EL TRASTORNO DEL TIPO VIGILANTE:
EL TRASTORNO PARANOIDE
Los paranoides esperan lo peor de los dem�s. Son aprensivos, suspicaces, inflexibles, porfiadores y est�n plenamente convencidos de tener siempre la raz�n. Viven en guardia contra un mundo hostil, donde siempre ocurren, o est�n a punto de ocurrirles, cosas malas. (N�tese que este trastorno de la personalidad difiere del trastorno delirante y de la esquizofrenia paranoide).


CRITERIOS PARA EL DIAGN�STICO
El DSM-III-R describe el trastorno paranoide de la personalidad como:

Una tendencia general e injustificada, que comienza a manifestarse a principios de la edad adulta y en una variedad de contextos, a interpretar los actos de las personas como deliberadamente denigrantes o amenazadores, tal como lo indicar�a la presencia de por lo menos CUATRO de los siguientes s�ntomas:

El individuo supone, sin suficientes razones, que los dem�s le traicionar�n o le har�n da�o.

Duda, sin justificaci�n, de la lealtad u honorabilidad de amigos y colegas.

Interpreta comentarios o hechos benignos como si llevaran un significado oculto y amenazante; por ejemplo, supone que el vecino saca temprano la basura s�lo para molestarlo.

Guarda rencores. No olvida nunca un insulto o menosprecio.

Es reacio a hacer confidencias a otras personas por miedo a que dicha informaci�n sea usada luego en su contra.

Tiene tendencia a sentirse ofendido o humillado, y reacciona en seguida con enojo, o bien contraataca.

Pone en tela de juicio, sin motivo, la fidelidad de su c�nyuge o compa�ero sexual.




Todo ello no es debido a ning�n trastorno mental del tipo de la esquizofrenia o del trastorno delirante.

ENEMIGOS
A los hombres y mujeres que padecen este trastorno les consume la desconfianza. Creen que otras personas tienen la intenci�n de hacerles da�o, o por lo menos de defraudarlos. Pueden tener una conducta hostil, porfiada, hipersensible ante el menor desaire, defensiva, beligerante, fr�a, envidiosa, r�gida, discutidora, rasgos todos que le sirven para no tener que acercarse demasiado a los dem�s. No bajan nunca la guardia para no tener que confiar en alguien, por miedo a que la otra persona se aproveche de su debilidad.

Por fuerza, sus relaciones son borrascosas, tanto en el trabajo como en la vida privada. Aunque su inteligencia, a menudo superior, su viveza y ambici�n pueden traerles �xito en el terreno laboral, tambi�n es cierto que tienen problemas con los jefes y los compa�eros de trabajo. La envidia que sienten por las figuras de autoridad se pone de manifiesto en su beligerancia, y a veces en sus intentos por congraciarse y caer bien. En cualquiera de los dos casos, se sienten inc�modos con las personas de mayor rango o jerarqu�a. S�lo pueden mantener una relaci�n con personas a las que no consideran una amenaza.

ES CULPA TUYA
La mayor�a de quienes padecen este trastorno no dejan entrever a nadie sus sentimientos �ntimos. Y cuidan mucho c�mo se muestran ante los dem�s. En consecuencia, cuantos conviven con ellos quiz� no sospechen la magnitud de sus recelos y desconfianzas.

Viven rastreando el mundo que los rodea en busca de confirmaci�n de todas las dudas que les producen las personas. Y siempre encuentran lo que buscan, a menudo porque ellos mismos lo provocan.

El paranoide nunca se equivoca. Las cosas son siempre culpa del otro o de la mala suerte.

El individuo que padece este trastorno suele magnificar la m�s m�nima descortes�a que se tenga con �l y luego demandar al responsable. Muchos paranoides amenazan con iniciar juicios y a menudo lo cumplen.

PROYECTAR LO INACEPTABLE
El hecho de que consideren que nunca se equivocan, que nunca abrigan malas intenciones ni son d�biles, demuestra lo que es su vida interior. Inconscientemente (porque no pueden reconocerlo) se sienten tan mal, indefensos, culpables, d�biles y acosados por tentaciones e impulsos indignos, que se ven en la necesidad de proyectar sobre otras personas todo lo negativo que sienten sobre s� mismos con el fin de proteger su fr�gil autoestima. Detectan hasta los m�s m�nimos puntos d�biles de los otros y luego los desprecian por eso, porque ellos mismos se sienten d�biles. Aunque culpan a los dem�s por hacer imposible que se les tenga confianza, repelen a todo el mundo, quiz� porque interiormente anhelan ser dependientes y tienen miedo de que eso sea su ruina. Deben mantener su autonom�a para poder sobrevivir.

No se atreven a dudar de s� mismos. En cambio, dudan de los dem�s, o creen que los dem�s dudan de ellos.

Al igual que los narcisistas, estas personas son extremadamente egoc�ntricas. La superioridad que sienten, su severa moralidad y su eterno deseo de castigar, unidos a la certeza de que quienes se muestran en desacuerdo con ellos est�n equivocados y la firmeza de sus determinaciones, los vuelven personajes atractivos para ciertos grupos de personas d�biles. Algunos paranoides terminan como jefes de cultos religiosos, agitadores y propagadores del odio, pues proyectan sobre otros el odio que sienten interiormente por s� mismos.
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