Era la primera hija de Geb y Nut y nació en los pantanos del Delta. Se le asoció y casó con su hermano Osiris, al que ayudó en su obra civilizadora de los hombres. Enseñó a las mujeres a moler el grano, hilar y tejer, instituyó el matrimonio y la familia y enseñó a curar las enfermedades. Fue también símbolo de la fidelidad conyugal, incluso más allá de la muerte, de la abnegación maternal, y se la invocaba como protectora de los niños y de las mujeres. Fue madre de Horus.

Representaba al cielo como esposa y madre del sol y de las estrellas.
Identificada con otras diosas celestes como Hathôr, se representaba a Isis con cuernos de vaca (símbolo del cielo) sobre cabeza humana, encerrando dentro el disco solar. Se la representaba también como una mujer que amamantaba a su hijo, el niño-dios Horus. También se le asociaba con la diosa Nofret diosa del oeste, de la justicia y la verdad, hija del dios Rê, su símbolo era una pluma de avestruz).
También tuvo una constante presencia en los ritos funerarios, porque al lado de su hermana Neftis era una de las diosas custodias de los vasos canopes que contenían los órganos corruptibles de los difuntos.

Su emblema o amuleto fue el nudo o cruz ansada, símbolo de vida, que aparecerá en numerosas inscripciones en los sarcófagos. Este amuleto según el Libro de los Muertos, contenía la sangre de Isis, y se le atribuían grandes virtuges mágicas, lo que explica que fuese labrado en numerosas ocasiones en piedras encarnadas, jaspe o ágata. En esta cruz de Isis pudo inspirarse quiza la cruz romana.
Se consideró a Isis con suficiente poder para castigar o perdonar por lo que se creía que los que conocieran las palabras mágicas, y colocándo en el sarcófago el símbolo de Isis junto con el de Osiris, serían admitidos de inmediato en el cortejo de Horus, se le abrirían las puertas del mundo de los muertos, recibiéndo en seguida su ración de pan en el campo de los bienaventurados igualándose a los dioses que allí moraban.

El origen de su culto es deconocido; pero cuando tomó fuerza fue a partir de la extensión de la leyenda de Osiris. En honor a Isis se levantaron varios templos con sacerdotes a su servicio. En el ceremonial de su culto y como ritos principales figuraban la diaria apertura y cierre de sus templos, las ceremonias de iniciación y dos grandes fiestas anuales en su honor: una en primavera, en la que la nave de Isis era transportada en procesión y arrojada a las aguas del Nilo, y otra en otoño que consitía en una representación teatral del dolor de Isis al saber la muerte de su esposo Osiris.
La devoción por Isis llegó muy lejos de Egipto. Primero fue extendida por los marineros egipcios a las zonas donde viajaban para comerciar. Después, llevada por soldados primero griegos y luego romanos, su culto llegó a las islas del Egeo, las Galias, Hispania, el Rin y el Danubio.
En Roma y Grecia se le dió otro caracter distinto, se le asoció con Demeter y con Zeus y su culto se convirtió en una religión mistérica, con ritos de iniciación, de purificación y ascéticos. En Egipto, su culto conoció la decadencia cuando el país fue invadido por persas, griegos y romanos. La llegada del cristianismo y la renuncia del emperador Constantino a ser faraón-dios-sacerdote acabó con su culto.
Aún así en la liturgia de los primeros cristianos se adoptaron adaptándolos muchos símbolos de los antiguos dioses del país del Nilo. Incluso una tribu Nubia perpetuó el culto a Isis en el viejo templo de Filae, y no fue sino un decreto del emperador Justianiano en el siglo VI, lo que cerró el santuario convirtiéndolo en iglesia y acabando con el culto a Isis.

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