Publicado en Orbe, La Habana, N° 43, página 12, 17-23 marzo 2007. 

Julio Álvarez, Doctor en Ciencias. Investigador del Instituto de Cardiología

y Cirugía cardiovascular.

 

 

 

 

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El Recurso del Método... Científico

 

El hecho que a continuación narro guarda relación con las “diluciones extremas” y sucedió a unos colegas en 1992, cuando todavía hacía escándalo en Francia el caso Benveniste (la “memoria del agua”).

 

Mis colegas, estudiando los antecedentes disponibles en la literatura, habían hecho una interesante observación acerca de los efectos de un determinado fármaco sobre un tipo de célula de mamífero. Surgieron las interrogantes y en consecuencia se formularon una hipótesis de trabajo. Diseñaron un protocolo experimental adecuado para precisar cómo era la respuesta celular que se quería medir y cuantificar en función de la concentración extracelular del fármaco. Utilizaron un “set” de trabajo nuevo que había sido montado por un joven investigador del equipo e iniciaron los experimentos.

 

Para preparar las soluciones con diferentes concentraciones del fármaco se utilizaba, de inicio, una solución “madre” relativamente concentrada (0.01 molar*), a partir de la cual se hacían las diluciones. Contrario a lo esperado, las concentraciones micromolares (0.000001 molar), redujeron la respuesta celular que se estaba midiendo. La disminución de la concentración del fármaco hasta el rango nanomolar (0.000000001 molar), también produjo una reducción significativa de esta respuesta. Surgió entonces la duda e inmediatamente pidieron a otros colegas que hicieran paralelamente y a ciegas los experimentos a esas concentraciones; es decir, sus colegas no sabían qué concentraciones usaban, ni qué compuesto estaban probando. Los resultados obtenidos por los otros colegas concordaron con lo predicho por la hipótesis (incluida la ausencia de efecto a muy bajas concentraciones). Mientras, mis colegas continuaron en su set de trabajo el estudio de concentraciones más bajas en el set nuevo y encontraron que las soluciones extremadamente diluidas del fármaco (¡0.000000000001 molar!) reducían la respuesta celular.

 

La incertidumbre casi se adueña del laboratorio mientras los resultados de los controvertidos y nunca bien reproducidos experimentos de Benveniste pasaban por sus mentes. Con audacia y violando el postulado de Avogadro**, ensayaron una solución con una “concentración” 0.0000000000000000000000001 molar, en la cual ya no podía haber una molécula del fármaco y observaron también una reducción de la respuesta celular. Pero la duda es parte de la vida diaria de un científico y evidentemente el paso siguiente fue perfundir, a ciegas, las células con una solución fisiológica en la cual nunca se hubiera diluido el fármaco en estudio y ... de nuevo obtuvieron el efecto negativo.

 

Decidieron entonces, antes de entrar a valorar algún error experimental, desmontar y cambiar todo el sistema de perfusión, pues consideraron como muy probable la existencia de una contaminación. Lo hicieron y entonces pudieron conocer que en el montaje del sistema que habían estado usando, aquel joven investigador, por desconocimiento, había utilizado cianoacrilato (“cola loca”) para pegar parte de las tuberías plásticas en distintas partes del sistema y evidentemente, en proporciones diferentes. Eso explicaba el efecto negativo que veían pues en el compuesto hay cianuro. Resuelto el problema, los resultados, ya obtenidos en condiciones experimentales adecuadas, estuvieron acordes con la hipótesis formulada. Estos resultados fueron confirmados exhaustivamente antes de ser publicados en una revista arbitrada. Se aplicó el Método Científico.

 

Siempre hago la siguiente pregunta: Si mis colegas no se hubieran planteado correctamente la interrogante o hubieran trabajado sin una hipótesis, de no haber dudado y no haber confirmado hasta la saciedad por otros (de igual a igual) y por ellos mismos los resultados obtenidos y de no haberse planteado una metodología correcta ... ¿qué hubiera sucedido? Probablemente sus resultados hubieran servido de “confirmación” a los hallazgos de Benveniste acerca de la “memoria del agua”. En esta historia hay algo que resaltar: existió un hallazgo novedoso, extraordinario. Las pruebas tenían que ser también extraordinarias, convincentes y para ello no podía influir la voluntad del investigador. El Método Científico nos da la solución: hacer el ensayo a ciegas y que sea corroborado por otros.

 

Es posible que este ejemplo sirva para entender la obligatoriedad de que en los ensayos clínicos y en determinadas investigaciones se apliquen la aleatorización y el método de la “doble ciega” para descartar un posible efecto placebo: quien recibe el tratamiento no puede saber si es tratado con medicamento o con placebo*** y quien mide el resultado de este tratamiento, no puede conocer a qué grupo pertenece el paciente en cuestión. Esto es algo que no pocas veces se viola, generalmente por desconocimiento de la Metodología de la Investigación, aunque a veces se hace intencionalmente y se considera al método de la doble ciega como una “patraña”.

 

Desafortunadamente, algunas terapias como la acupuntura, la homeopatía, la terapia floral, etc., desconocen o se niegan a aplicar este método bajo el falso precepto de que, para poder evaluar una propuesta terapéutica es necesario compartir determinados presupuestos teóricos y que en caso de no ser así no sería posible evaluarla. Pienso que nada impide (creer o no creer en una determinada terapia) diseñar investigaciones con todo el rigor científico para demostrar si una terapia funciona o no.

 

En tiempos tan lejanos como 1620, Francis Bacon (Novum Organon) señaló: “La comprensión humana no es simple luz sino que recibe infusión de la voluntad y los afectos; de donde proceden ciencias que pueden llamarse “ciencias a discreción”. Porque el hombre cree con más disposición lo que preferiría que fuera cierto. En consecuencia rechaza cosas difíciles por impaciencia en la investigación; silencia cosas, porque reducen las esperanzas; lo más profundo de la naturaleza, por superstición; la luz de la experiencia, por arrogancia y orgullo; cosas no creídas comúnmente, por deferencia a la opinión del vulgo. Son pues innumerables los caminos, y a veces imperceptibles, en que los afectos colorean e infectan la comprensión”

 

 

 

* Una solución 1 molar resulta de la dilución de una cantidad de gramos equivalente al peso molecular del soluto en un litro de disolvente.

** El número de Avogadro (o constante de Avogadro) es el número de átomos en un mol de elemento monoatómico o el número de moléculas en un mol de un compuesto. Su valor es 60221415000000000000000 (6.0221415x1023).

*** Un placebo es una sustancia (o un tratamiento) inerte que se emplea en lugar de un fármaco (o tratamiento) activo.