Psicología industrial,
aplicación de diversas técnicas psicológicas a la selección y adiestramiento de
los trabajadores de una organización empresarial y a la promoción de condiciones
y técnicas de trabajo eficientes, así como a la satisfacción laboral de los
propios trabajadores. Este campo de la psicología aplicada cobró importancia en
Estados Unidos durante la II Guerra Mundial, cuando se hizo necesario reclutar y
formar a los muchos trabajadores que necesitaba la expansión industrial de la
época.
La selección de trabajadores para una tarea concreta consiste esencialmente
en detectar las aptitudes y rasgos de personalidad más idóneos para el puesto y
a partir de ahí (análisis de tarea) seleccionar las pruebas necesarias para
determinar qué candidatos se ajustan mejor a ese perfil idóneo. El desarrollo
de pruebas de esta clase ha sido, durante bastante tiempo, un campo básico de
la investigación psicológica.
Cuando el trabajador está en su puesto y ha sido formado, el principal
objetivo del psicólogo industrial es encontrar el modo en que la tarea concreta
sea acometida con un mínimo de esfuerzo y un máximo de satisfacción individual.
La función del psicólogo, en consecuencia, difiere de la del experto en
eficiencia, que da prioridad al incremento de la productividad.
Las técnicas psicológicas
empleadas para aminorar el esfuerzo necesario para realizar un trabajo
determinado incluyen un detallado estudio de los movimientos requeridos para el
trabajo, el equipamiento usado, y las condiciones en que se realiza. Estas
condiciones incluyen la ventilación, la climatización, la iluminación, la
ausencia de ruidos, y cualquier otra circunstancia que afecte al confort o al
ánimo del trabajador. Tras hacer tal estudio, el psicólogo industrial a menudo
determina que el trabajo en cuestión puede realizarse con menor esfuerzo si se
modifican las rutinas utilizadas en la tarea, se cambia la posición de las
herramientas, o se mejoran las condiciones ambientales.
Los psicólogos industriales
han estudiado también los efectos de la fatiga sobre los trabajadores para
determinar la modalidad de la jornada laboral que genera una mayor productividad.
En algunos casos, tales estudios han demostrado que la producción total de una
tarea puede mejorarse reduciendo el número de horas de trabajo o incrementando
el número de periodos de descanso durante la jornada. Los psicólogos
industriales pueden también sugerir que haya exigencias menos directas para la
mejora general de los resultados del trabajo, como mejorar los canales de
comunicación entre la dirección y los empleados.