Los negocios de Martínez Mora
En
su edición del 9 de diciembre de 2005 el periódico local Público encabeza una plana
entera en interiores: "Martínez Mora apoyó un negocio de la sección 16. El ex
secretario de educación impulsó un convenio comercial para la venta de autos a maestros
entre la empresa Milenio Motors, el Banco Bansí, donde era consejero, y la Sección 16
del SNTE, cuyo líder ha sido señalado por otros tratos irregulares".
Ésta, tal vez sea una de las primeras clarificaciones
públicas acerca de lo que se sabía, pero no había sido documentado por testigos
cercanos que hoy ofrecen pruebas de irregularidades denunciadas, y que, de paso, confirman
lo que era un secreto a voces: las connivencias con una dirigencia sindical que la
administración de Guillermo Martínez Mora, más que contribuir a sanear, se sirvió de
ella para acuerdos poco claros como hoy queda evidenciado. Como evidenciada también queda
la doble moral panista de blandir la bandera anticorrupción, sólo como cortina de humo
para servirse ilegítimamente del cargo, favoreciendo intereses personales con dineros que
aparecen turbios en tanto no se aclaren a cabalidad estas denuncias con el mismo celo
persecutorio de su moral incorruptible. Empieza a aparecer nítido ante la opinión
pública, el verdadero perfil de una administración caracterizada, en el sector
educativo, por la falta de rumbo, por la capacidad para enemistarse con los principales
actores de dicho sector: maestros, padres de familia, normalistas sin oportunidades de
trabajo, educadoras dejadas en el desempleo y hasta la Comisión de Educación del
Congreso del Estado. Por la falta de sensibilidad y de interés hacia la verdadera obra
educativa, la que trasciende, no la que sólo oculta y pospone los vicios irresueltos, los
problemas nodales largamente pospuestos. El balance señala la administración de
Martínez Mora como una de las peores de las que se tenga noticia, y que, en el caso de
Jalisco ya es decir mucho. Eso, por supuesto, no es obstáculo para que una vez utilizada
la SEJ como trampolín político se proyecte el ex secretario de educación, sin ninguna
responsabilidad ni mala conciencia, hacia la candidatura como alcalde de Zapopan.
La gestión de Martínez Mora estuvo caracterizada por una
visión gerencial de la educación, guiada por una tan obsesiva como infructuosa relación
costo-beneficio que tan sólo ha arruinado la situación de por sí precaria de la
educación pública en Jalisco. No hay una sola obra trascendente de la cual nos podamos
enorgullecer los jaliscienses en el sector educativo, más bien son retrocesos los que se
contabilizan. Hay que recordar que la administración de Martínez Mora empezó con muy
malos auspicios: con el escándalo que generó la información de haber pagado una
cantidad millonaria con recursos de la SEJ a la Universidad Panamericana, institución
privada que disputaba unos terrenos al Parque Metropolitano y que por concepto de
indemnización de tal reclamo recibió haberes de las arcas de la SEJ. No está por demás
recordar que Martínez Mora entró y salió de la secretaría a su cargo sin haber
presentado un Plan Estatal de Educación, que si bien su condición de contador no lo
descalifica como educador, nunca mostró las acreditaciones solventes que su cargo
requería, incluso tal vez hasta bien entrada su administración se tituló realmente como
contador público, si es que lo hizo, porque cuando tomó posesión del cargo, su
condición era de pasante de tal profesión, de acuerdo con documentación que tuvimos en
nuestras manos en un momento oportuno.
A esas y otras irregularidades se sumó una gestión
despótica que concibe a educadoras, personal de servicio y maestros como empleados de un
patrón omnipotente y caprichoso que toma como privada la administración pública, como
se demostró en el escándalo de los desorbitados gastos de viaje, en una de la giras que
acompañó al ejecutivo estatal por Europa. Hecho documentado profusamente por la prensa,
en vista de la desproporción exhibida entre comprobantes y servicios utilizados; por
ejemplo, dejadas de taxi cercanas a los diez mil pesos. Nunca se esclareció debidamente
lo anterior, que, de entrada, aparece como injustificable dadas las carencias del sector y
dadas las negativas presupuestales que no sólo tienen que ver con las funciones
sustantivas de la educación, sino con su urgencia.
