Condensado de http://www.quackwatch.org/01QuackeryRelatedTopics/Cancer/oxygen.html, publicado el 17 de junio de 2001.  Mas información:  Quackwatch Home Page ||| Special Message for Cancer Patients

 

 

 

Una búsqueda bibliográfica realizada el 8/14/1995 (a partir de 1966) en las bases de datos Medline, Health, AIDSline and Cancerlit proporcionó mas de 100 artículos citando efectos adversos en humanos o animales experimentales causados por el ozono o por los productos de su reacción.  No había referencias de artículos publicados en revistas médicas arbitradas reportando efectos benéficos en el tratamiento de infecciones virales.

  

 

 

 

 

 

 

 

Terapia de oxigenación: 

tratamientos no comprobados para el cáncer y el SIDA

Por Saul Green, Ph.D

 
Más sobre el ozono

 

El Dr. Green (1925-2007), bioquímico, investigó el cáncer durante 23 años en el Memorial Sloan-Kettering Cancer Center. Era profesor consultante en metodología científica y tenía un interés especial en los métodos no comprobados.

 

 

 

La piedra angular de las terapias de oxigeno es la presunción de que las enfermedades, incluyendo el cáncer, están causadas por una deficiencia de oxígeno en los tejidos. Según esta proposición, la hipoxia conduce a una fermentación anaeróbica, a la pérdida de capacidad de eliminación de toxinas otros productos metabólicos mediante la oxidación, y al fracaso de la eliminación autoinmune de bacterias y virus invasores.  Para restauran la habilidad de llevar a cabo estas funciones, los que promocionan la oxigenación proponen el uso de productos químicos que ellos afirman proporcionarán oxigeno a los tejidos y actuarán como germicidas ‘in vivo’. Algunas de estas proposiciones están basados en los conceptos originales de William F. Koch (1885-1962) [1] y Otto Warburg (1883-1970) [2].

 

Historia

 

William Koch ‘inventó’ una “antitoxina cancerígena” que el decía era una mezcla del catalizador glyoxylide (O=C=C=O) con otro producto llamado l:4 parabenzoquinone.  Se administró a pacientes diluido a una millonésima cada seis meses [3] ‘para estimular las respuestas de oxidación del cuerpo y curar el cáncer y... otras enfermedades’.  Nunca reveló el proceso de manufactura del glyoxylide.  Ni siquiera demostró su existencia. Esta molécula fue estudiada posteriormente por diversos químicos ( H. Staudinger en 1913 [4], Berson en 1986 [5]).

D. Sulzle [6] revisó la literatura recientemente y encontró que todos los esfuerzos realizados para preparar, aislar o identificar el compuesto de Koch habían resultado infructuosos.  Aplicando conceptos teóricos físico-químicos llegó a la conclusión de que la sustancia descrita por Koch no podía existir en la naturaleza, llevándolo a la conclusión de que el glyoxylide ‘descubierto’ por Koch en realidad no existe.

O. Warburg sostenía que el problema del cáncer podría resolverse si se lograra identificar alguna diferencia bioquímica entre los sistemas productores de energía de las células normales (crecimiento controlado) y las cancerosas (crecimiento incontrolado).  Sus investigaciones sobre las enzimas que controlan la transferencia de oxígeno en las respiración celular lo condujeron a un premio Nobel en 1931 [7].  Obtuvo un segundo premio Nobel en 1944 por identificar las enzimas que transfieren el hidrógeno en el metabolismo [8]. Sin embargo, sus investigaciones nunca mostraron diferencias entre como usaban el oxígeno las células normales y las cancerosas. La única diferencia que halló fue que las células cancerosas producen lactato a partir de la glucosa en presencia de oxígeno, mientras que en las células sanas esto sólo tiene lugar en ausencia de oxígeno.  Esto le llevó a concluir que el metabolismo energético en las células cancerígenas era defectuoso [9].

Para 1960 la ciencia había ya dilucidado todos las posibles vías y mecanismos de producir energía en las células normales y en las cancerosas, encontrando que no había diferencia alguna [10].

Los promotores actuales de la oxigenación siguen la línea de Koch y Warburg.  Alegan que las toxinas en los alimentos procesados, el medio ambiente y los medicamentos dañan el metabolismo oxidativo de las células normales, que pasan entonces a un metabolismo anaeróbico produciendo un tipo inferior de energía y el cáncer; además predican que otras funciones –como la digestión- también resultan beneficiadas. El peróxido de hidrógeno y el ozono son las sustancias más recomendadas [11-13].

