Publicado por Julio Alvarez González,

Juventud Técnica Digital, Enero 2008

 

 

 

 

El agua, elemento “vital”

 

 

Sumario: Hasta el momento no se han publicado evidencias concretas de la “memoria” estructural del agua. De ese modo podría concluirse que los principios de la homeopatía carecen de solidez científica.

 

 

El agua es un elemento vital por la relación que tiene con la vida en nuestro planeta. Sin embargo, existe un tema de discusión alrededor del agua y es su “vitalidad” o su capacidad para “recordar” y hasta de “interpretar la voluntad del usuario”. Tal es el caso del agua Diamantina[1], pero esto último resulta tan disparatado que merece un comentario aparte.

 

El agua no tiene “vitalidad” y mucho menos “memoria”. Recordemos que el “vitalismo”, es una concepción que no acepta que los fenómenos biológicos puedan ser interpretados por las leyes de la Física y la Química, pues existe una “fuerza o energía vital” que no se somete a estas interpretaciones. Esta concepción es acientífica, por cuanto niega la unidad en la naturaleza. La ciencia lleva ya muchos años esperando por una demostración o siquiera una simple medición de estas “energías vitales”.

 

El principio básico de la homeopatía[2], desde los tiempos de Hahnemann (1755-1843), es la dilución extrema del remedio homeopático. Mientras más diluido está, más potente resulta y tiene menos “efectos colaterales”. Esto se hace por un proceso -casi un ritual- llamado “dinamización”: los líquidos son progresivamente diluídos con agua y agitados mediante diez golpes fuertes contra un cuerpo elástico, lo cual se denomina “sucusión”.

 

Tradicionalmente, la dilución en cada paso es de 1 en 10 (potencias “D” o “X”) o de 1 en 100 (potencias “C”). Hahnemann también hacía diluciones “más potentes” de 1 en 50 mil (quintamilesimales; potencias “LM” o “Q”). Las diluciones “30C” (10-60) son muy comunes. Como el número de Avogadro es 6.02×1023 partículas (o moléculas) por mol, la probabilidad de encontrar una partícula o una molécula en una solución “15C” es extremadamente pequeña y en una “30C” es prácticamente nula.

 

Los ejemplos siguientes dan una perspectiva de qué nivel de dilución estamos hablando: Si la menor cantidad de sustancia en solución es una molécula, en un preparado “30C”  habría una molécula original en 1060 moléculas de agua, para lo cual se requeriría un recipiente de más de 30,000,000,000 de veces el tamaño de la Tierra. Si en un preparado “200C”, como el de Oscillococcinum, un remedio homeopático comúnmente prescrito para la gripe, sobreviviera una molécula del producto original (hígado o corazón de pato), su concentración sería de 1 en 10400 moléculas de agua (el número de moléculas en el Universo se estima que oscila entre 1080 y 10100).

De esta manera resulta claro que los remedios homeopáticos más potentes con seguridad solo contienen agua. ¿Y entonces?

 

Los homeópatas aseguran que el agua tiene “memoria” y es capaz de “recordar” los cambios en su estructura que fueron inducidos por la dilución de cada remedio particular. Lo cierto es que no se han publicado evidencias concretas de esta “memoria” estructural del agua. Solo existen hipótesis; ni siquiera un modelo o cálculos teóricos. Por demás, la homeopatía niega los principios de la Farmacodinámica (interacción fármaco – receptor) y de la Farmacocinética (cómo se absorben, se distribuyen y se eliminan los fármacos en nuestro organismo y cuánto tiempo dura su acción en este).

 

La estructura del agua

 

El agua no es simplemente H2O. Aunque tiene propiedades muy particulares que la distinguen de otras moléculas pequeñas, estas no son para nada misteriosas y pueden predecirse y ser explicadas por el tamaño y la carga nuclear del átomo de oxígeno y los enlaces fuertes (covalentes, donde hay electrones compartidos) que forma con los dos átomos de hidrógeno.

 

De esta unión sale una estructura tetrahédrica deformada. Pero hay un detalle importante. Aunque la molécula de agua es eléctricamente neutra, las cargas positivas y negativas no se distribuyen uniformemente: la nube electrónica que forman los electrones no apareados del oxígeno, crea una densidad de carga negativa en ese extremo.

