Correo Alternativo
<[email protected]> escribió:
Fecha: Wed, 24 May 2006
15:54:38 -0700 (PDT)
De: Correo Alternativo <[email protected]>
Asunto: FW: se reenvía folleto adjunto democracia
A: [email protected]
ELEMENTOS DE
─ para reflexionar en grupo ─
1. La familia “democrática”
Muchos jóvenes que en el año 2000 no fuimos al voto “útil”, conciente y
(mal) calculado por los más viejos, sino que nos ilusionamos con Vicente Fox,
guiados sólo por el mercantilismo de la época, educados en
2. Dos caminos
Para ello, a
continuación definiremos primero qué es eso de izquierda, o mejor dicho,
lo que queremos que sea, de forma que no se entienda por ello cualquier cosa. Pero antes de emprender cualquier análisis social, recordemos que se
puede concebir al ser humano como principio y fundamento de todo alrededor, o
como esclavo del mundo, incluso de sí mismo. Porque desde ahí se desarrolla la
historia de la humanidad, abriendo dos caminos contrarios que hoy llamamos izquierda
y derecha,* y que llevaron a la organización del socialismo y el capitalismo
respectivamente: dos estructuras sociales cuyos sistemas de funcionamiento se
oponen, dividiendo internamente a la conciencia de la persona y a la sociedad.
Por eso no funciona del mismo modo una organización cooperativa, de principios
socialistas, y una sociedad anónima de capitalistas, por ejemplo; ni proceden
igual los zapatistas de Atenco y los empresarios de un pretendido aeropuerto.
Entonces, como ya se advierte, nadie puede andar por ambos caminos a la vez sin
rasgarse la entrepierna. Se requiere una definición.
* Los términos surgieron
en
3. Principio y fundamento
En efecto, el hombre y
la mujer son la medida de todas las cosas; son los dueños de las ideas, las
leyes, los métodos y todo cuanto existe, siempre que los aprovechan para servir
con libertad a sus semejantes. Nada de lo que vea
usted alrededor cobra sentido sin la presencia de una persona. Las personas son el fin
último y todo debe estar en función de ellas, inclusive sus propias acciones,
para su servicio, no para su esclavitud. En la fábrica el trabajador será más
importante que el trabajo, y el productor más que el producto. En la escuela el
estudiante importará más que el estudio, y el jugador más que el juego. En el
tribunal el delincuente vale más que las leyes. En la iglesia el creyente será
más importante que la religión o la fe. Cada individuo importará más que su
comunidad, y los socios más que su organización. ¿Ya decíamos, no hay
enfermedades sino enfermos?, ahora diremos que el enfermo importa más que
la salud misma; y que el drogadicto o el alcohólico importan sobre la moral o
las buenas costumbres. ¿Y los pobres importan más que la pobreza o la riqueza?,
pues sí. Esto es la izquierda.
4. Utopía, a la izquierda
Ahora bien, la extrema izquierda –o comunismo– se dice utopía porque
se presenta como un ideal inalcanzable para la especie humana. Por su lado, la
derecha se afirma espontánea o natural, pero reconoce sin vergüenza que
el egoísmo está detrás.* Pronto la izquierda toma ventaja, porque el sentido común de su utopía
también es natural del ser humano, mientras que las injusticias de la derecha
no pueden ser utópicas como es obvio. Además, el bienestar general de la
izquierda es más un asunto de sentido común que un sueño utópico. Ciertamente
este socialismo parece inalcanzable por la difícil educación comunitaria que se
necesita para cooperar y compartir; mientras el capitalismo es impulsivo, egocéntrico,
fruto de un instinto casi siempre inconsciente –o animal– y entonces se dice
que se da naturalmente. Pero uno y otro lado parten de la naturaleza humana.
Más aún, la izquierda es posible y menos utópica cada vez que uno cede el paso
a otro o le comparte algo, digamos; ya con eso son más reales la justicia, la
democracia y el bienestar común de esa izquierda mal apodada utopía; claro, esto también lo hace la derecha, veremos luego, pero por error,
confusión o engaño.
* Este egoísmo
capitalista, jalando cada quien para su santo, es lo que Adam SMITH llamó mano
invisible, la cual, según él, guiaría a todos hacia una economía con
equilibrio. Cfr.
