CON FUNDAMENTO

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Boletín electrónico de reflexión e información Pastoral. Año II  .027 - 8/Oct/05
Responsable de la selección informativa y de los comentarios: P.Omar Franca
              

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Custodia que se expone -CON EL SANTÌSIMO- todos los viernes

 a las 18.15 en la Parroquia de la Fundación.

 

CONTENIDO DE ESTE BOLETIN


1.LA EDUCACION DE LOS HIJOS Y EL PATERNALISMO "LIGHT"

2. MIENTRAS ALGUNAS PARROQUIAS CIERRAN LAS PUERTAS DURANTE EL DIA,  OTROS LLEVAN LAS IGLESIAS A LA GENTE

 3. MUSICA EVANGELIZADORA JUVENIL A RITMO DE POP

 

4. VOLVAMOS AL DIOS DEL AMOR

  

8. NOTICIAS DE LA FUNDACION 

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Misas en la Fundación: todos los días a las 18.30 incluyendo domingos. No tenga miedo al barrio, que el problema puede surgir recién después de la medianoche 


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1. LA EDUCACION DE LOS HIJOS Y EL PATERNALISMO "LIGHT"

El autoritarismo es tan pernicioso como la ausencia de autoridad: hay situaciones en las que los padres deben saber decir: ¡No! Y que ese ¡no! sea innegociable, firme.. Los padres deben tener la autoridad de establecer con firmeza que algo no está bien. Y no ceder en esas cosas importantes. Eso hace al padre relevante a los ojos del hijo. Los padres se pasan hoy de demócratas...

 

Conocí a Andrea Fiorenza hace un par de años, y me deslumbró su sutileza en el trato de los conflictos de la psique humana. Se ha especializado, encima, en el enmarañado cosmos de la familia, en los problemas de los hijos. Los resuelve de modo que parece mágico, pero no lo es: aplica los principios de la terapia breve estratégica. Es breve porque resuelve los problemas en un corto plazo de tiempo, en pocas sesiones; es estratégica porque los aborda promoviendo cambios colaterales, aparentemente lejanos al problema central... Pero un pequeño cambio desencadena otros.

-De los hijos, ¿qué es lo que más preocupa hoy a los padres?
-Su rendimiento escolar y sus compañías.

-Lo mismo que siempre ha preocupado, ¿no?
-No: antes los padres no estaban tan pendientes de sus hijos. ¡Ahora están volcados en ellos!

-¿Qué ha causado tal cambio?
-Un cambio radical de organización social: antes era más jerárquica, piramidal, y por eso había mayor distancia emocional entre padres e hijos. En la generación anterior a la suya y a la mía, los hijos se dirigían a los padres de usted. Pero hoy la organización social es menos jerárquica, es más horizontal, democrática.
Hay mayor proximidad emocional y, por eso, menor solidez de los papeles de padre y de hijo. La confusión de papeles causa disfunciones: el padre actúa casi como amigo del hijo, los hijos actúan casi como padres de sus padres. Los hijos aconsejan a sus padres cómo vestirse, y los padres obedecen. O los hijos deciden las vacaciones estivales de toda la familia.

-Porque hay diálogo: bien, ¿no?
-Si sólo hay diálogo... no basta para que todo funcione bien. Falta autoridad. Si todo es relativo y dialogable, el hijo pierde puntos sólidos de referencia, queda sin guía, y eso le genera ansiedad. Es inevitable. La autoridad es necesaria.

-¿No exagera?
-No. El autoritarismo es tan pernicioso como la ausencia de autoridad: hay situaciones en las que los padres deben saber decir: ¡No! Y que ese ¡no! sea innegociable, firme, dogma. Los padres deben tener la autoridad de imponer que algo no está bien. Y no ceder en esas cosas importantes. Eso hace al padre relevante a los ojos del hijo. Los padres se pasan hoy de demócratas. Tanta democracia familiar crea disfunciones conductuales. Yo imparto mil horas de terapia al año desde ya hace veinte. Y
cada día veo más problemas derivados de padres demasiado volcados en sus hijos... y todo porque quieren que sean perfectos. Veo casos de padres que piden cambios de horario laboral en su empresa para estar en casa y hacer los deberes escolares con sus hijos. ¡Eso no es ayudarles! Hacen los deberes con sus hijos. O sea, los hacen ellos, los padres. Cuando vienen esos padres a mi consulta, les pregunto: ¿Qué, cómo te ha ido este mes? ¿Te han aprobado o te han suspendido? ¿A qué universidad irás con tu hijo? El problema es que los padres no aceptan la idea de que su hijo pueda ir mal en la escuela. E intervienen ellos. Y, al intervenir, desincentivan a su niño: el chaval se acomoda a eso, no desarrolla su capacidad de iniciativa, de reacción ante las dificultades, de capacidad de esfuerzo... ¡Un desastre!

-Tengo hijos pequeños. ¿Cómo debo actuar para no acabar así?
-Sin sustituir al niño. Si lo hace, sólo conseguirá anularle. El principio general en el trato con sus hijos debería ser este:
Obsérvalo sin intervenir, ten paciencia, dale tiempo, espera a que él solito halle las soluciones a los problemas. Pero sin decirle: Sé responsable. Eso es antinatural. Sólo déle tiempo para que sea él quien, llegado el caso, le pida ayuda. Si actúas antes, usurpas su ánimo, su voluntad. La buena intención de los padres suele perjudicar a los hijos. Quieren fomentar su autoestima, y se obsesionan demasiado: a ver, todos tenemos mayor grado de autoestima en unos aspectos y menor en otros, ¿no? ¡Pues tranquilos!

-Sus terapias deben ser muy solicitadas en escuelas.
-Si en clase un profesor pregunta: ¿Quién sabe en qué año se descubrió América?, unos levantarán la mano y otros no. Creo que es mejor decirles: Escribid todos en un papelito el año del descubrimiento de América. Cuando lo han hecho, el profesor dice 1492: el que lo ha puesto bien, confirmará que lo sabía, y el que lo puso mal, constatará su error, y lo recordará.

-Eso en clase. Pero, ¿y en casa?
-Dígale al niño: Te concedo media hora para los deberes, o para estudiar, ¡y sólo media hora! De 19 a 19,30 horas, por ejemplo. Con despertador: cuando se cumpla el tiempo, se acabó. Fin. Los límites dan valor a lo que sucede dentro de ellos.

-¿Ha tratado algún caso real así? ¿con éxito?
-Cierto chico tenía dificultades de atención. Dedicaba dos horas cada tarde al estudio, con muy pocos frutos. Le ordené: ¡Sólo media hora de estudio, con aviso de un despertador! Luego, nada de estudiar: eres libre. Rendía más en esa media hora que antes en dos horas. Poco después, me rogaba que le ampliase un poco el plazo de tiempo.

-Cuénteme algún caso que haya atendido recientemente.
-El de un niño de nueve años que tartamudeaba: su padre lo llevaba a los mejores especialistas de toda Italia... y el niño empeoraba. Dictaminé que dejasen de llevarlo a especialistas y de someterlo a ejercicios. Porque la atención de los padres, el sentirse tan observado por ellos, lo bloqueaba más y más. ¡No le digáis nada sobre eso!, les ordené. Y ahí empezó la mejoría del niño. Hay una historia que ilustra este caso: un ciempiés caminaba sin problemas hasta que una oruga le dijo: ¡Es increíble cómo caminas tan bien sin tropezarte, con tantos pies! El ciempiés comenzó a prestar atención a sus pies y a querer controlarlos ¡y tropezó! Eso le pasaba a ese niño. Lo que fue sólo un pequeño problema al principio se trató mal... y acabó convirtiéndose en tartamudez. Si intentas controlar el lenguaje, se bloquea... Luego establecí sólo 15 minutos al día de ejercicios controlados. El resto del tiempo, nada.

-Lo malo de los hijos es que no obedecen...
-Porque se les ordena mal. Hay que tener claros los objetivos. Los padres son muy confusos en sus objetivos: quieren que sus hijos se porten bien y estén contentos. ¡Qué objetivos tan difusos! Le aconsejo tres objetivos claros, capitales. Uno: que el niño cumpla sus obligaciones (asearse, ir a la escuela...); dos: que respete a los padres (no insultarlos ni ofenderlos), y tres: que colabore en la comunidad familiar (a servir la mesa, a hacer camas... Que se sienta parte del grupo, con sus derechos y obligaciones). Basta con tener claro esto. Los padres quieren que los hijos hagan a gusto todo, incluso cosas que disgustan, y eso es imposible. A nadie le gusta hacer ciertas cosas. ¡Pero hay que hacerlas! Atravesar dificultades estimula al niño, lo ayuda a crecer bien. ¡Ojalá su hijo tenga alguna dificultad cada día! Y, si no, póngale usted una diariamente.

