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Abstract
This article makes the proposal of considering the psychotherapeuitc
text, produced in dyadic encounters as a “sample” of an infinite number
of unrealized textual possibilities, which may be unkown and unknowable
but have a presence and exert an influence upon people’s behavior. The
task of inventing those texts is one akin to a pragmatic reconstruction
which seeks to recover the “texture” of enunciative acts. The thesis is
advances that in that endeavour tha creation of objects of discourse incorporates
the reflextive phase of objectifying communication, thus creating a continuum
between discovering, inventing and using discursive objects in the psychological
domain. Research, understood as disciplinary renewal, acquires the status
of modifying and constituting force of the reality it evokes.
Este artículo propone considerar el texto psicoterapéutico producido en encuentros diádicos como una “muestra” de un conjunto infinito de posibilidades textuales no realizadas, tal vez incognoscibles, que tienen presencia y ejercen efectos sobre el comportamiento. La tarea de inventar esos textos es una de reconstrucción pragmática que busca recuperar la textura de los actos de enunciación discursiva. Se propone la tesis de que en esa tarea la creación de objetos del discurso incorpora la fase reflexiva de la comunicación objetivante, lo cual establece un continuo entre descubrir, inventar y aplicar objetos del discurso psicológico. La investigación, entendida como renovación disciplinaria, podría adquirir así el estatuto de constituyente de la realidad que convoca.
El inconsciente podría ser aquel
texto que influye sobre nuestra vida, del cual nos gustaría saber
más, y que sin embargo tal vez nunca conoceremos. Aunque algunas
teorías le reconocen eficacia causal, es paradójico que su
conocimiento permita influir sobre el comportamiento.
En 1943, un naturalista que volvía
de Malasia tras una expedición de captura de mariposas planteó
al famoso profesor Fisher la pregunta, aparentemente necia: “cuantas clases
de mariposas me han quedado sin descubrir ?”
La pregunta por las verdades ocultas
en una población (universo) y la estimación de lo desconocido
por procedimientos de captura y recaptura puede usarse en problemas diversos.
Van desde el número de tanques de un ejército enemigo hasta
la cantidad de prostitutas infectadas por el virus HIV.
Cuando se trata de “cosas”, la pregunta
parece simple. Mas también puede usarse para asuntos más
complejos. Por ejemplo, puede estimarse el universo verbal no expresado
de un escritor. Y, por cierto, los problemas de ese sector reprimido del
texto psíquico al cual damos el nombre de inconsciente. Algunos
hasta dirían que universo verbal no expresado o no expresable y
contenido reprimido inconsciente son lo mismo.
En un estudio de la obra de Shakespeare
aparecido en 1996, Elliott y Valenza, del McKenna College, de California,
observaron que cada pieza introduce entre 300 y 400 “nuevas” palabras y
que hay cerca de 14.400 usadas una sola vez en la producción del
escritor, que totaliza cerca de 885.000. Tales palabras permiten reconstruir
un universo verbal “no dicho” característico del autor y afirmar,
por ejemplo, que no pudo ser Bacon, Jonson, Middleton o un grupo de individuos
trabajando de consuno (Matthews 1998).
En la psicoterapia, como en la vida,
lo no expresado es causa de sufrimiento y placer. “Das ungelebte Leben”,
escribía Viktor von Weizsäcker, “ist das Wirksame in der Geschichte”.
Esta frase significa que la vida no vivida es lo eficaz en la historia.
Encierra una profunda verdad, aplicable no solamente a los acaeceres individuales.
Sin duda, se aplica también a lo societario.
Tipicamente, el tratamiento psicoterapéutico
consiste de unidades de intercambio verbal denominadas “sesiones”. Cada
una de ellas puede parangonarse a una mariposa de las que capturaba el
naturalista de Malasia. Es una “muestra” de un universo verbal potencialmente
infinito. El conjunto de las sesiones, como un rosario extendido en el
tiempo, se compara con la captura y la recaptura de individuos u objetos
que, juiciosamente estudiados, permite descubrir verdades ocultas. Lo desconocido
e incluso lo incognoscible.
Todo encuentro de personas limitado
en el tiempo puede así ser tratado como una “muestra”, como una
“ocurrencia” de fenómenos esquivos a la mirada directa. La tarea
del científico es “inventar” lo no visto mediante esas útiles
ficciones de la ciencia que conocemos como teorías. Así es
posible esa suprema marca de la cientificidad, que es la predicción.
“Ver para prever, decía Augusto Comte, “prever para proveer”. El
verdadero poder sobre la naturaleza es aquel que la anticipa en sus mutaciones,
que hace conocido y familiar lo que aún resta por conocer. Lo que
resta por conocer es algo “desconocido” y sin embargo “eficaz” porque tiene
efectos sobre lo que vemos, sobre el comportamiento de las personas, sobre
sus esperanzas, miedos y deseos.
La eficacia del texto desconocido siempre
ha sido reconocida por los sabios. En los “Analectos” de Confucio (Lun
Yu, mejor traducido como “Diálogos de Etica”), pregunta Zilu, el
discípulo, por qué la primera acción del Maestro si
llegara a gobernar un estado sería “rectificar los nombres”. Confucio,
irritado, señala que el gentilhombre debe guardar silencio sobre
lo que no sabe. Si los nombres son incorrectos, el lenguaje carece de objeto
y nada puede acometerse.
Hablar bien, compartir el buen lenguaje,
es esencial en una comunidad moralmente sana. El Camino (Dao) ha de estar
claramente articulado.
Sin embargo, pertenece a la propuesta
moderna la noción de que el texto incognoscible no puede condenarnos.
