Globalización y desempleo.
-formación del ejercito
industrial de reserva global-
José Luis González Glez.
Capitalismo y desempleo, dos caras de la
misma moneda
El hecho más evidente del
fracaso del capitalismo es el “desempleo”. El “desempleo” muestra que el
objetivo del capitalismo no es la sociedad ni la necesidad humana, sino otra
cosa que condena a la existencia de cierta cantidad seres humanos “sin
trabajo”, sin “utilidad”, según el sistema.
Mientras, la riqueza desborda
en almacenes y en los números de las computadoras, el “uso eficiente de los
recursos” en el capitalismo requiere del desempleo como una balanza para
regular los precios en el mercado de la fuerza de trabajo. No es -como lo
quiere hacer ver la economía vulgar que domina las academias- un “error” o una
“distorsión” del mercado, sino una necesidad que se desarrolla paralelamente a
la acumulación, concentración y centralización de la riqueza.
Marx afirma en EL CAPITAL que
Basados en los hechos
inmediatos, muchos han intentado refutar esta tesis de Marx,
sobre todo en épocas de “vacas gordas” cuando la memoria es demasiado flaca.
Quizá por ello Marx inicia el capitulo de
La historia del capitalismo
en el siglo XX es la historia de su decadencia y la decadencia de su cultura.
Es cierto que especialmente en los últimos años se ha generado una riqueza
privada jamás soñada, sin embargo, el costo social, humano y ecológico es
invaluable, y en muchos casos irreversible. Uno de los índices claros de la
decadencia es la infinita corrupción de la aristocracia obrera que ha permitido
el desmantelamiento de los pocos
derechos sociales ganados en más de un siglo de luchas obreras, uniendo el
destino de sus representados a la catástrofe del sistema.
En esta nueva etapa, llamada
“neoliberal” o “globalización” el capital se concentra y centraliza pero su
acumulación (generación de empleos) se mantiene estancada. engrosando
día a día el ejercito industrial de reserva del capitalismo, manteniendo
salarios básicos por debajo del valor de los productos necesarios para la
reproducción de las familias trabajadoras. La crisis del capitalismo clásico de
1929 llego para quedarse y no fue hasta que intervino el Estado y después de la
gran destrucción de valor que significó todo ese periodo histórico hasta
después de la segunda guerra mundial, en 1948 que logró recuperarse.
Surgió así como competencia
al estado de acumulación, centralización y concentración económica soviético,
el capitalismo de estado keynesiano el cual brinda la flexibilidad para
controlar los ingresos de los trabajadores y dirigir los recursos ociosos de
los capitalistas. Esto permitió al capitalismo responder a ciertas demandas
básicas económicas y de seguridad social a cuenta de la deuda creciente del
Estado.
Hoy el poder del capital brindado
a crédito o como “inversión directa” es tal que controla estados o sectores
económicos completos o estratégicos de un estado nación. (Esta política por
supuesto es promovida y apoyada por el gobierno central del imperio de forma
económica, pero sobre todo, de forma militar, pues el saqueo de materias
primas, la destrucción de valor y la
desaparición de posibles desempleados por la guerra son
técnicas probadas para alargar la vida del capitalismo.)
Esto provoca el cambio de
objetivos en el uso de los recursos del estado-nación, pues al cambiar los
objetivos sociales por los objetivos del mercado se provoca que lo que antes
tenía solo un valor de uso se convierta en mercancía y se privatice, provocando
una contracción del consumo por la “racionalización” con el objetivo de
suprimir “costos” al nuevo “propietario”, reduciendo gastos y salarios.
Deshaciéndose de infraestructura social y de una gran cantidad de empleados al
servicio del estado.
Si antes se buscaba
discursivamente el “pleno empleo” como un requisito técnico de bienestar y
crecimiento económico, hoy se propone el “equilibrio macroeconómico” con
niveles cada vez más altos de desempleo, no solo de fuerza de trabajo, sino de
capacidad productiva ya que es necesario eliminar de la competencia los
proyectos de economía social que puedan ser competencia “desleal” y alternativa
a la barbarie tecnócrata-burguesa actual
El ejercito industrial de reserva en el
siglo XXI
El sistema ha difundido la
visión de que existe una superpoblación lo cual explica la pobreza debido a los
“recursos escasos”. Sin embargo ha sido Marx en el
mismo capítulo de la ley general del desarrollo capitalista quien puso el
énfasis en que la superpoblación es relativa a la concentración y
centralización del capital y pone de
manifiesto la contradicción de la existencia de desempleados cuando otros
trabajadores duplican jornadas o trabajan a una gran intensidad y
superexplotación. Explica que en el capitalismo más bien es necesaria esa
superpoblación relativa para poder arrancar un plusvalor
extraordinario a la fuerza de trabajo
empleada y para echar mano de esa
reserva de fuerza de trabajo en épocas de auge.
