BAJO LA LUPA

Alfredo Jalife-Rahme

Los cinco precios del petróleo militarizado

EN LA FASE DE transición multidimensional del mundo multipolar hemos planteado en varios foros empresariales, académicos y partidistas la existencia simultánea de cinco precios del petróleo, cuya combinación ayuda a elucidar su volátil cotización con una inequívoca tendencia al alza, que algunos miembros de la OPEP han alertado podría alcanzar 80 dólares el barril el año entrante.

PRESUNTOS ENEMIGOS jurados concuerdan en vaticinar una cotización elevada de tres dígitos: desde Osama Bin Laden, quien ha exigido 144 dólares por barril, hasta Matthew Simmons, connotado banquero texano de inversiones energéticas aliado de la dupla Cheney-Bush, quien calcula un futuro precio de 182 dólares. En México, Vicente Fox y su subsecretario de Hacienda, Carlos Hurtado López, ambos con patológica mentalidad fiscalista, se han estrellado contra las corrientes históricas y han vuelto a hacer el ridículo después de haber pretendido colocar el precio de la mezcla mexicana a 23 dólares. Cabe señalar el caso patético del neoliberal apátrida Luis Téllez Kuenzler, anterior secretario de Energía ("bisagra" del hankismo, salinismo y zedillismo con el foxismo), hoy representante del Grupo Carlyle (conglomerado energético y de venta de armas de la familia Bush), quien fue a engañar en forma canalla (pido disculpas por no disponer de un adjetivo más benigno) a un ignaro Congreso muy maiceado -en particular, los perredistas de ocasión incrustados en la Comisión (sic) de Energía- de que el precio se cotizaría en seis dólares.

LOS CINCO PRECIOS del petróleo serían: 1) el económico; 2) el financiero; 3) el especulativo; 4) el geopolítico, y 5) el desinformativo.

EL "PRECIO ECONOMICO" se refiere a la clásica oferta y demanda, en la actualidad muy apretada cuando la demanda comienza superar a la oferta, que se encuentra relativamente limitada. La sobredemanda de los dos gigantes asiáticos, China e India, con una importación el año pasado de 40 por ciento y 70 por ciento, respectivamente, contribuyeron a su incremento sustancial. Se conoce poco cuando Baby Bush ordenó el 13 de noviembre de 2001, en simultaneidad a la guerra de Afganistán y dos meses después del montaje hollywoodense del 11 de septiembre, "colmar las reservas estratégicas de petróleo (REP) a su plena capacidad de 700 millones de barriles" y que, a juicio de Steve Hanke, han contribuido al alza de 21.67 dólares al récord de 55.33 dólares (Jerry Taylor y Peter Van Doren, Heartland Institute, 1º de enero de 2005). La tesis nodal de Hanke, un fanático economista adscrito al dolarcentrismo y apóstol de la fracasada "convertibilidad" ("no llores por mí, Argentina") -el ominoso currency board que deseaban implantar Guillermo Ortiz Martínez y Francisco Gil Díaz en México-, se centra en la manipulación de los inventarios, como sucedió cuando Daddy Bush, el primer día de la guerra de Irak en 1991, desplomó los precios con un simple amago de vaciar las REP. Recordamos que la alianza entre Estados Unidos y Arabia Saudita, en la década de 1980, ocasionó un descenso dramático en el precio, que perjudicó a la URSS y que no pocos analistas consideran sembró el estancamiento económico que fue un factor determinante en el colapso del imperio soviético dependiente de los ingresos petroleros. Se infiere que no existe una oferta y demanda propiamente dicha del petróleo, cuya dimensión estratégica ha sido usada magistralmente por Estados Unidos. Esta dimensión no la entiende Luis Pazos, el gurú energético del foxismo, quien trivializa la venta del petróleo, que reduce al libre intercambio de alpargatas, jergas y escobas, lo cual es la misma miseria conceptual en la que sucumbió el sector neoliberal del PRI (Carlos Salinas, Ernesto Zedillo y el hankismo tropical) inventor del esquema tramposo de los Pidiregas.

EL "PRECIO FINANCIERO": la cotización en petrodólares, que arroja más de un billón de dólares de la industria petrolera mundial en lo que se refiere solamente a la venta del crudo, fortaleció al billete verde desde la Segunda Guerra Mundial. Amén de que el gradual cambio de petrodólares a petroeuros constituiría un golpe devastador para el dólar, tampoco hay que perder la cabeza con el espejismo del alza facturada en dólares, que si se hubiese cotizado en euros el año pasado habría mantenido su precio estable. Si se toma en cuenta la inflación, los 39 dólares que alcanzó en 1979 equivalen a 82 dólares en la actualidad; si, además, se añade la devaluación del dólar, a fortiori el precio de 1979 a valor presente sería de un mínimo de 106 dólares el barril, el doble de la actual cotización en la variedad ligera texana. William Clark (www. Globalresearch.ca, 27 de octubre de 2004) afirma que detrás del planeado ataque de Estados Unidos e Israel contra Irán se encuentra la osadía de la teocracia chiíta de desear cotizar el petróleo en euros en lugar de los inservibles dólares, es decir, el mismo pecado letalmente capital que cometió Saddam Hussein y que le costó su defenestración.