Pero los despropósitos abarcaron otras áreas, como por
ejemplo, la pretensión de privatizar una casi centenaria primaria reconocida como valor
patrimonial municipal, el Centro Escolar Basilio Vadillo, primaria enclavada muy cerca del
centro de la ciudad y que es uno de los últimos vestigios de la obra educativa
cardenista. Cercanía que la ha vuelto altamente apetitosa a la especulación
inmobiliaria.
Martínez Mora desde su óptica privatizadora y
patrimonialista, no reconoció su gestión facciosa, en cuanto que no atendió y resolvió
las necesidades más sentidas de amplios sectores a su cargo. Facciosa también porque a
nombre de una cruzada anticorrupción, si no alentó, sí permitió una campaña de
linchamiento contra presuntos aviadores que nunca acreditó cabalmente como
tales, ni cuántos ni quienes. Porque resultó que los comisionados y comisionadas contra
los que enfocó sus baterías a nombre de esa cruzada anticorrupción, también estaban en
sus propias oficinas. Y no hay que perder de vista que esa cruzada tuvo como sustento
información que sólo la SEJ resguarda y maneja y que fue "filtrada" en el
contexto del ajuste de cuentas del Comité Ejecutivo Nacional del SNTE contra el alcalacismo
dominante aún, cuando Martínez Mora tomó posesión del cargo. Con el desarrollo de
tales acontecimientos, quedó claro que Martínez Mora no guardó la compostura de
neutralidad exigible a su cargo, sino que tomó partido de manera significativa. Tan
significativa como las relaciones que estableció con las fuerzas sindicales recompuestas
después de tal ajuste de cuentas, y que posibilitaron, y eventualmente explican las
connivencias que hoy empiezan a salir a la luz pública.
No hay que perder de vista que Martínez Mora contó en su
gestión como estrecho colaborador a Espinoza Guarro quien ahora, como presidente
municipal sustituto, se ha estrenado con dos eventos: la adquisición, con fondos
públicos, de una camioneta millonaria presumiblemente para su uso personal, así como la
recuperación del nivel salarial como primer edil, sueldo al que había renunciado
González Márquez -su predecesor- presumiblemente por el populismo como cálculo
político para sus aspiraciones a la gubernatura. La diferencia es de aproximadamente 40
mil pesos mensuales. A los tres personajes aquí mencionados, los unen estrechos nexos con
el primer panista de Jalisco, ahora en sintonía con el calderonismo que busca la
Presidencia de la República. Los denominadores comunes no son difíciles de encontrar.
En el frente de quien sustituyó a Martínez Mora en el
cargo, Miguel Ángel Martínez Espinosa, no dejan de ser preocupantes medidas como la
siguiente: a nombre de capacitar a personal de la SEJ en funciones directivas, la SEJ ha
becado a decenas de maestras y maestros para que tomen un Diplomado organizado y operado
por instituciones como el TEC de Monterrey, la UNIVA, y el ITESO. ¿Cuánto se está
transfiriendo con esa operación a instituciones privadas cuando a las instituciones
formadoras y actualizadoras de docentes de la propia SEJ se les niega lo más elemental?
La contradicción es grosera, cuando tomamos en cuenta que cualquier diplomado en esas
instituciones ronda los 15 mil pesos y la indigencia en el sector público de la
educación llega a niveles insultantes. ¿No estaremos ante los eventos que el día de
mañana ocuparán los titulares de la denuncia de asuntos poco claros? ¿No sería una
buena oportunidad de que el señor secretario de la SEJ explique estas escandalosas
contradicciones que responden a medidas unilaterales y patrimonialistas, a lo que se ve?
De este y otros asuntos coyunturales pasaremos revista en
las subsiguientes entregas de nuestra recien inaugurada sección Editorial. |