Efectivamente, si uno observa
el crecimiento de la población ahí donde el capitalismo hecha sus cimientos,
esta se multiplica con respecto a la natalidad de las zonas rurales y a las
zonas rurales se les despoja de la posibilidad de un intercambio justo lo que
provoca atraso, pobreza y migración. En el capítulo sobre la acumulación
originaria Marx da cuenta de cómo por medio de la
violencia y de argucias políticas se
expropiaron las tierras y se obligo a los campesinos a transformarse en
asalariados, de tal forma que el origen del capitalismo no es ninguna historia
de benevolencia y generosidad, sino todo lo contrario. (“Las naciones pobres
son aquellas donde el pueblo se encuentra a sus anchas, y las naciones ricas
aquellas donde por regla general es pobre” Desturt de
Tracy). Y en mucho se parece la violencia del proceso
de acumulación originaria de capital a lo que sucede actualmente con la
especulación inmobiliaria con tierras ejidales en México, donde los recursos
naturales se han convertido finalmente en mercancía, lanzando fuera de sus tierras
y sus costumbres a miles de campesinos y pescadores antes libres y que hoy,
buena parte de ellos, se ven convertidos en asalariados o trabajadores de la
calle y vendedores de playa o de crucero.
Así como estos campesinos,
despojados para levantar proyectos turísticos millonarios o para realizar la
onerosa infraestructura del Plan Puebla Panama
norteamericano, los asalariados ven perder su seguridad en el empleo y sus
demás derechos laborales entre las fauces de corruptos líderes sindicales. De
tal forma que el ejercito industrial de reserva ya no
solo se alimenta de los campesinos que se incorporan al capitalismo, sino que
crece un segmento de gente estancada con empleos temporales y sin ningún tipo
de seguridad social.
Se puede decir que de todos los
sectores y clases sociales, el único segmento creciente de la población, es el
ejército industrial de reserva, en especial este segmento, que como veremos se
considera “estancado”, es decir, superpoblación para nada absoluta, sino
evidentemente “relativa” a la concentración y centralización de capital.
De tal forma que dicho esto
pasaremos a la explicación teórica dada por Marx y
luego la situación actual del ejercito industrial de reserva.
Marx identifica cuatro segmentos de la superpoblación
relativa: la fluctuante, la cual serían los campesinos que emigran a las
ciudades constantemente (es decir, que fluyen), la latente que sería la reserva
total de brazos en el ámbito rural y la estancada que es la que obtiene empleos
temporales. Para efecto del análisis desde el punto de vista absolutista del
capitalismo, todos los brazos son susceptibles de ser incorporados sin son
necesarios al mercado laboral y todos pertenecen a este mercado. Es en este
punto donde se engloba lo multicultural en el capitalismo y que ha confundido a
no pocos revolucionarios con respecto al absolutismo de los modelos económicos (incluso
“socialistas”) bajo la ley del valor, que es la ley del capital.
El fenómeno actual del
trabajo en la calle se nutre dentro de estas categorías. Sin embargo por el
carácter autónomo de forma de subsistencia y autogestión o libertad relativa,
implica un circuito de producción y consumo adicional, lo cual nos equipara a
los sistemas económicos autónomos creados por las comunidades indígenas o las
cooperativas, con la diferencia de lo que señalábamos anteriormente, que estas
tienden a su disminución forzada por el sistema, y los trabajadores de la calle
se nutren y crecen del sistema.
Por nuestra ubicación urbana
somos un elemento del mercado laboral que presiona los salarios al alza -por la
disminución de la gente que busca “empleos”- e incrementamos la producción y el
consumo de valores de uso alternativos al capitalismo, lo cual nos hace
enemigos del capitalismo. Somos parte de la clase trabajadora con nuestras
propias contradicciones emergentes y determinadas por el capitalismo, pero
también somos un espacio de autogestión emergente que resiste al capitalismo, a
veces, con mucho más espíritu
comunitario que lo que han mostrado hasta ahora los trabajadores sindicalizados.
18 de mayo de 2007.
*El proletariado, el cooperativismo y la
revolución global
*Las nuevas relaciones sociales de
producción.
-proletariado y trabajadores libres-