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Red Jalisco, Coalición de Trabajadores de la Educación

Editorial


Pronunciamiento de coyuntura, núm. 1, CTED | viernes 9 de diciembre de 2005.

¡Feliz Navidad!El espíritu navideño que a todos nos embarga, la tregua o "veda" que en términos de campaña electoral ha decretado el IFE, el adelantado invierno que ha puesto tequilera las tardes tapatías con exiguas lluvias (de agua), pero, sobre todo, las corruptelas, torpezas, "perlas" y desatinos que los políticos que nos gobiernan cometen a cada paso que dan, nos ha obligado a dejar la modorra, afinar la pluma y a soltar la mano; así que hemos emprendido esta nueva sección para, desde nuestro ronco pecho, echarles de gorgoritos a los tales por cuales politiqueros. Mientras preparamos nuestras posadas, que ellos vayan preparando sus posaderas, porque, como sabiamente dice el refrán: "A cada capillita le llega su fiestecita". ¡Salud!

Los negocios de Martínez Mora

En su edición del 9 de diciembre de 2005 el periódico local Público encabeza una plana entera en interiores: "Martínez Mora apoyó un negocio de la sección 16. El ex secretario de educación impulsó un convenio comercial para la venta de autos a maestros entre la empresa Milenio Motors, el Banco Bansí, donde era consejero, y la Sección 16 del SNTE, cuyo líder ha sido señalado por otros tratos irregulares".
     Ésta, tal vez sea una de las primeras clarificaciones públicas acerca de lo que se sabía, pero no había sido documentado por testigos cercanos que hoy ofrecen pruebas de irregularidades denunciadas, y que, de paso, confirman lo que era un secreto a voces: las connivencias con una dirigencia sindical que la administración de Guillermo Martínez Mora, más que contribuir a sanear, se sirvió de ella para acuerdos poco claros como hoy queda evidenciado. Como evidenciada también queda la doble moral panista de blandir la bandera anticorrupción, sólo como cortina de humo para servirse ilegítimamente del cargo, favoreciendo intereses personales con dineros que aparecen turbios en tanto no se aclaren a cabalidad estas denuncias con el mismo celo persecutorio de su moral incorruptible. Empieza a aparecer nítido ante la opinión pública, el verdadero perfil de una administración caracterizada, en el sector educativo, por la falta de rumbo, por la capacidad para enemistarse con los principales actores de dicho sector: maestros, padres de familia, normalistas sin oportunidades de trabajo, educadoras dejadas en el desempleo y hasta la Comisión de Educación del Congreso del Estado. Por la falta de sensibilidad y de interés hacia la verdadera obra educativa, la que trasciende, no la que sólo oculta y pospone los vicios irresueltos, los problemas nodales largamente pospuestos. El balance señala la administración de Martínez Mora como una de las peores de las que se tenga noticia, y que, en el caso de Jalisco ya es decir mucho. Eso, por supuesto, no es obstáculo para que una vez utilizada la SEJ como trampolín político se proyecte el ex secretario de educación, sin ninguna responsabilidad ni mala conciencia, hacia la candidatura como alcalde de Zapopan.
     La gestión de Martínez Mora estuvo caracterizada por una visión gerencial de la educación, guiada por una tan obsesiva como infructuosa relación costo-beneficio que tan sólo ha arruinado la situación de por sí precaria de la educación pública en Jalisco. No hay una sola obra trascendente de la cual nos podamos enorgullecer los jaliscienses en el sector educativo, más bien son retrocesos los que se contabilizan. Hay que recordar que la administración de Martínez Mora empezó con muy malos auspicios: con el escándalo que generó la información de haber pagado una cantidad millonaria con recursos de la SEJ a la Universidad Panamericana, institución privada que disputaba unos terrenos al Parque Metropolitano y que por concepto de indemnización de tal reclamo recibió haberes de las arcas de la SEJ. No está por demás recordar que Martínez Mora entró y salió de la secretaría a su cargo sin haber presentado un Plan Estatal de Educación, que si bien su condición de contador no lo descalifica como educador, nunca mostró las acreditaciones solventes que su cargo requería, incluso tal vez hasta bien entrada su administración se tituló realmente como contador público, si es que lo hizo, porque cuando tomó posesión del cargo, su condición era de pasante de tal profesión, de acuerdo con documentación que tuvimos en nuestras manos en un momento oportuno.
