EL DEBATE NACIONAL DESDE LA IZQUIERDA
A menos de un año de que termine el sexenio foxista, el proceso político se enturbia dado el sobrepeso
que cobran estructuralmente los intereses de los dueños de los medios de
comunicación. Representados por un sector ilustrado de la derecha, utilizan
todos los recursos tecnológicos a su alcance para influir en las ideas, las
opiniones y los gustos de la masa electoral. Su poder es tal que si bien se ha
logrado sentar en el banquillo de los acusados a expresidentes
y funcionarios de anteriores sexenios, nadie exige cuentas de la censura y el
manejo de la información contra los movimientos populares y las disidencias de
parte de las grandes emisoras. Su
tratamiento de la información deforma y pretende dirigir el debate.
En general, hoy los medios masivos imponen como tema
de debate los aspectos particulares, aciertos y desatinos de los políticos de
la autonombrada “clase política”. Son las figuras individuales y aisladas –y
para echarle leña al fuego el interior de los partidos también se encuentra
atomizado-, sin identidad y sin historia, sin reivindicaciones concretas, ni
más ideología que la que dicte el mercado de la “opinión pública” las que guían los editoriales de la mayoría.
Abanderados de partidos sin identidad que salen a “cachar” y “pescar” votos “a
las caíditas”, en el “centro político”, son la
cortina de humo tendida para continuar un modelo económico devastador. La
información histórica sale sobrando y la mercadotecnia se convierte en la
religión común de políticos sofistas. El ejemplo de Fe es evidente: “si Fox pudo ser presidente, entonces cualquiera…”
Por ello el verdadero debate sobre el futuro de la
nación no vendrá de ahí. La derecha es incapaz de diferenciar sus dogmas de la
realidad. Confunde la propaganda con los resultados y por ello intentan
mantener la gobernabilidad por medio de comerciales que ensalcen las “buenas
noticias que también son noticia” y por medio de la represión abierta –tal y
como lo hizo el PRI antes de 1988. De esta forma se alejan del análisis
objetivo y se encierran en un peligroso muro de lamentaciones, acusaciones,
tendencias autoritarias cada vez más evidentes. Los clásicos prejuicios de la
clase media se vuelven hacia explicaciones facilonas
y elitistas que lastiman la inteligencia del pueblo.
La enajenación de la política trajo consigo el
pragmatismo de corto plazo y el
aventurerismo. El objetivo del poder oscurece el análisis y el compromiso
original. El curso de los acontecimientos aislados hacen
un caos en el pensamiento y se opta entonces por ver la labor política como una
“profesión” más dentro del estricto mercado de trabajo que da como resultado la
“globalización”.
Sin embargo, y para mala suerte de los optimistas, la
realidad es también el crecimiento de las protestas y movimientos sociales que
van adquiriendo diferentes grados de conciencia con respecto a los objetivos de
su lucha y su identidad histórica. Son todas ellas demandas que se van haciendo
añejas y que han aprendido a resistir en el olvido y la atomización. Así las
luchas por los desaparecidos, torturados, perseguidos y presos políticos han
aprendido a luchar contra el monstruo autoritario que se expresa en una cultura
de “fascismo ciudadanizado” -justificado por una
democracia electoral que impone una partidocracia
nobiliaria- donde la indiferencia o el abierto apoyo al poder condenan
injustamente al señalado. Ahí no se encuentra el futuro.
El verdadero debate no es ya con la derecha rebasada
por la historia. Sus debates serán cada vez más vanos y supefluos.
El verdadero debate se esta dando ya en México y el mundo entero desde la
izquierda. Los que no entienden esto son los que se asustan de la crítica al
candidato de “izquierda” mejor posesionado.
Las convocatorias, instancias y llamamientos lanzados por
diversas representaciones políticas expresan la diversidad posiciones de la
llamada izquierda. Y van desde las radicales agrupaciones anticapitalistas y
revolucionarias anárquistas hasta las organizadas a
la usanza de la disciplina incodicional hacia un
liderazgo. Oportunidad histórica. Desde nuestro punto de vista todas las
convocatorias –desde la sexta declaración de la selva hasta el programa
cardenista- tienen como objetivo dirigir con una estrategia de lucha común. Sin
embargo el debate dista hoy de resolverse, por lo cual es muy fácil que este se
desvíe hacia abstracciones lejanas. Para que ello no suceda es de mínima
justicia que quien proponga unidad con respecto a una convocatoria nacional
debe comprometerse concretamente a hacer justicia en todas y cada una de las
demandas de las regiones y estados.
Triste sería volcar el apoyo social en abstracto y sin
compromisos concretos de justicia para el pueblo. Creemos que lejos de definir
la ideología actual del movimiento social, la necesidad de la revolución es una
respuesta concreta a las demandas ecológicas y de represión sistemática contra
los luchadores sociales. De nada serviría un gobierno de “izquierda” encabezado
por “Marcos”, Cárdenas o AMLO, si las demandas concretas en los Estados se archivan.
Como mínimo programático la propuesta debe contener un cambio significativo en el
presupuesto a favor de la llamada economía social y el mercado interno con
incentivos al trabajo libre, el cooperativismo, los negocios comunitarios, la
salud, el deporte del pueblo trabajador; la aprobación de los Acuerdos de San
Andrés y justicia en todos aquellas demandas populares abandonadas o reprimidas
por el gobierno.
(Para lo anterior se propone un registro y
sistematización de las demandas concretas formando carpetas por estado que
puedan socializarse y darse a conoce a nivel nacional.)
Creemos que un gran paso de la humanidad será cuando
en vez del análisis de las cifras y los dólares, se pregunte cuantos medios de
producción, naturales y humanos, tiene para solucionar de forma racional los
problemas de la distribución social y los objetivos de la calidad de la vida.
Cuando un compañero nos increpa sobre nuestra posición
con respecto a 2006, debemos decirle que ya nos paso en el 88 la entrega
incondicional a un movimiento que termino en una burocracia partidista estatal
ajena a las demandas populares que cooptó y marginó a todos y cada uno de los
verdaderos luchadores populares de entonces.
Quienes dejando a un lado la historia de las
diferentes expresiones políticas se suma sin más, merece nuestra más
justificada sospecha. No va ser reproduciendo los “usos y costumbres” de la
“clase política” como vamos a lograr un
CAMBIO DE SISTEMA…