Memorias
de Gulubú: Un recorrido por las seudociencias
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Quien engaña, encontrará siempre quien se deje engañar,
todos verán lo que aparenta y pocos lo que es,
y estos pocos no se atreverán a ponerse en contra de la mayoría
Nicolás Maquiavelo, "El Príncipe”, capítulo XIII.
Quantum
angelicus. La sanación cuántica
Por el Dr. Jorge Bergado Rosado, Profesor e Investigador Titular.
(13 Noviembre, 2013)
Elixir de Mecánica Cuántica: Genera asombro.
Explica lo inexplicable; Elimina vacilaciones; Refuerza argumentos
débiles.
Añada una cucharadita a cualquier argumento
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Oficio de sanador
El Profesor Edzard Ernst, catedrático de Medicina Complementaria de la
Universidad de Exeter en Gran Bretaña, publicó un artículo en el que
ofrece algunos consejos prácticos a personas interesadas en resolver
sus problemas económicos convirtiéndose en Sanadores de la Nueva Era.
Por ejemplo, encontrar una terapia atractiva y con un nombre
fantástico: masajes del aura, sanación energética; sustentarla en
historias conmovedoras (una tía, prima o buena amiga, que estaba al
borde la muerte, desahuciada por la Medicina convencional es siempre un
buen comienzo) y, muy importante, añadir un poco de
pseudociencia.
Dice Ernst: “Puede gustarle o no, pero vivimos en una época en la que no
podemos excluir completamente a la ciencia de nuestras consideraciones.
Como mínimo, recomiendo un poco de terminología con aspecto de ciencia.
Como usted no quiere que lo descubran, elija algo que solo unos pocos
expertos entienden: la física cuántica, el entrelazamiento, la teoría
del caos y la nanotecnología son todas excelentes opciones” (1). Muy
cierto, la Ciencia es popular y apreciada de modo que lo que se vista
de ella tiene muy buenas opciones de éxito.
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Una muestra de esta práctica ha sido la combinación
de la antigua medicina brahmánica (Ayurveda) y la Física Cuántica, un
matrimonio perfecto que ha dado millones a los benévolos gurúes que la
propugnan. Aunque en honor a su astucia hay que decir que desarrollaron
sus ideas antes, mucho antes, de los consejos de Ernst.
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Sexy Sadie, ¿cómo
supiste que el mundo esperaba solo por ti?
En 1967 el mundo capitalista occidental estaba en crisis y los “4 de
Liverpool”; es decir, Los Beatles, en la cresta de la más arrolladora
ola de popularidad. Los jóvenes norteamericanos y europeos buscaban
alternativas contraculturales para incorporarlas a su fe y canalizar
así sus insatisfacciones con el sistema y sus gobiernos, mientras los
heroicos vietnamitas resistían y vencían al poderoso imperio.
Del lejano y misterioso Oriente irrumpían como una ola de
esperanza y espiritualidad santones de luengas barbas que proclamaban
viejas sabidurías mientras amasaban fortunas. Entre ellos se
destacaban, por su popularidad y éxito comercial, algunos como Su
Divina Gracia Swami Bhaktivedanta Prabhupada, fundador de la Sociedad
Internacional de la Conciencia de Krishna (ISKCO) o "Movimiento
Hare Krishna",fallecido en 1977 en medio de un cúmulo de denuncias
de abuso, robo y estupro. O Bhagwan Shree Rajneesh, alias Osho, llamado
también el "gurú de los Rolls Royce" pues llego a
tener 93 de estos “modestos” autos.
Tal vez el más conocido y mediático de todos, a partir de su relación
con estrellas del rock como The Doors y Beatles, fue el Maharishi
Mahesh Yogui. Discípulo del Gurú Dev Swami Brahmanand, a la
muerte de este se estableció por cuenta propia con tanto éxito
comercial y de público que convirtió a la Meditación Trascendental en
una marca registrada. Murió a los 91 años en 2008 y dejó una fortuna
que se calcula en 600 millones de libras esterlinas.
Su affaire con los Beatles en 1967 lo reafirmó como una estrella
de la New Age; no importa que el encuentro haya terminado en una
ruptura desencantada de los músicos al comprobar las falsedades y doble
moral del Maharishi, quien no cesaba de asediar a la entonces juvenil y
siempre bella Mía Farrow. ¿Por qué te vas?, se dice que preguntó el
gurú a Lennon y este, caústico e irreverente, le contestó: “si eres tan
cósmico, sabrás por qué”. De vuelta a casa Lennon compuso Maharishi,
pero sus abogados le advirtieron de posibles demandas del santón y
cambió el nombre: Sexie Sadie (2) título que no anuncia una canción
sobre una sensual chica llamada Sadie, sino más bien sobre un timador
pervertido a quien termina alertando: “aún te darán tu merecido, sin
importar cuán grande creas que eres”.
