Martes 28 de junio de 2005
La "izquierda" es hoy uno de los conceptos más confusos de la
política en México. Es, al mismo tiempo, referencia histórica, nostalgia,
orgullo de pertenencia, inconsecuencia programática, intolerancias
gubernamentales, estar en la nómina por el derecho de nacer, discursos por los
muertos, fe en las encuestas, corrupción justificada, frases demagógicas, vacío
existencial, cinismo, frivolidades con pretensiones literarias, silencios,
resistencia, golpes de pecho, afiliaciones a la modernidad, desprecio por la
legalidad, pragmatismo y pactismo, división y queja interna, abrazo y unidad
pública, alianzas inconfesables...
El PRD, con su historia, gobierna formalmente una parte de México, pero
entre sus principios y la realidad hay gran distancia, pues es un espacio
ocupado, funcional, en renuncia permanente a sus ideales y puesto al servicio
de quienes han combatido a la izquierda. Paradójicamente, según el
lopezobradorismo y el camachismo, las raíces no pueden ser rama y, por tanto,
nadie de la izquierda puede gobernar: se necesita tutela.
Espacio esencial de la izquierda ha sido la ciudad de México. Llegar en 1997
al gobierno local tras un esquema regencial impuesto desde 1928 no fue un acto
electoral, sino consecuencia histórica y por derecho legítimo de las corrientes
más progresistas y vanguardistas del pensamiento político e ideológico.
Por sostener convicciones y oponerse a la injusticia, miles pagaron con
cárcel en Lecumberri y los reclusorios. En sus calles se forjó la aspiración
democrática en 1968, y vino y fue a la UNAM y el Politécnico Nacional. Se
ejerció la autonomía con Barros Sierra y con ello se defendió el pensamiento
crítico.
De la movilización intelectual, académica, artística, técnica, profesional,
magisterial se forjó el pensamiento progresista, no sin peligro de represión.
Las escuelas muchas veces funcionaron de dormitorios para campesinos y obreros
que venían a reclamar derechos y denunciar injusticias. En sus auditorios se
formaron oradores y se desarrolló el lenguaje, el compromiso social y la lucha
por la democracia y la legalidad.
La represión constante generó respuestas altivas y se integraron guerrillas
urbanas y rurales. Los gobiernos de la "unidad nacional" se hicieron
macartistas y practicaron el anticomunismo, masacrando, torturando, asesinando
y desapareciendo a cientos de opositores.
Las luchas obreras y sindicales llenaron las plazas y junto a miles que se
solidarizaron abrieron el Zócalo, las urnas de votación y cuestionaron el
clientelismo y el corporativismo. En 1994 la insurrección indígena de Chiapas y
la aparición del EZLN abrieron el debate en torno a una unidad distinta basada
en la diversidad, y las raíces se hicieron ramas.
En 1985 el terremoto despertó a los vecinos a una nueva realidad social y
política en la ciudad y se entendió la justeza de la demanda por recuperar los
derechos democráticos y hacer de la capital el estado 32 de la Federación.
Este antecedente se unió a la aspiración nacional en 1988 y se hizo mayoría
política legal en la ciudad. La antesala para que la izquierda gobernara
dependía de una reforma y una elección que se cumplió en 1997.
Ganados capital y municipios conurbados, en la perspectiva de ganar el
estado de México y Guerrero, la Presidencia se veía cerca, a un paso... Pero en
alguna parte del PRD y en nombre de la izquierda se pactó y se optó por avanzar
bajo una condición: desarmarse organizativa, social e ideológicamente. A partir
de 2000 la izquierda ya podría estar en las pantallas de televisión y aspirar a
la alternancia, sólo que bajo estricta vigilancia y control. La
"izquierda" sería reconocida por sus aportaciones, siempre y cuando
renunciara a sus principios y propósitos. En adelante no habría amenazas de
reformas verdaderas ni golpes de timón.
Esa "izquierda" y la cúpula del PRD renunciaron desde tiempos de
Zedillo al programa histórico de la ciudad y se convirtieron en la continuidad
de los gobiernos neoliberales abrazando la práctica del centralismo. Esa
"izquierda" debió demostar en un acto de homologación que también es
corrupta. Acto seguido, podrá hacer manifestaciones no como antes, sino
ordenadas, en silencio y sin contenido. Esa "izquierda", por ser
exitosa en sus acuerdos de 20 minutos, será indestructible frente a la crítica.
Las corrientes progresistas, y en ellas la izquierda, cayeron en una gran
trampa y ahora ya no pueden discutir ni elegir una opción propia.
Bajo sus siglas, la alternativa oficial impuesta en el mitin contra el
de-safuero está en posesión de personajes que dicen que la "izquierda no
es de nadie"; por tanto, lo rescatable de ella -según Ebrard- es su
registro.
El camachismo ya sentenció que nadie de la izquierda puede gobernar la
ciudad, más que ellos. El camachismo en la izquierda es rama sin raíces.