-Usted titula su libro: Niños y adolescentes difíciles. ¿Qué es ser difícil?
-Explico que es una etiqueta que se les pone: no existen niños o adolescentes difíciles, malos, enfermos... Sólo disfunciones relacionales. Al querer curar o controlar al niño difícil, el problema inicial empeora. Y disfunciones leves se convierten en poco tiempo en problemas complicados.

-¿Qué hacer cuando surge ese problema sencillo?
-Yo localizo en qué punto se ha bloqueado la relación familiar, e introduzco ahí un
pequeño cambio de comportamiento. Este pequeño cambio relacional desencadenará una cadena de cambios que hará que el conflicto se disuelva solo.

-Un ejemplo.
-Luca era un niño que cada mañana lloraba al ir al colegio, con las consiguientes escenas de separación dramática ante la puerta de la escuela. La madre, ya por la noche, le preguntaba por sus miedos, le daba ánimos. El padre, por la mañana, en el coche, intentaba ya tranquilizarlo, le prestaba mucha atención... Les ordené esto:
Debéis empezar a actuar como si vuestro niño no llorase ya por las mañanas, como si todo fuese bien. Y les dije que, por la mañana, en casa, le dijesen al niño: Querido Luca, para ti quejarte es muy importante, y por eso te pedimos que lo hagas ahora, durante 15 minutos. Estaremos aquí callados, escuchándote. Por favor, empieza a quejarte. El niño respondió que no tenía ganas de quejarse, que quería jugar, y al llegar al colegio se fue corriendo él solo escaleras arriba. Sólo introduje un pequeño cambio relacional padres-hijo. Cuando luego pregunté a los padres: ¿Qué deberiáis hacer ahora para estropear este logro? lo tuvieron muy claro: Volver a prestarle a Luca todas las atenciones y a tranquilizarlo como antes, a comportarnos con él como si fuese a tener miedo de separarse de nosotros. Lo entendieron. Caso resuelto.
http://www.solidaridad.net/vernoticia.asp?noticia=2457http://www.solidaridad.net/vernoticia.asp?noticia=2457

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2. MIENTRAS ALGUNAS PARROQUIAS CIERRAN LAS PUERTAS

 

DURANTE EL DIA,  OTROS LLEVAN LAS IGLESIAS A LA GENTE 

La iglesia más pequeña del mundo, sobre ruedas

La razón. (Bs. As) Son iglesias, pero carecen de los tradicionales muros de piedra, de campanarios y de altar. Su «fachada» es de color naranja chillón y en su interior caben únicamente dos personas. Estos particulares templos no sólo son los más pequeños del mundo, sino que además tienen la particularidad de disponer de cuatro ruedas y llegar a cualquier lugar que se propongan sus conductores. En realidad nacieron como coches utilitarios, pero un grupo de cristianos comprometidos ha decidido transformarlos en vehículos de sus creencias.
La iniciativa ProChrist decidió «echar a rodar» este original proyecto el pasado mes de mayo. Desde entonces, 70 automóviles «Smart» recorren los grandes núcleos de población de Alemania, Austria y Suiza. Varios centenares de voluntarios se han ofrecido a pilotarlos bajo el lema «Si la gente no va a la iglesia, la iglesia tendrá que acercarse a ella».
Estos cristianos quieren demostrar que la religión no debe estar alejada de la vida cotidiana y por ello visitan colegios, residencias de ancianos, oficinas de empleo, mercados y plazas. Organizan eucaristías al aire libre y entablan conversaciones con los transeúntes. Quieren recuperar el papel de iglesia como refugio y por ello ofrecen, por ejemplo, cobijo cuando llueve o se ofrecen a llevar a casa los transeúntes.
   
En el garaje de una discoteca. Las experiencias son por lo general positivas, incluso cuando escogen lugares y horas poco habituales para las conversaciones religiosas. En la ciudad de Braunschweig, uno de los conductores decidió instalarse una noche en el aparcamiento de una de las discotecas más frecuentadas por la juventud local. Y allí encontró a personas dispuestas a hablar durante horas acerca de lo divino y de lo humano. La gente no siempre está de acuerdo con el mensaje que transmiten los miembros de ProChrist, pero ellos aseguran que su objetivo no es convencer a nadie. En los meses de verano, los «Smarts» se acercaron a las tradicionales verbenas populares y también a la isla de Sylt, en el Mar del Norte, uno de los destinos de vacaciones más frecuentados por los alemanes.
También el lugar de trabajo es idóneo para reflexionar acerca de Dios, según creen los miembros de ProChrist, y por ello visitan fábricas y oficinas. Algunos de los pilotos han tenido originales ocurrencias contra el estrés y la agitada vida diaria, que deja poco tiempo para reflexiones trascendentales. Ofrecen «misas de tres minutos» para los más atareados. «Una vez dentro, la mayoría siempre decide tomarse algo más de tiempo», aseguran.
Los pequeños «Smart» no parecen querer detenerse ante nada, ni siquiera cuando el objetivo está bajo tierra. La pasada semana, uno de los diminutos templos se adentró en una de las galerías subterráneas de la cuenca del Ruhr, una zona de tradición minera al oeste de Alemania afectada por el desempleo y los recortes de subvenciones al sector. El coche descendió más de mil metros hasta el interior del pozo de Auguste Victoria, en la localidad de Haltern.
A bordo viajaba uno de los responsables de ProChrist, Raimund Utsch, quien conoce bien la situación después de trabajar durante años como ingeniero de minas. Allí le esperaban decenas de trabajadores enfundados en sus cascos y poco acostumbrados a las visitas.
El proyecto concluirá el próximo mes de marzo en la ciudad de Múnich después de cuarenta semanas sobre ruedas. ProChrist organizará allí en esas fechas otro sorprendente acontecimiento. El estadio olímpico de la capital bávara será escenario de un encuentro ecuménico bajo el título de «Dudar y asombrarse». La celebración será transmitida vía satélite a toda Europa, según anuncian sus organizadores.

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3. MUSICA EVANGELIZADORA JUVENIL A RITMO DE POP

«Raindown», nueva evangelización a ritmo de pop

Entrevista con los miembros del grupo musical de inesperado éxito en Gran Bretaña

ROMA, jueves, 21 abril 2005 (ZENIT.org).- Por primera vez un grupo musical inspirado en música cristiana se coloca entre los primeros lugares de las clasificaciones de ventas británicas.

Se trata de «Raindown», banda compuesta por Frank Robinson (22 años) y Tim Ritchie (20 años), cuyo inesperado éxito es «Crucifying You» («Crucificándote»). Algunos canales de televisión, como la CNN o la RAI, han transmitido el videoclip de la canción como un tributo a Juan Pablo II.

De hecho, como explican a Zenit, Frank y Tim, ambos ingleses, cuyo productor es Shineout, dedicaron la canción a este Papa que ha inspirado su creatividad.

--¿Se consideran artistas de la nueva evangelización?

--Frank: Sería ggenial el que, al escuchar las letras de nuestras canciones, la gente se acercara a la fe, pero no somos un grupo de música cristiana.

Somos un grupo normal que habla de la vida, como lo haría cualquier otro grupo. Ahora bien, dado que somos católicos, nuestras canciones están destinadas a reflejar nuestra fe.

--Tim: Si bien nno nos hemos considerado nunca como un grupo cristiano, en el nuevo sentido del término, hemos respondido al llamamiento de Juan Pablo II a utilizar el arte, y en particular la música, para expresar nuestra fe y extender un mensaje positivo para el mundo a través de los medios de comunicación.

--Sus canciones, ¿son expresión de fe?

--Frank: Como deecía, nuestras composiciones hablan de nuestra vida o del mundo tal y como lo vemos, de manera que nuestras composiciones reflejarán la realidad, desde una salida de noche hasta asuntos de fe y moral.

--Tim: Como crisstianos y como artistas, es prácticamente inevitable el que nuestra música exprese nuestra fe.

Muchos autores se inspiran en lo que han experimentado. Dado que Dios es una de nuestras experiencias más importantes, se convierte en uno de los argumentos más comunes de nuestras composiciones.

--Ustedes han dicho que Juan Pablo II --le llaman «JPII»-- les ha inspirado continuamente con su sufrimiento y su amor por la gente. ¿Cómo han percibido esto?

--Frank: Este asspecto de la persona de JPII me inspira, pues muchas de nuestras canciones hablan de esperanza en la vida y de no tener miedo a amar.