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Fue ese controvertido personaje quien primero se
percató de que algunos términos acuñados por la Física Cuántica,
ciencia compleja y que muy pocos entienden, venían como anillo en dedo
para modernizar y darles un tinte científico a las arcaicas concepciones
brahmánicas. Entre sus discípulos, y hoy uno de sus concurrentes más
exitosos, es el médico hindú Deepak Chopra, autor de gran éxito y magister
de la Sanación Cuántica.
El colapso de la función de onda o ¿dónde está el gato?
Pretender impartir en estas breves notas un curso de Física Cuántica es
tarea tan esforzada como infructuosa. Más que intentar introducir a La
Habana con su Capitolio en la ilustre y noble Villa de Guanabacoa.
Trataremos solo de ejemplificar un poco de qué va la cosa y sobre todo de
qué se aprovechan algunos para vender gato por conejo.
Esta teoría surge y se desarrolla desde comienzos del siglo XX, en un
momento particular de las Ciencias Físicas en el que viejas y sólidas
teorías se ponían en crisis a partir de nuevos descubrimientos. La
inmutabilidad del tiempo y del espacio en la inmensidad de un Cosmos
lleno de un efluvio intangible, al que llamaban éter (no el compuesto
químico de igual nombre), donde reinaba la Mecánica de
Galileo y Newton se vio sacudida por las Teorías de Relatividad
Especial y General.
En el otro extremo, el de lo muy muy pequeño, una nueva crisis se
gestaba. Se trataba de experimentos aparentemente inofensivos en los
que se medía la radiación térmica de los “cuerpos negros”. El problema
consistía en que los resultados no cuadraban con la teoría. Max Planck,
considerado por muchos el padre de la Física Cuántica, “cañoneó” una
solución y sustituyó los valores continuos de la integral por una suma
de valores discretos*(Ver Nota al final del texto).
Entonces ¡oh maravilla! los valores obtenidos se ajustaban
perfectamente a los medidos. Planck fue entonces más allá y aseguró que
la solución no era artificiosa, sino que reflejaba una realidad: la
energía no se intercambia en cantidades continuas, sino en forma de
“paquetes”, “bolsitas” o “quantos” discretos. Que la masa tiene ese
carácter discreto acababa de ser comprobado por la Física Atómica, y
ahora resultaba que la energía también.
Así, cosa que todos aprendimos en Química, un electrón no puede estar
en cualquier sitio alrededor del núcleo atómico sino solo en zonas
restringidas (¿se acuerdan de los orbitales?) y para moverse de una a
otra tiene que recibir (o liberar) una cantidad definida de energía, un
quanto de energía. Hasta ahí no es tan difícil.
Pero la cosa se complica porque se trata de fenómenos de frontera,
justo en los límites de donde pueden llegar no solo nuestros
instrumentos de medición, sino también nuestra capacidad de representar
lo que nos dicen las nuevas reglas.
El ser humano tiene necesidad de representaciones mentales para
entender. Dentro de ciertos límites, pensar que un átomo es una bolita
formada por otras bolitas más chiquitas condensadas en su región
central (protones y neutrones) y orbitada por otras bolitas
pequeñísimas (electrones) puede resultar correcto, pero cuando se da
solo un paso más adentro, este cómodo y agradable mundo de bolitas deja
de funcionar. Entonces el electrón ya no es más una bolita, sino
empieza a comportarse como una onda de probabilidades y la imagen mental
se complica, se desdibuja, se enreda. En algún punto del proceso la
única manera de seguir adelante es aceptar que hay cosas que son como
son, que podemos comprender e incluso emplear exitosamente (pensemos
por ejemplo en el microscopio electrónico), pero no tener una imagen
mental de cómo es. Y la Física Cuántica está llena de ellas… para gozo
y regocijo de los constructores de espectros.
