ENTREVISTA

Alfonso Azuara

Periodista deportivo

 

Alfonso Azuara Burguete nació en Palomar de Arroyos el 9 de octubre de 1952. Desde 1976 ha trabajado como periodista deportivo en Radio Exterior, Radio Nacional, Televisión Española, Onda Cero, Cadena Ser y COPE, cadena en la que actualmente forma parte del equipo de El Tirachinas.

 

“Nunca me han callado los intereses empresariales”

Azuara hace gala de su independencia tras 27 años de profesión

 

ALICIA ROYO / Teruel

Alfonso Azuara fue homenajeado ayer en el transcurso de la Gala del Deporte Turolense que anualmente organiza la Asociación de la Prensa Deportiva. El veterano periodista agradeció el reconocimiento brindado por sus compañeros de profesión en su tierra.

P. - ¿Se ha sentido querido en su tierra o este reconocimiento llega tarde?

R. - Cuando te lo reconocen, hay que decir “gracias” porque estas cosas no se hacen ni por bueno, ni por sabio, ni por inteligente, ni por famoso, si no por cariño. Y los premios ni se piden ni se rechazan, simplemente se agradecen. Pero lo más importante no es sentirte profeta, sino sentirte querido por haber sido una persona honrada y decente.

- ¿Se considera un pionero del periodismo deportivo radiofónico que aúna humor e información?

- Yo siempre quise que el periodismo tuviese una parte informativa, otra formativa y otra de entretenimiento. Desgraciadamente, antes no se hacía mucho entretenimiento y se hacía mucha truculencia. Y ahora hemos caído en lo contrario, a veces se hace mucha juerga, mucho espectáculo, y poca información. Hubo un periodismo hegemónico que representó durante muchos años José María García. Nunca me gustó ese tipo de periodismo. Me opuse radicalmente.

- ¿Pensó alguna vez en trabajar en otro tipo de periodismo que no fuera deportivo?

- Desde mis inicios como periodista en Radio Exterior, procuraba hacer preguntas incisivas, directas. El responsable de la emisora, Juan Luis Díaz Prats, me preguntó si sería capaz de hacer ese mismo tipo de preguntas a los políticos. Quiso saber que le preguntaría a Alfonso Guerra, que en aquellos momentos había declarado que Televisión Española era una cueva de ladrones. “El nombre de Alí Baba ya lo sabemos, así que le preguntaría quienes son los cuarenta ladrones para ver si aparece el tuyo”, le dije. Entonces, Díaz me pidió que esperara un año y cuando me desfogara volviera al periodismo político. Pero nunca cambié. Esto pone de manifiesto que en política, antes como ahora, prima lo políticamente correcto. Y a mí siempre me ha gustado más la heterodoxia, algo que en el deporte se permite más.

- ¿Cuántas veces ha visto condicionado su trabajo a los intereses empresariales?

- Nunca lo he aceptado, bajo una premisa: “En mi hambre mando yo. Pan y aceite o una mano delante y otra detrás”. Pero la independencia, el día que la pierdes ya es irrecuperable. No he transigido nunca. Creo que los límites del periodista son dos, el Código Penal y el diccionario. Y sin quebrantar esos límites, se pueden decir una cantidad de cosas tremendas. La información tiene que ser veraz y la opinión independiente y libre. Y no hay más.

- Usted es muy amigo de utilizar refranes. ¿Forma parte de su herencia rural?

- La gente se cree que los de pueblo somos tontos. Yo no sé porque todos los listos están en la capital y todos los tontos estamos en los pueblos. El pueblo es sabiduría y es enseñanza y es tradición. Y en los refranes se acumula mucha sabiduría.

- ¿Qué opina de El dardo en la palabra, de Fernando Lázaro Carreter?

