Publicado en Orbe, Año X No. 36, Febrero 2009

A. González Arias

 

 

Auras bioenergéticas y las fotos Kirlian

 

 Un colega español me comentó hace poco que una amiga psicóloga le había pedido consejo sobre textos que trataran sobre neutrinos -partículas elementales muy difíciles de detectar por su poca interacción con la sustancia- ya que ‘ese era un tema importante para su profesión’. Algo extrañado sobre la posible relación entre la física de las altas energías y la psicología, el colega la siguió hasta una librería donde encontró títulos que nada tenían que ver con la física, sino con la ‘aplicación’ de los incapturables neutrinos a la mejor comprensión y cura de diversos males del cuerpo y del alma.  El colega no me contó la respuesta que dio a su amiga, pero la anécdota ejemplifica bien la realidad de que quienes cultivan la pseudociencia aprovechan cualquier resquicio para tratar de introducir sus fantasías y engañar a los incautos.  Y, de paso, hacer dinero en el proceso o tratar de ganar reconocimiento social, que a fin de cuentas también puede traer ventajas de todo tipo.

El modus operandi

Una táctica muy empleada, sobre todo en congresos de cualquier tipo, es hablar de física a médicos y psicólogos, de medicina a quienes no son médicos, o de física y medicina conjuntamente a quienes no son ni lo uno ni lo otro. Así nadie (o casi nadie) podrá cuestionar sus afirmaciones.

En no pocas ocasiones se intenta justificar una fantasía explicándola con otra, y a veces se incluye hasta una tercera fantasía en la ‘demostración’.  He leído, por ejemplo, artículos ‘científicos’ que recomiendan la radiestesia –no reconocida por la ciencia- para ‘medir’ los supuestos cambios bioenergéticos –tergiversando el significado real del término-[1] con el fin de evaluar los efectos de la inexistente energía piramidal.

Se crea así una concatenación  de ficciones entrelazadas, imposibles de desentrañar por quien previamente no posea información verídica acerca de cada una de ellas.

 

 Usualmente las ficciones van acompañadas de un mensaje que promete beneficios con escaso o ningún costo para el usuario, lo que refuerza aun más la ilusión.  Y si además el mensaje proviene de algún profesional con respaldo o tolerancia oficial, como a veces sucede, se convierte en algo irresistible que muchos aceptarán a pie juntillas, sin cuestionamientos adicionales.

Una de estas ficciones es el ‘aura’ o ‘biocampo’, una especie de halo ‘bioenergético’ que rodea todo lo que tiene vida, que permite diagnosticar diversos padecimientos y que incluso... ¡puede ser fotografiado! gracias al efecto Kirlian.

¿Quién fue Kirlian?

En 1939 el electricista ruso Semion Davidovich Kirlian (1900-1980) descubrió accidentalmente que al colocar una película fotográfica junto a un objeto cualquiera, cercano a su vez a una fuente alterna de alto voltaje a gran frecuencia,[2] se obtenía la imagen de una aureola alrededor del objeto.  La aureola se puede ver a simple vista utilizando un visor transparente que contenga algún líquido conductor.  La fotografía se obtiene porque el aire, un aislante de la electricidad en condiciones normales, se ioniza y vuelve conductor a causa del alto voltaje, generándose una descarga en corona, fenómeno muy bien conocido.  Los haces de partículas cargadas producto de la ionización se desvían en la superficie del objeto y hacen reaccionar la emulsión de la película.

Hay dos métodos para obtener fotos Kirlian. En uno, los electrodos de alto voltaje se colocan a ambos lados de la película fotográfica en contacto con el objeto.  En el otro, un electrodo se conecta a tierra y el segundo se pone detrás de alguna placa no conductora. La película va sobre la placa, y el objeto a fotografiar sobre ella.

 La alta frecuencia garantiza que las personas no reciban daño en el proceso, pues las corrientes asociadas son muy pequeñas. El autor ha visto y sentido en su piel las continuas chispas violetas generadas por el alto voltaje a gran frecuencia, sin consecuencia alguna.  Es un fenómeno muy espectacular.

Al parecer, Kirlian no comprendió lo que sucedía realmente al obtener las fotos.  Pensaba que el contorno borroso que mostraban los objetos (tanto animados como inanimados) era la imagen de cierta ‘aura’ invisible de características sobrenaturales.  Aunque tal interpretación nunca fue reconocida por los científicos soviéticos, a principios de los años 60 la prensa comenzó a presentar a Kirlian como un ‘gran descubridor’. Pseudocientíficos y periodistas de todo el mundo viajaron a la URSS a estudiar el aura y tomar muestras de los ‘campos bioenergéticos’, divulgando todo tipo de falsedades que incluían fotos trucadas.[3]

La ciencia ha demostrado sin lugar a dudas que los resultados de las fotos Kirlian dependen de factores tales como el tipo de película usada, el voltaje aplicado y la resistencia eléctrica de la piel –que se afecta por el sudor y por la presión ejercida sobre la superficie de contacto-.  También influyen la mejor o peor conexión del electrodo a tierra, la humedad del recinto y el tiempo de exposición. Se han registrado hasta 22 diferentes características fisicoquímicas y fotográficas que pueden afectar la aureola.

No obstante, los pseudocientíficos contemporáneos alegan poder detectar un sinnúmero de enfermedades y estados emocionales a partir de las fotos, sin que en realidad exista fundamento para ello. Y los ‘sanadores energéticos’ mencionan las fotos como justificación de la inexistente ‘aura bioenergética’, la mayoría de las veces utilizando un lenguaje tan mágico, anticientífico y enrevesado que más bien recuerda las novelas de Harry Potter, pero narradas por el genial Mario Moreno en su personaje de Cantinflas.

 

[1].  El uso deformado del término ha sido criticado anteriormente en esta misma sección.  Bioenergía es sinónimo de biocombustibles; energía obtenida a partir de productos renovables. (Ver Lat. Am. J. Phys. Educ. Vol. II, No. 2, Mayo 2008, 137-140, www.journal.lapen.org.mx)

[2]. De 15000 a 100000 volt, a frecuencias de 100 kHz o más

[3]. http://www.quackwatch.org/01QuackeryRelatedTopics/kirlian.html