SAN JUAN DE LA CRUZ Y
JOAQUÍN A. PEÑALOSA




De: SAN JUAN DE LA CRUZ


ROMANCE DEL NACIMIENTO

Ya que era llegado el tiempo
en que de nacer había,
así como desposado
de su tálamo salía,

abrazado con su esposa,
que en sus brazos la traía,
al cual la graciosa Madre
en su pesebre ponía,

entre unos animales
que a la sazón allí había,
los hombres decían cantares,
los ángeles melodía,

festejando el desposorio
que entre tales dos había,
pero Dios en el pesebre
allí lloraba y gemía,

que eran joyas que la esposa
al desposorio traía,
y la Madre estaba en pasmo
de que tal trueque veía:

el llanto del hombre en Dios,
y en el hombre la alegría,
lo cual del uno y del otro
tan ajeno ser solía.




DE: JOAQUÍN A. PEÑALOSA


LA PIÑATA DE LOS ÁNGELES

Que se rompa la nuez y se rompa la esfera,
que se rompió el anuncio, la realidad empieza.

Empieza un nuevo día y un nuevo testamento,
que se rompa la nube y llueva su misterio.

Que se rompa el buñuelo en los labios del Niño,
que el pandero se rompa y que se rompa el frío.

Todo en este minuto un cambio se realiza,
todo menos el vientre virginal de María.

Que los ángeles niños rompan ya la piñata,
la que compró Miguel en el puesto, tan cara.

Que se suban al techo a colgarla en la reata,
que venden los ojillos con oscura mascada

y que preste José, por un rato, su vara;
que les den dos, tres vueltas cerca de la piñata

y en un golpe de gritos brinque ya su descarga
de confeti y almendra, de limon y naranja.

Que se rompa la nuez, que se rompa la esfera,
que se rompió el anuncio, la Navidad empieza.




EL BURRITO PIDE LA POSADA

Si pudiera hablar mi lengua, si fuera tan orgulloso,
yo que apenas un burrito, perdido en la milpa, solo…

Hoy me han cargado una carga con un rosal y una rosa:
nunca tuviera mi lomo menos peso y más aroma.

Adelante iba José arreando yuntas de sombras,
atrás ángeles-espejos anticipaban la aurora.

Y arriba sobre mi espalda, luz de luz, rosa de rosa,
Dios escondido en la Virgen, hostia dentro en su custodia.

En la procesión nocturna mis patas eran las andas;
candeleros los maizales y el palio las nubes blancas.

Mi aliento era el incensario; mi hocico carbón en brasa.
Soy su servidor el burro que anduvo nueve jornadas.

Al filo de nieve y luna vengo pidiendo posada,
¿quién me renta una parcela para una Rosa en su Rama?



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