En la ciudad de Heliópolis se desarrollaron los principales cultos egipcios al sol. En dicha ciudad se creía que se encontraba el
duplicado terrenal del árbol de los cielos llamado Persea.
También en Heliópolis estaba el llamado "sagrado pozo" o "pozo del sol". En el
se creía que el sol se bañaba cada noche y de él se creía que nació en los comienzos del mundo, por lo que se pensaba que el agua
contenida en aquel estanque no era otra cosa que los restos del agua primigenia.