Partido Popular de España
quiere consagrar a la homeopatía
Por Antonio Diéguez, Catedrático de Lógica y
Filosofía de la Ciencia de la Universidad de Málaga
(5 Diciembre, 2013, reproducido del
periódico español Público)
Este
gobierno del Partido Popular, que no tiene ningún reparo en
arrinconar aún más a la filosofía en la nueva ley de enseñanza, que
ha reducido hasta el extremo las inversiones en investigación
científica y que no se cansa de airear la verdad a medias de que no
hay ninguna universidad española entre las cien primeras en el
índice de Shanghai (digo verdad a medias porque si vamos por
especialidades sí que las hay, y varias), es el mismo gobierno que
se dispone a dar todas las bendiciones legales a una pseudociencia
como es la homeopatía.
Es bastante lógico. Lo uno va unido a lo
otro. Si se desconfía del pensamiento racional y no se tiene ningún
aprecio especial por la investigación científica, no es de extrañar
que se confíe en las pseudociencias e incluso que se busque su
legitimación institucional.Leo en la prensa que el Ministerio de
Sanidad, dirigido por Ana Mato, prepara el permiso legal definitivo
para los productos homeopáticos.
|
La noticia dice
que se les exigirán los mismos requisitos de calidad, seguridad y
eficacia que a los medicamentos fabricados con base científica, pero
a continuación, en una aclaración que contradice directamente lo
anterior, se añade que en el caso de los productos homeopáticos, no
habrá que mostrar esa eficacia mediante estudios clínicos, sino que
bastará con justificar su uso tradicional.
Dicho
en plata: para ser legalizados, los productos homeopáticos, no
tendrán que presentar ningún estudio científico que demuestre que
sirven para algo (supongo que esto se debe, entre otras razones de
peso, a todos los estudios clínicos serios realizados hasta el
momento, entre ellos dos informes publicados por la revista médica
The Lancet, la
más prestigiosa de su campo, uno en 1994 y otro más completo aún en
2005, han mostrado que la eficacia de la homeopatía es la de un mero
placebo).
Bastará con que se muestre que han sido
utilizados tradicionalmente. Me pregunto si esto significa que sus
fabricantes tendrán que atestiguar que ya los utilizó Hahnemann, el
fundador de la homeopatía, en el siglo XVIII, o si simplemente
valdrá con que cualquier vendedor de pócimas lleve unas décadas
utilizándolos.
Dicho sea de paso, el ilusionista canadiense
James Randi ofrece desde hace años un millón de dólares a quien
demuestre científicamente la eficacia de la homeopatía. Nadie se ha
llevado hasta ahora el premio.
Hay muchas personas que confunden la
homeopatía con la medicina naturista y con el herbarismo, pero no es
lo mismo. Las medicinas naturales utilizadas por chamanes y
sanadores en culturas distintas a la nuestra se basan en el uso de
plantas o de sustancias orgánicas que tienen ciertos efectos sobre
el organismo. Algunas de esas sustancias son tan efectivas que se ha
generado el fenómeno de la biopiratería: empresas farmacéuticas que
se apropian de esos conocimientos tradicionales y los patentan en su
exclusivo beneficio.
Pero esto no tiene nada que ver ni con la
homeopatía ni con otras pseudociencias. En la medicina naturista el
paciente recibe sustancias que modifican la química de su organismo.
El peligro ahí puede estar, sobre todo, en la falta de control sobre
las dosis y sobre la calidad de la sustancia que se ingiere. La
homeopatía puede emplear plantas y otras muchas sustancias orgánicas
e inorgánicas, pero eso no es lo esencial.
Lo esencial son las diluciones extremas que
realizan de esas sustancias, lo que tiene como resultado que al
final el paciente sólo recibe agua con azúcar o un mero
excipiente.Debe tenerse en cuenta que algunos de los principios
activos utilizados en homeopatía son muy peligrosos en dosis
normales. No es de extrañar, por tanto, que haya preparados
homeopáticos que consistan en diluciones de diez elevado a menos
diez, e incluso en concentraciones muchísimo menores.
Son muy frecuentes diluciones de diez elevado
a menos treinta. Estas diluciones extremas no se hacen, sin embargo,
para evitar el peligro de intoxicaciones, sino porque Hahnemann
estableció como principio que esa era la manera reforzar la potencia
curativa de las distintas sustancias.
Cuanto más diluidas, mayor poder curativo.
Ahora bien, un sencillo cálculo utilizando el número de Avogadro
muestra que para estar seguros en el caso de una dilución como la
última mencionada de haber ingerido una sola molécula del principio
activo habría que beberse centenares de miles de litros del
preparado homeopático.
Para justificar esto, los homeópatas recurren
a la hipótesis de la “memoria del agua”, según la cual, las
moléculas de agua pueden guardar memoria química de otras moléculas
con las que han estado en contacto; de alguna forma el agua grabaría
información acerca de esas sustancias. Esta información, y no las
moléculas de principio activo como tales, sería lo que captarían las
células de nuestro cuerpo y lo que induciría a la curación.
Queda envuelto en la confusión, sin embargo,
el modo en que esta información se guarda y, sobre todo, cómo es que
esta información puede actuar terapéuticamente sobre nuestro cuerpo.
La hipótesis de la memoria del agua no tiene
además ninguna base científica. ¿Por qué el agua (y solo ella) iba a
guardar memoria de las propiedades químicas de toda sustancia con la
que estén en contacto? Si eso fuera así, por otra parte, podríamos
hacer gasolina homeopática (con unas gotas de gasolina y un bidón de
agua).
Y si sólo es el agua la que guarda memoria,
¿por qué dan pastillas, que no contienen agua? Antes de legalizar
estos productos, le sugiero a la señora Mato que entre en
Youtube
y busque el vídeo humorístico que podrá encontrar escribiendo
“hospital homeopático”. No tiene desperdicio.
|