- A Lázaro Carreter le gusta mucho el fútbol y creo que hace una gran labor, porque los periodistas deportivos hablamos francamente mal. Decimos unas barbaridades tremendas a pesar de que nuestra herramienta es el lenguaje. “El marcador no se mueve”. ¡Claro! ¿Cómo se va a mover? El marcador está quieto. Lázaro Carreter hace una gran labor y no le hacemos puñetero caso. El dardo en la palabra es una cura de humildad para los periodistas. En todas las redacciones en las que he estado, lo primero que he pedido ha sido el diccionario de la Real Academia. Cuando me he ido de la redacción, he comprobado que estaba impoluto. Nadie lo usa. Nadie tiene dudas. Utilizarlo evitaría que Lázaro Carreter nos diera muchas veces con el dardo en el cogote.

- ¿Cuál es el evento deportivo que más satisfacción personal le ha deparado?

- Para mí, el más importante fue el Campeonato del Mundo de fútbol de Argentina en 1978, aunque España, como siempre, nos diese un fiasco. Pero la gente por lo que me recuerda es por el partido España-Malta que ganamos 12 a 1. Ese partido lo hice con Miguel Muñoz y nunca lo he vuelto a ver. Cuando terminó el encuentro dije: “Si este resultado obedece a criterios deportivos estrictamente habrá que felicitarles”. Al día siguiente se repetía ese partido en Televisión y a todos los que lo hicieron les invitaron menos a mí. No era políticamente correcto decir aquello, pero yo nunca me acabé de creer ese 12-1 a pesar de que la gente destacó la épica y la gloria.

- ¿Son éstos buenos tiempos para el periodismo?

- Es muy lamentable, porque en estos momentos el poder de las empresas cada vez es mayor y la independencia del periodista cada vez va a sufrir más. Va a tener que distinguir muchas veces entre hablar por la boca y la boca del estómago. El oficio está muy complicado y muy difícil, ciertamente. Yo desde que empecé en 1976 hasta ahora he visto que subsistir en esta profesión no es fácil. Es muy duro ser periodista, pero esto es una vocación irrefrenable que ni nuestros padres pueden entender.

 

La anécdota

“Cuando tenía 10 años, ya quise ser periodista. El primer partido de fútbol que yo vi con once años fue con un señor que se llama Tomás Royo que me bajó de Palomar de Arroyos a Castel de Cabra en bicicleta para ver una final Real Madrid-Benfica, que perdió el Madrid por 5-3. Fue la primera vez que veía un partido de fútbol por televisión y me impactó muchísimo. Yo quería hacer periodismo, no tanto deportivo como periodismo. Después aprendí una cosa que nunca olvidaré. La vanidad del periodista, que la solemos tener, termina cuando te encuentras al día siguiente  tu artículo envolviendo un trozo de pescado, en el mejor de los casos”.

            Alfonso Azuara

 

De los “cinco magníficos” a Segunda

Alfonso Azuara empezó a ver fútbol en La Romareda cuando el Real Zaragoza alineaba a los “cinco magníficos” y ganaba copas de Ferias. Por eso, verlo en Segunda División le duele. En opinión del periodista turolense, la nueva gestión de los clubes ha provocado que, en muchas ocasiones, primen los criterios económicos sobre los deportivos. “Con las nuevas sociedades anónimas deportivas, el Zaragoza no es de los socios, sino de Alfonso Solans. El Zaragoza, por historia, tiene que estar más alto de lo que está. Y yo no sé si Solans ha entendido mucho eso o sigue pensando en parámetros de empresa”, aseguró Azuara. “En la fauna directiva, hay animales de toda clase. El fútbol es como el Arca de Noé. Así, comparar a Piterman con Florentino Pérez es como hacerlo entre un huevo y una castaña”, añadió.

 

El fútbol como identidad territorial

El fútbol es, cada vez más, un elemento de identidad territorial. Y así lo reconoce Alfonso Azuara. “Lo que ocurre es que esa identidad no puede convertirse luego en ultrismo ni sectarismo –señaló–. No olvidemos que el fútbol es un juego. Si la gente de buena fe que le gusta el fútbol supiese la realidad de los grandes equipos vería que lo menos importante son 22 tíos en calzoncillos corriendo detrás de un balón. Los intereses son tran grandes que tú vas al palco del Santiago Bernabéu y ves que allí no se habla de fútbol; se habla de vida social, empresarial, económica y política. Pero por otro lado es una magia irrefrenable”, dijo.

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