Teatro y Artes escénicas

Música y Danza
en
Isadora Duncan

Mariela Acevedo

Isadora Duncan (1878-1927) nació en San Francisco y murió en Niza. Autodidacta, su alta sensibilidad la indujo a renovar la danza mediante el retorno a la Grecia Antigua. En su biografía Mi vida, Duncan manifestó el sentido de una misión personal: " yo había venido a traer a Europa un renacimiento de la religión por medio de la danza, para elevar al público al conocimiento de la Belleza y de la Santidad del cuerpo humano, mediante la expresión de sus movimientos.[...] No había venido de ningún modo a bailar para distraer a los burgueses engreídos tras una buena cena". A continuación, un texto de Mariela Acevedo donde se trasluce el vínculo entre la danza, la música y el horizonte histórico donde brilló el genio innovador de Isadora Duncan.

Isadora Duncan y el espíritu de una época

La danza es un arte cuyo consumo no puede ser diferido en el tiempo como la apreciación de la pintura o la literatura; reúne la música y el cuerpo en un punto del tiempo y el espacio, y hace del hecho artístico un momento único, irrepetible. Aunque se registre a través de medios audiovisuales o a través de una crónica periodística, la esencia ya no esta allí; sino que hay que rastrearla en la mirada privilegiada de quienes estuvieron presentes.

Este trabajo se enfrenta a esa dificultad: hablar de la génesis de la danza moderna desde lo que quedó registrado en memorias y diarios, momentos vividos por aquellos que estuvieron presentes en la Europa de comienzos del siglo XX. Es por ello, un intento de reconstruir un momento histórico en el que irrumpe la danza moderna y en el que la figura de Isadora Duncan se recorta como un espíritu de esa época.

La danza que (re)nace a partir de Isadora Duncan intenta un rescate del pasado mítico y un retorno a la naturaleza (neo-romanticismo), tiene en común con las vanguardias artísticas y políticas el espíritu de enfrentamiento al arte burgués (representado por el ballet) y reflexiona sobre la existencia, el cosmos y el lugar del arte (expresionismo e ideas nietzscheanas). Como la gran mayoría de los artistas de su época, sus ideas sobre el arte se cruzan con ideas políticas, en su caso de corte revolucionario marxista-leninista e ideas sobre el lugar de sujeto mujer en la sociedad moderna.

Creadora de la danza moderna, su influencia se sentirá en la danza clásica, en las nuevas formas de expresión corporal y en el teatro moderno. Isadora conducirá el recorrido por la gestación de su arte que se nutre de poesía, música, historia y filosofía; y que está atravesada por hechos sociales, económicos y políticos de comienzos del siglo XX, que con la sensibilidad propia de los artistas pudo plasmar en sus danzas.

Isadora Duncan, creadora de la danza moderna, fue una artista revolucionaria, autodidacta, de gran sensibilidad y profunda visión sobre el arte.

Nace en 1878 en San Francisco, California. Sus padres se divorcian cuando ella es muy pequeña y su madre debe dar clases de piano para sostener a sus cuatro hijos. Esto marcará al menos de dos maneras notables a Isadora. Por un lado, el divorcio en el que insiste su madre, a pesar de las penurias económicas que eso signifique, será un ejemplo de independencia y libertad que Isadora radicalizará luego en su vida. Por otro lado, la lucha de su madre por el sustento y las épocas de carencias económicas, harán que la familia deba crear estrategias de supervivencia que serán reivindicadas posteriormente por Duncan, como la mejor manera de evitar el aburguesamiento.

A los diez años Isadora abandona la escuela y empieza a dar clases de baile a los niños del barrio. Es la época en la que juega en la playa, mientras imagina y crea movimientos con sus manos y sus pies, juega con las olas y tiene sus primeras ideas sobre lo que después será su arte: "Nací a la orilla del mar. Mi primera idea del movimiento y de la danza me ha venido seguramente del ritmo de las olas..." (Isadora Duncan, Mi vida., Buenos Aires, ed. Losada, 1938, p. 13)

Esta Naturaleza viva, será la que tratará de expresar danzando, "Los movimientos de las nubes arrastradas por el viento, los árboles que se estremecen, los pájaros que vuelan, las hojas que dan vueltas..." (I.D, Mi vida, op.cit, p. 148) son una fuente de inspiración para Isadora.