El Principio de Incertidumbre, enunciado por Werner Heisenberg, solo
dice que no es posible determinar a la misma vez y con la misma
precisión la posición y la velocidad (más bien el impulso) de una
partícula como el electrón, cosa que sí puedo hacer (casi siempre) con
un objeto masivo como el tren Habana-Santiago. Nada más. Pero tiene un
nombre formidable: Principio de Incertidumbre. Hermoso, sugestivo de
misterios e ignotas regiones, manipulable hasta cualquier extremo de
duda, pregunta o falta de certeza. Y por ese camino se suman el
Entrelazamiento Cuántico, que nos cuenta que dos fotones que nacieron
juntos se enteran de inmediato de cualquier alteración que sufra uno de
los miembros del par. Fenomenal ¿se imaginan cuántas especulaciones
fascinantes se pueden construir sobre los gemelos apoyados sobre ese
fenómeno? Y otros tan sugestivos como Energía del Punto Cero, Efecto
Túnel, Espuma Cuántica…
Los discípulos de Ernst encuentran aquí un buen número de etiquetas y
zonas oscuras para dar sustento y credibilidad a las hipótesis más
descabelladas, pero siempre omiten recordarnos algo esencial. Cuando
abandonamos ese mundo de lo ultra pequeño, partículas subatómicas y
velocidades sub-lumínicas, reinan la paz y las certezas de la física
newtoniana. No existe, hasta hoy, fenómeno alguno conocido en la
Biología o la Medicina que no pueda ser comprendido, explicado y controlado
sin invocar propiedades cuánticas.
Nuestras moléculas de proteínas son hermosas cadenas de bolitas que
interactúan con otras moléculas por medio de su masa, volumen y carga
eléctrica. No hay saltos ni incertidumbres porque cualquier espuria
fluctuación cuántica en algún electrón queda reducida a la
insignificancia por el carácter masivo de las macromoléculas, cuyas
propiedades y comportamiento comprendemos mejor, incluso, que las del
susodicho tren Habana-Santiago.
No hay que ignorar tampoco que, por el contrario, aplicaciones de la
Física Cuántica han dotado a estas ciencias de poderosos y utilísimos
instrumentos. Al ya mencionado microscopio eléctrónico, en el cual
haces de electrones se comportan como ondas de muy alta frecuencia, hay
que añadir los equipos de resonancia magnética, que con el uso de
poderosos campos magnéticos que desplazan el spin de los núcleos de
hidrógeno en las moléculas de agua, permiten obtener detalladas
imágenes de los órganos internos, como el cerebro. Las alambicadas
“teorías” de los gurúes y cuánticos sanadores no pasan de ser
construcciones verbales sugerentes, pero carentes de todo sustento
científico. Las relaciones mente-cuerpo, piedra angular de tales
teorías, son reales y podemos entenderlas apelando a mecanismos
fisiológicos bien conocidos. Sin misterios cuánticos y sin falaces
promesas.
A decir verdad, a veces son los propios físicos quienes se ponen “la
soga al cuello” y, sin proponérselo, abren camino a la tergiversación
inocente o intencionada. Tratando de entender y hacer compresibles los
intrincados fenómenos, expresados en ecuaciones ininteligibles para la
mayoría de los mortales, acuden a símiles de la vida cotidiana que
llevan fácilmente a interpretaciones erróneas.
La función de onda describe la distribución de probabilidades de que
una partícula se encuentre en un lugar dado en un momento dado. Cuando
en un experimento se determina dónde está esa partícula se dice que la
función de onda “colapsa” porque deja de ser un evento probabilístico.
El símil empleado por algunos divulgadores sustituye la partícula
subatómica por un gato (3) en un intento de acercar la comprensión al
lego. Michael Wilkinson ilustra este punto en un simpático artículo. En
tono de broma dice: “La teoría de la mecánica cuántica explica algunas
cosas peculiares.
La paradoja del gato fue introducida por Schrödingerpara ilustrar
algunos conceptos de la MecánicaCuántica. Desde
entonces han sido incorporadoa muchos “experimentos mentales” en esta rama de
la Física
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El famoso experimento mental de Erwin
Schrödinger describe las circunstancias según las cuales, de acuerdo
con la mecánica cuántica, un gato puede existir en un estado
indeterminado entre la vida y la muerte hasta que se hace una
observación consciente. De la misma forma, Reitz mostró que la
ubicación de un gato dentro o fuera de un garaje no está especificada
hasta que la criatura es observada. Esto explica el curioso efecto
túnel de los electrones e incluso gatos completos a través de una
región del espacio en la cual no pueden existir” (4).
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Por supuesto, si Ud. abre la puerta de un garaje y encuentra un gato
(vivo o muerto) tiene toda la razón del mundo para afirmar que el
gato estaba ciertamente en el garaje desde antes de que Ud. lo
abriera y no que “colapsó” allí como resultado de su observación
consciente.