--Tim: Tuvo una gran influencia para que se tomaran algunas buenas decisiones políticas a causa de su inmensa influencia, incluso en el mundo no católico.

Me impresionó su valentía, su fuerza, su amor y su fe que mantuvo incluso en momentos de gran sufrimiento. Nunca desfalleció su esperanza.

Me parece sorprendente el que alguien de la Iglesia católica sea capaz de hacer la diferencia por el resto del mundo.

--¿Qué sintieron al ver que varios canales de televisión dedicaron la canción «Crucifying You» como un homenaje al Papa pocas horas después de su muerte?

--Frank: Sentí eel enorme privilegio de poder ofrecer un tributo a un hombre tan grande.

--Tim: Sentía quue se lo debíamos, por haber llevado a los jóvenes a la Iglesia católica con su convicción y entrega, y por el aliento que ofreció a los músicos. Creo que él estará muy contento de ver que utilizamos nuestras capacidades en este sentido.

--¿Se esperaban todo este éxito? ¿No creen que hay alguien en el cielo que les está ayudando? ¿Quizá Juan Pablo II?

--Frank: Casi nuunca ves cuando Dios te ayuda, pues lo hace con naturalidad, pero espero que estemos haciendo algo que vale la pena.  [Es posible ver el videoclip de «Crucifying You» en la página web http://www.xt3.com/xt3tv]
ZS05042111 Código: ZS05061101

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4.VOLVAMOS AL DIOS DEL AMOR

Cardenal Joachim Meisner  Arzobispo de Colonia  (Alemania)
MENSAJE A LOS JOVENES DE LA JORNADA MUNDIAL DE ALEMANIA 2005

Hace unas décadas me crucé con un hombre inteligente pero completamente incrédulo. Este hombre me confesó abiertamente y con toda sinceridad que lo que no entendía de mí a quien también atribuía cierta capacidad intelectual era cómo podía creer en Dios. Intenté entonces que obtuviera acceso a su propio Yo haciéndole dos preguntas. Mi primera pregunta fue: “¿Quieres ser malo? ¿Tan malo que los demás digan que no vales un centavo y que eres más malo que el demonio?”. Me respondió que por nada del mundo quisiera ser así. Insistí: “Pero todo efecto tiene una causa. Y si tú no quieres ser malo, ¿cuál es el motivo de que no lo quieras ser?” Me respondió que nunca se lo había cuestionado y que tampoco me podía explicar porqué era así. Y a su vez me preguntó si acaso yo lo sabía. Le respondí: “Yo sí lo sé”. Y cuando me preguntó si estaba dispuesto a compartir con él mis conocimientos afirmé: “¡Por supuesto que sí! El caso es que no somos ejemplares originales, no somos prototipos, sino reproducciones. Nuestro modelo es Dios mismo. Nosotros somos su imagen. Y como Dios siendo mi modelo es el bien más valioso, yo como su reflejo no puedo querer ser malo. Aun cuando a veces lo sea. Es como en el caso de una vela puesta de cabeza. La llama no se pone de cabeza. Sigue ardiendo y brillando hacia arriba. Como quiera que gire o le dé la vuelta a la vela, la llama nunca arderá hacia abajo, sino siempre hacia arriba. Lo mismo ocurre con los seres humanos: El ser humano no puede querer ser malo, incluso siéndolo a veces, porque su imagen original, su núcleo más profundo es la imagen de Dios. Y este Dios es el bien supremo. Y si a veces no somos buenos y nos sorprenden haciendo algo malo, en nuestro interior se rebela la imagen de Dios que hemos manchado. Y esto se refleja corporalmente, porque empezamos a sudar o nos ponemos rojos. Como mi Yo más profundo como reflejo de Dios continúa teniendo el modelo original como referencia, y este Dios es el bien supremo, no puedo querer ser malo. Para ello me tendría que arrancar la propia piel”.

Y mi segunda pregunta fue muy similar: “¿Quieres que nadie te quiera?” A esta pregunta contestó el ateo: “Eso sería el infierno”. Precisamente ésta es la definición teológica de lo que es el infierno. ¿Pero cómo es que un ateo sin instrucción en la fe ni educación religiosa conoce la naturaleza del infierno? ¿Cuál es, pues, la causa del efecto en la vida de toda persona de no querer ser una persona? – La causa reside en el hecho de que somos la imagen de Dios, porque Dios como un modelo de mí mismo, como mi arquetipo, es el amor en persona. Quien declara de sí mismo: “Con amor eterno te he amado” (Jer 31:3), no puede querer que el reflejo de sí mismo no sea querido. Esto simplemente no es posible. Tenemos que pasar de la superficie a la profundidad de nuestra vida. Es como en el caso de un río. Los que quieren degustar la calidad del agua del río Rin no deberían hacerlo aquí en la cuenca del Rin, sino que deberá peregrinar río arriba, es decir nadar contra la corriente hacia su nacimiento. Allí se puede saborear el agua del Rin. Pero, como es sabido, los peces muertos sólo nadan con la corriente. Únicamente los peces vivos y sanos pueden nadar contra la corriente.

Tenemos
que volver al origen, a nuestro modelo, a Dios que es el amor. ¿A quién encuentro en el origen de mi vida? A Dios, al Dios vivo, Creador de miles de millones de vías lácteas. Dice a su pueblo Israel: “Con amor eterno te he amado: por eso he reservado gracia para ti”. ¡Esto no vale solamente para el pueblo de Israel, sino también para mí personalmente! Y una y otra vez, el pueblo de Israel no puede creer que Dios lo ame precisamente a él, que tradicionalmente tiene más enemigos que miembros, tal y como hoy en día el pueblo de Dios. En muchas ocasiones ha tenido más enemigos que amigos. Y Dios ha elegido a este pueblo y dice: "Solamente quiero a ti”. En el fondo, Dios quiere únicamente el amor. Esto también queda bien plasmado en el Evangelio de San Juan: continuando la Creación a través de la palabra, es la palabra, es decir Jesucristo, que se hace hombre. La palabra se hace carne y, como palabra hecha carne, pone su morada entre nosotros, los hombres, para amarnos en persona y de forma palpable.

Los Padres de la Iglesia tenían aún el valor de decir: “Dios es la palabra eterna, se hace hombre para que el hombre sea como Dios”. La Creación es grandeza, belleza y verdad. Y el amor es cariño que ha cobrado vida. ¿Cuánto cariño necesita un niño para hacerse adulto? Y ahora nos damos cuenta de que el amor de Dios va más allá de todos los conceptos. No puede expresarse en medidas, como el Universo no puede expresarse en cifras. El secreto de todo es el amor tal y como Dios lo define. En Juan 21, Jesús pregunta a Pedro: “¿Me amas?“ Y Pedro responde: “Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero, aunque yo soy el que te ha negado, que no tenía la fuerza de mantenerme firme y seguirte fiel a la hora de la tentación”. El amor de Pedro seguía inquebrantado. Esto es muy importante. Jesús acepta el amor de este discípulo infiel de igual forma que el amor de la pecadora María Magdalena. El amor del discípulo hacia Jesús es un amor pobre, pero es un amor que a pesar de la infidelidad puede volver a brotar y busca su sentido, su lugar y su origen. Y Jesús acepta este amor. Por ello, este solo “Tu” es mutuo y se llama amor.
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CON FUNDAMENTO 

             DESDE LA FUNDACION

Boletín electrónico de reflexión e información Pastoral    Año II  --    30 abril 2005-    No. 020        

 Responsable de la selección informativa y de los comentarios:   P.Omar Franca

 

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CONTENIDO DE ESTE BOLETIN: 

 

1. EXTRAORDINARIA HOMILIA DEL PAPA BENEDICTO, EL DIA DE SU ASUNCION SOLEMNE

 

 

2. ¡ESCRIBA A BENEDICTO XVI!

3. ASI PIENSA BENEDICTO XVI

 

6. NUEVE PRIMEROS 8 s: NOVENA A LA DESATANUDOS

 

¡VENGA A LA MISA DIARIA DE LA FUNDACION  Y ENCONTRARA UNA CELEBRACION    INTIMA, FRATERNA, AMIGABLE,  ESPIRITUAL, MODERNA. SE LLEVARÁ PAZ,  ILUMINACION, FUERZA!  

todos los dias a las 18.30 incluyendo los domingos

  

1. EXTRAORDINARIA HOMILIA DEL SANTO PADRE AL ASUMIR 

Homilía de Benedicto XVI en la misa de inicio oficial de su pontificado

«¡No tengáis miedo de Cristo! Él no quita nada, y lo da todo»

CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 24 abril 2005 (ZENIT.org).- Publicamos la homilía pronunciada por el Papa Benedicto XVI este domingo en la misa que celebró con motivo del inicio oficial de su ministerio como obispo de Roma, en la plaza de San Pedro del Vaticano.