 

Así, la molécula de agua constituye un dipolo eléctrico. De esta forma, los átomos de hidrógeno, más positivos, de una molécula de agua son atraídos por el átomo de oxígeno más negativo de otra molécula de agua vecina y se forman los llamados enlaces o “puentes” de hidrógeno, más débiles, que solo pueden “sobrevivir” durante diminutas fracciones de segundo. Es decir, en el agua líquida las moléculas, en constante movimiento, están en un proceso continuo de formación de grupos (“clusters” en inglés), unidas por puentes de hidrógeno que se rompen separándose y volviéndose a unir. Pero jamás se ha podido aislar un “cluster” u otro tipo de disposición estructural que sea estable por más de unos pocos picosegundos[3].

 

De esta forma, la estructura más grande y estable que resiste más allá de 1 picosegundo es la estructura tetrahédrica simple. Un estudio reciente1 llevó el análisis de la estructura del agua a la escala de tiempo del femtosegundo (una milésima de una billonésima de segundo) y el hallazgo principal fue que el agua tiene una estructura dinámica desordenada en continuo cambio.

 

Tomando el mayor tiempo de relajación (0,00001 segundos), el consenso entre los químicos y los físicos es que, debido al vigoroso movimiento térmico de las moléculas de agua, cualquier ruptura temporal en la estructura del agua por un compuesto disuelto, desaparecerá en esa fracción de segundo una vez que este compuesto sea eliminado por la dilución. El agua, por tanto, no tiene o no guarda memoria. Más aún, investigaciones publicadas en el año 2006, que utilizaban la técnica de resonancia magnética nuclear en preparados homeopáticos, no pudieron demostrar la existencia en el agua de “clusters” estables2. ¿Y entonces?

 

Si en el preparado homeopático no hay moléculas y el agua no puede sostener una “memoria”, ¿puede haber algún efecto? Sí, un efecto placebo[4], algo nunca descartado por los homeópatas. Un estudio reciente, retrospectivo, publicado en la prestigiosa revista The Lancet3 sugiere que este pudiera ser el caso.

 

Pero la homeopatía argumenta que no es válido aplicar los mismos métodos que se utilizan para evaluar fármacos en un ensayo clínico a medicamentos homeopáticos, ya que hay que individualizar el tratamiento para una adecuada práctica y que una misma entidad nosológica[5] puede responder a múltiples causas desde un punto de vista “bioenergético” (aunque no exista forma de comprobar el diagnóstico bioenergético realizado), etc.

 

Creo que hasta tanto no se den pruebas fehacientes de que las diluciones homeopáticas crean conformaciones estables en la estructura del agua y que estas no se afectan al ser ingerido el remedio homeopático, así como de la ausencia de un efecto placebo en Ensayos Clínicos Controlados Aleatorizados, no queda más remedio que seguir considerando este tipo de terapia como pseudociencia.

       

 

Referencias

 

1.- Head-Gordon T, Johnson M E.:Proc. Natl. Acad. Sci May 23, 103:7973, 2006.

2.- Anick, DJ.: BMC Complement. Alt. Med. 4:15, 2004.

3.- Shang, et al.: Lancet, 366:726, 2005.

 

 


[1] Es un agua supuestamente "fabricada" por el francés Joel Ducatillon, a la que se le ha aumentado la "frecuencia de vibración" de sus moléculas lo cual la habilita para responder a las intenciones del usuario, permitiéndole tener acceso a una vida e inteligencia más elevada.

 

[2] La homeopatía (del griego μοιος homoios, ‘similar’ y πάθος pathos, ‘sufrimiento’) es un controvertido sistema de medicina alternativa, que emplea remedios carentes de ingredientes químicamente activos. La teoría de la homeopatía fue desarrollada por el médico sajón Samuel Hahnemann (1755-1843), y se publicó en 1796. Tiene una amplia y creciente popularidad en las áreas en las que se practica, pero sus fundamentos empíricos y teóricos no son aceptados por ninguna organización científica o médica importante.

 

[3] (1 picosegundo = 0,000000000001 segundo)

 

[4] Se llama efecto placebo al fenómeno por el cual los síntomas de un paciente pueden mejorar con un "falso" tratamiento, aparentemente porque el enfermo espera o cree que funciona. En medicina el efecto placebo suele tener su utilidad en el diagnóstico de ciertos procesos psíquicos o psicosomáticos.

 

[5] relativo a la nosología; parte de la medicina que tiene por objeto describir, diferenciar y clasificar las enfermedades.

 

* Doctor en Ciencias. Investigador del Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular.