4. Textos y Comentarios
4.1 Lectura y Resumen: El “Compendio del Tratado de la Naturaleza Humana”
Con la publicación de este escrito, Hume pretende lograr una mayor divulgación
de las ideas contenidas en el “Tratado de la Naturaleza Humana”,
presentándolas de modo más simple y conciso, para que se aprecie
su “singularidad y novedad”. El “Compendio...” resume
lo más significativo del “Tratado...” pero se centra de un
modo especial en la valoración crítica del principio de causalidad,
Hume elige este punto debido a la novedad que representa y porque lo considera
un ejemplo de la “audacia” de su filosofía.
El contenido del “Compendio...”, resumen de la filosofía de
Hume, es en síntesis el siguiente. :
(1-6) Hume considera que es necesario construir una ciencia del hombre que
logre la misma precisión que la conseguida en el tratamiento de la naturaleza
(Newton). Esta ciencia de la naturaleza humana ha de “llegar a aquellos
pocos principios simples de lo que todo el resto depende”. Este es el propósito
que anima -según confiesa- su investigación: “hacer la anatomía
de la naturaleza humana de una manera metódica, y no sacar conclusión
alguna sino allí donde le autorice la experiencia” La necesidad
de esta ciencia se justifica debido a que “casi todas las ciencias están
comprendidas en ella y son dependientes de ella”. Consiste en una investigación
sobre el conocimiento y una investigación sobre la moral y la política.
En el p.4 Hume afirma con satisfación haber concluido la investigación
en lo que se refiere al primero de estos ámbitos, el del conocimiento,
que aquí viene reseñado bajo el término “lógica”.
Lo que Hume entiende por lógica (“la ciencia que tiene como fin
la explicación de los principios y operaciones de nuestra facultad de
razonar y la naturaleza de nuestras ideas”) es lo que nosotros denominamos“teoría
del conocimiento”. En lo que se refiere a la moral y a la política,
cree haber puesto los fundamentos para un ulterior desarrollo.
(6-8) A continuación y para mostrar “la explicación de nuestros razonamientos por causa y efecto” como ejemplo de lo que se contiene en el “Tratado...” describe brevemente los elementos básicos del conocimiento humano (impresiones e ideas) y enuncia el “principio de copia”
“todas nuestras ideas, o percepciones débiles, son derivadas de nuestras impresiones, o percepciones fuertes, y nunca podemos pensar en cosa alguna que no hayamos visto fuera de nosotros o sentido en nuestras propias mentes”
A contiuación muestra el uso que tiene
el principio anteriormente aludido: si albergamos la sospecha de que un término
filosófico
se emplea sin significado (como ocurre -según dice- con demasiada frecuencia),
no tenemos más que preguntarnos de qué impresión se deriva
la supuesta idea, y si es imposible asignarle una (impresión), eso servirá para
confirmar nuestra sospecha, es decir, sabremos que el término “carece
absolutamente de significación”
(9-28) Aquí se encuentra el núcleo del “Compendio...”.
En el punto 9 Hume introduce la temática que ha elegido para dar cuenta
del contenido del “Tratado” y presentar los resultados de la “Ciencia
de la Naturaleza Humana” en su investigación sobre el alcance y
la naturaleza de nuestro conocimiento. Esta temática no es otra que el
análisis de la relación de causa-efecto de la que dice que es el
fundamento de todos “nuestros razonamientos referidos a las cuestiones
de hecho”. El análisis del principio de causalidad lo lleva a cabo
a través del ejemplo de las dos bolas de billar, una quieta y otra en
movimiento hacia ella, ejemplo recurrente a lo largo del “Compendio...”.
Señala en primer lugar (p.9) los elementos que intervienen en la relación
causa-efecto:
-contigüidad en el tiempo y en el espacio
-prioridad temporal (anterioridad) de la causa sobre el efecto
-conjunción constante
A continuación y tras determinar que “ninguna inferencia (razonamiento)
de causa a efecto equivale a una demostración” (p.12) ya que en
una demostración lo contrario a lo demostrado es imposible e “implica
contradicción”, concluye que el fundamento de los razonamientos
causales es la experiencia, y, en consecuencia, “la suposición de
que el curso de la naturaleza continuará siendo uniformemente el mismo...concluimos
que causas semejantes, producirán siempre efectos semejantes” (p.14).
