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2002: El momento histórico del movimiento

de lectura popular de la Biblia

Jorge Pixley

 

Quiero hacer un pequeño balance de dónde estamos en el movimiento de lectura popular de la Biblia en este año 2002 de Nuestro Señor. Las cosas que exprese serán cosas por demás evidentes y no pretenden ser novedosas. A pesar de ello puede ser de utilidad que nos detengamos un momento para reflexionar en dónde estamos y cuáles son los principales retos que nos presenta este presente en América Latina/Abya Yala.

Para nadie es un secreto que las clases populares pasan por un mal momento. Nunca los momentos son buenos para los pobres, pero hay coyunturas, como la actual, donde las esperanzas parecen opacarse y las nubes cerrarse en un cielo tormentoso. Los cristianos no podemos perder la esperanza de manera que la coyuntura pone en cuestión lo más preciado que tenemos, la existencia y el caminar cristianos.

Al concluir la Guerra Fría, quedaron como únicos sobrevivientes las potencias capitalistas. Viéndose sin enemigos poderosos, los grandes capitales incrementaron su lucha de clase contra los obreros y por extensión contra aquellos que, careciendo de empleos, estaban excluidos de los medios básicos para sostener la vida. Y surgió la forma de capitalismo que conocemos hoy, la globalización neoliberal. Esta no promete nada para quienes no tienen capital. No solamente así, sino que castiga como enemigo a quien tiene sueños de una alternativa. Desear otra cosa que no sea capitalismo se ha convertido en un delito, una actitud maliciosa de envidia que probablemente oculte intenciones terroristas. Como lo expresa el presidente de los Estados Unidos, "Si no estás con nosotros [en la defensa del capitalismo] estás contra nosotros".

Hay que estar claros que el Vaticano se ha plegado a la defensa del capitalismo, y también lo han hecho la dirección de la mayoría de las otras iglesias. Esto a pesar de declaraciones de la boca para afuera de repudio a las consecuencias desastrosas del capitalismo salvaje en los pobres. Las acciones hablan más fuerte que las palabras –y no mienten. Pero el Vaticano y los líderes de las iglesias no son la Iglesia de Cristo Jesús. Hemos confesado que "La Iglesia nace del pueblo", confesión que no hay que restregar en las narices de las jerarquías pero sí mantener que fe serena y tranquila, sin asomo de duda.

En esta coyuntura adversa, la lectura popular de la Biblia respira una esperanza alternativa. Para cristianos y judíos, la Biblia es la Tora, el manual de instrucciones para vivir la vida como la diseñó Dios. Y para cristianos en particular, tanto los que nos llamamos evangélicos como para quienes se llaman católicos, es el libro que nos presenta el camino de Jesús. La experiencia confirma que éste es el camino hacia el Padre. Aquí no hablamos de algo desconocido sino algo vivido en nuestras comunidades. Y por ello podemos afirmar sin temor a equivocarnos que tenemos el punto de apoyo para mover el mundo. El primer paso en esta coyuntura debe ser confirmar que estamos en el camino correcto y asegurar que no nos desviemos de él. Nada podemos hacer sin Jesús, y con ello sabemos que hablamos del Jesús de Galilea que nos mostró el camino de la vida [y no del Rey o Señor que gustan celebrar otros que también se hacen llamar cristianos].

En este mundo dominado por el capital transnacional nuestro primer reto es ser lo que somos, seguidores de Jesús. Esto implica fortalecer nuestras comunidades desde las pequeñas prácticas cotidianas de hermandad y sororidad. Jesús nos pidió que en nuestras comunidades no llamáramos a nadie padre ni doctor sino sabernos todos hermanos y hermanas (Mt. 23:8-12). Esta es una visión alternativa del mundo a la que prevalece en el Mercado Global, donde lo que cuenta son los capitales con que se cuenta y no la fraternidad, y alternativa también al mundo de la política, donde lo que cuenta es el poder que se dispone. Ni el poder ni la riqueza son malos. La palabra de Jesús tuvo poder, o si no, no le hubieran buscado eliminar desde temprano en su ministerio (Mr 3:6). El poder de Jesús nacía de la presencia en él de Dios, y de su defensa de los pobres. Pero no disponía de una policía entre sus seguidores o de un ejército de ángeles para impedir su crucifixión por Poncio Pilato. Su poder nacía de la verticalidad de su vida y la comunidad de iguales que fundó entre pescadores y constructores galileos. Igual con la riqueza. No es mala si se la tiene y se dispone de ella en beneficio de la comunidad, como hizo lo Zaqueo (Lc 19:1-10) y también Bernabé (Hch 4:36-37).