Cuando abandona la escuela comienza su verdadera educación, la recibe de su madre que la introduce desde corta edad en las obras de Beethoven, Schubert, Schumann, Mozart y Chopin y a las lecturas de Shakespeare, Shelley, Keats y Whitman; también le enseña sobre cultura clásica griega, paganismo y feminismo.

Esa comunidad artística familiar alienta su espíritu libre. El "Clan Duncan" vivía de las clases de piano que impartía Dora, las clases de baile de Isadora y funciones que presentaban en conjunto, en las que Isadora bailaba mientras su madre interpretaba Mendelssohn al piano, luego su hermana Isabel recitaba algunos poemas de Teócrito y cerraba su hermano Raimundo con una pequeña charla sobre los griegos o sobre la danza y sus efectos en la sociedad del futuro.

A comienzos del 1900, la bailarina de veintiún años convence a su familia de ir a Europa y parten, primero a Inglaterra y luego a Francia. Siempre autodidacta, estudia artes en el British Museum, donde encuentra la gran inspiración para sus danzas que evocan los movimientos y las vestimentas griegas antiguas. Observa los movimientos de las danzarinas en las vasijas griegas, y de allí adopta una de sus posturas características: la de echar la cabeza hacia atrás como las bacantes.

En esta época comienza a delinearse su teoría de la danza: "...pude, al fin, descubrir el resorte central de todo movimiento, el cráter de la potencia creadora, la Unidad de donde nace toda clase de movimientos, el espejo de visión para la creación de la danza. De este descubrimiento nació la teoría en la que fundé mi escuela. Las escuelas de baile enseñaban a sus alumnos que ese resorte se hallaba en el centro de la espalda, en la base de la espina dorsal. "de esta base-decían los maestros de baile- brazos, piernas y tronco brotan en libre movimiento" El resultado era una impresión de muñecas articuladas. Este método producía un movimiento mecánico, artificial, indigno del alma. Yo por el contrario, busqué el manantial de la expresión espiritual para encauzarlo en los canales del cuerpo, inundándolo de una luz vibrante; la fuerza centrífuga que reflejaba la visión del espíritu. Al cabo de muchos meses, cuando había aprendido ya a reunir todas mis fuerzas en ese centro, me di cuenta de que, según escuchaba yo la música las vibraciones de esta música afluían al manantial único de luz que había dentro de mí, y que en este manantial se reflejaban en una visión espiritual. No era un espejo del cerebro, sino del alma, y según fuera la visión reflejada podía yo expresar en forma de baile las vibraciones musicales." (I.D, Mi vida, op.cit, , p. 67)

Los puntos en común con el expresionismo son notables. El arte expresionista planteaba esta búsqueda interior, profunda, mística, de un núcleo eterno, de la esencia de lo real. En su interioridad, el artista encuentra esa esencia y la expresa, la muestra al mundo.

El expresionismo retoma el legado romántico y plantea que lo real no es lo que vemos en el exterior, sino aquello que surge en la interioridad cuando percibimos o producimos algo, y en esto se opone a las concepciones positivistas, naturalistas y realistas del siglo XIX.

Con la vertiente de "El jinete azul", hay similaridades por su búsqueda espiritual del arte, pero en las danzas de Isadora también estaba presente el grito instintivo, trágico y angustiante que caracterizaba al expresionismo del grupo "El puente."

Lo que Vlamink (pintor fauvista de la corriente francesa) sostenía del oficio de pintor, bien podría haberlo dicho Isadora con respecto a su danza: "mi pasión me permitía todas las audacias, todas las imprudencias [contra las convenciones del oficio de pintor]. Quería provocar una revolución en los hábitos, en la vida cotidiana, mostrar la naturaleza en libertad, liberarla de las viejas teorías y del clasicismo." (1) En este sentido, el movimiento expresionista fue el primer movimiento de oposición y protesta al arte oficial, que heredero del romanticismo radicaliza su mensaje con una incisiva crítica a la Modernidad bajo el dominio burgués.

