MITOLOGÍA CABALLERESCA



    UTHER PENDRAGÓN


    Hace mucho tiempo, lo que hoy es Inglaterra, Escocia y Gales era llamada Logres por sus habitantes. Eran estos descendientes de razas diversas, y fueron invadidos en el siglo I por los romanos. Los romanos entablaron buenas relaciones con una de las tribus que allí vivían que era de origen celta y se llamaban los Britanos. Por extensión empezaron a conocer a todos los habitantes de aquellas islas como Britanos.

    Muchos de los legionarios romanos que allí fueron eran ya católicos, religión que empezó a difundirse de tal modo que Inglaterra fue cristiana antes que el resto de la Europa septentrional. Se crearon muchos pueblos que alrededor de sus iglesias prosperaron pacíficamente.
    Los romanos se marcharon el año 410 y los pueblos sajones, que eran paganos, empezaron a invadir Inglaterra incendiando, robando, destruyendo iglesias y contraponiendo sus viejos dioses al dios católico. Algunos jefes de tribu britanos intentaron resistir sin que surgiera ningún jefe que los uniera a todos. Hasta que Constantine un señor con ambiciones, consiguió formar un reino cerca de Gales y resistir las invasiones. Tenía tres hijos Constance, Aurelius y Uther.
    Al morir Constantine su primogénito Constance no consiguió subir al trono porque un señor galés llamado Vortiger lo asesinó. La viuda de Constantine tuvo que huir con sus otros dos hijos y Vortiger se coronó rey.

    Vortiger intentó firmar la paz con los sajones e invitó a su caudillo Hengist a un gran festín, en un fuerte situado en Stonehenge. Los caballeros britanos tomaron asiento ante la mesa sin armas como se había acordado, pero los sajones llevaban bajo sus ropas dagas escondidas y a una señal de Hengist, en medio del banquete las sacaron y comenzaron a asesinar a los caballeros britanos. Ninguno sobrevivió salvo Vortiger, que hubo de ceder sus tierras a Hengist y consiguió huir gracias a la ayuda de Merlín.
    Los dos hijos de Constantine que quedaban vivos cuando fueron adultos volvieron. Desembarcaron en Devon con setecientos navíos y Vortiger nada pudo hacer contra ellos. Primero reinó Aurelios pero fue envenenado y sería Uther el que pasára a reinar.

    Uther tenía problemas pues había numerosos señores que no reconocían su autoridad. Uno de estos señores rebeldes era el duque de Cornwall que terminó aceptando un compromiso. Para sellarlo fue invitado al castillo del rey donde acudió acompañado de su esposa Igrain.
    Uther era soltero y se quedó prendado de la belleza de la duquesa Igraín. Aquella misma noche al duque no le gustaron las condiciones de paz que Uther trataba de imponerle y se marchó del castillo del rey. La duquesa Igrain se encaminó a una de las propiedades de ambos, el castillo de Tintagel, mientras el duque iba a defender la fortaleza de Terrabil.
    Uther puso sitio a la fortaleza de Terrabil pero poco a poco una extraña enfermedad empezó a apoderarse de él. LLamo a Merlín para preguntarle la causa y este le dijo que el rey sufría mal de amores por la duquesa Igrain.
    Merlín le vaticinó que la duquesa sería suya y le daría un hijo varón pero la condición que puso para ayudarle a conseguirlo fue que el niño le fuera entregado nada más nacer.

    Merlín le dijo que la duquesa no estaba en la fortaleza de Terrabil sino en la de Tintagel. Uther levantó el sitio del castillo dejando allí sólo una pequeña compañía. El duque trato de salir del castillo en medio de la noche y las fuerzas dejadas allí por Uther se lo impidieron y mataron al duque.
    Estando ya en Tintagel, Uther se enteró de la muerte del duque y trató de firmar la paz con la duquesa Igrain proponiéndola que se casara con él. A la mañana siguiente se casaron y en el plazo natural nació un niño.

    Merlín fue a ver al rey pidiéndole que cumpliera la promesa que le hizo. El rey ordenó que envolvieran al niño en telas de oro y lo entregara a un mendigo que esperaba en la puerta del castillo. El mendigo era Merlín disfrazado que cogió al niño y lo llevó al castillo de sir Héctor, un noble bondadoso y fiel vasallo del rey Uther. Sir Héctor llamó enseguida a un monje que bautizó al niño poniéndole el nombre de Arturo.


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