Luis
César Rivera
Nace en Cayey, Puerto Rico,
en 1949. Realizó estudios de literatura,
pedagogía y comunicación pública en la Universidad de Puerto Rico en Río
Piedras. Residió en Europa durante algún
tiempo. Junto a Rosario Ferré y Olga Nolla fundó la revista Zona
de Carga y descarga, una de las publicaciones fundacionales de la
Generación del Setenta. En la década de
1970 organizó los recitales de “La guagua de la poesía,” los cuales volvieron a
activarse a principios de la década de 1990.
Luis César Rivera ha publicado en las revistas Zona de Carga y Descarga y Alicia
la Roja. Su poesía figura en Poesiaoi: Antología de la sospecha, editada por Joserramón (Che) Melendes
(1978). Tiene a su haber los libros Botones (1973; 2da ed.
2001) y Latas (1978); éste último fue
publicado en Méjico bajo el sello editorial “La máquina de escribir.”
PROYECTO
PARA POESÍA DIDÁCTICA
MODELO AA;
GEOMETRÍA DE UN DESAYUNO
Desafiando
la superficie lisa
que
sostiene mi mano,
la forma
de un ovalado blanco
duro y
caliente, respira;
sometido
al recuerdo
del cuerpo
frágil
que
contuvo su vida
durante
mucho tiempo, reposa;
los
círculos
que se
escapan del patillo
deforman
los cuadros rojos
del
mantel,
y de
repente
roto por
el olvido el cascarón
lo retan
la pimienta,
la sal, el
cuchillo;
pero sólo
por esta vez
un frío
tenedor
ganará la
partida.
BOTONES
Entre los
dos cuerpos de mujer
que se
miran y hablan
se sueña
con los senos endurecidos;
por la
mano que señala
un botón o
un detalle del traje
va
corriendo el deseo
de pasear
por los muslos
las puntas
de los dedos
y el beso:
señal de despedida
es la
invención del coito.
PUERTAS
ABIERTAS EN LA NOCHE
En cada
pueblo puede existir
un lugar
como éste
tal vez
con otras dimensiones
con unas
putas volando
alrededor de
una luz de livor,
pero estas
mariposas
no se
desnudan
cuelgan
sus alas
en los
roperos
y se
dedican a recordar
entre
sábanas y orgasmos
su viejo
oficio de gusanos.
En cada
amor puede existir
una cama
húmeda de semen
y llenarse
de deseos la inocencia
buscando
descubrir una salida
que nos
lleve a un vuelo
a la
locura
y nada ser
alado.
EL
HABITANTE LAS GAVETAS
Acérquense,
los que se
han ido lejos
y enseñaré
el misterio;
manos
llenas las mías
voz que
dice recuerdos,
los que no
puedan
alcanzarme
con sus dedos
que se
agrupen alrededor
del calor
de mi cuerpo
y les diré
el secreto:
yo voy a
abrir la caja
¿quién se
atreve a salir?
CEGUERA
Y descubrí
de pronto
la
camándula pálida
que se
asomó al espejo
blanqueando
en catarata
los ojos
de mi carne
cegando
mis instintos,
y moldeó
mi vida
en un
cuerpo pulido
duramente
brillando.
HOMENAJE
PÚBLICO
Aseguran,
los que la
oyeron cantar
que su voz
era inigualable,
que tenía
el botón de la máquina de lagrimar
en los
boleros,
que eran
arrebatos sus guaguancós
y
guarachas.
Mi tío
dice que la vio chancletear
y miró
disimuladamente
el
nacimiento de sus venas varicosas.
Aseguran
las que la oyeron cantar,
que la
vida
gritaba
por su boca.
ANUNCIO
Los que se
guarda en un cofre
y allí se
queda sin importar el tiempo
por
saberse protegido aunque lo cubra el polvo;
lo que se
dejó en un lugar aparentemente olvidado
pero
siempre al alcance del ojo
de la mano
que pasa y lo acaricia,
son
ejemplos de lo que abandonamos.
Lo que
tenemos cerca lo ataca el llanto,
los
vientos de la injusticia
la costra
de silencio
y la
alegría.
El resto
son cosas que se las come el moho.
OLVIDOS
Antes de
saber de cegueras
vi un hombre enmarcado
que comió
sin camisa
en un
extraño ceremonial
dando
vueltas de la mesa
a la cocina,
con música de vientos
y
floreadas cortinas chocando en las paredes.
Hace de
esto un tiempo
cuando
había que levantar la vista
vigas y
ventanales altos.
Hoy sólo
la luz me lo recuerda.
LAS
MUJERES QUE DUERMEN CON OSOS DE
PELUCHE TIENEN
SUEÑOS MUY BLANDOS
De niña,
para
borrar tus noches
el frío
tu madre
te cubrió
con frisas
de bayeta
de dibujos
de lunas
y
angelitos durmiendo
en las
estrellas,
después se
llenó tu dormir
con
cálidos recuerdos
de los
primeros besos
hasta que fue
invadiéndote
la
frialdad de camas solitarias,
olvidos y
distancias.
Ahora es
toda mi piel
el origen
del calor de tus sueños.
OJALÁ
Recordaría
desde aquí
los
rompevientos
y su flor
amarilla
si no me
doliera
tu tierna
piel en mi adentro;
si en tu
boca no quedara
un fuerte
cariño expresado
con los
signos
con que se
construye
un saludo
o un insulto.
Dormiría
otra vez al sereno
si borrara
de mi mente tu cuerpo.
Página preparada por Alberto Martínez-Márquez