Globalización y desempleo.

-formación del ejercito industrial de reserva global-

José Luis González Glez.

 

Capitalismo y desempleo, dos caras de la misma moneda

 

El hecho más evidente del fracaso del capitalismo es el “desempleo”. El “desempleo” muestra que el objetivo del capitalismo no es la sociedad ni la necesidad humana, sino otra cosa que condena a la existencia de cierta cantidad seres humanos “sin trabajo”, sin “utilidad”, según el sistema.

 

Mientras, la riqueza desborda en almacenes y en los números de las computadoras, el “uso eficiente de los recursos” en el capitalismo requiere del desempleo como una balanza para regular los precios en el mercado de la fuerza de trabajo. No es -como lo quiere hacer ver la economía vulgar que domina las academias- un “error” o una “distorsión” del mercado, sino una necesidad que se desarrolla paralelamente a la acumulación, concentración y centralización de la riqueza.

 

Marx afirma en EL CAPITAL que la LEY GENERAL DEL DESARROLLO CAPITALISTA es la pauperización relativa y absoluta de la clase trabajadora, y establece que la existencia de un “ejercito industrial de reserva” es directamente proporcional al crecimiento del capitalismo. Esto es mucho más cierto para el capitalismo global en el siglo XXI.

 

Basados en los hechos inmediatos, muchos han intentado refutar esta tesis de Marx, sobre todo en épocas de “vacas gordas” cuando la memoria es demasiado flaca. Quizá por ello Marx inicia el capitulo de la Ley General del Desarrollo Capitalista de EL CAPITAL con la explicación de cómo pueden aumentar los salarios momentáneamente bajo ciertos supuestos de crecimiento económico. Desgraciadamente pocos son los críticos con disciplina y en su mayoría prefieren no ir a las fuentes originales.

 

La historia del capitalismo en el siglo XX es la historia de su decadencia y la decadencia de su cultura. Es cierto que especialmente en los últimos años se ha generado una riqueza privada jamás soñada, sin embargo, el costo social, humano y ecológico es invaluable, y en muchos casos irreversible. Uno de los índices claros de la decadencia es la infinita corrupción de la aristocracia obrera que ha permitido el desmantelamiento de  los pocos derechos sociales ganados en más de un siglo de luchas obreras, uniendo el destino de sus representados a la catástrofe del sistema.

 

En esta nueva etapa, llamada “neoliberal” o “globalización” el capital se concentra y centraliza pero su acumulación (generación de empleos) se mantiene estancada. engrosando día a día el ejercito industrial de reserva del capitalismo, manteniendo salarios básicos por debajo del valor de los productos necesarios para la reproducción de las familias trabajadoras. La crisis del capitalismo clásico de 1929 llego para quedarse y no fue hasta que intervino el Estado y después de la gran destrucción de valor que significó todo ese periodo histórico hasta después de la segunda guerra mundial, en 1948 que logró recuperarse.

 

Surgió así como competencia al estado de acumulación, centralización y concentración económica soviético, el capitalismo de estado keynesiano el cual brinda la flexibilidad para controlar los ingresos de los trabajadores y dirigir los recursos ociosos de los capitalistas. Esto permitió al capitalismo responder a ciertas demandas básicas económicas y de seguridad social a cuenta de la deuda creciente del Estado.

 

Hoy el poder del capital brindado a crédito o como “inversión directa” es tal que controla estados o sectores económicos completos o estratégicos de un estado nación. (Esta política por supuesto es promovida y apoyada por el gobierno central del imperio de forma económica, pero sobre todo, de forma militar, pues el saqueo de materias primas, la destrucción de valor  y la desaparición de posibles desempleados por la guerra  son  técnicas probadas para alargar la vida del capitalismo.)

 

Esto provoca el cambio de objetivos en el uso de los recursos del estado-nación, pues al cambiar los objetivos sociales por los objetivos del mercado se provoca que lo que antes tenía solo un valor de uso se convierta en mercancía y se privatice, provocando una contracción del consumo por la “racionalización” con el objetivo de suprimir “costos” al nuevo “propietario”, reduciendo gastos y salarios. Deshaciéndose de infraestructura social y de una gran cantidad de empleados al servicio del estado.