Entonces, para nosotros los integrantes de comunidades de lectura popular de la Biblia, nuestra manera de resistencia a la globalización neoliberal será desde la cotidianeidad. Con crear comunidades locales donde se viva todos los días en seguimiento de Jesús se estará explotando desde adentro el sistema neoliberal. Como dijimos al principio, los dominadores de hoy no solamente obligan a todos a comprar y vender en los mercados que ellos crean y controlan, sino que también exigen que interioricemos su lógica de tener antes que ser, de actuar en función del yo privado más que en función de nuestra comunidad. Al crear otra lógica y fortalecernos desde comunidades alternativas, estaremos formando piedras que el sistema no puede digerir. Y tarde o temprano caerá sin que nosotros tengamos que montar acciones terroristas, que no es el estilo de Jesús ni debe ser la de sus seguidores.

El SEGUNDO RETO que deseo presentar es el de respetar y cultivar la ciencia en nuestro estudio de la Biblia. En el movimiento bíblico latinoamericano tenemos la dicha de tener el acompañamiento de la Revista de Interpretación Bíblica Latinoamericana (RIBLA) producida por exegetas que se esfuerzan por mantenerse al día tanto de las inquietudes del movimiento popular como de las investigaciones académicas en asuntos bíblicos en las universidades del Noratlántico. Es la vacuna necesaria contra el inmediatismo en la lectura bíblica, esa convicción de que la Biblia habla con una voz invariable a todas las épocas y que la historia no cuenta. Esto es intolerable para una sana lectura popular. Las luchas de Moisés, de Oseas, de Jesús o de Pablo tuvieron su razón de ser en sus momentos particulares, como tuvieron también sus enemigos que tuvieron que enfrentar. Esas coyunturas solamente las conoceremos mediante investigaciones literarias, históricas y arqueológicas que se realizan únicamente con recursos de países ricos. Los exegetas tienen la obligación de mantener a las comunidades informadas sobre estas investigaciones, y en estos años RIBLA es nuestro instrumento de comunicación –entre nosotros y con las bases.

A veces se habla del peligro del fundamentalismo. Sin duda es un peligro. Pero la tentación que tenemos que evitar es más amplia que el fundamentalismo. El fundamentalismo cree leer las señales políticas de los últimos días, que ellos aseguran son los nuestros, en las profecías bíblicas. Estas lecturas conducen a una pasividad frente a un desenlace histórico ya determinado desde el cielo. Es evidente que tiene poco que ver con la vida de seguimiento de Jesús que es la nuestra. Pero también hay una lectura que cree encontrar en las páginas de la Biblia recetas para nuestras dolencias físicas y nuestras carencias materiales. Esto no es fundamentalismo, pero igualmente evita pasar por la mediación necesaria de un análisis del momento histórico de los textos y el contraste-comparación con nuestro momento histórico. Para ello necesitamos de expertos en exégesis y también en las ciencias económicas y sociales para entender nuestro momento. Tampoco es nuevo este reto, pero sigue siendo importante afrontarlo con firmeza.

Un TERCER RETO es el cultivo de la espiritualidad dentro de nuestro caminar de fe. Otra vez se trata de un viejo tema, pero un tema de permanente actualidad. No podemos tomar por sentado la presencia de Dios en nuestro medio. Debemos buscarlo. Pero debemos buscarlo entre las ollas en la cocina, los libros en la escuela, y la roza en el campo. Pablo dice, "Orad sin cesar" (I Tes 5:17). Sigue inmediatamente a la recomendación de "Alegraos siempre" (I Tes 5:16). Y esto poco después de advertir a los tesalonisenses, "En cuanto al amor fraternal no tenéis necesidad que os escriba... que continuéis practicándolo cada vez más ... y trabajad con las manos, conforme os enseñamos" (I Tes 4:9-11). Es decir, trabajo, alegría y oración van juntas. Por la debilidad de nuestros espíritus hay veces que conviene parar de las labores del campo, de la biblioteca o de la cocina para rezar una oración conocida. Otras veces podemos disfrutar la presencia de Dios en medio de la alegría de la vida sin tener que repetir una oración fija. La cuestión está en no desatender ni el trabajo, ni la alegría de la vida, ni la oración.

Necesitamos cultivar la presencia de Dios de múltiples maneras. Pero pienso que hay dos oraciones en particular que necesitamos cultivar. En primer lugar, la oración intercesora. Hay mucha desgracia en el mundo. Debemos tener momentos en que reflexionamos juntos sobre las calamidades que conocemos y en los cuales llevemos como comunidades estas preocupaciones ante Dios en oración. Así evitaremos que nuestra oración se vuelva intimista. También hay que practicar la oración estratégica, aquella que "consulta" con Dios cuando hay que tomar decisiones que afectarán la vida de la comunidad. Jesús cuando vio que las multitudes le presionaban en Capernaúm y no le dejaban tranquilo se retiró al desierto a consultar a Dios, y cuando volvió emprendió un ministerio peregrino por las aldeas y comarcas de Galilea (Mr 35-38). Igual hizo después de la confesión de Pedro (Mr 8:29), subiendo a un monte para encontrarse con Elías y Moisés; cuando bajó emprendió el viaje hacia Jerusalén, dejando atrás su ministerio galileo (Mr 9:2-8).