     A esas y otras irregularidades se sumó una gestión despótica que concibe a educadoras, personal de servicio y maestros como empleados de un patrón omnipotente y caprichoso que toma como privada la administración pública, como se demostró en el escándalo de los desorbitados gastos de viaje, en una de la giras que acompañó al ejecutivo estatal por Europa. Hecho documentado profusamente por la prensa, en vista de la desproporción exhibida entre comprobantes y servicios utilizados; por ejemplo, dejadas de taxi cercanas a los diez mil pesos. Nunca se esclareció debidamente lo anterior, que, de entrada, aparece como injustificable dadas las carencias del sector y dadas las negativas presupuestales que no sólo tienen que ver con las funciones sustantivas de la educación, sino con su urgencia.
     Pero los despropósitos abarcaron otras áreas, como por ejemplo, la pretensión de privatizar una casi centenaria primaria reconocida como valor patrimonial municipal, el Centro Escolar Basilio Vadillo, primaria enclavada muy cerca del centro de la ciudad y que es uno de los últimos vestigios de la obra educativa cardenista. Cercanía que la ha vuelto altamente apetitosa a la especulación inmobiliaria.
     Martínez Mora desde su óptica privatizadora y patrimonialista, no reconoció su gestión facciosa, en cuanto que no atendió y resolvió las necesidades más sentidas de amplios sectores a su cargo. Facciosa también porque a nombre de una cruzada anticorrupción, si no alentó, sí permitió una campaña de linchamiento contra presuntos aviadores que nunca acreditó cabalmente como tales, ni cuántos ni quienes. Porque resultó que los comisionados y comisionadas contra los que enfocó sus baterías a nombre de esa cruzada anticorrupción, también estaban en sus propias oficinas. Y no hay que perder de vista que esa cruzada tuvo como sustento información que sólo la SEJ resguarda y maneja y que fue "filtrada" en el contexto del ajuste de cuentas del Comité Ejecutivo Nacional del SNTE contra el alcalacismo dominante aún, cuando Martínez Mora tomó posesión del cargo. Con el desarrollo de tales acontecimientos, quedó claro que Martínez Mora no guardó la compostura de neutralidad exigible a su cargo, sino que tomó partido de manera significativa. Tan significativa como las relaciones que estableció con las fuerzas sindicales recompuestas después de tal ajuste de cuentas, y que posibilitaron, y eventualmente explican las connivencias que hoy empiezan a salir a la luz pública.
     No hay que perder de vista que Martínez Mora contó en su gestión como estrecho colaborador a Espinoza Guarro quien ahora, como presidente municipal sustituto, se ha estrenado con dos eventos: la adquisición, con fondos públicos, de una camioneta millonaria presumiblemente para su uso personal, así como la recuperación del nivel salarial como primer edil, sueldo al que había renunciado González Márquez -su predecesor- presumiblemente por el populismo como cálculo político para sus aspiraciones a la gubernatura. La diferencia es de aproximadamente 40 mil pesos mensuales. A los tres personajes aquí mencionados, los unen estrechos nexos con el primer panista de Jalisco, ahora en sintonía con el calderonismo que busca la Presidencia de la República. Los denominadores comunes no son difíciles de encontrar.
     En el frente de quien sustituyó a Martínez Mora en el cargo, Miguel Ángel Martínez Espinosa, no dejan de ser preocupantes medidas como la siguiente: a nombre de capacitar a personal de la SEJ en funciones directivas, la SEJ ha becado a decenas de maestras y maestros para que tomen un Diplomado organizado y operado por instituciones como el TEC de Monterrey, la UNIVA, y el ITESO. ¿Cuánto se está transfiriendo con esa operación a instituciones privadas cuando a las instituciones formadoras y actualizadoras de docentes de la propia SEJ se les niega lo más elemental? La contradicción es grosera, cuando tomamos en cuenta que cualquier diplomado en esas instituciones ronda los 15 mil pesos y la indigencia en el sector público de la educación llega a niveles insultantes. ¿No estaremos ante los eventos que el día de mañana ocuparán los titulares de la denuncia de asuntos poco claros? ¿No sería una buena oportunidad de que el señor secretario de la SEJ explique estas escandalosas contradicciones que responden a medidas unilaterales y patrimonialistas, a lo que se ve?
     De este y otros asuntos coyunturales pasaremos revista en las subsiguientes entregas de nuestra recien inaugurada sección Editorial.

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