Señor cardenales,
venerables hermanos en el episcopado y en el sacerdocio,
distinguidas autoridades y miembros del Cuerpo diplomático,
queridos hermanos y hermanas:

Por tres veces nos ha acompañado en estos días tan intensos el canto de las letanías de los santos: durante los funerales de nuestro Santo Padre Juan Pablo II; con ocasión de la entrada de los cardenales en cónclave, y también hoy, cuando las hemos cantado de nuevo con la invocación: «Tu illum adiuva», asiste al nuevo sucesor de San Pedro. He oído este canto orante cada vez de un modo completamente singular, como un gran consuelo. ¡Cómo nos hemos sentido abandonados tras el fallecimiento de Juan Pablo II! El Papa que durante 26 años ha sido nuestro pastor y guía en el camino a través de nuestros tiempos. Él cruzó el umbral hacia la otra vida, entrando en el misterio de Dios. Pero no dio este paso en solitario. Quien cree, nunca está solo; no lo está en la vida ni tampoco en la muerte. En aquellos momentos hemos podido invocar a los santos de todos los siglos, sus amigos, sus hermanos en la fe, sabiendo que serían el cortejo viviente que lo acompañaría en el más allá, hasta la gloria de Dios. Nosotros sabíamos que allí se esperaba su llegada. Ahora sabemos que él está entre los suyos y se encuentra realmente en su casa. Hemos sido consolados de nuevo realizando la solemne entrada en cónclave para elegir al que Dios había escogido. ¿Cómo podíamos reconocer su nombre? ¿Cómo 115 Obispos, procedentes de todas las culturas y países, podían encontrar a quien Dios quería otorgar la misión de atar y desatar? Una vez más, lo sabíamos; sabíamos que no estamos solos, que estamos rodeados, guiados y conducidos por los amigos de Dios. Y ahora, en este momento, yo, débil siervo de Dios, he de asumir este cometido inaudito, que supera realmente toda capacidad humana. ¿Cómo puedo hacerlo? ¿Cómo seré capaz de llevarlo a cabo? Todos vosotros, queridos amigos, acabáis de invocar a toda la muchedumbre de los santos, representada por algunos de los grandes nombres de la historia que Dios teje con los hombres. De este modo, también en mí se reaviva esta conciencia: no estoy solo. No tengo que llevar yo solo lo que, en realidad, nunca podría soportar yo solo. La muchedumbre de los santos de Dios me protege, me sostiene y me conduce. Y me acompañan, queridos amigos, vuestra indulgencia, vuestro amor, vuestra fe y vuestra esperanza. En efecto, a la comunidad de los santos no pertenecen sólo las grandes figuras que nos han precedido y cuyos nombres conocemos. Todo nosotros somos la comunidad de los santos; nosotros, bautizados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; nosotros, que vivimos del don de la carne y la sangre de Cristo, por medio del cual quiere transformarnos y hacernos semejantes a sí mismo. Sí, la Iglesia está viva; ésta es la maravillosa experiencia de estos días. Precisamente en los tristes días de la enfermedad y la muerte del Papa, algo se ha manifestado de modo maravilloso ante nuestros ojos: que la Iglesia está viva. Y la Iglesia es joven. Ella lleva en sí misma el futuro del mundo y, por tanto, indica también a cada uno de nosotros la vía hacia el futuro. La Iglesia está viva y nosotros lo vemos: experimentamos la alegría que el Resucitado ha prometido a los suyos. La Iglesia está viva; está viva porque Cristo está vivo, porque él ha resucitado verdaderamente. En el dolor que aparecía en el rostro del Santo Padre en los días de Pascua, hemos contemplado el misterio de la pasión de Cristo y tocado al mismo tiempo sus heridas. Pero en todos estos días también hemos podido tocar, en un sentido profundo, al Resucitado. Hemos podido experimentar la alegría que él ha prometido, después de un breve tiempo de oscuridad, como fruto de su resurrección.

La Iglesia está viva: de este modo os saludo con gran gozo y gratitud a todos vosotros que estáis aquí reunidos, venerables hermanos cardenales y obispos, queridos sacerdotes, diáconos, agentes de pastoral y catequistas. Os saludo a vosotros, religiosos y religiosas, testigos de la presencia transfigurante de Dios. Os saludo a vosotros, fieles laicos, inmersos en el gran campo de la construcción del Reino de Dios que se expande en el mundo, en cualquier manifestación de la vida. El saludo se llena de afecto al dirigirlo también a todos los que, renacidos en el sacramento del Bautismo, aún no están en plena comunión con nosotros; y a vosotros, hermanos del pueblo hebreo, al que estamos estrechamente unidos por un gran patrimonio espiritual común, que hunde sus raíces en las irrevocables promesas de Dios. Pienso, en fin --casi como una onda que se expande-- en todos los hombres de nuestro tiempo, creyente y no creyentes.

¡Queridos amigos! En este momento no necesito presentar un programa de gobierno. Algún rasgo de lo que considero mi tarea, lo he podido exponer ya en mi mensaje del miércoles, 20 de abril; no faltarán otras ocasiones para hacerlo. Mi verdadero programa de gobierno es no hacer mi voluntad, no seguir mis propias ideas, sino ponerme, junto con toda la Iglesia, a la escucha de la palabra y de la voluntad del Señor y dejarme conducir por Él, de tal modo que sea él mismo quien conduzca a la Iglesia en esta hora de nuestra historia. En lugar de exponer un programa, desearía más bien intentar comentar simplemente los dos signos con los que se representa litúrgicamente el inicio del Ministerio Petrino; ambos signos reflejan también exactamente lo que se ha proclamado en las lecturas de hoy.

El primer signo es el palio, tejido de lana pura, que se me pone sobre los hombros. Este signo antiquísimo, que los obispos de Roma llevan desde el siglo IV, puede ser considerado como una imagen del yugo de Cristo, que el obispo de esta ciudad, el siervo de los siervos de Dios, toma sobre sus hombros. El yugo de Dios es la voluntad de Dios que nosotros acogemos. Y esta voluntad no es un peso exterior, que nos oprime y nos priva de la libertad. Conocer lo que Dios quiere, conocer cuál es el camino de la vida, era la alegría de Israel, su gran privilegio. Ésta es también nuestra alegría: la voluntad de Dios, en vez de alejarnos de nuestra propia identidad, nos purifica --quizás a veces de manera dolorosa-- y nos hace volver de este modo a nosotros mismos. Y así, no servimos solamente Él, sino también a la salvación de todo el mundo, de toda la historia. En realidad, el simbolismo del Palio es más concreto aún: la lana de cordero representa la oveja perdida, enferma o débil, que el pastor lleva a cuestas para conducirla a las aguas de la vida. La parábola de la oveja perdida, que el pastor busca en el desierto, fue para los Padres de la Iglesia una imagen del misterio de Cristo y de la Iglesia. La humanidad --todos nosotros-- es la oveja descarriada en el desierto que ya no puede encontrar la senda. El Hijo de Dios no consiente que ocurra esto; no puede abandonar la humanidad a una situación tan miserable. Se alza en pie, abandona la gloria del cielo, para ir en busca de la oveja e ir tras ella, incluso hasta la cruz. La pone sobre sus hombros, carga con nuestra humanidad, nos lleva a nosotros mismos, pues Él es el buen pastor, que ofrece su vida por las ovejas. El Palio indica en primer lugar que Cristo nos lleva a todos nosotros. Pero, al mismo tiempo, nos invita a llevarnos unos a otros. Se convierte así en el símbolo de la misión del pastor del que hablan la segunda lectura y el Evangelio de hoy. La santa inquietud de Cristo ha de animar al pastor: no es indiferente para él que muchas personas vaguen por el desierto. Y hay muchas formas de desierto: el desierto de la pobreza, el desierto del hambre y de la sed; el desierto del abandono, de la soledad, del amor quebrantado. Existe también el desierto de la oscuridad de Dios, del vacío de las almas que ya no tienen conciencia de la dignidad y del rumbo del hombre. Los desiertos exteriores se multiplican en el mundo, porque se han extendido los desiertos interiores. Por eso, los tesoros de la tierra ya no están al servicio del cultivo del jardín de Dios, en el que todos puedan vivir, sino subyugados al poder de la explotación y la destrucción. La Iglesia en su conjunto, así como sus Pastores, han de ponerse en camino como Cristo para rescatar a los hombres del desierto y conducirlos al lugar de la vida, hacia la amistad con el Hijo de Dios, hacia Aquél que nos da la vida, y la vida en plenitud. El símbolo del cordero tiene todavía otro aspecto. Era costumbre en el antiguo Oriente que los reyes se llamaran a sí mismos pastores de su pueblo. Era una imagen de su poder, una imagen cínica: para ellos, los pueblos eran como ovejas de las que el pastor podía disponer a su agrado. Por el contrario, el pastor de todos los hombres, el Dios vivo, se ha hecho él mismo cordero, se ha puesto de la parte de los corderos, de los que son pisoteados y sacrificados. Precisamente así se revela Él como el verdadero pastor: «Yo soy el buen pastor [...]. Yo doy mi vida por las ovejas», dice Jesús de sí mismo (Juan 10, 14s.). No es el poder lo que redime, sino el amor. Éste es el distintivo de Dios: Él mismo es amor. ¡Cuántas veces desearíamos que Dios se mostrara más fuerte! Que actuara duramente, derrotara el mal y creara un mundo mejor. Todas las ideologías del poder se justifican así, justifican la destrucción de lo que se opondría al progreso y a la liberación de la humanidad. Nosotros sufrimos por la paciencia de Dios. Y, no obstante, todos necesitamos su paciencia. El Dios, que se ha hecho cordero, nos dice que el mundo se salva por el Crucificado y no por los crucificadores. El mundo es redimido por la paciencia de Dios y destruido por la impaciencia de los hombres.

