El hecho que a continuación narro guarda relación
con las “diluciones extremas” y sucedió a unos colegas en 1992, cuando todavía
hacía escándalo en Francia el caso Benveniste (la “memoria del agua”).
Mis colegas, estudiando los antecedentes
disponibles en la literatura, habían hecho una interesante observación
acerca de los efectos de un determinado fármaco sobre un tipo de célula de
mamífero. Surgieron las interrogantes y en consecuencia se
formularon una hipótesis de trabajo. Diseñaron un protocolo
experimental adecuado para precisar cómo era la respuesta
celular que se quería medir y cuantificar en
función de la concentración extracelular del fármaco. Utilizaron un “set” de
trabajo nuevo que había sido montado por un joven investigador del equipo e
iniciaron los experimentos.
Para preparar las soluciones con diferentes
concentraciones del fármaco se utilizaba, de inicio, una solución “madre”
relativamente concentrada (0.01 molar*), a partir de la cual se hacían las
diluciones. Contrario a lo esperado, las concentraciones micromolares (0.000001
molar), redujeron la respuesta celular que se estaba midiendo. La disminución
de la concentración del fármaco hasta el rango nanomolar (0.000000001 molar),
también produjo una reducción significativa de esta respuesta. Surgió entonces
la duda e inmediatamente pidieron a otros colegas
que hicieran paralelamente y a ciegas los
experimentos a esas concentraciones; es decir, sus colegas no sabían
qué concentraciones usaban, ni qué compuesto estaban probando. Los resultados
obtenidos por los otros colegas concordaron con lo predicho por
la hipótesis (incluida la ausencia de efecto a muy bajas
concentraciones). Mientras, mis colegas continuaron en su set de trabajo el
estudio de concentraciones más bajas en el set nuevo y encontraron que las
soluciones extremadamente diluidas del fármaco (¡0.000000000001 molar!)
reducían la respuesta celular.
La incertidumbre casi se adueña del laboratorio
mientras los resultados de los controvertidos y nunca bien reproducidos
experimentos de Benveniste pasaban por sus mentes. Con audacia y violando el
postulado de Avogadro**, ensayaron una solución con una “concentración”
0.0000000000000000000000001 molar, en la cual ya no
podía haber una molécula del fármaco y observaron también una reducción
de la respuesta celular. Pero la duda es parte de la vida diaria
de un científico y evidentemente el paso siguiente fue perfundir, a
ciegas, las células con una solución fisiológica en la cual nunca
se hubiera diluido el fármaco en estudio y ... de nuevo obtuvieron el efecto
negativo.
Decidieron entonces, antes de entrar a valorar algún
error experimental, desmontar y cambiar todo el sistema de
perfusión, pues consideraron como muy probable la existencia de una contaminación.
Lo hicieron y entonces pudieron conocer que en el montaje del sistema que
habían estado usando, aquel joven investigador, por desconocimiento, había
utilizado cianoacrilato (“cola loca”) para pegar parte de las tuberías
plásticas en distintas partes del sistema y evidentemente, en proporciones
diferentes. Eso explicaba el efecto negativo que veían pues en el compuesto hay
cianuro. Resuelto el problema, los resultados, ya obtenidos en condiciones
experimentales adecuadas, estuvieron acordes con la hipótesis
formulada. Estos resultados fueron confirmados exhaustivamente
antes de ser publicados en una revista arbitrada.
Se aplicó el Método Científico.
Siempre hago la siguiente pregunta: Si mis colegas
no se hubieran planteado correctamente la interrogante o hubieran
trabajado sin una hipótesis, de no haber dudado y
no haber confirmado hasta la saciedad por otros (de
igual a igual) y por ellos mismos los resultados obtenidos y de
no haberse planteado una metodología correcta ... ¿qué hubiera
sucedido? Probablemente sus resultados hubieran servido de “confirmación” a los
hallazgos de Benveniste acerca de la “memoria del agua”. En esta historia hay
algo que resaltar: existió un hallazgo novedoso, extraordinario.
Las pruebas tenían que ser también extraordinarias,
convincentes y para ello no podía influir la voluntad del
investigador. El Método Científico nos da la
solución: hacer el ensayo a ciegas y que sea corroborado
por otros.
Es posible que este ejemplo sirva para entender la
obligatoriedad de que en los ensayos clínicos y en determinadas investigaciones
se apliquen la aleatorización y el método de la “doble ciega”
para descartar un posible efecto placebo: quien
recibe el tratamiento no puede saber si es tratado con medicamento o con
placebo*** y quien mide el resultado de este tratamiento, no puede conocer a
qué grupo pertenece el paciente en cuestión. Esto es algo que no pocas veces se
viola, generalmente por desconocimiento de la Metodología de la Investigación,
aunque a veces se hace intencionalmente y se considera al método de la doble
ciega como una “patraña”.
Desafortunadamente, algunas terapias como la acupuntura,
la homeopatía, la terapia floral, etc., desconocen o se niegan a aplicar este método
bajo el falso precepto de que, para poder evaluar una propuesta terapéutica es
necesario compartir determinados presupuestos teóricos y que en caso de no ser
así no sería posible evaluarla. Pienso que nada impide (creer o no creer en una
determinada terapia) diseñar investigaciones con todo el rigor científico para
demostrar si una terapia funciona o no.
En tiempos tan lejanos como 1620, Francis Bacon (Novum
Organon) señaló: “La comprensión humana no es simple luz sino que recibe
infusión de la voluntad y los afectos; de donde proceden ciencias que pueden
llamarse “ciencias a discreción”. Porque el hombre cree con más disposición lo
que preferiría que fuera cierto. En consecuencia rechaza cosas difíciles por
impaciencia en la investigación; silencia cosas, porque reducen las esperanzas;
lo más profundo de la naturaleza, por superstición; la luz de la experiencia,
por arrogancia y orgullo; cosas no creídas comúnmente, por deferencia a la
opinión del vulgo. Son pues innumerables los caminos, y a veces imperceptibles,
en que los afectos colorean e infectan la comprensión”
* Una solución 1 molar resulta de la dilución de una
cantidad de gramos equivalente al peso molecular del soluto en un litro de
disolvente.
** El número de Avogadro (o constante de Avogadro)
es el número de átomos en un mol de elemento monoatómico o el número de
moléculas en un mol de un compuesto. Su valor es 60221415000000000000000
(6.0221415x1023).
*** Un
placebo es una sustancia (o un tratamiento) inerte que se emplea en lugar de un
fármaco (o tratamiento) activo.