1.
INTRODUCCIÓN
Psicología clínica,
ciencia y práctica que consiste en aplicar los hallazgos de la psicología
académica a los problemas clínicos y de salud. La psicología clínica está
relacionada con la aplicación de técnicas psicológicas a un amplio espectro de
problemas, tanto en adultos como en niños, ya sea de forma individual o en
grupo.
2.
HISTORIA
Durante la II Guerra
Mundial surgió un gran interés por las ‘mediciones mentales’ como forma de
seleccionar a los reclutas para el ejército, constituyendo el punto de partida
para desarrollar las matrices progresivas y los tests destinados a medir la
capacidad intelectual. Al mismo tiempo, el psicólogo Hans Jurgen Eysenck,
investigador del Hospital de Urgencias de Mill Hill de Londres, puso en
funcionamiento los primeros proyectos para desarrollar un curso de formación de
psicólogos clínicos. Durante las décadas de 1940 y 1950 los psicólogos clínicos
trabajaron en los grandes hospitales, desarrollando tests psicométricos y
dedicándose a la investigación. Hans Eysenck y otros psicólogos británicos, en
desacuerdo con el rumbo que había tomado la psicología clínica en Estados
Unidos, concedieron una mayor importancia al diagnóstico y a la investigación,
y no a la terapia y el tratamiento, aspectos que los psicólogos estadounidenses
desarrollaron con más profundidad. Ese apego a la tradición empírica sentó las
bases de una fidelidad a la tradición científica de la observación y el análisis
estadístico, que persiste hasta la actualidad.
2.1.
La influencia del conductismo
Hans Eysenck, al promover la
idea de que los psicólogos clínicos debían ser asesores e investigadores,
contribuyó al desarrollo de un proceso que habría de cambiar la profesión con
sus críticas a la psicoterapia tradicional y su defensa de la ciencia y el
tratamiento ‘nuevos’ de la terapia conductista (véase Conductismo),
terapia cuyo objetivo es la modificación de conducta de una persona y no el
análisis de las causas que la provocan, objeto del psicoanálisis.
3.
INVESTIGACIÓN
La psicología clínica es una
disciplina que se fundamenta en la investigación. Los programas de evaluación y
tratamiento que utiliza están basados en teorías psicológicas y han sido probados
en condiciones controladas y con criterios objetivos. Por ejemplo, el tratamiento
conductista-cognitivo de la depresión se ha probado en gran número de
individuos que sufrían síntomas específicos reconocidos como parte de esta
enfermedad. Este tratamiento se compara con otros (tratamientos con drogas y
terapias) y sus resultados son a la vez comparados y evaluados por
investigadores que desconocen qué tipo de tratamiento ha seguido cada paciente
(‘tests ciegos’). Para comprobar la mejoría de los pacientes se incluyen
también métodos objetivos, como los cuestionarios.
Este tipo de ‘test ciego’ no
es la única forma de establecer los efectos de un tratamiento determinado, y
hay casos en los que no es recomendable por razones éticas o prácticas. En
estos casos se recurre a otros métodos tales como los estudios
individualizados, en los que se aplica un tratamiento de forma intermitente y
no continuada. Si un observador ‘ciego’ comprueba que existe una mejoría
durante la aplicación del tratamiento y un deterioro al suspenderlo, es
razonable concluir que el tratamiento resulta efectivo.
4.
EL TRABAJO DE LOS PSICÓLOGOS CLÍNICOS
Los psicólogos clínicos
trabajan con pacientes de todas las edades y abarcan una gran variedad de
disciplinas. También colaboran con gran número de profesionales de la salud
mental, como los psiquiatras (que en la actualidad son médicos especializados
en el tratamiento de enfermedades mentales), geriatras, pediatras y
psicoterapeutas. Algunos psicólogos clínicos se especializan en ramas o
escuelas particulares de psicoterapia.
En primer lugar, colaboran
en el diagnóstico de los pacientes. Por ejemplo, una lesión o una enfermedad
cerebral puede afectar a múltiples capacidades o características de una
persona, aparte de provocarle problemas físicos. El psicólogo clínico, al
utilizar diversos tests psicológicos, como las escalas de memoria e
inteligencia de Wechsler, puede evaluar cuáles son las áreas que presentan
problemas y ayudar a establecer un programa de rehabilitación. Por ejemplo, si
una persona con una lesión cerebral tiene problemas para recordar un dato importante
(como dónde guardar la cafetera o la fecha de una cita), el psicólogo clínico
puede ocuparse de organizar la colocación de etiquetas en los lugares más
importantes de la casa o enseñar a la persona el uso de instrumentos de memoria
artificial como las agendas personales.
En segundo lugar, los
psicólogos clínicos se ocupan de los tratamientos de pacientes con problemas de
diversa índole. Estos tratamientos pueden estar basados en planteamientos
teóricos diversos (por ejemplo, las teorías psicoanalíticas de Sigmund Freud y
otros), aunque suelen recurrir a principios conductistas o
conductistas-cognitivos. Estos principios, que derivan de las teorías del
condicionamiento clásico y del operante, ideadas respectivamente por Ivan
Pávlov y B. F. Skinner, han logrado un gran avance al aumentar el conocimiento
sobre los elementos mentales o cognitivos de los desórdenes psicológicos.
Si una persona sufre una
fobia, como la agorafobia, el psicólogo intentará comprender tanto el
comportamiento como los esquemas mentales del paciente. El psicólogo determinará
la causa por la que el individuo ha desarrollado el temor a salir (por ejemplo,
si ha padecido experiencias desagradables, como la de haber sido atacado, que
le hayan podido originar ansiedad) y tratará de ayudarle a controlar tanto las
sensaciones fisiológicas asociadas con la ansiedad (taquicardia, pánico,
sudor), como los pensamientos negativos asociados con la idea de salir al
exterior (‘si salgo, perderé el conocimiento’).
En tercer lugar, los psicólogos clínicos se dedican a la
investigación, que puede englobar estudios en profundidad sobre la efectividad
de un determinado tratamiento o el estudio de un paciente en concreto.
Finalmente, la mayoría de los psicólogos clínicos se dedican a la enseñanza,
bien sea de médicos o enfermeras, de psicólogos que estén realizando prácticas
clínicas o de otros grupos de personal sanitario.
5.
LA INVESTIGACIÓN Y EL FUTURO
Una de las áreas más prometedoras
dentro de la investigación está relacionada con la aplicación de las técnicas
conductistas-cognitivas en los desórdenes psicóticos. Estos desórdenes, en
especial la esquizofrenia, se han venido tratando principalmente, y hasta hace
muy poco tiempo, con tranquilizantes. Estos fármacos, que han servido de gran
ayuda a un alto porcentaje de pacientes, presentan desventajas, ya que no son
eficaces en tratamientos posteriores a dos semanas y crean dependencia física.
Algunas investigaciones recientes han demostrado que es posible ayudar a los
pacientes a librarse de ciertos síntomas muy molestos, como las alucinaciones,
modificando sus actitudes ante estos síntomas. Por ejemplo, en lugar de
considerar la alucinación como una voz que proviene del exterior, se les
recomienda que intenten ‘clasificarla’ como una parte inaceptable de sí mismos.
Este tratamiento, combinado con algunos fármacos, está demostrando ser de gran
ayuda para muchas personas con serios trastornos mentales.