EL "PRECIO ESPECULATIVO": la compraventa del oro negro se realiza en dos mercados: la Bolsa de Intercambio Mercantil de Nueva York (Nymex, por sus siglas en inglés), y el Intercambio Internacional de Petróleo (IPE, por sus siglas en inglés) con sede en Londres, que cotiza la variedad Brent del Mar del Norte. Nymex e IPE pertenecen a la omnipotente banca y a las omniscientes petroleras, ambas de Estados Unidos y Gran Bretaña, y han creado un jugoso negocio circular en donde realizan estratosféricas ganancias gracias al turbulento entorno geopolítico: el año pasado la texana Exxon-Mobil obtuvo más de 25 mil millones de dólares de ganancia (The Guardian, 31 de enero de 2005). En 2001 (¡qué año y qué previsión!) la bolsa IPE fue comprada por un consorcio que incluye a British Petroleum y a las corredurías Goldman Sachs y Morgan Stanley, todas anglosajonas (Terry Macalister, The Guardian, 16 de junio de 2004). Macalister develó que Irán se dispone a instalar una bolsa energética que compita con el duopolio bursátil del Nymex y el IPE, otra causal del malestar anglosajón contra la teocracia chiíta. La volatilidad propiciada por la turbulencia geopolítica en el Medio Oriente, donde se concentra 65 por ciento del petróleo mundial, representa el medio ambiente ideal para las apuestas especulativas con los ominosos hedge funds (fondos de cobertura de riesgos) que disparan los precios a conveniencia.

EL "PRECIO GEOPOLITICO": desde el 11 de septiembre de 2001 se vive una coyuntura similar a la década de los 70, cuando el precio se disparó de dos a 39 dólares el barril (¡casi 20 veces!), entonces propiciado por la revolución jomeinista alentada por las petroleras anglosajonas que sacrificaron a su peón, el sha de Irán, en el tablero del ajedrez energético mundial, según las confesiones de Sheikh Zaki Yamani, anterior ministro del Petróleo de Arabia Saudita. Existe una casuística pletórica sobre el juego geopolítico que ha llevado la cotización del oro negro a sus cumbres borrascosas, y baste recomendar la lectura imprescindible de F. William Engdahl, autor del inigualable libro Un siglo de guerra: la política petrolera angloestadunidense y el nuevo orden mundial, quien en su reciente artículo "El factor del petróleo en la 'guerrra contra la tiranía' de Bush" (Asia Times, 3 de marzo) demuestra que la dedicatoria bélica, con máscara democrática, del unilateralismo bushiano, es para los productores de petróleo, en su mayoría islámicos, que aún no controla en su totalidad el eje Washington-Londres.

"EL PRECIO DESINFORMATIVO": el menos conocido, pero que no deja de ser aterradoramente desestabilizador. No nos referimos al choque conceptual que ocurrió en 1998, cuando la "información" bibliográfica se dividió en dos campos: quienes aseguraron ante notario público el "fin del petróleo caro", tesis propalada en forma malévola por las petroleras anglosajonas que colmaron 98 por ciento de las publicaciones especializadas (que en forma caricaturesca repitieron en México los equipos de Salinas y Zedillo con sus lorocutores y amanuenses, quienes gozan como gratificación de mansiones en Texas y en Florida, donde son "recargados" mentalmente durante sus vacaciones), frente a la dupla Laherrère-Campbell, que en un artículo histórico en Scientific American (marzo de 1998) se pronunció por el "fin del petróleo barato" (tesis a la que nos sumamos a contracorriente del grueso pelotón de borregos neoliberales) que enarbola el teorema del "pico del petróleo" (ASPO, por sus siglas en inglés), es decir, que el oro negro ya llegó a su fase de agotamiento extractivo. La desinformación deliberada de 1998, tres años antes del ineludible 11 de septiembre, edificó el monumento colosal de la mendacidad anglosajona, que llegó a su cumbre inalcanzable con las supercherías de la invasión ilegal a Irak con el propósito avieso de capturar sus riquísimos yacimientos. Adam Porter (Al Jazeera, 12 de agosto de 2004) fustiga que las "previsiones de las cifras de las reservas están construidas sobre arenas geopolíticas", y después de enumerar la letanía de escandalosos engaños sobre las reservas abultadas o reducidas al gusto, afirma que "durante la época del petróleo le ha convenido regularmente a los gobiernos y a las trasnacionales engañar al público, a los inversionistas y hasta entre ellos mismos, lo que ha llevado a que ningún analista pueda saber la verdad". Baste imaginar las cifras de las reservas petroleras y gaseras de México en la boca de los mitómanos consuetudinarios Salinas, Zedillo y Fox.

POR ULTIMO, Marshall Auerback (Prudent Bear, 8 de marzo) desmenuza la "militarización del petróleo": en todos los rincones el planeta (¿se encontrará México entre ellos, como dio a entender el texmex Fernando Elizondo Barragán, secretario de Energía del parasitario Grupo Monterrey, perdón, del salinismo-foxismo?) "los militares estadunidenses se han convertido en un servicio global de protección del petróleo (...) Queda claro que la economía global pagará un mayor precio por el petróleo, no solamente en términos de dólares, sino también en sangre por cada barril adicional que consumamos". No hay más qué agregar.

 

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