En lo que sigue Hume se pregunta en que se basa esta última conclusión
que viene reformulada bajo la forma “el futuro ha de estar en conformidad
con el pasado”, su respuesta es que es únicamente el hábito
o costumbre el fundamento de dicha suposición; de esta manera puede afirmar
que “No es la razón, sino la costumbre, la guía de la vida” (p.17).
El papel que juega la costumbre es decisivo en el análisis de la causalidad,
ya que ella es la causa de nuestra creencia en que “un efecto cualquiera
se sigue de su causa”. En todo este análisis está implícita
la distinción entre dos ámbitos de conocimiento: relaciones de
ideas y cuestiones de hecho; del primero (ámbito de las matemáticas)
es posible obtener un certeza demostrativa, del segundo sólo es posible
obtener probabilidad: en el p. 19 Hume recoge esta distinción:
“Cuando una demostración me convence de una proposición (afirmación) no solamente me hace concebir la proposición, sino que también me hace comprender que es imposible concebir una cosa contraria (hay, pues, certeza)...pero en lo que respecta a una cuestión de hecho, por fuerte que sea la prueba que proporciona la experiencia, puedo siempre concebir lo contrario, aunque no siempre pueda creerlo”
En definitiva, la experiencia nos ofrece tan sólo una conexión
constante entre dos hechos, mas no una conexión necesaria (p.27) “la
experiencia nos muestra solamente objetos -refiréndose al ejemplo de las
bolas que chocan- contiguos, sucesivos y constantemente unidos”. De comprobar
la sucesión constante entre dos hechos a afirmar que entre ellos existe
una conexión necesaria hay un abismo y la experiencia no nos permite ese
salto. La “idea” de una conexión necesaria entre la causa
y el efecto es resultado del hábito o costumbre; acostumbrados a observar
que a ciertos hechos en el pasado les siguen siempre otros hechos, con la imaginación
acabamos por establecer una relación necesaria entre los mismos. Pero
tal inferencia obedece no a una “necesidad lógica”, sino a
una “necesidad psicológica” basada, como ha quedado señalado,
en la costumbre.
De acuerdo con lo anteriormente expuesto, no nos será posible deducir
leyes universales y necesarias en base a los razonamientos que se fundamentan
en la experiencia. El mundo de los hombres no es el de las grandes verdades inmutables
y necesarias, sino el de las meramente probables y cambiantes: “nuestra
experiencia pasada no es siempre uniforme. Unas veces, un efecto se sigue de
una causa; otras es otro: en este caso, siempre creemos que existirá lo
que es más común” (p. 25). Es “razonable” suponer
que las cosas seguirán sucediendo como hasta el momento, aunque no podamos
saberlo con certeza; confiamos y creemos que así será, y esta creencia
-piensa Hume- es suficiente para la vida, además de “tener sobre
la mente un efecto más potente que cualquier ficción o pensamiento” (p.
23)
(p.28-36) Hume advierte al lector que la filosofía contenida en el “Tratado...” es “muy
escéptica” (p. 28) y que en realidad lo que hace es poner de manifiesto
la fragilidad (“las imperfecciones y los límites”) de nuestro
entendimiento. El escepticismo al que se ve abocada la reflexión de Hume
es resultado del análisis crítico del prinicipio de causalidad:
la experiencia es el origen y el límite de nuestro conocimiento de hechos
y ella no puede fundar ningún conocimiento necesario, sino tan sólo
conocimientos probables. Hume espera no obstante, según reconoce en el “Tratado...” que
este escepticismo contribuya a fomentar un espíritu de tolerancia que
acabe con todo tipo de fanatismos, sobre todo los de tipo religioso que son -en
su opinión- especialmente peligrosos.
El escepticismo -en el sentido anteriormente aludido- se extiende a la existencia
de objetos externos (p. 28), a la idea de yo (la mente como sustancia)(p.29),
a la idea de un Ser supremo (p.27). Tiene especial importancia la reflexión
relativa a la idea de “yo” (mente-alma-identidad personal), que en
definitiva se reduce al “fluir” de las percepciones, negándose,
por tanto, la inmortalidad.
