Publicado en Orbe por A. González Arias,

 

 

 

La impostura bioenergética

 

 

   

 

 

Como muchos otros términos, la energía tiene una acepción en la ciencia y otra en lo popular; (¡Uf, me quedé sin energías!). En la ciencia es una magnitud física [1], y posee valores numéricos.  El conocido principio ‘la energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma’ -una manera de expresar la 1ra Ley de la Termodinámica- es el resultado de múltiples experimentos cuantitativos. Los principales resultados sobre la energía acumulados en los últimos 300 años son:

1. Imposibilidad de crear un móvil perpetuo de primera especie; (algo que fuera capaz de entregar energía mecánica sin consumir otro tipo de energía, 1775).

2. Determinación del equivalente mecánico del calor; (Joule, 1840).

3. Conservación de la energía (Mayer, 1842). 

Una de estas energías es la bioenergía, centro actual de múltiples controversias políticas que no analizaremos aquí. Se puede definir como energía renovable proveniente de fuentes biológicas.  Es un sinónimo de biocombustibles (combustibles renovables).  La energía proveniente del petróleo, un combustible fósil, no es bioenergía.

Son comunes los congresos internacionales de bioenergía, y existen al menos cuatro revistas científicas dedicadas al tema (ver figura).

Para medir la bioenergía se usa el calorímetro de bomba. Con su auxilio se puede determinar el calor evolucionado al quemar las sustancias en una atmósfera de oxígeno puro (calor de combustión).  A partir de ese valor se calcula el contenido energético de la sustancia en cuestión.

Se conoce que la energía proporcionada por cualquier sustancia será siempre el mismo entre un estado inicial dado y otro final, cualquiera sea el proceso intermedio que tenga lugar.  Así, se obtiene exactamente la misma cantidad de energía cuando la sustancia se quema en un horno que cuando se usa como alimento. En el primer caso sólo se obtiene calor; en el segundo calor + trabajo muscular.   Los valores bioenergéticos promedio de las sustancias biológicas son bien conocidos; hidratos de carbono 17 kilojoule/gramo, proteínas 17.5 y grasas 39.

La bioenergética es el estudio de cómo las reacciones químicas a nivel celular proporcionan trabajo muscular y calor. También se sabe que sólo un 20% de la energía almacenada en los alimentos se aprovecha como trabajo; el resto genera calor en el organismo.

 

La impostora

En algunos medios, el término bioenergía (y bioenergética) se usa para designar ‘algo’ pobremente definido, sin valores numéricos y que no puede ser una energía, pues nadie ha demostrado que cumpla el principio de conservación.  Ni siquiera se ha comprobado que exista. No obstante, sus partidarios consideran que esta ilusoria ‘bioenergía’ es capaz de influir en la conducta humana. Aun más, aunque sólo existe en su imaginación, alegan saber controlarla o ‘canalizarla’ para sanar a las personas.

Se utiliza así una impostura para aparentar veracidad en lo que nunca ha sido demostrado. 

Se atribuye su introducción al médico y psicoterapeuta Alexander Lowen, quien publicó varios libros sobre el tema –ajenos por completo al consenso científico universal sobre la energía- y fundó un ‘Instituto Internacional de Análisis Bioenergético’ en 1956. Durante casi 20 años Lowen fue alumno de Wilhem Reich, que previamente había introducido la muy parecida y también ficticia energía ‘Orgone’. Reich murió en prisión condenado por fraude, al violar la prohibición de comercializar ‘acumuladores orgone’, que según él eran capaces de revitalizar el organismo y, entre otros beneficios, incrementar la potencia sexual (orgone viene de orgasm –orgasmo-).  En la prisión se le diagnosticó   “Paranoia manifestada en delirios de grandeza y persecución...” (sic).[2]

Sin embargo, de forma parecida a como ocurre en ciertas sectas, las prédicas ‘novedosas’ de algún ‘profeta’ (en este caso Reich o Lowen, o ambos) se aceptan como verdades absolutas, y se repiten hasta la saciedad, como si así se lograra convertir en ciencia lo que no es más que creencias.

Actualmente tanto en algunas ‘revistas científicas’ médicas, como en diversos medios de comunicación masiva, a veces se menciona la ilusoria bioenergía para intentar justificar terapias no comprobadas de muy dudosa efectividad. Existen incluso ‘clínicas’ internacionales basadas en esa impostura (ver, por ej., www.clinicabioenergetica.com).

Desafortunadamente para el paciente, la tergiversación de términos científicos para justificar terapias no comprobadas no se considera estafa en lo legal. En lo moral si lo es, y por partida doble, al emplear una ficción para tratar de demostrar otra (un típico modus operandi de la pseudociencia).

 


 

[1] Una magnitud es todo lo que se puede medir con ayuda de algún instrumento.

[2] Einstein y la energía psíquica, accesible en www.fisica.uh.cu/biblioteca/revcubfi/2008/vol25-No.1/RCF-2501-2008-p53.pdf