Alberti

El mar.La mar.
Dime que si
Mi lira
Al color.
A la acuarela.
Lo que dejé por ti.

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El mar. La mar.

El mar. La mar.
El mar.¡Sólo la mar!
¿Por qué me trajiste, padre,
a la ciudad?
¿Por qué me desenterraste
del mar?
En sueños, la marejada
me tira del corazón.
Se lo quisiera llevar.
Padre, ¿por qué me trajiste
acá?

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Dime que sí.

Dime que sí,
compañera,
marinera,
dime que sí.

Dime que he de ver la mar,
que en la mar he de quererte;
compañera,
dime que sí.

Dime que he de ser el viento,
que en el viento he de quererte;
marinera,
dime que sí.

Dime que sí,
compañera,
dime,
dime que sí.

Del barco que yo tuviera,
serías tú la costurera.

Las jarcias, de seda fina;
de fina holanda, la vela.

- ¿Y el hilo, marinerito?
- Un cabello de tus trenzas.

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Mi lira.

Cuando no tengas, mi lira,
lecho donde descansar,
mira, aquí tienes la mar
alegre, fresquita y buena,
mi lira.

¡Sábana azul, con embozo
de espumas blancas y amenas;
mira, almohadas de arena
alegre, fresquita y buena,
mi lira!

- ¿Y quién me desnudará
al pie del agua zafira?
- La reina de las sirenas
y el hijo del rey del mar,
mi lira.

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Al color.

A ti, sonoro, puro, quieto, blando,
incalculable al mar de la paleta,
por quien la neta luz, la sombra neta
en su transmutación pasan soñando.

A ti, por quien la vida combinando
color y color busca ser concreta;
metamorfosis de la forma, meta
del paisaje tranquilo o caminando.

A tí, armónica lengua, cielo abierto,
descompasado dios, orden, concierto,
raudo relieve, lisa investidura.

Los posibles en ti nunca se acaban.
Las materias sin términos te alaban.
A ti, gloria y pasión de la Pintura.

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A la acuarela

A ti, límpida, inmácula, expandida,
jubilosa, mojada, transparente.
Para el papel, su abrevadora frente
agua primaveral, lluvia florida.

A ti, instántanea rosa sumergida,
líquido espejo de mirar corriente.
Para el pincel, su cabellera ardiente,
fresca y mitigadora luz bebida.

A ti, ninfa de acequias y atanores,
alivio de la sed de los colores,
alma ligera, cuerpo de premura.

Llorada de tus ojos, corres, creces,
feliz te agotas, cantas, amaneces.
A ti, río hacia el mas de la Pintura.

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Lo que dejé por ti.

Dejé por ti mis bosques, mi perdida
arboleda, mis perros desvelados,
mis capitales años desterrados
hasta casi en invierno de la vida.

Dejé un temblor, dejé una sacudida,
un resplandor de fuegos no apagados,
dejé mi sombra en los desesperados
ojos sangrantes de la despedida.

Dejé palomas tristes junto a un río,
caballos sobre el sol de las arenas,
dejé de oler la mar, dejé de verte.

Dejé por ti todo lo que era mío,

dame tú, Roma, a cambio de mis penas,
tanto como dejé para tenerte.

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