Publicado en “Orbe”, La Habana,  Año5 No26

Osvaldo de Melo*

 

 

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Energías vitales y piramidales: El espejismo de las pseudociencias

 

De entre todos los términos que usualmente maneja la Ciencia, indudablemente el de “energía” es el más vituperado y maltratado por la literatura y el periodismo seudocientífico.

 

Cada vez que hace falta, aparece como varita mágica para “explicar” cualquier efecto asociado lo mismo con ciertas terapias médicas alternativas, que con pirámides de cartón. En general, el relato o descripción de un suceso o efecto dado se realiza sobre la base de la especulación más fantasiosa, incorporando algunos términos científicos como recurso para ganar en credibilidad y avalar el supuesto fenómeno.

 

En tal sentido, la seudociencia tiene un cierto vínculo con la ciencia ficción, existiendo en cambio notables diferencias: los escritores de ciencia ficción no tratan de engañar a nadie. Se sabe que lo que cuenta una novela de ese tipo es mentira, y el mérito mismo de la novela radica en otros muchos factores menos que en la veracidad y ni siquiera en la factibilidad científica de lo contado. Precisamente lo que tiene de incorrecto la seudociencia es una cierta componente fraudulenta. Y que conste, que el fraude no siempre (aunque también a veces) descansa en el hecho de que el efecto observado sea o no real. La dificultad se centra en la explicación científicamente falsa (no pocas veces con la mejor de las intenciones) que se da al efecto en cuestión.

 

Pero el problema del uso de la palabra energía no está en su empleo mismo, ya que hace ya tiempo está incorporada al vocabulario popular con acepciones mucho menos estrictas que las científicas. Cuando la madre comenta: “¡qué energía tiene mi hijo Carlitos!, no se cansa nunca”, por supuesto que no está incurriendo en la más mínima falta. Porque ella no usa la palabra en busca de ganar autoridad o credibilidad. Además, se puede entender lo que quiere decir sin necesidad de que refiera el tipo de energía (cómo se transforma desde los alimentos, o se distribuye en el cuerpo de Carlitos).

 

 

EN LOS PANFLETOS SEUDOCIENTIFICOS

 

Algo distinto ocurre en los panfletos seudocientíficos. Aquí la inclusión de la palabra tiene como objetivo dar un toque de seriedad que permita convencer a muchas personas de que lo que se está proponiendo o describiendo no sólo es verdad, sino que está justificado científicamente.

 

Un problema grave relacionado con esto es que muchas personas pueden confundir un artículo o un programa de ese corte con uno de divulgación científica. Y esto porque en ambos casos hay muchos argumentos que se pasan por alto. En el caso de la popularización seria los argumentos se omiten por razones de espacio o para facilitar la compresión por los lectores. En el caso del artículo seudocientífico los argumentos que “se pasan por alto” generalmente no existen en lo absoluto.

 

En el caso de las extrañas energías tan divulgadas por las seudociencias casi nunca queda claro un punto importantísimo: ¿de qué tipo de energía estamos hablando?

 

Estas, se reconoce desde hace tiempo, pueden clasificarse en dos tipos: cinética, que es la que es inherente al movimiento de los cuerpos, y potencial, que tiene que ver directamente con alguna interacción. Pero interacciones en la naturaleza tan solo se conocen tres actualmente: la gravitatoria, la electro-débil y la nuclear. Por tanto, cualquier energía debe tener su origen o en el movimiento o en alguna de las tres interacciones anteriores. Y para definir algo como una energía, su origen debe estar claro.

 

Así por ejemplo, cuando se habla de energía química se está hablando de una con origen en la interacción electro-débil. Y lo mismo cuando se trata de la eléctrica. La calorífica, por su parte, que es una energía en tránsito de un cuerpo con mayor temperatura a otro de menor temperatura, puede tener su origen en el movimiento de los átomos o también en la radiación, que es una manifestación de la interacción electro-débil.

 

Entonces uno se pregunta, ¿cómo clasificar a la llamada energía piramidal?,¿y a la tan manida bioenergía o energía vital?,¿existen como consecuencia de cuál de las tres interacciones?

 

Un punto clave en la comprensión de un fenómeno a que nos enfrentemos puede descansar en tratar de responder a algunas interrogantes relacionadas con la transmisión energética. Sabemos bien cómo llega la energía eléctrica a las viviendas, o cómo la solar nos llega de tan lejos. Pero, ¿cómo se propagan todas las piramidales o vitales; ¿a través de qué mecanismo o de qué substancias se transmiten?;¿de dónde vienen y hacia dónde van? Y luego, está el asunto de la detección: ¿con qué instrumentos se detectan? Y el de la transformación: ¿cómo se pueden transformar en otras energías más conocidas? ¿Pudiéramos obtener un poco de electricidad a partir de la piramidal?.

 

OBJECION SEMANTICA

 

Algunos adeptos a los temas seudocientíficos aducen que estas extrañas energías son de un nuevo tipo no conocido antes y que no pueden detectarse pues los instrumentos habituales no funcionan con ellas. Sabemos que la ciencia tiene sus límites y que es muy difícil rebatir los argumentos que se colocan fuera de éstos. Pero aún así, existe la objeción semántica de que no sería correcto clasificar con el nombre de energía algo que aun de existir, no se sabe lo que es.

 

Además, en el caso de que las raras energías fueran en realidad la manifestación de una nueva interacción de la naturaleza (algo que seria sin duda una verdadera revolución en la ciencia moderna), serían necesarias evidencias contundentes más que especulaciones sobre resultados empíricos de dudoso rigor. Por cierto,la tendencia de la Física en cuanto a la explicación del mundo que nos rodea ha sido hasta ahora ir reduciendo, no aumentando, la cantidad de interacciones existentes. Hay que recordar también que la historia se quedó esperando por evidencias irrebatibles de antiguas prácticas como la astrología y la alquimia.

 

Sin dudas, la reflexión sobre estos temas puede resultar sumamente interesante como una vía más para estar en capacidad de separar de un lado la verdadera ciencia y del otro... el puro cuento.

 

 

 

 

*Doctor en Ciencias Físicas. Decano de la Facultad de Física de la Universidad de La Habana.