una
explicación, un acto para detener tanta injusticia... Recordé entonces un maravilloso
material que recibí justamente vía Internet de parte de una querida amiga.
Así, además de organizarme con otras mamás para pedir explicación clara en la escuela,
fincar responsabilidades internas y dar algún apoyo a la chica embarazada... yo también
regresé al pupitre.
Verán: al material de mi amiga le di forma de documento
sencillo y se lo pasé a mi hija y a sus amigas para que lo leyeran. De ellas fue la idea
(y también el apoyo) para compartir con ustedes, queridas amigas, esta guía. A ellas les
fue de utilidad. Espero que también ayude a otras jovencitas y a sus padres para
globalizar el respeto a nuestros derechos humanos. El documento original se publicó en
México y se llama Guía de orientación jurídica para madres y padres adolescentes (DIF,
Unicef y CDHDF).
Creo que su enseñanza puede aplicarse en cualquier país
del mundo, no sólo latinoamericano. Las preguntas y las respuestas (aunque algunas son
muy locales) forman parte de la información general que las jóvenes y las niñas
deberían comprender. Por supuesto que esta información estará limitada si en casa no se
complementa con la "orientación de vida" de las madres.
1.¿Es importante conocer nuestros derechos?
Sí, para que la sociedad los respete y desarrolles mejor
tu potencial. Actualmente la ley te otorga los derechos necesarios para que no se te
margine y se te trate con respeto y dignidad.
2. ¿Puedo decidir libremente sobre el uso de
métodos anticonceptivos?
Sí, (en México) los artículos 4º constitucional y 67
de la Ley General de Salud, garantizan el derecho que tiene toda persona a decidir de
manera libre y responsable sobre el número de hijos que desea tener, y el espaciamiento
de los embarazos, con respeto a su dignidad. Sobre esta materia, nadie te puede imponer
decisiones con las que no estés de acuerdo.
3. ¿Qué se considera como abuso sexual?
Es el acto mediante el cual alguien (pariente, conocido o
desconocido) te induce u obliga a tener prácticas sexuales sin llegar a la penetración.
(Es importante explicar a las jóvenes que, en términos legales, muchos códigos dicen:
"sin el propósito de llegar a la penetración", y que esta frase no atenúa la
responsabilidad del delito, sino sólo lo describe y diferencia del de la violación).
Esas prácticas pueden consistir en caricias de partes
íntimas, o bien de los órganos sexuales de otra persona que toque cualquier parte de tu
cuerpo. Lo mismo ocurre si te obligan a observar un acto sexual.
4. ¿Qué se considera como violación?
Es cuando una persona te obliga, por medio de la violencia
física o moral (cuando hay una relación de afecto, de confianza, de amistad o de
consanguinidad) a tener sexo, con el propósito de llegar a la penetración, introduciendo
el pene por la vagina, la boca o el ano. También se considera violación la introducción
de cualquier elemento u objeto distinto al miembro viril, por medio de la violencia
física o moral.
De la misma manera es violación cuando una persona tiene
relación sexual con menores de 12 años, y con personas enfermas física o mentalmente
que no puedan entender los hechos, aunque no exista violencia.
5. ¿Qué es estupro?
Es cuando alguien tiene relaciones sexuales con una
persona mayor de 12 años y menor de 18, y que obtiene su consentimiento por medio de
engaños.
6. En caso de que mi abuelo, mi padre, mi tío, mi
hermano o mi primo tengan relaciones sexuales conmigo, ¿qué debo hacer?
Si alguno de tus familiares cercanos tienen relaciones
sexuales contigo cometen un delito llamado INCESTO, por lo que debes y puedes denunciarlo.
Lo mismo se aplica si eres víctima de abuso sexual.
7. Si me embarazo producto de una violación,
¿puedo abortar?
Sí. En algunos Códigos Penales de México y de otros
países, el aborto no es un delito cuando el embarazo es producto de una violación. Para
ello hay que presentarse en las Agencias en Delitos Sexuales, porque además debes tener
el antecedente (para agilizar los trámites) de haber hecho la respectiva denuncia de
violación. En la misma Agencia deberán darte información sobre los trámites a seguir
para llevar a cabo el aborto.
8. Si mi embarazo es producto de haber sido
violada por algún pariente, ¿qué puedo hacer?
Lo primero que tienes que saber es que fuiste víctima de
un delito y que ese delito se agrava (en algunos Códigos) si lo comete algún familiar,
los padres o los abuelos. Es indispensable que denuncies. Acompáñate de una persona de
tu completa confianza, para que su apoyo moral te ayude.
9. ¿Otras personas pueden decidir si debo abortar
o no en caso de embarazo por violación?
No.
10. Si mi embarazo es producto de una violación
¿me puedo quedar con el bebé?
Sí. Siempre y cuando hayas meditado tu decisión. No
existe ninguna ley que te prohíba continuar el embarazo. Lo mejor es que te asesores con
profesionales responsables en psicología, orientadores sociales y trabajadoras sociales,
entre otras personas.
11. Aunque yo no quiera, ¿alguien me puede
obligar a casarme por estar esperando un bebé?
