El Neoliberalismo en tierra de ciegos.

Por José Luis González González.

 

Mucho se habla hoy en día sobre la excelencia, la calidad, la eficiencia, productividad, competitividad, positivismos, etc. En medio de toda la soberbia dicharachera de quienes a si mismos se aseguran que dominan los “rudimentos” de la economía, los hechos por si solos deberían de hablarles de algo que sucede fuera de sus computadoras y de su imaginaria ciencia. Más, encerrados en su soberbia, no ven ni oyen.

 

El neoliberalismo es la ideología de moda del imperialismo, la cual se basa en el mito del libre comercio –el cual no ha existido en la historia, ni puede existir - que sirve como discurso para justificar un comercio administrado a favor del país imperialista. De 1976 -cuando se firmo la primera carta de intención a favor del Fondo Monetario Internacional- a la fecha, el salario real cayó en más de un 70%, las pequeñas y medianas empresas se extinguieron, el crédito interno neto –índice de la liquidez del mercado interno- ha dejado su lugar -con lo que ello significa en términos de producción- a las reservas externas. Para darnos una idea de ello hay que entender que del 16% del total de la liquidez del país basada en las reservas en los años 80, ha pasado a más de un 50% en la actualidad –con lo que ello significa en términos de valores monetarios que desplazan a medios productivos y fuerza de trabajo.

 

El sistema destruye, hace la guerra, miente y esclaviza a las masas trabajadores. Efectivamente, los números del modelo macroeconómico cuadran, los comentaristas de economía en los medios siguen la consigna de exaltar los números positivos Los tipos ideales son tautologías, y el dinero es un velo que oculta lo que sucede en el ámbito productivo, la teoría económica moderna esta hecha más para ocultar que para explicar. ¿Se puede negar el deterioro social producto de la avaricia? Los neoliberales no pueden hacerlo, pueden embellecerlo sembrando falsas esperanzas, prometiendo el “primer mundo” a la vuelta de la esquina y siempre encontrando variables para justificar su falsa prospectiva. El fondo del asunto es que efectivamente el derrumbe del actual sistema ofrece grandes ganancias a unos cuantos burgueses y burócratas; otros tantos, proletarizados, son alcanzados por el destino forjados por ellos mismos: convertirse en esclavos modernos del capital…

 

Disculpen ustedes mi atrevimiento, escribo sobre las conclusiones de mis investigaciones empíricas y teóricas. Sobre un objeto de estudio definido (la situación de la economía de Estados Unidos) en base al marco general de la contradicción existente entre la extrema pobreza y la riqueza también extrema en el sistema actual, caracterizado por la existencia de una pequeña clase social propietaria enfrentada en sus fines e intereses con quienes, siendo una masa de seres humanos que solo tienen sus brazos, su fuerza de trabajo para vender. El fondo de la discusión según su humilde servidor es efectivamente la cuestión de los valores, más no al estilo superficial, sino de valores concretos.

 

Una palabra estorba a los nuevos expertos del éxito, y esa palabra, es la verdad. Lejanos a esta, los mitos a los cuales puede echar mano un sofista cualquiera  (“ante la verdad palidecen las opiniones” (Hegel)), son innumerables. Y hoy, en el mundo, la cara visible del neoliberalismo es horrenda, mientras sus defensores utilizan todos los medios a su alcance para justificarlos hasta el fin. El valor del trabajo, de la naturaleza, cualquier valor ajeno a toda la extensión de la palabra ganancia esta devaluado; no es casualidad que los valores cristianos y de la familia, de los cuales tanto cacaraquea la derecha, palidezcan ante una probable ganancia monetaria o toma de revancha contra el que se la hace.

 

La superestructura ideológica del sistema lleva al pueblo el nivel cultural de la elite en el poder; si el poderoso es una bestia, el pueblo queda a merced de ella y con su ejemplo y normatividad, transmite al pueblo sus verdaderos valores, los que práctica en lo concreto y no los que son producto de una programación discursiva. La rasgadura de vestiduras de quienes claman por la seguridad pasa por la cómplice indiferencia de quienes como borregos han aceptado una y otra vez el avance del modelo económico neoliberal aún a costa de su propia quiebra -como es el caso patético de las burguesías y burocracias medias en México. Es demasiado tarde y lo saben quienes usufructúan ilegítimamente la marcha del miedo. Muy adecuado para dar dineros a las policías y amenazar con el desmantelamiento del seguro social y la perdida de las pensiones, muy adecuado para construir más cárceles y restringir el gasto en cultura y elitizar el deporte y la educación. Muy adecuado para “globalizar” el gobierno del miedo, del fracaso humano a favor de un sistema de valores integrados al lucro de la guerra, la religión de los actuales gobernantes.

 

 

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