Nuestra responsabilidad se extiende sólo tenuemente, casi diríase
por implicación, a aquello de lo que no sabemos pero tenemos. La
eficacia del texto desconocido nos perturbaría si fuera reconocida
y aceptada.
La noción de responsabilidad
o participación personal en la generación y la inteligibilidad
de los textos es un artefacto histórico que supone la agencia de
un sujeto que lo produce. Como señala la obra tardía de Foucault
sin embargo el orden del discurso debe estudiarse desde su práctica
constituyente en la cual lo originario podría no ser un “yo hablo”.
Persistentemente se opone a ello la preexistencia de la tercera persona
en tanto no persona (“se” habla) (Díaz Marsa 1995).
Si el sujeto es una formación
agregada, también los objetos de que hablan los discursos disciplinarios
y los discursos “eficaces” lo son. Son creados y recreados en los actos
discursivos, sin que pueda decirse de ellos que preexisten a lo dado en
el acto de su generación.
El texto desconocido, por ende, sólo
lo es desde un punto de vista histórico, no genético. Pues
todos los textos discursivos, los conocidos y los desconocidos, los cognoscibles
y los incognoscibles, se generan en el espesor de la presencia innominada,
de actos de enunciación a los que sólo la reflexión
ulterior dará cauce, dirección, sentido, nombre.
Se dice a veces que se “reconstruye”
lo que está insinuado en los signos y señales visibles. En
verdad, se lo crea y construye en y por el lenguaje. Una hermenéutica
objetiva es paradójica, pues lo que en realidad se descubre no es
ningún sentido canónico de los textos, del conocido y del
desconocido, sino una realidad mudable que se genera y tal vez resida en
los mismos actos que la generan.
Naturalmente, para el trabajo con el
lenguaje desde esta perspectiva es necesario seleccionar aquel concepto
que mejor se adecue a ella. Tres tradiciones reductivas contribuyen a esta
especificación: la del lenguaje como sistema de signos, como instrumento
práctico, como órgano gramatical (Feilke 1996). Implícitamente,
la reconstrucción psicoterapéutica del texto oculto eficaz
se sirve, en el proceso de intercambio verbal, de las tres. La reconstrucción
de “formas del ser” (patológica, sana, desviada) acontece bajo el
supuesto de que el lenguaje no solamente “muestra” sino también
“constituye” estructuras “psíquicas” que ejercen efectos causales
en el comportamiento. Bajo esta premisa, el órgano psicológico
es un órgano lingüístico estudiable en sus mutaciones
adaptativas, en su carácter instrumental y en su íntima coherencia.
Lo que es categoría abstracta “contenida”, en sentido metafórico,
en los enunciados de una persona, se reifica para servir de término
en las ecuaciones objetivadoras de la comunicación científica
(Lolas 1996a b).
La textura esencial de lo que se reconstruye
no está conclusa en el acto del reconocimiento y la nominación,
ni tampoco en el descubrimiento del texto ignoto con efectos sobre la vida.
Se completa en realidad en una segunda mirada, que es la mirada reflexiva
de la reconstrucción pragmática, por la cual lo entrevisto
en el primer momento se transforma en un objeto científico. Esta
fase ha sido descuidada por la investigación por suponer que lo
que ésta comunica es lo “real” sin más y tener la “verdad”
por correspondencia entre lo visto y lo dicho. No obstante, el trabajo
reconstructivo es siempre, de alguna forma, destructivo, pues convierte
lo que es una presencia inenarrable en un discurso que se polariza en sujetos
y objetos e interpela otros textos. En ese proceso recurrente y cíclico,
la concreción transitoria de los objetos científicos permite
la invención de lo real, que es al fin de cuentas la tarea de la
praxis científica. Sólo a partir de las “útiles ficciones”
se puede avanzar hacia determinaciones causales que ayudarán en
lo concreto (Lolas 1990 1994a 1994b , Sanfuentes y Lolas 1992). El significado
de tales objetos construídos y reconstruídos es su posición
en un plexo de enunciados que se comporta como totalidad dadora de sentido.
La retórica de la producción de conocimiento es probablemente
la retórica de la realidad (Lolas 1997)
Referencias:
DIAZ MARSA, M. (1995) Del discurso como práctica constituyente. Actas Luso Españolas de Neurología, Psiquiatría y Ciencias Afines (Madrid) 23: 266-272.
FEILKE, H. (1996) Sprache als soziale Gestalt. Frankfurt/Main: Suhrkamp Verlag.
LOLAS, F. (1990) La evaluación del deterioro cognitivo en el lenguaje espontáneo. Lenguas Modernas (Santiago) 17: 63-69.
LOLAS, F. (1994a) Sobre el lenguaje emocional. Lenguas Modernas (Santiago) 21: 169-178.
LOLAS, F. (1994b ) Análisis de la conducta verbal en psiquiatría. Principios y aplicaciones. Monografías de Psiquiatría (Madrid) Año VI, No 6.
LOLAS, F. (1996a) Sobre categorías afectivas en el lenguaje. La angustia como ejemplo. Onomazein (Santiago de Chile) 1: 81-91.
LOLAS, F. (1996b) Sobre el estudio del comportamiento verbal. Boletín de la Academia Chilena de la Lengua (Santiago) 71: 343-348.
LOLAS, F. (1997) Meaning and the rhetoric of knowledge production. Transcultura Psychiatry (London) 34; 91-94.
MATTHEWS, R. (1998). Hidden Truths. NewScientist No 2135 (23 May) : 28-33.
SANFUENTES, M.T. y LOLAS, F. (1992) Elección temática,
expresión afectiva y clase social. Lenguas Modernas (Santiago) 19:
107-114.
Notes
1. La línea de trabajo aludida en este artículo
ha recibido apoyo de Fondecyt y la Universidad de Chile. back