5. Democracia no es resignación
Democracia significa
gobierno del pueblo todo, no de unos pocos encumbrados sobre los demás mediante
la ley bruta de la fuerza. Por eso la izquierda es la única que puede salir en
defensa de la democracia, rechazando –a la luz de la razón, que no del
instinto– la injusticia, el bienestar exclusivo, el acaparamiento, todo aquello
que daña a la especie humana y que sólo puede encontrarse a la derecha. Más que
nada, la izquierda repudia de la derecha su propiedad privada de los medios de
producción, como origen de muchos males –si no de todos–. Y en general, ambos
bandos son intolerantes entre sí por contrarias razones; lo vemos a diario en los conflictos obrero-patronales, por ejemplo, donde
la relación no es democrática o tolerante, sino injusta para el obrero, y de
resignación para el patrón cuando aquel reclama sus derechos inevitablemente.
Injusticia y resignación se hallan a la derecha, no la democracia, porque la
democracia es de izquierda.
6. La democracia no divide
Divide y vencerás ha sido la estrategia
cardinal de toda derecha en la historia de la humanidad. El pueblo unido…
dice la izquierda. En la izquierda las personas
comparten, cooperan, unifican y tienen poder sobre sí mismos; en la derecha
acaparan, compiten, dividen y tienen poder sobre los demás. En la primera las
personas son comunidad, en la segunda sólo individuos. Una libera, la otra
conquista. Etcétera. Entonces, el sistema electoral de partidos que en efecto parte,
divide, confronta y ejerce poder de unos sobre otros, no puede ser democrático,
cooperativo o de izquierda. Pero viene lo confuso:
en campaña todos se dicen de izquierda y reclaman el diálogo, el bienestar
común… al tiempo que, contrariamente, se basan en las individualidades, compiten,
desplazan al más débil, dividen y se subdividen en múltiples corrientes. Y a esta competencia la llaman democracia. También predican la
justicia, la autonomía indígena, exaltan la soberanía nacional, a tolerar
dicen; prometen al pobre, ¿y qué? Ya somos 70 millones de pobres, mientras los
funcionarios de
* Cfr. Ley de las
Personas Adultas Mayores, artículo 5°; Diario Oficial de
7. La democracia no es
competencia
La competencia es el
motor del capitalismo y no puede formar parte de la cultura socialista, ni en
las relaciones sociales ni mucho menos interpersonales. Y el motor de la
competencia es la envidia:* en todo ser humano que compite por algo hay
envidia. Y en toda envidia reina el egoísmo, principal obstáculo de la
izquierda y fondo de todo este asunto. La competencia nos ha traído mejores
marcas y productos, no mejores personas ni mayor justicia social.* Mientras el socialismo
tiene por esencia la sociedad, los capitalistas o materialistas la materia y el
lucro, aunque digan defender con su individualismo lo que en el fondo no les
interesa: el individuo, en cuanto persona. Eso sí, pese a las confusas
apariencias, ambos sistemas son coherentes consigo mismos, o no lograrían sus
objetivos. Y así la competencia, injusta en cuanto desplaza y despoja, produce
riquezas y poder igualmente injustos; se dice democrática pero nada más.
Tal vez
esto explique en parte, desde un punto de vista ideológico, por qué en Cuba y
en muchas comunidades indígenas no se quiere la competencia partidista.
* Cfr. Carlos MARX
(1818-1883), Manuscritos económico-filosóficos de 1844, ed. Grijalbo,
México, 1975, p. 112: “La idea de propiedad privada se vuelve envidia y afán de
nivelación en contra de la propiedad privada más rica, y esta envidia forma la
esencia de la competencia.”
* Los mismos
capitalistas han enriquecido la definición de competencia últimamente,
llamándola conflictos de interés, y pues sí, es eso.
8.
La democracia no justifica los medios
El
socialista tiene su principio y fin en el otro; como medio se tiene
libremente a sí mismo, en una relación solidaria, no de sometimiento. Pero
vienen las tantas confusiones y contradicciones de esos gobiernos
“democráticos” que todo lo pervierten, haciendo del fin medio y del medio fin.
Luego, cuando afirman que el fin justifica los medios, que no importa
obrar mal si el bien se busca, resulta una contradicción moral; y de sentido
común porque, vamos, no se puede llegar al sur caminando hacia el norte. Nada
de esto tiene un gobierno de izquierda, donde principio, medio y fin son
coherentes, y no les mueve la competencia como principio. Pero a la hora de las
elecciones, los principios de izquierda son cambiados por votos, y así los
candidatos son delincuentes porque aseguran el triunfo, porque prefieren ganar
corrompidos que perder con dignidad. El resultado de este voto “útil” es un
infantil fracaso, pues los gobiernos “de izquierda” o “democráticos” resultan
incluso peores y los partidos exhiben su falta de calidad moral. La única
alegría es que este sistema de partidos así se desmorona.
9.