Muy necesario es que oremos juntos en comunidad. Esta oración puede nacer del estudio del texto bíblico o de la discusión de la coyuntura de nuestra comunidad. O puede surgir de las necesidades personales expresadas por nuestras hermanas y nuestros hermanos. La cuestión es que no descuidemos la presencia de Dios en nuestras asambleas.

El CUARTO Y ULTIMO RETO que quiero enlistar en esta breve reflexión es la promoción muy conciente de los laicos y las mujeres en nuestras comunidades. En las instituciones eclesiales de todas las confesiones se promueve el papel privilegiado de las personas ordenadas por la institución. Lutero afirmó que el cristiano o la cristiana tiene toda la gracia necesaria desde su bautismo, y que somos todos sacerdotes los unos para los otros. ˇAmén! Pienso que en nuestras comunidades de estudio bíblico popular no hace falta la dirección de una persona con órdenes de la institución, aunque perfectamente esa persona puede cumplir funciones de liderazgo. Cuando afirmamos que la Iglesia nace del pueblo afirmamos también que el Espíritu suple los líderes que la asamblea cristiana requiere, sean éstos o éstas ordenadas por las autoridades o no. No es cuestión de retar las funciones oficiales que la jerarquía establece, sino de reconocer la prioridad del Espíritu discernido por los y las creyentes. Ese Espíritu nombra pastores/as, maestros/as, y misioneros/as según las necesidades de las comunidades. Entonces la comunidad no debe temer reconocer la presencia de este Espíritu en su seno, con o sin autorización oficial. Es lo que sucedió con el "apóstol" Pablo. No había andado con Jesús por los caminos de Galilea. Fue a Damasco profiriendo amenazas contra los "del camino" , enviado por las autoridades de Jerusalén. Pero cuando plugo a Dios le llamó para ser su apóstol a las naciones (Gál 1:15-17). Al recibir este llamado no sintió la necesidad de ir a Jerusalén a buscar el aval de los doce ni de Santiago, el hermano del Señor. Salió para Arabia para predicar a Jesús. Luego de algunos años tuvo un choque con Pedro en Antioquia y se le opuso porque vio que, a pesar de ser de los Doce y ser de las columnas de la asamblea en Jerusalén, "no andaba rectamente en la verdad del evangelio" (Gál 2:14). Aunque puede sorprender, Pablo era un "laico", un hombre cuya autoridad en las iglesias era la unción del Espíritu, nada más.

En nuestras comunidades las mujeres son mayoría y juegan un papel importantísimo. Debemos reconocerlo y promoverlas según la dignidad que ya recibieron del Espíritu y demostraron con su caminar en el camino de Jesús. En el mundo dominante las mujeres son relegadas a las tareas de criar a los niños y ser las compradoras en las tiendas. En la Iglesia oficial su papel es ser madres de los hijos de la Iglesia y, como religiosas, maestras de estos mismos hijos. No tienen funciones de liderazgo. Entre nosotros su papel es mucho mayor. Ellas nos enseñan a vivir, a respetar la belleza y promoverla, a no olvidar la oración ni el trabajo necesario al sostén de la vida, a reconocer su papel en los textos bíblicos y mucho más. Pienso que el movimiento bíblico debe promover con claridad y firmeza el rol de la mujer en el liderazgo. Tenemos teólogas y biblistas mujeres que debemos animar y escuchar, mujeres como Ivonne Gebara, Elsa Tamez, Nancy Cardoso Pereira y otras. Es importante no descuidar sus enseñanzas, ni dejar de estudiar sus escritos. El movimiento bíblico no sobrevivirá sin este liderazgo femenino que nos alimenta a todos.

No he mencionado la promoción del ecumenismo. No deja de ser evidente que los grupos populares se necesitan mutuamente y tienen que compartir sus luchas, llámense estos grupos cristianos o musulmanes, católicos o evangélicos.

Pero con estos cuatro retos que no son nuevos espero haber ordenado un tanto las cuestiones que tenemos por delante. No dudo que el movimiento de lectura popular de la Biblia será en el futuro de las sociedad latinoamericana un fermento que dará vida y sabor a la vida de nuestras iglesias y nuestros países. ˇNo nos desviemos del camino que Jesús nos indicó!

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