No. Los Códigos Civiles expresan (en su mayoría) que
nadie puede obligarte a contraer matrimonio si no estás de acuerdo. Si aún así te
fuerzan, debes contarle la situación al juez.
12. ¿Puedo asistir embarazada a la escuela?
Algunos artículos constitucionales de cada uno de
nuestros países, establecen el derecho a la educación sin distinción alguna. Ese sería
el sustento legal bajo el cual ninguna escuela podría prohibir el acceso a alguna alumna
embarazada. Aunque la realidad -en muchos casos- muestra lo contrario, principalmente en
escuelas privadas.
El artículo 28 de la Convención de los Derechos del
Niño, dice que toda niña o adolescente tiene el derecho a recibir educación primaria y
secundaria de manera obligatoria, por lo cual no existe ningún argumento legal válido
para que te excluyan.
13. ¿Mi familia me puede maltratar por el hecho
de que sea madre adolescente?
No. Los Códigos Civiles establecen que la familia está
obligada a evitar conductas que generen violencia familiar, o sea el uso de la fuerza
física o moral. En el caso de que los padres no quieran hacerse responsables de atender
tus necesidades básicas por estar embarazada, y mientras seas soltera, podrás acudir a
los Tribunales de lo Familiar en cada uno de los países o de los estados de la República
mexicana.
Considero que esta es información elemental que todas
deberíamos hacer llegar a nuestros hijos e hijas; tal vez ellas no estén en una
situación así, pero siempre podrán orientar a otras y defenderse en caso de que lo
requieran. Naturalmente, esta información deberá darse en un ambiente que eduque con
responsabilidad y conciencia de lo que significa ejercer la libertad.
Hablando de
sexualidad con púberes
¿Cuándo
fue la última vez que te sentaste a ver con tu hijo adolescente una película o la
telenovela juvenil de moda? Quizá pienses que es una pérdida de tiempo o que tienes
cosas más importantes que hacer. Pero difícilmente habrá una tarea más trascendente
que compartir con tus hijos lo que a ellos les gusta o interesa.
Ya no hay tema relacionado con la sexualidad que no se
aborde en el cine o en la televisión, desde métodos anticonceptivos o masturbación
hasta violación y homosexualidad. Estos contenidos te pueden dar una valiosa oportunidad
para abrir la comunicación con tu hijo o hija sobre esos asuntos, porque es muy difícil
que, sobre todo el varón, se acerque a ti, mamá, a hacerte alguna pregunta.
Antes que nada, es necesario que te des cuenta de cuál es
tu actitud respecto a la sexualidad, y empezar a nombrar las cosas por su nombre. Los
adolescentes manejan un vocabulario bastante amplio y exacto para hablar de ese tema; a
veces somos nosotras las que nos asustamos o incomodamos al mencionar las palabras
precisas que nombran los genitales o las sensaciones que acompañan a la atracción sexual
que tu hijo ya empieza a experimentar.
Cuando los míos eran muy pequeños, recuerdo que me
encerraba sola en el baño y frente al espejo empezaba a decir en voz alta las palabras
pene, vagina, testículos, etc., todas aquéllas que por supuesto mi mamá jamás habría
utilizado frente a mí. Las repetía hasta que ya casi sonaban sin sentido.
Aunque parezca irrisorio, fue un buen ejercicio para
desbloquear algún resto de vergüenza que me impidiera usar estas palabras con mis hijos,
o que provocara que ellos percibieran incomodidad en mí. Claro que no faltó un día en
que mi pequeño regresara de la escuelita y me dijera a boca de jarro que su maestra le
había dicho que no se decía pene, sino "pizarrín". ¡No supe si reír o
llorar!
Es importante entender que son nuestras propias actitudes
o tabúes los que se interponen para poder hablar de sexualidad con nuestros hijos.
Indudablemente es un reto para cualquier mamá quedarse impávida cuando el niño dispara
preguntas como "Mami, ¿cómo puso mi papá su semillita en ti para que yo
naciera?".
Con los adolescentes el reto es aún mayor. No es
suficiente darles la información "fría" sobre los riesgos de un embarazo a su
edad, o mostrarles el uso del condón. El acercamiento tiene que ser completo. Eres tú
como mamá, como mujer, haciéndole saber a tu hijo que te interesa lo que piensa, lo que
siente y lo que está viviendo. Y que, aunque te asuste un poco (¡o mucho!), estás
dispuesta más que nada a escucharlo sin juzgarlo.
Es común caer en la trampa de preocuparnos por lo que
"debo decirle a mi hijo" para prevenirlo de tantos peligros y, sin embargo, la
clave está en escuchar lo que él tiene que decir. Si él percibe tu disposición y tu
apertura, estarás creando el ambiente de confianza básica para entablar un diálogo.
Necesitas encontrar la manera de abrir la puerta a la comunicación para que él se
arriesgue a compartir sus pensamientos, sus inquietudes y después, por qué no, sus
sentimientos.
Obviamente no es fácil; se trata de la intimidad física
y emocional, tanto la tuya propia como de tu hijo, pero sí es posible. Una vez que
establezcas la cercanía y confianza necesarias, entonces y sólo entonces tendrás
oportunidad de influir en tu hijo, de expresarle tus temores, tus opiniones y acompañarlo
así en el difícil proceso que representa la adolescencia. |