El voto inútil
Los
partidos en verdad no tienen tales principios y valores de izquierda, pues
éstos se hacen con hechos y acciones, que no vemos. Y porque cualquier fin toma
la fuerza del camino recorrido: el peso de los medios, las herramientas y el
proceso por el que se llega. El peso del presente está en su historia. Por eso
la supuesta democracia electoral del 2000 no pesó, porque no tiene pasado;
sabemos que no votó un proceso de maduración ciudadana sino el hastío y la
inmadurez. Sobre todo sucedió lo que sospechábamos, que otra vez fueron
elecciones amañadas políticamente, financieramente y… el voto resultó inútil.
Continuó el mismo sistema de gobierno y en mayor grado, lo que era lógico con
un partido de ultraderecha como el PAN; pero hubo mucha confusión y la gente
creyó que comenzaba la democracia. Se trató de una tomada de pelo que habremos
de reconocer con humildad o no hay esperanza de verdadero cambio.
10. La democracia es autonomía
De nada sirve un gobierno que se presume democrático, si todavía no llega
al poder y ya compromete todo al extranjero; de qué sirve si no manda
obedeciendo a su pueblo. ¿Qué democracia hay en un pueblo sometido a otro?
Un país que no se gobierna a sí mismo, no tiene autonomía ni gobierno del
pueblo. Manejado por políticas internacionales, por intereses de
empresarios extranjeros, no puede tener democracia. No hay autonomía en un
pueblo que no vive en territorio propio, que trabaja tierras y fábricas ajenas,
con otras leyes, otra cultura… Porque nadie gobierna en casa ajena: es el dueño
quien decide cómo se ordenarán las cosas. Es lo que pasa en México, teniendo
todo nada nos pertenece; nos quedamos sin recursos y por tanto otras leyes nos
gobiernan, imponiendo hasta candidatos y presidentes. Vivimos en casa ajena.
Por eso la democracia y la autonomía requieren indispensablemente de lo
económico: la propiedad común de los medios de producción. Esto no sólo lo
entendió Marx, también Zapata.
11.
La democracia no es esa representatividad
Se
dice, con error, que un gobierno es democrático y justo cuando una mayoría
desplaza una propuesta contraria, o si de algo le corresponde más. Pero una
“democracia” así, produce desigualdades proporcionales según el tamaño de cada
cual. Si un partido político es grande, rico, poderoso, denle mayor
presupuesto, no al revés; el partido chico así que quede. A los que tienen
mucho así les toca; a los que tienen poco, poco; y a los que nada… nada de esto
es la verdadera democracia. A unos les sobra porque a otros les falta. Los
funcionarios se sorben el bienestar del pueblo con sueldos descomunales,
privilegios y otras corrupciones sólo porque representan más gente. Y estas
injusticias, semejantes desproporciones, resultan legales. ¿Cuál bienestar
común? Esa “democracia” de representatividades cumple otros fines pues no
produce justicia, sino desigualdad y representantes de sus propios intereses.
Diputados y senadores, concretamente, en la práctica no representan a nadie,
mucho menos los plurinominales; son elegidos para decidir lo que quieran; se
premian y perdonan entre ellos, previa comedia de desafuero; ni la población ni
sus partidos los controlan… ¡y todavía explican que se trata de un voto de
confianza!
12. La democracia tiene ideología
La izquierda y la derecha abarcan toda la realidad humana. Además de ser
estructuras políticas y económicas, les cobija la ideología, expresada
en una forma de vivir, pensar, creer, sentir, vaya, una cultura. Entonces,
también la ideología puede ser de un lado o del otro. Hasta la religión será
claramente capitalista o de derecha cuando promueva el individualismo, el
conformismo o el respeto a la autoridad del tirano. Pero no es correcto
clasificar la tendencia de la gente por su clase social, pues la derecha
requiere de ricos como de pobres, y la izquierda igualdad de clases. En la
derecha el rico pensará como capitalista, y el pobre espera ser otro acaparador
–no se diga las clases medias–. ¿El motor de este acaparamiento? No puede ser
otro, el egoísmo. En cambio, la izquierda es conciencia en práctica contra las
diferencias sociales, y aquí viene lo crudo: en la desigualdad puede haber
pobres de derecha, pero ricos de izquierda no, porque no bastan las ideas. Para
superar la idea de la propiedad privada, es suficiente la idea del comunismo;
pero para superar la realidad de la propiedad privada es necesaria la realidad
del comunismo, decía Marx.* Compartir es tan
difícil.
* Cfr. MARX, op. cit., p. 139.
13.
¿Voto secreto?
Con
todo, no pretendamos extinguir la derecha; ya decíamos que su esencia
instintiva, competitiva, materialista, también forma parte de la natura humana.
