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SOBRE DIVULGAR LA CIENCIA EN CUBA


 

 

Juventud Técnica es una publicación cubana dedicada a la divulgación de temas de ciencia, tecnología y medio ambiente. ¿Qué buscamos? La ciencia para la equidad.

 

Texto tomado de https://medium.com/juventud-t%C3%A9cnica/la-revista-de-schr%C3%B6dinger-8c351122a5cf

 Figuras archivo rationalis.

 

 

La revista de Schrödinger [1]

 

 

Hace un año, salía el último número impreso de Juventud Técnica. El recrudecimiento de las políticas internacionales respecto a Cuba, la reactivación de la Helms Burton, las constantes agresiones del gobierno norteamericano, poco a poco hicieron más evidentes algunas carencias, como la del papel, anunciada en un inicio con la reducción de la tirada de los diarios más importantes del país.

Algunos, rápidamente, especularon acerca de la venida de un segundo Periodo Especial, una predicción que, de manera instantánea, fue desmentida por las autoridades del país, pues en este minuto, las condiciones — es cierto, es lógico, es natural — no son las mismas de casi treinta años atrás. No existe ahora un Campo Socialista que se pueda derrumbar, Cuba ha diversificado su economía, y contamos con nuevos socios comerciales.

En ese contexto, se decidió que se mantuviera la tirada de las publicaciones infanto-juveniles, pero lamentablemente Juventud Técnica no estaba en la misma imprenta que el resto de los productos de la Casa Editora Abril. Aún así, se propuso hacer la tirada de al menos cinco números de la publicación, gracias a la solidaridad de otras revistas, que estuvieron de acuerdo en acortar sus ejemplares para ofrecernos parte del papel disponible para ellas. Entonces, si se buscó una solución sin costo adicional y rápida … por qué JT sigue sin aparecer en los estanquillos, por qué los lectores aún no han tenido de manera física su rediseño — un formato de mayor de tamaño en el que hubo maquetar de nuevo lo ya trabajado, para ajustarse a las demandas de la nueva imprenta.

Por más de seis meses, en la redacción de esta revista se ha esperado por un “De acuerdo”, una sencilla aprobación, en aras de que en la imprenta se presionen los botones para que la tinta comience a dar forma a los ya seis números sin imprimir. Ha transcurrido un año en el que no se ha parado de trabajar, y el esquema de producción se ha volcado a un trabajo multimedial, convirtiendo a Juventud Técnica en una revista multiplataforma, que hace intentos de producciones audiovisuales, como fue la web serie Nobel Habana sobre la ciencia en 500 años de la capital; o las habituales emisiones de la Píldora JT, un noticiero científico tecnológico que ha saltado de nuestras cuentas en Facebook, Youtube y Picta hasta la pequeña pantalla de la televisión nacional en los espacios de Buenos Días y Canal Caribe.

Nos hemos reinventado, no porque no haya papel. Nos reinventamos porque nuestro público no es el mismo que hace 54 años. Los jóvenes que nos leyeron, que buscaban nuestras secciones, han crecido y envejecido, no así el objeto social de la única revista del país que populariza y aúna temas sobre ciencia, tecnología, medio ambiente, innovación; que apuesta por divulgar los avances que logra la Isla y, por supuesto, pone en tela de juicio ciertos fenómenos que se inscriben en su perfil.

No nos quejamos de nuestra versión digital. Ha resultado bastante bien, a pesar de que estamos estancados en una versión antiquísima de la tecnología Drupal que no se adapta a las nuevas tendencias, o hayamos tenido que migrar a Medium, un servicio con bajos resultados de indexación en buscadores, pero que al menos funciona y se ve bien en los móviles.

Entonces, ¿qué hacer? ¿Es descabellado velar por la divulgación de la cultura científica en un país que no posee muchos recursos naturales, pero sí grandes científicos? ¿Merece la pena la circulación impresa de Juventud Técnica? ¿Debe imprimirse? ¿Cómo se sustenta una revista que se produce, pero no puede venderse? Un ejemplar de esta publicación se vende a 2,00 CUP, y se imprimen 20 mil ejemplares que normalmente se agotan en los puntos de venta. Esto significa que, a estas alturas, hemos dejado de ingresar 240 mil pesos.