Según explican Sokal y Bricmont en el Apéndice B de su famoso libro Imposturas
filosóficas: “Esta sección ilustra dos aspectos de las
lucubraciones del discurso posmoderno sobre la mecánica cuántica: por
una parte, la tendencia a confundir el sentido técnico de algunos
términos, como por ejemplo «indeterminismo» o «discontinuidad», con
su significado ordinario; y por otra, el gusto por los textos más
subjetivistas de Heisenberg y Bohr, interpretados de una forma
radical que va mucho más allá de las opiniones de estos autores (que
son, a su vez, objeto de fuerte polémica por parte de muchos físicos
y filósofos de la ciencia). Pero la filosofía posmoderna adora la
multiplicidad de puntos de vista, la importancia del observador, el
holismo y el indeterminismo (5)”.
Del holismo a la Sanación Cuántica
Con tantos resquicios y complejidades no es de extrañar que el
término “cuántico” se haya trasladado de su ámbito natural y
restringido en el micromundo y convertido en una especie de comodín
“explicalotodo” de incontables desvaríos post-modernos.
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Deepak
Chopra, médico hindú radicado en Estados Unidos, ha amasado fama y
fortuna promoviendo el holismo cuántico como filosofía y curación
de todo mal por medio del poder mental. En 1999 la revista Time
lo incluyó en su lista de las personalidades más influyentes del
siglo XX y lo definió cómo “el poeta profeta de la medicina
alternativa”. Chopra asegura que la física cuántica nos permite
comprender que: “el mundo físico, incluyendo nuestros cuerpos, es
una respuesta del observador. Nosotros creamos nuestros cuerpos de
la misma forma que creamos la experiencia de nuestro mundo” (citado
en 6).
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Deepak Chopra, creador
de la Sanación Cuántica.
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Y sigue citando la fuente: “Chopra también afirma que `creencias,
pensamientos y emociones crean las reacciones químicas que sostienen la
vida de cada célula´ y `el mundo en que vives, incluyendo la
experiencia de tu cuerpo, está completamente determinado por la forma
en que lo percibes`. “De esa manera la enfermedad y el envejecimiento
son solo ilusiones y podemos alcanzar lo que Chopra llama“cuerpos sin
vejez, mentes sin tiempo solo por la fuerza de la conciencia”. Idealismo
subjetivo en estado purissimum, de la mejor tradición
berkeliana.
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Un electrón emitido por un emisor pasa a través de
una rejilla y se mueve hacia los detectores. Mientras no se produzca
la detección en A o B la posición y movimiento del electrón solo
puede determinarse mediante una ecuación de probabilidades llamada
Función de Onda. Cuando A o B detectan el impacto del electrón su
posición se determina, deja de ser una probabilidad: la función de
onda “colapsa”. Modificado de (6)
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En esa cuerda Amit Goswani encuentra en la física cuántica
explicación a los fenómenos paranormales. Dice: “los fenómenos
psíquicos, como la observación distante y las experiencias
extracorpóreas, son ejemplos de operaciones no-locales de la
conciencia… La Mecánica Cuántica sostiene esa teoría brindando un apoyo
crucial a la no-localidad de la conciencia”.
La no-localidad y el salto cuántico. Un electrón (e-) y un
positrón (e+) son generados en un punto del espacio-tiempo C. El
positrón se aniquila con un electrón en A mientras el otro
electrón sigue su trayectoria. Para un observador situado sobre la
línea de puntos es como si el electrón hubiera realizado un salto
instantáneo de A a B.
Si el lector
comienza a sentirse confundido, le ruego coloque firmemente los pies
sobre la tierra para este párrafo de una conferencia de Chopra sobre
Medicina:
“Sin embargo, la base científica de la Medicina de hoy es una
superstición. Y esta superstición es que todo el mundo está compuesto
por materia y que los cuerpos humanos también son materiales, y que
el universo está compuesto de objetos separados que se relacionan en
el espacio y el tiempo.
La superstición del materialismo es, literalmente, la causa de
nuestra lógica en la medicina occidental y en lo que podríamos
llamar, medicina contemporánea.
Toda la lógica de la medicina contemporánea se basa en esta
superstición de que solamente somos máquinas físicas que han
aprendido a pensar. Que por alguna razón, esta danza de moléculas en
nuestro cuerpo crea lo que llamamos el `pensamiento´.
Y podríamos decir, que nuestra medicina contemporánea ve el cuerpo
como una escultura congelada. Si uno no puede digerir todo lo que
comió, simplemente toma un Alkaseltzer y se `soluciona´ el problema.
Si no puede dormir de noche, se toma una pastilla para dormir. Y así
con todas estas píldoras mágicas que tenemos.
¿Está ansioso? Tómese un tranquilizante. Se supone que le dará
tranquilidad. Si tiene una infección, tome un antibiótico. Si tiene
cáncer dese quimioterapia, radiación. Si tiene dolor en el pecho,
tome nitroglicerina, o mejor aún, hágase una operación de `bypass´.