Ensalzamos la izquierda pues no excluye ni combate a su rival: las personas
analizan las circunstancias encontradas de la vida, no compiten ni negocian. No
hay vencedores ni vencidos, dice el zapatista. Ni siquiera compite contra
el mal, la democracia no sabe competir: dialoga, analiza y concluye a favor del
ser humano. Nadie esconde la mano al votar, nada hay qué temer, ni motivo de
vergüenza salvo que se vote con la derecha en plena conciencia. En efecto, la
competencia no es tanto reflexión como un impulso egocéntrico que desplaza; el
diálogo le es ajeno, no son sus modos. También por eso el voto en nuestro
sistema dizque democrático es competitivo, individualizado, secreto, sin el
análisis comunitario que lleva a la unidad. Acaso esto explique un poco porqué
los zapatistas no votan en este sistema; es que no están peleando contra un
partido, ya dijeron, luchan contra el sistema y, claro, no le van a hacer el
caldo gordo con su voto.
14.
Es otro tipo de consenso
Ahora bien, el resultado de dicho diálogo es el consenso, que incluye a todos.
Pero no es como dice el gobierno, que las partes negocian y quedan conformes
con lo suyo, donde cada cual busca más para sí. No, el verdadero consenso
desemboca en un fin común. Tampoco todos piensan
igual; es un cambio de opinión en aras del bienestar común y la justicia,
propiciado por el diálogo y el control de la competencia −que no está
erradicada sino contenida, latente−. Alguien cede ante la razón y se
da el acuerdo. Pero no es de mayorías, pues a veces sólo uno
tiene la razón como pasa en muchas asambleas indígenas. Por eso, las mayorías
de la falsa democracia se equivocan mucho, porque no dialogan, porque están
divididas entre sí, desgajadas, manipuladas, porque no reina el sentido común. Entonces el sistema de partidos no, lo de veras democrático es el
consenso. Pero el sistema de partidos no puede, pues todos buscan sus propios
intereses.
15. No sólo por sobrevivir
Es materia de otro estudio si esa democracia indígena ya la había antes
de la conquista, o surgió con ésta como un instinto egocéntrico de
supervivencia que llegó a convertirse en una cultura de genuina democracia.
Pero vale comentarlo aquí, porque puede suceder que hoy el consenso en la
humanidad se dé así, hasta que peligre la propia especie, como instinto de
supervivencia y no por la conciencia ciudadana o la esforzada izquierda. Muy
ordinario es esto. De hecho ya lo vemos cuando las potencias del mundo deciden
frenar las armas nucleares, combaten el terrorismo o la drogadicción del propio
pueblo, o si las grandes empresas reducen su contaminación ambiental… nada es
por el bienestar común, quieren salvar su pellejo… y sus negocios. Ojalá que
una “democracia” tal, aunque sea fruto de ese instinto de supervivencia, no
llegue demasiado tarde a emprender el camino hacia la democracia consciente que
se necesita.
16.
La democracia es deber
Ahora bien, a la
democracia la impulsa el deber de la razón: aquello que debe ser porque es
provechoso para todos, no lo dañino. Esta necesidad de elegir entre lo bueno y
lo malo, convierte al bien en deber. Se trata de una conclusión moral, lógica e
ineludible del pensamiento. Quizá esta convicción personal –que se potencia
mucho cuando surge del análisis comunitario– sea lo que Kant llamaba
“imperativo categórico”:* Obra como si la máxima de tu acción pudiera
ser erigida, por tu voluntad, en ley universal de la naturaleza. Obra de tal modo que uses en todo momento humanidad, tanto en tu persona
como en la ajena, siempre como fin y nunca exclusivamente como medio. De
aquí, todo lo que beneficie al ser humano resulta un deber de la razón, digamos
la democracia, la justicia, etc., incluso el amor, como veremos adelante. Y de
esta razón puede seguir una voluntad que toma decisiones justas, aun con
sentimientos contrarios, sólo por el sentimiento del deber; porque éste no sólo
se entiende, también lo siente uno. Así, aunque el egoísmo, la envidia u otros
sentimientos rechacen el bienestar general, siempre queda el deber de la razón,
que tiene sentido y es sentido. El
hecho de que el hombre sea consciente de que puede hacerlo porque debe –decía el mismo Kant–, abre en él un abismo de disposiciones divinas
que le hace experimentar una especie de estremecimiento sagrado, frente a la
grandeza y a la sublimidad de su verdadero destino.
* Immanuel KANT, Crítica de la razón práctica,
1788.
17.