Una de las características fundamentales del pastor debe ser amar a los hombres que le han sido confiados, tal como ama Cristo, a cuyo servicio está. «Apacienta mis ovejas», dice Cristo a Pedro, y también a mí, en este momento. Apacentar quiere decir amar, y amar quiere decir también estar dispuestos a sufrir. Amar significa dar el verdadero bien a las ovejas, el alimento de la verdad de Dios, de la palabra de Dios; el alimento de su presencia, que él nos da en el Santísimo Sacramento. Queridos amigos, en este momento sólo puedo decir: rogad por mí, para que aprenda a amar cada vez más al Señor. Rogad por mí, para que aprenda a querer cada vez más a su rebaño, a vosotros, a la Santa Iglesia, a cada uno de vosotros, tanto personal como comunitariamente. Rogad por mí, para que, por miedo, no huya ante los lobos. Roguemos unos por otros para que sea el Señor quien nos lleve y nosotros aprendamos a llevarnos unos a otros.

El segundo signo con el cual la liturgia de hoy representa el comienzo del Ministerio Petrino es la entrega del anillo del pescador. La llamada de Pedro a ser pastor, que hemos oído en el Evangelio, viene después de la narración de una pesca abundante; después de una noche en la que echaron las redes sin éxito, los discípulos vieron en la orilla al Señor resucitado. Él les manda volver a pescar otra vez, y he aquí que la red se llena tanto que no tenían fuerzas para sacarla; había 153 peces grandes y, «aunque eran tantos, no se rompió la red» (Juan 21, 11). Este relato al final del camino terrenal de Jesús con sus discípulos, se corresponde con uno del principio: tampoco entonces los discípulos habían pescado nada durante toda la noche; también entonces Jesús invitó a Simón a remar mar adentro. Y Simón, que todavía no se llamaba Pedro, dio aquella admirable respuesta: «Maestro, por tu palabra echaré las redes». Se le confió entonces la misión: «No temas, desde ahora serás pescador de hombres» (Lucas 5, 1.11). También hoy se dice a la Iglesia y a los sucesores de los apóstoles que se adentren en el mar de la historia y echen las redes, para conquistar a los hombres para el Evangelio, para Dios, para Cristo, para la vida verdadera. Los Padres han dedicado también un comentario muy particular a esta tarea singular. Dicen así: para el pez, creado para vivir en el agua, resulta mortal sacarlo del mar. Se le priva de su elemento vital para convertirlo en alimento del hombre. Pero en la misión del pescador de hombres ocurre lo contrario. Los hombres vivimos alienados, en las aguas saladas del sufrimiento y de la muerte; en un mar de oscuridad, sin luz. La red del Evangelio nos rescata de las aguas de la muerte y nos lleva al resplandor de la luz de Dios, en la vida verdadera. Así es, efectivamente: en la misión de pescador de hombres, siguiendo a Cristo, hace falta sacar a los hombres del mar salado por todas las alienaciones y llevarlo a la tierra de la vida, a la luz de Dios. Así es, en verdad: nosotros existimos para enseñar Dios a los hombres. Y únicamente donde se ve a Dios, comienza realmente la vida. Sólo cuando encontramos en Cristo al Dios vivo, conocemos lo que es la vida. No somos el producto casual y sin sentido de la evolución. Cada uno de nosotros es el fruto de un pensamiento de Dios. Cada uno de nosotros es querido, cada uno es amado, cada uno es necesario. Nada hay más hermoso que haber sido alcanzados, sorprendidos, por el Evangelio, por Cristo. Nada más bello que conocerle y comunicar a los otros la amistad con él. La tarea del pastor, del pescador de hombres, puede parecer a veces gravosa. Pero es gozosa y grande, porque en definitiva es un servicio a la alegría, a la alegría de Dios que quiere hacer su entrada en el mundo.

Quisiera ahora destacar todavía una cosa: tanto en la imagen del pastor como en la del pescador, emerge de manera muy explícita la llamada a la unidad. «Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz y habrá un solo rebaño, un solo Pastor» (Juan 10, 16), dice Jesús al final del discurso del buen pastor. Y el relato de los 153 peces grandes termina con la gozosa constatación: «Y aunque eran tantos, no se rompió la red» (Juan 21, 11). ¡Ay de mí, Señor amado! ahora la red se ha roto, quisiéramos decir doloridos. Pero no, ¡no debemos estar tristes! Alegrémonos por tu promesa que no defrauda y hagamos todo lo posible para recorrer el camino hacia la unidad que tú has prometido. Hagamos memoria de ella en la oración al Señor, como mendigos; sí, Señor, acuérdate de lo que prometiste. ¡Haz que seamos un solo pastor y una sola grey! ¡No permitas que se rompa tu red y ayúdanos a ser servidores de la unidad!

En este momento mi recuerdo vuelve al 22 de octubre de 1978, cuando el Papa Juan Pablo II inició su ministerio aquí en la Plaza de San Pedro. Todavía, y continuamente, resuenan en mis oídos sus palabras de entonces: «¡No temáis! ¡Abrid, más todavía, abrid de par en par las puertas a Cristo!». El Papa hablaba a los fuertes, a los poderosos del mundo, los cuales tenían miedo de que Cristo pudiera quitarles algo de su poder, si lo hubieran dejado entrar y hubieran concedido la libertad a la fe. Sí, él ciertamente les habría quitado algo: el dominio de la corrupción, del quebrantamiento del derecho y de la arbitrariedad. Pero no les habría quitado nada de lo que pertenece a la libertad del hombre, a su dignidad, a la edificación de una sociedad justa. Además, el Papa hablaba a todos los hombres, sobre todo a los jóvenes. ¿Acaso no tenemos todos de algún modo miedo – si dejamos entrar a Cristo totalmente dentro de nosotros, si nos abrimos totalmente a él –, miedo de que él pueda quitarnos algo de nuestra vida? ¿Acaso no tenemos miedo de renunciar a algo grande, único, que hace la vida más bella? ¿No corremos el riesgo de encontrarnos luego en la angustia y vernos privados de la libertad? Y todavía el Papa quería decir: ¡no! quien deja entrar a Cristo no pierde nada, nada --absolutamente nada-- de lo que hace la vida libre, bella y grande. ¡No! Sólo con esta amistad se abren las puertas de la vida. Sólo con esta amistad se abren realmente las grandes potencialidades de la condición humana. Sólo con esta amistad experimentamos lo que es bello y lo que nos libera. Así, hoy, yo quisiera, con gran fuerza y gran convicción, a partir de la experiencia de una larga vida personal, decir a todos vosotros, queridos jóvenes: ¡No tengáis miedo de Cristo! Él no quita nada, y lo da todo. Quien se da a él, recibe el ciento por uno. Sí, abrid, abrid de par en par las puertas a Cristo, y encontraréis la verdadera vida. Amén.

2. ¡ESCRIBA A BENEDICTO XVI!

¡¡¡   YO YA LO HICE  !!!  ANÍMESE

 

 

Benedicto XVI ya tiene dirección de correo electrónico

Se le pueden dirigir mensajes a [email protected]

CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 21 abril 2005 (ZENIT.org).- El nuevo Papa Benedicto XVI ya tiene dirección de correo electrónico a la que todas las personas del mundo pueden enviar sus mensajes.