Pero dejemos de lado por unos segundos los ingresos. ¿Si los diarios del país, las revistas, estuvieran un año entero sin imprimirse, sus plataformas digitales serían capaces de lograr el mismo impacto, de tener una ciudadanía igualmente informada?

Hagamos un experimento mental. Despojemos a la radio de sus micrófonos; a la televisión de sus cámaras. Digamos entonces que ahí está la web; que es multimedial, que no tiene limitaciones para la extensión de un artículo o de recursos visuales; que con los hipervínculos seremos capaces de tener una información ampliada… ¿Se sentaría la familia a las ocho de la noche a ver la pantalla de un celular, o de una computadora a consumir las noticias? ¿Seguiría el pueblo enterado de las cuestiones importantes para el país? ¿Respetaríamos a los periodistas y comprenderíamos su mensaje de la misma manera? ¿Nos detendríamos a leer el parte hidrográfico, las culturales, los deportes, los comentarios nacionales e internacionales, las crónicas?

Al igual que el NTV, Haciendo Radio, Granma, Juventud Rebelde… Juventud Técnica tiene la web como un espacio de extensión, para captar nuevos públicos, para llamar la atención e informar en tiempo real. Su razón de ser, su producto estrella, es la revista impresa. Cada número se hace de manera dramatúrgica. Para cada público una sección y todas juntas dejan memoria histórica — de la que no se borra con clic derecho o se pierde cuando sube el voltaje en los servidores. Es arte, es periodismo, es el pensamiento vivo de un colectivo.

Digamos entonces que la suerte está echada. Hemos trabajado, producido, creado, reinventado Juventud Técnica en un año sin ver nuestro trabajo en la calle, manoseado por los lectores.

Cuba apuesta por inversores extranjeros, exportación de capital humano, turismo — entre otros, en la modalidad de salud — y biotecnología, entre otros renglones que deben dinamizar aún más la economía, pero sin una cultura científica, tecnológica, medio ambiental, ¿cómo llegaremos a ese paso? ¿Bastan los breves espacios disponibles — una página un día, una sección corta al mes — frente a una publicación que dedica 44 páginas a analizar estos temas en profundidad y trabajos con frecuencia diaria en su web?

No nos rendimos. Hacer una revista sin que se imprima no es tarea fácil. Los públicos de un formato y el de otro no tienen las mismas exigencias. Los rangos de edad que consumen papel y los que no les molesta descargar el PDF cada dos meses no siempre son los mismos, como tampoco los que están atentos — y tienen tiempo de conexión — para mantenerse pendientes a las publicaciones digitales, a nuestro Facebook, Twitter, Instagran, Telegram, Youtube…

Juventud Técnica está en un limbo digno de los más rigurosos experimentos de la física cuántica. Es como la versión periodística del gato de Schrödinger: una revista que superpone sus dos realidades, la versión de papel y la binaria, pero con la constante incertidumbre de su estado; una incertidumbre que reta a los más osados genios de la gestión de medios dentro y fuera de Cuba con una pregunta: ¿cuál debería ser la rutina productiva de una revista que debe imprimirse, o no, mientras es digital de manera principal y secundaria? Va y un día alguien se decide a abrir la caja, como en el experimento del gato, para revelarnos la verdad: “Juventud Técnica está viva”. O muerta.

 


[1]  El experimento del gato de Schrödinger. o paradoja de Schrödinger, es un experimento imaginario concebido en 1935 por el físico austríaco Erwin Schrödinger para mostrar una de las interpretaciones más contraintuitivas de la mecánica cuántica. El experimento consiste en considerar un gato se encuentra en una caja cerrada con una botella de gas venenoso y un dispositivo que contiene una sola partícula radiactiva con  probabilidad de 50% de desintegrarse en un tiempo dado y liberar el veneno. Si la partícula se desintegra, el gato muere.  Según los fundamentos de la mecánica cuántica, la descripción correcta del sistema en ese momento (su función de onda) es  la superposición de los estados «vivo» y «muerto» (el gato esta vivo y muerto a la vez).  Pero cuando abramos la caja y queramos comprobar si el gato sigue vivo o no, perturbaremos este estado.  Ahí radica la paradoja. Mientras que en la descripción clásica del sistema el gato estará vivo o muerto antes de que abramos la caja y comprobemos su estado, en la mecánica cuántica el sistema se encuentra en una superposición de los dos estados posibles y no es posible conocer su situación hasta que interviene el observador, quien precipita uno u otro estado (N. del E).