La democracia es radicalidad
Entonces,
no habiendo modo de confundir las partes, la división social y la pluralidad
han de procurarse al mínimo de esas dos inevitables, y pues a ninguna conviene
subdividirse. Con esto, la izquierda resulta más beneficiada, pues con tal
polarización deja en claro que la derecha nada le aventaja en el terreno de lo
que debe ser. Por ello, ésta busca la confusión, la ambigüedad, la aparente
neutralidad y se tiñe de prudente; no le conviene mostrar lo radical de su
perversa identidad. Pero como ambas irán a sus propios métodos, ya que fracasan
en los terrenos del otro, surge una muy tensa calma donde la izquierda no está
dispuesta a competir y a la derecha no le conviene dialogar, mirándose mutuamente
la desnudez de sus contrarias intenciones. De este enfrentamiento saldrá una
síntesis distinta al diálogo y a la competencia. Y esa síntesis, esa otra cosa,
es la guerra.
18. ¿La democracia es guerra?
En la práctica no es
fácil decir: los de izquierda acá, los de derecha váyanse a otros pueblos,
vivan como quieran y santa paz. No, al fin comparten el mismo territorio que es
el mundo. Y en este enfrentamiento se da la
sublevación de la izquierda ante la represión de la derecha, que no son diálogo
para una ni competencia para la otra. Son guerra. Porque la competencia y el
diálogo sólo se entienden en la legalidad, el consentimiento, acaso la
resignación… y en la guerra no hay nada de eso. La guerra verdadera es total
desacuerdo; la guerra legalizada y con reglas es un juego. Entonces, la guerra
es un medio neutral de fines adversos: independencia para unos y conquista para
los otros. Pero otra vez, sólo la izquierda tiene una justificación seria para
la intolerancia; su revolución es ética, de supervivencia, de defensa e
independencia, de liberación, de amor a la vida, a la humanidad, intensa como
si fuera el último día –lo que se dice guerra de veras–. Esto el capitalista no
lo aguanta, ya que está dispuesto a arriesgar el capital robado en los
negocios, pero nunca la propia vida. Por eso, cuando el socialista dice patria
libre o morir, el conquistador huye. Mas nadie piense que se quiere incitar a la
violencia, sólo tratamos de explicar por qué la revolución es inevitable, y
obligada.
19. Amor, odio y dignidad
Decía
el Che Guevara que la revolución es una cuestión de amor… y también de
odio, no lo negaremos. Y de dignidad. De amor, porque la cooperación, la
generosidad, el convite, la tolerancia, el servicio, la paciencia, el respeto,
la justicia, la amabilidad, la responsabilidad, la compasión, la comprensión,
la fraternidad, el perdón, la solidaridad… todo eso son expresiones del amor.
De odio, porque la violación a lo que se ama no produce otra cosa. Y de
dignidad, porque a nadie gusta que lo traten como animal. Ahora, si uno tiene
ciertos escrúpulos religiosos, vale abundar que esta guerra de izquierda –la
revolución, la independencia– no es vengativa, basada en
* Cfr.
José Ignacio GONZÄLEZ FAUS, S. J.; Jesús y los ricos de su tiempo; CRT;
México, 1987, t. 1, p. 37.
20. La tolerancia
tiene límites
Ahora llaman tolerancia
al hecho de aceptar las diferencias. Así, tolerancia puede ser cualquier cosa y
en su nombre se hace lo que sea. Pero si tolerancia es aguantar alguna falta o
la injusticia de otro, entonces implica compasión, comprensión… alguna dosis de
amor, o tal vez sería masoquismo. Nos referimos al otro porque no es
algo ajeno a los seres humanos. Por ejemplo, nadie tolera el sol por tolerar o
por amor al sol, sino que usa un sombrero; en cambio, uno puede tolerar el sol
para ceder el sombrero a otro. Pero hasta el amor humano tiene mojoneras,
porque uno no puede, digamos, amar a plenitud a cualquier persona. Así, cuando
mi libertad invade los derechos del otro, es hora de ponerle un hasta aquí o lo
pondrá la tolerancia, porque estamos en su territorio, y quien tolera tiene
derecho a poner límites sin faltar por ello a la justicia. Esta tolerancia
abriga en el fondo una esperanza de cambio para bien de los dos. Es a la vez
permisividad y límite; su función es hacer excepciones, sólo excepciones, pues
conforme aumenta su licencia la injusticia se acostumbra, se hace ley.
21. ¿Quién está
tolerando a quién?
