Domingo 10 de julio de 2005
La relación de fuerzas actual -por decir poco- no es muy favorable para el
gobierno. Después de la enorme manifestación del 24 de abril, Fox tuvo que tratar
con el execrado "señor López" de días anteriores y ordenar (¡!) a la
justicia que allanase el problema; ahora, después de la Sexta Declaración de la
Selva Lacandona, prorrumpió en un "¡a sus órdenes señor Marcos!",
seguido también por instrucciones (¡!) a la justicia para suprimir las acciones
penales. Además, en las elecciones en el estado de México, decisivas para la
campaña por la Presidencia, no sólo hubo una masiva abstención, que demuestra
el repudio a los partidos, sino que la candidata de Andrés Manuel López Obrador
salió última y tuvo un resultado decepcionante que se reflejará sin duda sobre
su padrino político.
Los problemas reales de las clases subalternas y del país son, entre otros,
los bajísimos salarios, largas jornadas de trabajo, desocupación, caída
constante del nivel de vida, emigración, destrucción del tejido social y
cultural comunitario, golpes a la educación y la investigación, existencia de
petróleo a lo sumo durante 30 años más, dependencia alimentaria, destrucción
ambiental, escasez de agua, amenazas a Pemex y al sector eléctrico.
En estas condiciones, una campaña político-organizativa de carácter
nacional, que no se centre fundamentalmente en las elecciones, sino sobre esas
cuestiones vitales para el desarrollo nacional y la democracia, sin duda va a
tener gran eco. Si la gira nacional que propone el Ejército Zapatista de
Liberación Nacional (EZLN) es preparada unitariamente, si en las tribunas y en
la organización confluyen distintas fuerzas (sindicatos, indígenas, campesinos),
si sobre cada punto hablan en particular los especialistas (electricistas sobre
la electricidad, empleados del ISSSTE sobre el seguro social, campesinos del
norte acerca de sus regiones y problemas, etcétera), aunque todos coincidan en
un programa nacional y lo defiendan, y si el EZLN organiza su frente partiendo
de lo que existe, aunque sea para modificarlo, entonces no sólo se creará una
alianza entre la izquierda social mexicana y la parte más sana de la izquierda
política, sino que también se elaborará, con los trabajadores, un programa de
salvación nacional y planes de desarrollo regionales, y se dará una escuela de
democracia.
Los resultados, sin duda, impactarían también en el campo de la política
electoral e institucional, sobre todo después de que la renuncia de Cuauhtémoc
Cárdenas a ser candidato del PRD quita a este partido su paraguas moral
y debilita la candidatura "de centro", por decir lo menos.
Propongo pues que el EZLN convoque a un congreso de organizaciones sociales
y especialistas e intelectuales, en la selva, para discutir democráticamente la
organización, los objetivos y las etapas de esa campaña, y qué busca con su
futura reunión intergaláctica, la cual, a la luz de la Sexta
Declaración, no puede reunir sólo a "autónomos" aislados de algunos
países europeos, sino que debe convocar, en cambio, a los grandes movimientos
sociales centroamericanos, bolivianos, ecuatorianos, brasileños, argentinos,
sin exclusiones a priori, y a delegaciones de Venezuela y Cuba para
discutir no sólo el rechazo al imperialismo, al ALCA, al Plan Puebla-Panamá,
sino también la relación entre movimientos y elecciones, la estrategia común,
en qué dirección encarar los cambios sociales en las constituyentes, etcétera.
Propongo también que el EZLN parta de la existencia del Frente Campesino,
Sindical, Obrero, Indígena, Popular y Social, así como de su programa social,
para discutir con estos compañeros las perspectivas y grandes alineamientos
políticos nacionales, y las actividades comunes que puedan hacerse.
La atracción electoral -y no sólo por oportunismo de quienes buscan chamba-
es grande. Marcos criticó correctamente al Peje (aunque cargando
las tintas), pero "se olvidó" de los cientos de miles que marcharon
el 24 de abril, porque no son marionetas y piensan con su propia cabeza. Es
indispensable tender un lazo -sobre la base de las necesidades políticas y
sociales nacionales- a quienes esperan que las elecciones puedan ser un camino
corto e indoloro para cambiar el país.
Como lo demostró 1988, los mexicanos no quieren una revolución armada, sino
una por las urnas y, si se la niegan, podrían entonces estar dispuestos a salir
del camino legal. ¿Qué otra cosa hicieron los indígenas chiapanecos con sus
decenios de lucha legal antes del levantamiento de 1994? A quienes creen en un salvador
electoral hay que decirles: "Haz tu experiencia, vota, pero organízate
para hacer respetar tu voto. Y mientras tanto, luchemos juntos por una vida más
digna, por mejores salarios y precios a los productos agrícolas, por más justicia".
No se trata de una batalla contra el PRD o el Peje: se trata de un
combate por hacer madurar políticamente, pensar pluralmente, organizarse en
forma independiente a millones y millones de mexicanas y mexicanos. Eso
requiere también que el EZLN explique su viraje y haga un balance de sus
insuficiencias anteriores para lograr respeto y credibilidad, y educar a todos
en la verdad, no en la confianza en jefes y aparatos.
Si el frente clasista y de izquierda que propone el EZLN (barriendo de paso
con todas las tonterías sobre la multitud o sobre la construcción del poder
sólo como autoconciencia a la Foucault, y sobre el carácter negativo "de
la política", así, en general) es amplio, democrático y admite diversas
opiniones en su seno, seremos muchos los mexicanos que no sólo lo apoyaremos,
sino que trabajaremos intensamente para su construcción y su éxito.