Y así, sucesivamente.
Hoy, todavía estamos buscando todo tipo de pastillas mágicas.
Últimamente, la búsqueda es para el SIDA. La búsqueda de esta
solución mágica es constante. Pero todo el concepto está equivocado”.
¿Provocador? ¡Totalmente!. ¿Inquietante? ¡Claro!. ¿Sugestivo? ¡Por
supuesto!.
Esos son los “ganchos” del discurso y para ello emplean palabras
denostadoras, afirmaciones estremecedoras y aires de magnificencia
poética. Birlibirloque, llama superstición a la ciencia y la acusa de
buscar soluciones mágicas; como cuando el caco grita: “¡al ladrón, al
ladrón!”. Cuando de-construye e invierte la relación entre ser y
conciencia negando que seamos “máquinas físicas que han aprendido a
pensar” cabe la pregunta: y si esta danza de moléculas no crea el
pensamiento ¿qué lo hace? (6).
Invirtiendo
nuevamente los términos y el buen sentido, Chopra nos dice que la
cuestión no es ver para creer, sino creer para ver. Parece un juego
de palabras. En realidad nos está haciendo cómplices del asesinato de
la Ciencia.
No es tan difícil como pudiera parecer elaborar tal discurso, solo se
requiere el conocimiento de algunos términos impactantes, cierta
dosis de histrionismo, hablar suavemente y sonreír. De ese modo el
perseguido Radovan Karadzic pudo esconderse durante 12 años tras una
barba de santón y bajo el nombre y título falsos de Dr. Dragan Dabic
en un hospital de Belgrado haciéndose pasar por médico alternativo.
Nadie notó la maquiavélica impostura.
Radován Karadzic en
1994 (izquierda) cuando era Presidente de la República
Srpska (capital de jure Sarajevo; capital de facto Banja Luka), una de las dos repúblicas que forman la República Federada
de Bosnia Herzegovina. Perseguido por presuntos crímenes de guerra
se ocultó durante 12 años bajo la falsa identidad del médico alternativo
y sanador cuántico Dragan Dabic (derecha).
Si ser incapaz de ascender
mediante la meditación trascendental a holísticas verdades reveladas,
de comprender las esencias del ser y de la conciencia, desentrañar la
complejidad y asumirla como inefable sustento del efecto mariposa
está pasado de moda y superado por la credulidad inspiradora del New
Age, confieso que no poseo esos “dones”.
Si aferrarse al sentido común, a someter las hipótesis a la
implacable crítica del experimento antes de proclamarlas como
válidas; si atenerse a los resultados a despecho de
convicciones (si los hechos no concuerdan con la Teoría, tanto peor
para la Teoría); si mantenerse apegado a la inespiritualidad del
materialismo dialéctico es signo de una anticuada memez cientificista
debo confesar que soy uno de ellos.
Sé que hay muchos en Cuba y el mundo que mantienen los principios de
racionalidad y defienden a la Ciencia por lo mucho que ha aportado a
la humanidad en conocimientos, tecnología y salud; pero cuidado, no
somos inmunes. Leo en el sitio de la TV avileña lo siguiente:
“Cuando hablamos de sanar sin medicinas, las personas más
contemporáneas se rehúsan o al menos dudan antes de asumir la idea
como una alternativa efectiva.
Y es que por muchos años se ha visto esta realidad como una cuestión
mística o esotérica, sin investigar a fondo que detrás de ello existe
la mecánica cuántica en su modelo teórico y práctico dominante,
demostrado científicamente por la interrelación entre los
pensamientos y la realidad objetiva”.
Y añade más adelante:
“Según el Dr. Gabriel López Suárez, especialista avileño en
Medicina General Integral, la energía vital universal es considerada
un complemento de los tratamientos médicos convencionales y se aplica
de forma rápida, sencilla y efectiva en la restauración del nivel
energético y del campo electromagnético de cada individuo.
El galeno López Suárez, llama a la reflexión de todos sus colegas
para que vean al ser humano como un todo, expresa que, `es necesario
tratar el cuerpo físico, el etérico o vital, el astral, el mental, el
causal, el alma y el espíritu como uno solo, solo así podremos sanar
de verdad, cuando todos estén en total equilibrio´”.
No me atrevo a predecir a dónde se llega por ese camino, pero de algo
sí estoy seguro y es que por ahí no se transita hacia el futuro de
hombres de ciencia que avizoró Fidel. No ciertamente disfrazando de
Ciencia el misticismo.
*Nota: La integración es un procedimiento matemático que permite
calcular el valor de variables continuas conociendo la ecuación que
los caracteriza.
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