De por sí, entre los
quehaceres de cualquier orden o ley, de izquierda o derecha, está precisamente
limitar la tolerancia. Y en las leyes de izquierda hay cosas que no se deben
tolerar siquiera un poco, como la masacre de Acteal o las muertas de Ciudad
Juárez, digamos. Así también, la derecha tiene en México su tolerancia cero
para lo que amenace su sistema de resignaciones llamado “democrático”,
impulsada por empresarios mexicanos, estadounidenses los asesores. Ya ni
chingan, primero cero crecimiento y ahora cero tolerancia, comentaban
dos pobres tirados sobre la banqueta en una caricatura de Helguera. Pronto el
zapatista se pregunta ¿quién está tolerando a quién? Por eso, cuando las
injusticias del gobierno empeoran; cuando la tolerancia tiende al infinito y no
es de amor la cosa; si ya no existen fundamentos para la esperanza… la
tolerancia debe terminar.
22. El derecho
de rebelión
(…) El derecho de rebelión penetra en las conciencias, el descontento
crece, el malestar se hace insoportable, la protesta estalla al fin y se
inflama el ambiente. Se respira una atmósfera fuerte por los efluvios de
rebeldía que la saturan y el horizonte comienza a aclararse. Desde lo alto de
su roca el Buitre Viejo acecha: De las llanadas no suben ya rumores de quejas,
ni de suspiros ni de llantos: es rugido el que se escucha. Baja la vista y se
estremece; no percibe una sola espalda: es que el pueblo se ha puesto de pie.
Bendito momento aquel en que un pueblo se yergue. Ya no es el rebaño de lomos
tostados por el sol, ya no es la muchedumbre sórdida de resignados y de sumisos,
sino la hueste de rebeldes que se lanza a la conquista de la tierra ennoblecida
porque al fin la pisan hombres. El derecho de rebelión es sagrado porque su
ejercicio es indispensable para romper los obstáculos que se oponen al derecho
de vivir. Rebeldía, grita la mariposa al romper el capullo que la aprisiona;
rebeldía, grita la yema al desgarrar la recia corteza que le cierra el paso;
rebeldía, grita el grano en el surco al agrietar la tierra para recibir los
rayos del sol; rebeldía, grita el tierno ser humano al desgarrar las entrañas
maternas; rebeldía, grita el pueblo cuando se pone de pie para aplastar a
tiranos y explotadores. (…) Y el Buitre
Viejo acecha desde lo alto de su roca, fija la sanguinolenta pupila en el
gigante que avanza, sin darse cuenta aún del porqué de la insurrección. El
derecho de rebelión no lo entienden los tiranos.*
*
Cfr. Ricardo FLORES MAGÓN, El derecho de rebelión, “Regeneración”,
10-sep-1910. Semilla Libertaria: 1.13-15. Cfr. Antología, UNAM, 1972, p.
3-5. Desde luego, el Buitre Viejo se refiere a Porfirio Díaz, hoy son
otros.
23. Democracia es
otro tipo de poder
Dicen con razón que el
“poder” no puede ser parte de la democracia socialista,* pues el poder que
conocemos en la política no le sirve al ser humano porque es un poder sobre
el otro, no para el otro ni del otro como sugieren la autonomía o
la soberanía. Pero también es cierto que el poder debe ser redefinido, ya que
un pueblo sin poder para decidir su voluntad no tiene autonomía; y una nación
que no puede gobernarse a sí misma ¿qué soberanía tiene? ¿Hay un fulano sin
poder sobre sí mismo?, ¿será libre? Más aún, no existe democracia real sin un
poder de gobierno en manos del pueblo. Al dejar que los poderosos monopolicen el
concepto y el ejercicio del poder, éste siempre será sinónimo de corrupción y
perversidad como así quieren, con la consiguiente auto exclusión del pueblo
conciente que se queda sin poder mandar a sus gobernantes. Es necesario
construir nuevos conceptos de poder, de violencia, de tolerancia, de
democracia… una revolución ideológica.
* Cfr. John HOLLOWAY, Cambiar
el mundo sin tomar el poder; ed. Herramienta, Argentina, 2002.
24. Propuestas para el
sistema electoral
De esta forma hemos
tocado grosso modo el fondo de la democracia desde una visión de izquierda.
Sólo subrayaremos a la postre que la construcción de un gobierno democrático ha
de limar la competencia en sus estructuras y sistemas electorales, lo que
requiere ciertas medidas prácticas que demuestren la voluntad de cambiar el
rumbo. Algunas propuestas que se pueden discutir para nuestro sistema electoral
de partidos son:
a)
Que el primer acuerdo popular sea el
sueldo austero de los altos funcionarios.