La dirección que acaba de ser anunciada por la Oficina de Internet de la Santa Sede es [email protected].

Benedicto XVI sigue los pasos de su predecesor, Juan Pablo II, quien, por ejemplo, promulgó por Internet, gracias a un ordenador portátil, la exhortación apostólica postsinodal «Iglesia en Oceanía» el 22 de noviembre de 2001.

El Papa Karol Wojtyla también utilizó el correo electrónico, medio de comunicación que se popularizó durante su pontificado, para recibir mensajes de fieles de todo el mundo.

 

3. ASI PIENSA BENEDICTO XVI

El pensamiento del Papa Benedicto XVI, según el cardenal Ratzinger

Encuentro con unos periodistas de la agencia Zenit

CIUDAD DEL VATICANO, martes, 19 abril 2005 (ZENIT.org).- El anuncio de Cristo y su Evangelio en un mundo relativista es para el nuevo Papa Benedicto XVI uno de los desafíos centrales de la Iglesia.

Así lo explicó el cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación vaticana para la Doctrina de la Fe, en este encuentro con periodistas, entre los que se encontraban varios redactores de Zenit, el 30 de noviembre de 2002, que mantuvo en la Universidad Católica San Antonio de Murcia al participar en el Congreso Internacional de Cristología.

Ofrecemos esta larga entrevista en el que se reflejan algunos de los rasgos característicos de quien es considerado como uno de los teólogos más grandes contemporáneos.

--Algunos interpretan en muchas ocasiones el hecho de anunciar a Cristo como una ruptura en el diálogo con las demás religiones ¿Cómo es posible anunciar a Cristo y dialogar al mismo tiempo?

--Cardenal Ratzinger: Diría que hoy realmente se da una dominación del relativismo. Quien nos es relativista parecería que es alguien intolerante. Pensar que se puede comprender la verdad esencial es visto ya como algo intolerante. Pero en realidad esta exclusión de la verdad es un tipo de intolerancia muy grave y reduce las cosas esenciales de la vida humana al subjetivismo. De este modo, en las cosas esenciales ya no tendremos una visión común. Cada uno podría y debería decidir como puede. Perdemos así los fundamentos éticos de nuestra vida común.

Cristo es totalmente diferente a todos los fundadores de otras religiones, y no puede ser reducido a un Buda, o a un Sócrates, o un Confucio. Es realmente el puente entre el cielo y la tierra, la luz de la verdad que se nos ha aparecido. El don de conocer a Jesús no significa que no haya fragmentos importantes de verdad en otras religiones. A la luz de Cristo, podemos instaurar un diálogo fecundo con un punto de referencia en el que podemos ver cómo todos estos fragmentos de verdad contribuyen a una profundización de nuestra propia fe y a una auténtica comunión espiritual de la humanidad.

--¿Qué le diría usted a un joven teólogo? ¿Qué aspectos de la cristología le aconsejaría estudiar?

--Cardenal Ratzinger: Es importante, ante todo, conocer la Sagrada Escritura, el testimonio vivo de los Evangelios, tanto de los sinópticos como del Evangelio de san Juan, para escuchar la auténtica voz. En segundo lugar, son muy importantes los grandes concilios, sobre todo el Concilio de Calcedonia, así como los sucesivos Concilios que aclararon el significado de esa gran fórmula sobre Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre. La novedad de que es realmente es Hijo de Dios, y realmente hombre, no es una apariencia, por el contrario une Dios al hombre. En tercer lugar, le sugiero profundizar en el misterio pascual: conocer este misterio del sufrimiento y de la resurrección del Señor y de este modo conocer qué es la Redención. La novedad de que Dios, en la persona de Jesús, sufre, lleva nuestros sufrimientos, comparte nuestra vida, y de este modo crea el paso a la auténtica vida en la Resurrección. Se trata de todo el problema de la liberación de la vida humana, que hoy está comprendida en el misterio pascual, por una parte se relaciona con la vida concreta de nuestro tiempo y, por otra, se representa en la liturgia. Me parece central precisamente este nexo entre liturgia y vida, ambas fundadas en el misterio pascual.

--¿Qué ha aprendido el cardenal Ratzinger que no supiera ya el teólogo Ratzinger?

--Cardenal Ratzinger: La substancia de mi fe en Cristo ha seguido siendo siempre la misma: conocer a este hombre que es Dios que me conoce, que --como dice san Pablo-- se ha entregado por mí. Está presente para ayudarme y guiarme. Esta substancia ha seguido siendo siempre igual. En el transcurso de mi vida he leído a los Padres de la Iglesia, a los grandes teólogos, así como la teología presente. Cuando yo era joven era determinante en Alemania la teología de Bultmann, la teología existencialista; después fue más determinante la teología de Moltmann, teología de influencia marxista, por así decir. Diría que en el momento actual el diálogo con las demás religiones es el punto más importante: comprender cómo por una parte Cristo es único, y por otra parte cómo responde a todos los demás, que son precursores de Cristo, y que están en diálogo con Cristo.

--¿Qué debe hacer una Universidad católicaa, portadora de la verdad de Cristo, para hacer presente la misión evangelizadora del cristianismo?

--Cardenal Ratzinger: Es importante que en una Universidad católica no se aprenda sólo la preparación para una cierta profesión. Una Universidad es algo más que una escuela profesional, en la que aprendo física, sociología, química.... Es muy importante una buena formación profesional, pero si fuera sólo esto no sería más que un techo de escuelas profesionales diferentes. Una Universidad tiene que tener como fundamento la construcción de una interpretación válida de la existencia humana. A la luz de este fundamento podemos ver el lugar que ocupan cada una de las ciencias, así como nuestra fe cristiana, que debe estar presente a un alto nivel intelectual.

Por este motivo, en la escuela católica tiene que darse una formación fundamental en las cuestiones de la fe y sobre todo un diálogo interdisciplinar entre profesores y estudiantes para que juntos puedan comprender la misión de un intelectual católico en nuestro mundo.

--Ante la búsqueda actual de espiritualidaad, mucha gente recurre a la meditación trascendental. ¿Qué diferencia hay entre la meditación trascendental y la meditación cristiana?

--Cardenal Ratzinger: En pocas palabras, diría que lo esencial de la meditación trascendental es que el hombre se expropia del propio yo, se une con la universal esencia del mundo; por tanto, queda un poco despersonalizado. Por el contrario, en la meditación cristiana no pierdo mi personalidad, entro en una relación personal con la persona de Cristo, entro en relación con el «Tú» de Cristo, y de este modo este «yo» no se pierde, mantiene su identidad y responsabilidad. Al mismo tiempo se abre, entra en una unidad más profunda, que es la unidad del amor que no destruye. Por tanto, diría en pocas palabras, simplificando un poco, que la meditación trascendental es impersonal, y en este sentido «despersonalizante». Mientras que la meditación cristiana es «personalizante» y abre a una unidad profunda que nace del amor y no de la disolución del yo.

--Usted es prefecto para la Congregación ppara la Doctrina de la Fe, lo que antes se llamaba la Inquisición. Mucha gente desconoce los dicasterios vaticanos. Creen que es un lugar de condena. ¿En qué consiste su trabajo?

--Cardenal Ratzinger: Es difícil responder a esto en dos palabras. Tenemos dos secciones principales: una disciplinar y otra doctrina.

La disciplinar tiene que ocuparse de problemas de delitos de sacerdotes, que por desgracia existen en la Iglesia. Ahora tenemos el gran problema de la pederastia, como sabéis. En este caso, debemos sobre todo ayudar a los obispos a encontrar los procedimientos adecuados y somos una especie de tribunal de apelación: si uno se siente tratado injustamente por el obispo, puede recurrir a nosotros.

La otra sección, más conocida, es doctrinal. En este sentido, Pablo VI definió nuestra tarea como «promover» y «defender» la fe. Promover, es decir, ayudar el diálogo en la familia de los teólogos del mundo, seguir este diálogo, y alentar las corrientes positivas, así como ayudar a las tendencias menos positivas a conformarse con las tendencias más positivas. La otra dimensión es defender: en el contexto del mondo de hoy, con su relativismo, con una oposición profunda a la fe de la Iglesia en muchas partes del mundo, con ideología agnóstica, atea, etc., la pérdida de la identidad de la fe tiene lugar con facilidad. Tenemos que ayudar a distinguir auténticas novedades, auténticos progresos, de otros pasos que implican una pérdida de identidad de la fe.