En el p. 30 examina la idea de extensión (otro de los pilares del cartesianismo)
concluyendo que deriva de una multiplicidad de impresiones atómicas (simples)
no ulteriormente divisibles, en cuanto que constituyen el minimun indivisible
de nuestra percepción. Presenta un curioso argumento para matemáticos
que pretende refutar la idea de la infinita divisibilidad de la extensión
a partir de una discusión sobre las nociones de igualdad y desigualdad.
En los párrafos 31-35 intenta resumir el contenido del libro II del “Tratado...” que
trata sobre las pasiones. Por pasión Hume entiende “una violenta
y sensible emoción de la mente, producida cuando se presenta un bien o
un mal, o cualquier objeto que por la constitución original de nuestras
facultades sea apropiado para llevarnos a la acción” (Tratado...).
Básicamente las pasiones se asemejan entre sí en que son o bien
agradables o desagradables y surgen en relación con el placer o el dolor:
Pasiones son el deseo y la aversión, la alegría y la tristeza,
la esperanza y el temor, la desesperación y la confianza...orgullo y humildad,
amor y odio, ambición, vanidad, envidia, aprobación y desaprobación
morales...todos estos sentimientos no se someten a la razón y son la guía
de nuestra conducta en la vida.
Finaliza el “Compendio...” otorgándose el mérito de haber “descubierto” los principios de la asociación de ideas: semejanza, contigüidad y causalidad.
4.2 La filosofía de Hume según Kant
“
El punto de partida de Hume es, en esencia, un único aunque importante
concepto metafísico, a saber, la relación de causa a efecto...y
la exigencia de que la razón, que pretende haberlo engendrado en sí misma,
explique con qué derecho piensa que una cosa pueda ser de tal naturaleza
que, una vez dada, se siga de ella necesariamente que otra tenga también
que estar dada, pues no es otra cosa lo que afirma el principio de causalidad.
Probó este autor, de forma irrefutable, que es por completo imposible
para la razón conocer a priori y mediante conceptos una relación
tal, ya que ésta encierra una necesidad; no es posible concebir cómo,
porque una cosa es, otra tenga también que ser, ni tampoco cómo
es posible introducir, a priori, el concepto de esta relación.
Hume concluía que la razón, simple y llanamente, se engaña
a sí misma acerca de esta noción, considerándola falsamente
como algo suyo cuando no es más que un resultado de la imaginación
que, fecundada por la experiencia observada en el pasado, ha reunido ciertas
relaciones bajo la ley de asociación, haciendo pasar la necesidad subjetiva
que de ella se deriva, esto es, un hábito, por una necesidad objetiva
fundamentada en el conocimiento. De ahí concluía que la razón
no posee la facultad de pensar tales relaciones, ni aun en general, porque sus
conceptos no serían sino puras ficciones; y que todas sus pretendidas
nociones a priori no son nada más que experiencias comunes erróneamente
etiquetadas, lo cual viene a decir que en absoluto hay, ni tampoco podría
haber, metafísica.
Ahora bien, por muy precipitada e inexacta que fuera su
conclusión, al
menos se fundamentaba en una investigación, y esta investigaciáon
poseía el mérito de suscitar un problema que no podía ser
pasado por alto y que debía ser resuelto, a ser posible, de modo más
feliz a como el proponía; de ello resultó poco después
una radical reforma de la ciencia.
Pero el destino de todo punto desfavorable de la metafísica quiso que Hume no fuera comprendido. Nadie puede evitar sentir cierto pesar al ver cómo sus adversarios...se alejaron tanto del núcleo del problema. No se trataba de saber si el concepto de causa era exacto, práctico e indispensable para el completo conocimiento de la naturaleza, pues esto es algo que Hume jamás puso en duda. Se trataba más bien de si era concebido por la razón a priori y de si poseía, así, una verdad interna, independiente de cualquier experiencia, y, por tanto, una utilidad más amplia sin estar limitada a los objetos de la experiencia. Era acerca de esto que Hume esperaba comunicación. La cuestión en juego no era otra, en suma, que la del origen de este concepto y no la de su indispensable utilidad...Lo confies o con franqueza: ésta fue la advertencia de David Hume que, ya hace muchos años, interrumpió mi sueño dogmático para, en adelante, dar a mis investigaciones en el campo de la filosofía especulativa una dirección por completo diferente". Inmanuel KANT “Prolegómenos para toda metafísica futura que podrá presentarse como ciencia” (1783)