Así disminuirá la competencia por el poder; se evita el robo legal y
sistemático; convierte los puestos de poder económico y político en honor y
servicio. Y
porque también se trata de erradicar la extrema riqueza, no sólo la extrema
pobreza. Analicemos, pues, un salario mínimo y
pensiones de 200 pesos diarios para todo ciudadano y un máximo de 800, al menos
en el sector público, incluyendo al presidente de la república y a esos
magistrados. Esto no resuelve la pobreza del país pero el gobernante adquiere
coherencia y calidad moral.
b)
Que los candidatos no pertenezcan a
partidos políticos, de modo que se escojan
libremente; y se obstaculicen las carreras políticas personalistas. La
competencia bajará. Los partidos quedarán reducidos a promotores de políticas
públicas, sin acceso al poder. Porque hoy los partidos parecen más pequeños
estados que organizaciones civiles; y no se comportan como brazo de la sociedad
civil sino como cabeza y fin en sí mismos.
c)
Que ningún funcionario de elección popular
abandone su puesto para ser candidato a
otra cosa; ni repita nunca un mismo cargo. La capacidad y experiencia de los
funcionarios no importarán tanto como la alternancia en los cargos; así los
ciudadanos elegirán los candidatos más convenientes y éstos cumplirían sus
obligaciones más cabalmente. Además se impide el fuero al delito y la
impunidad; se evitan grupos oligarcas, así como posiciones ventajosas y
corrupciones desde el poder en los procesos electorales; de nuevo se trunca el
ascenso personalista; y el gobierno es representado por más ciudadanos.
d)
Que las elecciones se reduzcan a un máximo
de dos opciones, que resultarán del acuerdo o
alianza entre partidos y organizaciones, no por exclusión o competencia. Esto
impide que la sociedad se fragmente demasiado; propicia mejor definición de las
partes; y se posibilita el consenso si no difieren en esencia. Además, el
proceso electoral será más de encuentros de diálogo que costosas campañas
mercadotécnicas.
e)
Que la concordancia de principios
partidistas sea una guía para los planes de gobierno. Esto los unifica a todos. Y los principios no serían simple discurso.
f)
Que los partidos no sean financiados por
el Estado ni por las organizaciones para fines
electorales. Así decrecen la competencia y la ambición de poder. El
financiamiento de los partidos será responsabilidad de sus miembros militantes,
y la aportación máxima debe estar al alcance de cualquier ciudadano, nunca
extranjero; así se evita el privilegio a grandes “accionistas” del capital
partidista.
g)
Que el Instituto Federal Electoral
divulgue equitativamente, y con un mismo
formato, las propuestas electorales en los medios de comunicación. Para que no
sea el dominio del mercado sino la calidad de las propuestas lo que guíe al
ciudadano; y porque
no se trata de tener igualdad de oportunidades sino de posibilidades.
h)
Que se permitan otros métodos electorales
diferentes al sistema de partidos, para que los
pueblos indígenas adopten el sistema que deseen de acuerdo a sus
necesidades.
i)
Que se invaliden los convenios
internacionales que no han sido avalados por el
pueblo; de suerte que se recupere nuestro patrimonio nacional y la soberanía.
Desde luego, la
prioridad de estas medidas puede ser otra discusión.
25. Cómo elegir el
candidato a diputado
Había una vez, en un
distrito electoral, un grupo de personas que se reveló contra el sistema
electoral de partidos, y se organizó como comité para elegir democráticamente
un candidato a diputado de la sociedad civil, de manera independiente y externa
a cualquier partido. Convocaron al pueblo por todos los medios de comunicación
para que las organizaciones civiles presentaran a sus precandidatos según los
siguientes requisitos:
a)
No debe ser
funcionario de partido ni de gobierno, ni ser miembro de la organización que lo
propone.
b)
Saber leer y
escribir.
c)
Edad entre
50 y 60 años.
d)
Debe hacer
una carta de compromiso ante notario público, donde se compromete a endosar su
sueldo, aguinaldo y cualquier otra prestación a una organización civil
denominada “Consejo Distrital”, que le pagará un sueldo máximo de 10 mil pesos
al mes.
e)
El resto del
sueldo será para pagar 5 mil pesos a cada integrante del Consejo Distrital,
conformado por el suplente, como coordinador, y un representante por municipio;
y financiará los trabajos de consulta popular.
f)
Al partido
que acepte esta candidatura sólo se le dará un informe mensual de actividades.
g)
Las
FUNCIONES DEL DIPUTADO serán informar de manera permanente sus actividades, así
como las disposiciones y agenda de trabajo en el Congreso de
h)
Las
FUNCIONES DEL CONSEJO DISTRITAL serán llevar a consulta en cada municipio los
temas que se debaten en el Congreso, evaluar y pagar al diputado y al suplente
cada mes; reunirse cada semana; y presentarse todos en cada municipio por lo menos
una vez al año.
i)
Las
asambleas municipales elegirán y evaluarán el trabajo de cada consejero;
mientras que el Consejo evaluará el trabajo del diputado, contando el suplente
con voto de calidad.
j)
El diputado,
el suplente y el Consejo Distrital se comprometen a trabajar de manera conjunta
en favor de los grupos más marginados de la región y del país.