Tenemos a disposición dos instrumentos muy importantes para este trabajo, la Comisión Teológica Internacional, con 30 teólogos propuestos por cinco años a propuesta de los obispos; y la Comisión Bíblica, con 30 exegetas, también ellos propuestos por los obispos. Son foros de discusión para los teólogos para encontrar por así decir un entendimiento internacional incluso entre las diferentes escuelas de teología, y un diálogo con el Magisterio.

Para nosotros es fundamental la colaboración con los obispos. Si es posible, deben resolver los problemas los obispos. Pero con frecuencia se trata de teólogos que tienen fama internacional y, por tanto, el problema supera las posibilidades de un obispo, de modo que es llevado a la Congregación. Aquí promovemos el diálogo con estos teólogos para llegar, si es posible, a una solución pacífica. Sólo en poquísimos casos se da una solución negativa.

--Este último año ha sido difícil para loss católicos por el espacio que han tenido en los medios de comunicación los escándalos atribuidos a sacerdotes. Algunos han hablado de campaña contra la Iglesia. Usted, ¿qué piensa?

--Cardenal Ratzinger: También en la Iglesia los sacerdotes son pecadores, pero estoy personalmente convencido de que la permanente presencia de pecados de sacerdotes católicos en la prensa, sobre todo en Estados Unidos, es una campaña construida, pues el porcentaje de estos delitos entre sacerdotes no es más elevado que en otras categorías, o quizá es más bajo. En Estados Unidos vemos continuamente noticias sobre este tema, pero menos del 1% de los sacerdotes son culpables de actos de este tipo. La permanente presencia de estas noticias no corresponde a la objetividad de la información ni a la objetividad estadística de los hechos. Por tanto, se llega a la conclusión de que es querida, manipulada, que se quiere desacreditar a la Iglesia. Es una conclusión muy lógica y fundada.

--Se debate el que en los preámbulos de laa futura Constitución europea aparezca la palabra de Dios y referencias al pasado cristiano de Europa. ¿Piensa usted que puede haber una Europa unida de espaldas a su pasado cristiano?

--Cardenal Ratzinger: Estoy convencido de que Europa no debe ser sólo algo económico, político, sino que tiene necesidad de fundamentos espirituales. Es un hecho histórico que Europa es cristiana, y que ha crecido sobre el fundamento de la fe cristiana, que sigue siendo el fundamento de los valores para este continente, que a su vez ha influido en otros continentes. Me parece indispensable tener un fundamento de valores y, si nos preguntamos cuál es este fundamento, nos damos cuenta que no hay otro fuera de los grandes valores de la fe cristiana, por encima de las confesiones, y por ello para mí es indispensable el que en esta Constitución futura de Europa se hable de los fundamentos cristianos de esta Europa.

No quisiera caer en el error de construir un catolicismo político. La fe no indica inmediatamente recetas políticas, pero indica los fundamentos. Por una parte, la política tiene su autonomía, pero por otra parte no hay una separación total entre política y fe. Existen fundamentos de la fe que crean después un espacio libre para la razón política. Por tanto, la pregunta es qué es lo que pertenece a estos fundamentos para que pueda funcionar la política. ¿Cuáles son los aspectos que deben dejarse libres?

En primer lugar, es fundamental tener una visión moral antropológica y aquí la fe nos da la luz. Para tener esta visión antropológica, que garantiza la libertad de la razón política, ¿es necesaria la persona de Dios? Estoy convencido de que una moral que no conoce a Dios se fragmenta y, por tanto, al menos la gran intuición de que hay un Dios que nos conoce y nos indica la figura del hombre, como imagen de Dios, pertenece a estos fundamentos. Además [citar a Dios] no es un acto de violencia contra nadie, no destruye la libertad de nadie, sino que abre a todos el espacio libre para poder construir una vida realmente humana, moral.

--Hay profesores de seminario del País Vassco que llegan a justificar el terrorismo de ETA o no lo condenan tajantemente. Parece ser que hay conexiones entre estos sacerdotes y la teología de la liberación. Se habla incluso de una Iglesia indígena vasca. ¿Qué decisiones se pueden tomar contra esto?

--Cardenal Ratzinger: En este caso se aplica simplemente lo que la Congregación para la Doctrina de la Fe dijo entre los años 1984 [instrucción «Libertatis nuntius»] y 1986 [instrucción «Libertatis conscientia»] sobre la teología de la liberación. Ciertamente el cristianismo se relaciona con la libertad, pero la verdadera libertad no es una libertad política. La política tiene su autonomía, esto ha sido subrayado sobre todo por el Concilio Vaticano II y no debe ser construida por la fe como tal, debe tener su racionalidad. De la Sagrada Escritura no se pueden deducir recetas políticas y muchos menos justificaciones del terrorismo. Me parece que por lo que se refiere a este caso específico ya está dicho todo en las dos instrucciones de nuestra Congregación para la teología de la liberación. La novedad del mesianismo cristiano consiste en que Cristo no es inmediatamente el mesías político, que realiza la liberación de Israel, como se esperaba. Este era el modelo de Barrabás, que querían alcanzar inmediatamente incluso con el terrorismo la liberación de Israel. Cristo creó otro modelo de liberación, que se ha realizado en la comunidad apostólica, y en la Iglesia tal y como se ha constituido, conformado, y testimoniado en el Nuevo Testamento. Pero, como decía, ya todo está dicho en esas dos instrucciones.

--Si hacemos un balance de la actividad innaudita del Papa Juan Pablo II, ¿cuál será la contribución más importante de este papado? ¿Cómo recordará el cristianismo a este Papa?

--Cardenal Ratzinger: No soy un profeta, por eso no me atrevo a decir qué es lo que dirán en cincuenta años, pero creo que será sumamente importante el hecho de que el Santo Padre haya estado presente en todas las partes de la Iglesia. De este modo, ha creado una experiencia sumamente viva de la catolicidad y de la unidad de la Iglesia. La síntesis entre catolicidad y unidad es una sinfonía, no es uniformidad. Lo dijeron los Padres de la Iglesia. Babilonia era uniformidad, y la técnica crea uniformidad. La fe, como se ve en Pentecostés en donde los apóstoles hablan todos los idiomas, es sinfonía, es pluralidad en la unidad. Esto aparece con gran claridad en el pontificado del Santo Padre con sus visitas pastorales, sus encuentros.

Pienso que algunos documentos serán importantes para siempre: quiero mencionar las encíclicas «Redemtoris missio», la «Veritatis splendor», la «Evangelium vitae» y también «Fides et ratio». Son cuatro documentos que serán realmente monumentos para el futuro.

Por último, me parece que se recordará su apertura a las demás comunidades cristianas, a las demás religiones del mundo, al mundo profano, a las ciencias, al mundo político. En esto, él ha hecho siempre referencia a la fe y a sus valores, pero al mismo tiempo ha mostrado también que la fe es capaz de entrar en diálogo con todos.

--¿Cuál es la aportación de Juan Pablo II al diálogo interreligioso?

--Cardenal Ratzinger: El Santo Padre ve su misión propia como una misión de conciliación en el mundo, una misión de paz. Mientras en el pasado por desgracia se daban guerras de religión, el Santo Padre quiere mostrar que la justa relación entre las religiones no es la guerra, no es la violencia, es el diálogo, y el intento de comprender los elementos de verdad que se dan en las demás religiones. El Santo Padre no pretende relativizar la unicidad de Cristo, que es el Camino, la Verdad, y la Vida, pero quiere mostrar que esta verdad sobre Cristo no puede anunciarse con violencia o con el poder humano, sino sólo con la fuerza de la verdad. Y para eso se requiere un contacto humano de diálogo y de amor, como hicieron los apóstoles en la gran misión de la Iglesia antigua: sin servirse del poder mundano, utilizando la fuerza de convicción. El testimonio del sufrimiento, el testimonio de la caridad y del diálogo convenció al mundo antiguo. El Santo Padre trata simplemente de renovar esta fuerza de diálogo y de amor de los primeros siglos en la relación con las religiones.

--Se ha dicho que es necesario convocar unn nuevo Concilio Vaticano III para que la Iglesia se vaya adaptando a los nuevos tiempos. Usted, ¿qué opina?

--Cardenal Ratzinger: Ante todo, yo diría que es un problema práctico. No hemos realizado suficientemente la herencia del Vaticano II, estamos trabajando todavía para asimilar e interpretar bien esta herencia, pues los procesos vitales requieren tiempo. Una medida técnica se puede aplicar rápidamente, pero la vida tiene caminos mucho más largos. Se requiere tiempo para que crezca un bosque, se requiere tiempo para que crezca un hombre... De este modo, estos caminos espirituales, como el de la asimilación de un Concilio, son caminos de vida, que tienen necesidad de una cierta duración, y que no se pueden recorrer de un día para otro. Por eso creo que no ha llegado el momento de un nuevo Concilio. Este no es el problema primario, pero sería también un problema práctico. En el Vaticano II tuvimos dos mil obispos y era ya sumamente difícil poder tener una reunión de diálogo; ahora tendríamos cuatro mil obispos y creo que habría que inventar técnicas para el diálogo.