 

Si antes se buscaba discursivamente el “pleno empleo” como un requisito técnico de bienestar y crecimiento económico, hoy se propone el “equilibrio macroeconómico” con niveles cada vez más altos de desempleo, no solo de fuerza de trabajo, sino de capacidad productiva ya que es necesario eliminar de la competencia los proyectos de economía social que puedan ser competencia “desleal” y alternativa a la barbarie tecnócrata-burguesa  actual

 

El ejercito industrial de reserva en el siglo XXI

 

El sistema ha difundido la visión de que existe una superpoblación lo cual explica la pobreza debido a los “recursos escasos”. Sin embargo ha sido Marx en el mismo capítulo de la ley general del desarrollo capitalista quien puso el énfasis en que la superpoblación es relativa a la concentración y centralización del  capital y pone de manifiesto la contradicción de la existencia de desempleados cuando otros trabajadores duplican jornadas o trabajan a una gran intensidad y superexplotación. Explica que en el capitalismo más bien es necesaria esa superpoblación relativa para poder arrancar un plusvalor extraordinario a  la fuerza de trabajo empleada y para echar mano  de esa reserva de fuerza de trabajo en épocas de auge.

 

Efectivamente, si uno observa el crecimiento de la población ahí donde el capitalismo hecha sus cimientos, esta se multiplica con respecto a la natalidad de las zonas rurales y a las zonas rurales se les despoja de la posibilidad de un intercambio justo lo que provoca atraso, pobreza y migración. En el capítulo sobre la acumulación originaria Marx da cuenta de cómo por medio de la violencia y de argucias políticas  se expropiaron las tierras y se obligo a los campesinos a transformarse en asalariados, de tal forma que el origen del capitalismo no es ninguna historia de benevolencia y generosidad, sino todo lo contrario. (“Las naciones pobres son aquellas donde el pueblo se encuentra a sus anchas, y las naciones ricas aquellas donde por regla general es pobre” Desturt de Tracy). Y en mucho se parece la violencia del proceso de acumulación originaria de capital a lo que sucede actualmente con la especulación inmobiliaria con tierras ejidales en México, donde los recursos naturales se han convertido finalmente en mercancía, lanzando fuera de sus tierras y sus costumbres a miles de campesinos y pescadores antes libres y que hoy, buena parte de ellos, se ven convertidos en asalariados o trabajadores de la calle y vendedores de playa o de crucero.

 

Así como estos campesinos, despojados para levantar proyectos turísticos millonarios o para realizar la onerosa infraestructura del Plan Puebla Panama norteamericano, los asalariados ven perder su seguridad en el empleo y sus demás derechos laborales entre las fauces de corruptos líderes sindicales. De tal forma que el ejercito industrial de reserva ya no solo se alimenta de los campesinos que se incorporan al capitalismo, sino que crece un segmento de gente estancada con empleos temporales y sin ningún tipo de seguridad social.

 

Se puede decir que de todos los sectores y clases sociales, el único segmento creciente de la población, es el ejército industrial de reserva, en especial este segmento, que como veremos se considera “estancado”, es decir, superpoblación para nada absoluta, sino evidentemente “relativa” a la concentración y centralización de capital.

 

De tal forma que dicho esto pasaremos a la explicación teórica dada por Marx y luego la situación actual del ejercito industrial de reserva.

 

Marx identifica cuatro segmentos de la superpoblación relativa: la fluctuante, la cual serían los campesinos que emigran a las ciudades constantemente (es decir, que fluyen), la latente que sería la reserva total de brazos en el ámbito rural y la estancada que es la que obtiene empleos temporales. Para efecto del análisis desde el punto de vista absolutista del capitalismo, todos los brazos son susceptibles de ser incorporados sin son necesarios al mercado laboral y todos pertenecen a este mercado. Es en este punto donde se engloba lo multicultural en el capitalismo y que ha confundido a no pocos revolucionarios con respecto al absolutismo de los modelos económicos (incluso “socialistas”) bajo la ley del valor, que es la ley del capital.

 

El fenómeno actual del trabajo en la calle se nutre dentro de estas categorías. Sin embargo por el carácter autónomo de forma de subsistencia y autogestión o libertad relativa, implica un circuito de producción y consumo adicional, lo cual nos equipara a los sistemas económicos autónomos creados por las comunidades indígenas o las cooperativas, con la diferencia de lo que señalábamos anteriormente, que estas tienden a su disminución forzada por el sistema, y los trabajadores de la calle se nutren y crecen del sistema.

 

Por nuestra ubicación urbana somos un elemento del mercado laboral que presiona los salarios al alza -por la disminución de la gente que busca “empleos”- e incrementamos la producción y el consumo de valores de uso alternativos al capitalismo, lo cual nos hace enemigos del capitalismo. Somos parte de la clase trabajadora con nuestras propias contradicciones emergentes y determinadas por el capitalismo, pero también somos un espacio de autogestión emergente que resiste al capitalismo, a veces,  con mucho más espíritu comunitario que lo que han mostrado hasta ahora los trabajadores sindicalizados.

 18 de mayo de 2007.

 

*El proletariado, el cooperativismo y la revolución global

*Las nuevas relaciones sociales de producción.

-proletariado y trabajadores libres-

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