 

Peróxido de hidrógeno (H2O2)

 

Uno de los primeros promotores del peróxido  fue el Padre Richard Willhelm [14].  Se refería al peróxido como “el sistema inmune dado por Dios”.  A partir de un ‘experimento’ exitoso con un conocido en el tratamiento de sus dolores artríticos, adquirió cierta fama y el peróxido se volvió popular para aplicaciones tan diversas como regar flores, desinfectar acuarios, oxigenar el suelo de los jardines,  bañar las mascotas, tratar al ganado y lavar los vegetales [16]. Pero mas a menudo se promovía para tratar las enfermedades, pues según Willhelm “el agua oxigenada alivia el asma, la artritis, la esclerosis múltiple, el enfisema, el cáncer, los resfriados comunes, también herpes, candidiasis, angina, malaria, gingivitis, tumores, lupus, psoriasis, hemorroides... y otras." [l6,17]. Se predicaba la autoprescripción con agua oxigenada, ya bien fuera bebiéndola, o usándola para lavarse los dientes, en enemas, duchas, baños, o para darse masajes en la piel [11,12]. Algunas compañías vendían peróxido de ‘grado nutricional’, adecuado para eliminar la flora dañina en el estómago [18]. Otros habían propuesto agua oxigenada intravenosa como una terapia oxidativa, asegurando que resultaba benéfica para pacientes con problemas vasculares periféricos, cerebrovasculares y cardiovasculares, arritmias, migrañas, enfisema, asma, cáncer, artritis reumatoide, mal de Parkinson, alergias y dolor en general [13,19].

 

Ozono (O3)

 

El ozono es una de los oxidantes naturales mas potentes que se conoce, a causa de los radicales libres altamente reactivos que se generan durante su descomposición.  Estos radicales pueden destruir las sustancias biológicas [20]. Los médicos alemanes comenzaron a usarlo a finales de la década de 1930 en pacientes con heridas e infecciones [20-22]. Se hacía burbujear directamente en la sangre del paciente, o en la sangre tomada del paciente que después se re-introducía, o se podía hacer burbujear en una disolución que después de usaba como enema, o se inyectaba directamente en el recto.  Excepto en los casos que el ozono se usaba como tópico, su efectividad se determinaba exclusivamente por los testimonios del paciente.

Cuando el ozono se introduce en la sangre, reacciona con el agua en los glóbulos rojos produciendo agua oxigenada, y también radicales libres bactericidas que causan daños en la membrana celular [21]. El ozono usado en los tratamientos se prepara creando una chispa eléctrica en una cámara de oxígeno puro [24].  La mezcla final contiene entre 0.l y 5.0% de ozono, equivalentes a l.0 - 50 ppm de ozono.  La vida media del ozono generado es 45 minutos a la temperatura ambiente. Se necesita una exposición de dos horas a 1200 ppm para matar microorganismos en superficies abiertas y en el agua [25]. Las concentraciones recomendadas para tratamientos tópicos o heridas superficiales son 70 - 100 ppm; para úlceras entre 40 y 70 ppm; y cuando se necesitan efectos oxigenantes para tratar enfermedades asociadas a la hipoxia, de l a 40 ppm [26].

El ozono se ha propuesto para tratar el SIDA [24,27-29], pero los alegados beneficios para los pacientes no están confirmados [ 26,30,31].  En 1993 Ed McCabe, un promotor de la terapia con ozono, testimonió las bondades del ozono para tratar el SIDA ante un subcomité senatorial, afirmando que “cientos de pacientes de SIDA han pasado del status sero-positivo al sero-negativo usando el Ozono”[31].  Sin embargo, en la literatura científica.o hay evidencia para esta afirmación.

 

Crítica

 

En 1961 Aisenberg publicó un review donde concluyó que el oxigeno ni previene ni inhibe el crecimiento del cáncer [10].

En condiciones normales, la hemoglobina que deja los pulmones está saturada en un 98% de oxígeno.  El metabolismo de un adulto normal de 60 kg requiere entre 200 y 250 ml de oxígeno por minuto [32]. La cantidad de peróxido que se administra al paciente durante una sesión de “terapia oxidante” proporciona alrededor de 100 ml de oxígeno por día. Este tratamiento no puede hacer contribuciones significativas a los requerimientos de oxígeno celular [33].