Quisiera recordar algo que sucedió en el siglo IV, siglo de grandes concilios. Cuando invitaron diez años después de un concilio a san Gregorio Nazianceno a participar en un nuevo concilio, dijo: «¡No! Yo no voy. Ahora tenemos que seguir trabajando sobre el otro. Tenemos tantos problemas. ¿Para qué queréis convocar inmediatamente otro?». Creo que esta voz algo emotiva nos muestra que se requiere tiempo para asimilar un concilio.

En el tiempo intermedio entre dos grandes concilios, son necesarias sobre todo otras formas de contacto entre los episcopados: los Sínodos en Roma, por ejemplo. Es necesario sin duda mejorar el procedimiento, pues hay demasiados monólogos. Tenemos que encontrar realmente un proceso sinodal, de un camino en común. Después están los sínodos continentales, regionales, etc. El trabajo efectivo de las Conferencias Episcopales. El encuentro de las Conferencias Episcopales con la Santa Sede. Nosotros [en la Curia romana] vemos en el transcurso de cinco años a todos los obispos del mundo. Hemos mejorado mucho estas visitas «ad limina», que antes eran muy formales y que ahora son auténticos encuentros de diálogo. Por tanto, tenemos que mejorar estos instrumentos para tener un permanente diálogo entre todas las partes de la Iglesia y entre todas las partes con la Santa Sede, para llegar a una mejor aplicación del Concilio Vaticano II. Y después veremos...

--¿Cómo mantener la fidelidad a la Iglesia y favorecer la comunión, estando abiertos a que el Espíritu nos lleve hasta la verdad completa. Es decir, ¿cómo es posible no caer en el extremo de rigidez y ruptura?

--Cardenal Ratzinger: Creo que es una cuestión sobre todo de la maduración de la fe personal. Aparentemente fidelidad y apertura parecen excluirse. Pero yo creo que la auténtica fidelidad al Señor Jesús, y a su Iglesia, que es su Cuerpo, es una fidelidad dinámica. La verdad es para todos y todos están creados para llegar al Señor. Sus brazos abiertos en la cruz simbolizan para los Padres de la Iglesia al mismo tiempo la máxima fidelidad --el Señor es clavado en la cruz-- y el abrazo al mundo, para atraer al mundo hacia sí, y dejar espacio a todos. Por tanto, una auténtica fidelidad al Señor participa en el dinamismo de la persona de Cristo, que puede abrirse a los diferentes desafíos de la realidad, del otro, del mundo, etc. Pero al mismo tiempo, encuentra ahí su identidad profunda, que no excluye nada que sea verdadero, sólo excluye la mentira. En la medida en que entramos en comunión con Cristo, en su amor que nos acepta a todos y nos purifica a todos, en la medida en que participamos en la comunión con Cristo, podemos ser fieles y abiertos.

--¿En qué situación se encuentra actualmennte la comunicación ecuménica del concepto de Iglesia? Después de la instrucción «Dominus Iesus» (6 de agosto de 2000) de la Congregación para la Doctrina de la Fe se dieron críticas entre representantes de las Iglesias evangélicas, pues no aceptaron o no entendieron bien declaraciones suyas, pues usted decía que más que Iglesias debían ser consideradas como comunidades cristianas.

--Cardenal Ratzinger: El tema exigiría una discusión larga. En primer lugar, se nos dijo que. si en la «Dominus Iesus», sólo hubiéramos hablado del carácter único de Cristo, toda la cristiandad habría quedado encantada con este documento, todos se hubieran unido en un aplauso a la Congregación. «¿Por qué habéis añadido el problema eclesiológico que ha suscitado críticas?», nos han preguntado.

Sin embargo, era necesario hablar también de la Iglesia, pues Jesús creó este Cuerpo, y Él está presente a través de los siglos a través de su Cuerpo, que es la Iglesia. La Iglesia no es un espíritu que revolotea. Estoy convencido de que [en la «Dominus Iesus»] hemos interpretado de manera totalmente fiel la «Lumen Gentium» del Vaticano II, mientras que en estos últimos treinta años hemos ido atenuando el texto. De hecho, nuestros críticos, nos han dicho que nos hemos quedado en la letra del Concilio, pero que no hemos entendido el Concilio. Al menos reconocen que somos fieles a la letra.

La Iglesia de Cristo no es una utopía ecuménica, no es algo que hacemos nosotros, no sería la Iglesia de Cristo. Por eso estamos convencidos de que la Iglesia es un Cuerpo, no es sólo una idea, pero esto no excluye diferentes modos de una cierta presencia de la Iglesia incluso fuera de la Iglesia católica que son especificados por el Concilio. Me parece evidente que existen, por tanto matices, y es comprensible que esto genere debates dentro de la Iglesia.

--¿Piensa que la Iglesia, especialmente enn el mundo occidental, está preparada para afrontar la descristianización y el vacío de la fe tan grande que hay? O, ¿todavía se da entre los hombres de Iglesia una visión de cristiandad, y no de una Iglesia misionera?

--Cardenal Ratzinger: Creo que en este sentido tenemos mucho que aprender. Nos ocupamos demasiado de nosotros mismos, de las cuestiones estructurales, del celibato, de la ordenación de las mujeres, de los consejos pastorales, de los derechos de estos consejos, de los sínodos... Trabajamos siempre sobre nuestros problemas internos y no nos damos cuenta de que el mundo tiene necesidad de respuestas, no sabe cómo vivir. Esta incapacidad de vivir del mundo se ve en la droga, en el terrorismo, etc. Por tanto, el mundo tiene sed de respuestas, y nosotros nos quedamos en nuestros problemas. Estoy convencido de que si salimos al encuentro de los demás y presentamos a los demás de manera apropiada el Evangelio, se relativizarán y resolverán incluso los problemas internos. Para mí este es un punto fundamental: tenemos que hacer el Evangelio accesible al mundo secularizado de hoy.

--¿Cuál cree que puede ser el punto de parrtida para coordinar el crecimiento del poder técnico y científico de la humanidad con la fe y la moral?

--Cardenal Ratzinger: Es algo que hay que descubrir de nuevo, pues los paradigmas científicos cambian, y de este modo la situación del diálogo entre ciencia y fe se encuentra ante nuevos desafíos. Un instrumento importante, por ejemplo, es la Academia Pontificia de las Ciencias, de la que ahora soy también miembro, y de hecho hace poco he participado por primera vez en una de sus reuniones. Hasta ahora era solamente una asamblea de científicos: físicos, biólogos, etc.; ahora han entrado también filósofos y teólogos. Hemos visto que es difícil el diálogo entre las ciencias y la filosofía y la teología pues son modos totalmente diferentes de afrontar la realidad, con métodos diferentes, etc. Uno de estos académicos --era especialista en la investigación del cerebro humano-- dijo: existen dos mundos inconciliables, por una parte tenemos la ciencia exacta para la cual --en su campo-- no hay libertad, no hay una presencia del espíritu, y por otra parte, me doy cuenta de que soy un hombre y sé que soy libre. Por tanto, según él, son dos mundos diferentes y no tenemos la posibilidad de conciliar estas dos percepciones del mundo. Él mismo reconocía que creía en los dos mundos: en la ciencia que niega la libertad y en su experiencia de hombre libre. Pero de este modo no podemos vivir, sería una esquizofrenia permanente. En esta situación actual de una aguda especialización metodológica por parte de ambas partes, debemos buscar la manera en la que uno descubra la racionalidad del otro y encontrar un auténtico diálogo. Por el momento no existe una fórmula. Por eso es sumamente importante el que se encuentren exponentes de las dos partes del pensamiento humano: las ciencias, y la filosofía y la teología. Así pueden descubrir que ambas son expresiones de la razón auténtica, pero deben comprender que la realidad es una y que el hombre es uno. Por eso es muy importante que, en la Universidades, las facultades no estén una junto a otra, sino que estén en un contacto permanente, en el que aprendemos a pensar con los demás y a encontrar la unidad de la realidad.

3. CUMPLEAÑO DEL PADRE FRANCA

A quienes deseen acompañarme el proximo 8 de mayo, los espero a un té a las 16 hs. Traigan algo para compartir. Después, tenemos la novena de la Desatanudos a las 18 y misa a las 18.30. Después de la misa, puede seguir la pachanga. P.Omar Franca

 

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