La mayoría de los
aspirantes no aceptó esta cartilla, pues tenían otros intereses que no eran de
servicio y obediencia al pueblo; otros eran profesionistas o empresarios cuyos
ingresos actuales eran mayores, y tampoco aceptaron al no poder abandonar su
estilo de vida. De modo que sólo quedaron tres precandidatos que sí aceptaron
estas condiciones y fueron llevados a consulta, organización por organización,
colonia por colonia y comunidad por comunidad. En una hoja, los líderes y
representantes de más de 200 organizaciones civiles fueron asignando puntos a
los precandidatos, puntos de 1 al 3 según su preferencia, previa consulta a sus
bases, y firmando por un lado. Al final se sumaron todos los puntos y quien
obtuvo más fue designado el candidato oficial de la sociedad civil, suplente el
que le siguió. Enseguida se convocó a una rueda de prensa para informar los
resultados de la votación sobre la terna, extendiendo una copia de todas las
firmas a cada organización.
Luego se ofreció el candidato a los partidos políticos bajo estas condiciones,
pero sólo dos partidos pequeños lo aceptaron. El comité promotor se decidió por
el partido que más se acercaba a la izquierda, previo análisis de trayectorias,
líderes, militantes y estatutos. Cuando comenzaron los tiempos de campaña,
todos los demás partidos desplegaron gran propaganda, mientras que el pequeño y
pobre partido elegido por la sociedad civil ya no lo necesitó. A la hora de las
elecciones resultó triunfador sin mayor gasto, pues incluso las organizaciones
que habían votado por otro precandidato, al ver la manera transparente y
democrática de elegir al candidato de la sociedad civil, cambiaron de opinión y
votaron por él. Ésta es la propuesta para la sociedad civil que todavía crea en
los partidos.
26. Tres
alternativas
Como lo anterior
difícilmente sucede, concluimos con tres alternativas que usted estará pensando
como posibles ante la próxima coyuntura electoral. 1) Se puede votar por el
partido que más se acerque a la izquierda, o por el menos peor, pero ya
sabemos que es lo mismo. 2) Se puede protestar invalidando la boleta, pero así
se valida al sistema electoral partidista y se suele abandonar cualquier otra
acción de cambio. Y 3) Se puede NO VOTAR: aunque esto pueda beneficiar a
los partidos grandes, se debilita este sistema electoral de partidos y nos
obliga a organizarnos para emprender algo nuevo, ya que no podremos quedarnos
con los brazos cruzados. ¢
México. Abril del 2003
___________________
[1] Los términos surgieron
en
2 Este egoísmo
capitalista, jalando cada quien para su santo, es lo que Adam SMITH llamó mano
invisible, la cual, según él, guiaría a todos hacia una economía con equilibrio.
Cfr.
3 Cfr. Ley de las
Personas Adultas Mayores, artículo 5°; Diario Oficial de
4 Cfr.
Carlos MARX (1818-1883), Manuscritos económico-filosóficos de 1844, ed.
Grijalbo, México, 1975, p. 112: “La idea de propiedad privada se
vuelve envidia y afán de nivelación en contra de la propiedad privada más rica,
y esta envidia forma la esencia de la competencia.”
5 Los mismos
capitalistas han enriquecido la definición de competencia últimamente,
llamándola conflictos de interés, y pues sí, es eso.
6
Cfr. MARX, op. cit., p. 139.
7 Immanuel KANT, Crítica de la razón práctica, 1788.
8 Cfr.
José Ignacio GONZÄLEZ FAUS, S. J.; Jesús y los ricos de su tiempo; CRT;
México, 1987, t. 1, p. 37.
9
Cfr. Ricardo FLORES MAGÓN, El derecho de rebelión, “Regeneración”,
10-sep-1910. Semilla Libertaria: 1.13-15. Cfr. Antología, UNAM, 1972, p.
3-5. Desde luego, el Buitre Viejo se refiere a Porfirio Díaz, hoy son otros.
10 Cfr. John HOLLOWAY, Cambiar
el mundo sin tomar el poder; ed. Herramienta, Argentina, 2002.