La ausencia de actividad bactericida en el peróxido de hidrógeno ha sido confirmada por investigadores independientes [35]. Por ej., no hay acción bactericida cuando se inyecta en la sangre de conejos infectados con E. Coli sin ocasionar efectos colaterales indeseados. El peróxido participa en el proceso bactericida dentro de las células activadas de fagocitos.  Pero cuando escapa de la célula al espacio extra-celular adyacente en los procesos inflamatorios, se convierte en un contribuyente importante en el daño de los tejidos y la sangre.  La presente de concentraciones significativas de peróxido en la sangre es claramente una espada de doble filo, que puede fácilmente causar tanto daño como bien [36].

La introducción de peróxido en sangre arterial es una situación completamente diferente (a introducirlo en sangre venosa).  Un modelo teórico [37] predice que  al introducir peróxido en una sangre ya saturada de oxígeno éste tendrá que ir al plasma necesariamente, donde el proceso de disolución del oxígeno es muy lento, por lo que burbujas no disueltas de oxígeno gaseoso pueden permanecer en la sangre hasta media hora.  El oxigeno gaseoso no disuelto puede originar embolia gaseosa.  Johnson encontró que la embolia gaseosa ocasionó un bloqueo total del flujo sanguíneo en los capilares de conejos [37].

Una infusión continua de peróxido en la sangre que resulte en 0.01 por 100 ml en volumen puede causar embolia gaseosa en las arterias con daño irreversible en los pulmones lo que queda claro de diversos reportes en la literatura médica [19].  Estos incidentes incluyen: embolia gaseosa, necrosis y gangrena a partir de enemas de peróxido o lavados de colon [37-41,]; enfisemas ocasionados por enjuague bucal o gárgaras [42]; y colitis ulcerosa, embolia gaseosa y enfisema a continuación de una irrigación profunda en heridas [43-45]. La ingestión de peróxido ocasiona paros respiratorios, ataques, embolia gaseosa en la circulación portal, shock, y hemólisis aguda [46-48]. Accidentes cerebrovasculares e infartos cerebrales múltiples [49] y embolismo venoso han seguido a la irrigación de fístulas anales y de heridas quirúrgicas [20].  Los artículos publicados por quienes apoyan las técnicas de oxiterapia nunca reportan los incidentes clínicos adversos.

En 1991, Garber et al [53] realizaron los primeros estudios científicos controlados de autohemoterapia para el SIDA, con grupos de control. Los resultados mostraron que la sangre tratada con ozono no tenía diferencia alguna al compararla con los controles. Estos resultados han sido reproducidos y confirmados por otros [54].  Evidencias de la validez del tratamiento no han aparecido [55] [56] [57] [58]. 

Una búsqueda bibliográfica realizada el 8/14/1995 a partir de 1966 en las bases de datos Medline, Health, AIDSline and Cancerlit proporcionó mas de 100 artículos citando efectos adversos en humanos o animales experimentales causados por el ozono o por los productos de su reacción.  No había referencias a artículos publicados en revistas médicas arbitradas reportando efectos benéficos cuando el ozono se utilizaba como tratamiento para infecciones virales.

 

Sumario y conclusiones

 

Los terapeutas del oxígeno proponen que las enfermedades son causadas por la ausencia de oxígeno y la pérdida de la habilidad celular para usar el oxígeno en un metabolismo de “energía buena”, desintoxicación y funcionamiento del sistema inmune.  Las terapias oxidativas se proponen para restaurar la habilidad del cuerpo de producir energía “buena”, “desintoxicar” los venenos metabólicos y eliminar los organismos invasores.  Sin embargo, en las cinco décadas que han pasado a partir de que se propuso este concepto, la ciencia ha demostrado que:

 

1.      El metabolismo energético anaeróbico (fermentación) no es la causa del cáncer.

2.      El glyoxilide de Koch no existe.

3.      La ingestión, infusión o inyección de peróxido de hidrógeno no puede re-oxigenar los tejidos del cuerpo.

4.      La sangre tratada con ozono durante la autohemoterapia no elimina el virus del SIDA en vivo.

 

Referencias

 

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4.       Standinger H, Anthes E. Hypothetical molecule, ethendione. Ber Deutch Chem Ges 46:1426, 1913.

5.       Birney DM, Berson JA. Theoretical calculations on glyoxylide. Tetrahedron 42:1561, 1986.

6.       Sulzle D, Weiske T, Schwarz H. Experiments aimed at generating he long sought after glyoxilide by neutralization-reionization mass spectromtry. Int J. Mass Specctroscopy and Ion Processes 125:75, 1993.

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