AMLO y los derechos sexuales
Gabriela
Rodríguez
En
plena celebración del Thanksgiving, uno de las celebraciones de mayor
importancia ritual para quienes viven arriba del río Bravo, quisiera dar las gracias a
Andrés Manuel López Obrador por colocar hasta arriba de su agenda el combate contra la
pobreza y la corrupción, así como el compromiso de no privatizar los energéticos. Sin
duda estos aspectos económicos son la clave para transformar la calidad de vida de
nuestra gente y marcan la diferencia con la derecha, esa sombra política que en la
contienda mexicana tiene diferentes rostros: el de Roberto Madrazo, el de Felipe
Calderón, el de Elba Esther Gordillo y el de Bernardo de la Garza.
Pero además de darle las gracias por dar relevancia a los
aspectos económicos, quiero poner a consideración el análisis de su compromiso con las
libertades y los derechos sexuales y reproductivos, los cuales, desde mi punto de vista,
no han estado a la altura de su política económica.
Se trata de aspectos tan vitales como comer todos los
días. No se trata de temas frívolos, según podría argumentarse desde la más estrecha
y provinciana visión de los políticos de izquierda. La calidad de vida tiene mucho que
ver con la posibilidad de ejercer las libertades, decidir sobre nuestro cuerpo y llevar a
cabo los planes personales, de pareja y familiares. Estamos hablando del derecho a decidir
con quién y en qué condiciones vivir, cómo salvaguardarse de la violencia doméstica;
cuándo, cuántos y en qué condiciones tener o no tener hijos; con quién mantener una
vida sexual placentera, cómo evitar la imposición y la violencia sobre los cuerpos, de
qué manera evitar enfermedades y embarazos no deseados, cómo acceder a un aborto seguro,
etcétera.
Se trata de libertades muy restringidas, sobre todo entre
quienes se ubican en los márgenes de pobreza y exclusión: las mujeres de las
comunidades, las madres solteras, niñas y adolescentes víctimas de la violencia
doméstica, lesbianas y homosexuales en ambiente de ignorancia, adolescentes y jóvenes
sin escuela ni empleo, las trabajadoras de las maquiladoras, las asesinadas en Ciudad
Juarez, los trabajadores migrantes víctimas del VIH/sida, las campesinas y esposas de los
trabajadores migrantes.
La regulación de los cuerpos es uno de los mecanismos de
poder que durante siglos han manejado los políticos y empresarios, ahora aliados con los
jerarcas eclesiales, para manipular a las masas y, sobre todo, para promover una cultura
de sometimiento y resignación muy funcional a los sistemas de explotación laboral. Se
trata de que la gente aguante sin quejarse, que acepte su triste realidad y posponga sus
deseos personales; que no conozca sus derechos ni sepa que tiene capacidad de decidir.
Después de todo, siempre hay tiempo para morir, y por lo pronto hay que ganarse el cielo;
allá serán compensados quienes sacrifican a diario sus deseos personales.
Benito Juárez tenía clara la relación del Estado laico
con las libertades, por eso sostuvo la educación laica y gratuita como base de la
formación de la Republica, por eso los maestros mexicanos defienden con vehemencia el
tercer artículo constitucional. Se trata de un tema que los líderes del SNTE deben
discutir antes de confundirse y dar su voto al PAN, a lo que aparentemente pretende
jalarlos su "líder moral". Apoyar a Felipe Calderón es definirse contra
libertades fundamentales, como las de conciencia, religión y expresión, contra la
educación laica y contra los derechos sexuales y reproductivos. No queremos que cada vez
que se pregunte a AMLO sobre estos temas responda que son controversiales y requieren una
consulta pública, no queremos un candidato gris ni provinciano: necesitamos un presidente
estadista, como Juárez, quien entendió la relación de las libertades como parte
sustancial de un proyecto de nación. |