Isadora también estaba convencida de que desde la danza, estaba haciendo la revolución. "[...] yo había venido a traer a Europa un renacimiento de la religión por medio de la danza, para elevar al público al conocimiento de la Belleza y de la Santidad del cuerpo humano, mediante la expresión de sus movimientos.[...] No había venido de ningún modo a bailar para distraer a los burgueses engreídos tras una buena cena." (I.D, Mi vida, op.cit, p. 75)

Esta idea de elevar al público al conocimiento, de introducirlo en una nueva vida es común a todos los movimientos de vanguardia. El artista de vanguardia es el que se adelanta al resto, el que muestra el camino. En esta idea hay una concepción lineal de la historia que es propia de la Modernidad, se tiene la seguridad de que la historia avanza hacia un lugar determinado. La crítica que representan las vanguardias no es a la Modernidad, sino a la Modernidad bajo el dominio burgués, a través de un proyecto que representa lo nuevo y que se va a concretar en un futuro inexorablemente.

El dramaturgo ruso Stanislavsky, conoció a Isadora en 1908 y se entusiasmó con las ideas de la bailarina. Ante la pregunta de éste sobre quien le había enseñado a bailar, Isadora respondió Terspsícore y continuó: "Empecé a bailar en el momento mismo que supe mantenerme en pie. He bailado toda mi vida. El hombre, la Humanidad, todo el mundo debe bailar. Así ha sido y así será siempre. Es inútil que se interpongan algunos y que no quieran comprender una necesidad natural que nos ha dado la Naturaleza misma" (I.D, Mi vida, op.cit, p. 142) Esta es otra característica de vanguardia, el deseo de romper con la esfera autónoma del arte, que el arte se funda con la vida, que todos seamos artistas.

En su anhelo de conocer más sobre danzas antiguas, Isadora estudiará en la Nacional Gallery, en el Louvre y en el museo Rodin. Su investigación abarca: danza, música, tragedias griegas, la comprensión de varios filósofos y los movimientos del cuerpo humano: "Me dedicaba a leer todo lo que se había escrito en el mundo sobre el arte de la danza, desde los primeros egipcios hasta el día, y tomaba nota especial de todo lo que iba leyendo; pero cuando hube terminado esta tarea colosal, comprobé que los únicos maestros de baile que yo podía tener eran Juan Jacobo Rousseau -Emilio-, Walt Whitman y Nietzsche." (I.D, Mi vida, op.cit, pp.70-71)

En estos tres nombres se encuentra la carga expresiva de la danza a la que aspiraba dar forma Isadora: Naturaleza primigenia, amor a la libertad y fuerza dionisíaca pagana.

Teniendo en cuenta que Isadora además de bailarina era profesora de danza, es comprensible que la obra pedagógica de Rousseau haya sido importante para ella y la transmisión de su arte. Rousseau plantea una crítica a la educación tradicional y propone como alternativa una educación cuya finalidad primordial sea la conservación de la naturaleza humana; una educación centrada desde el nacimiento hacia la libertad del individuo, para que éste pueda expresarse espontáneamente. Ideas que coincidían con las de Isadora "...el niño más pequeño comprendía que todos sus movimientos y que sus andares mismos poseían una fuerza espiritual [...] pero según iban creciendo estos muchachos, la influencia contraria de nuestra civilización materialista mataba aquella fuerza natural que en ellos alentaba y perdían su inspiración" (I.D, Mi vida, op.cit, p. 67)

La influencia de Whitman tiene que ver con el origen de la bailarina. Walt Whitman es el poeta nacional de Estados Unidos. Vive, ama intensamente su país, está en todas partes alabando la Naturaleza y el nuevo orden. Profundamente ético, democrático, social, humanista, libre y comprometido con el hombre, especie que ama en todos sus sexos y etnias, sin discriminación alguna. La visión de Whitman del hombre libre es compartida por Isadora: "Cuando leí este poema [oigo a América cantando] yo también tuve una visión: la visión de América bailando una danza que sería la expresión digna y paralela del canto que Walt oía cuando oía cantar a América." (I.D, Mi vida, op.cit, p. 279)

Pero será particularmente en Nietzsche, a quien Isadora calificará de precursor del espíritu de la danza del nuevo siglo, "el primer filósofo bailarín" (I.D, Mi vida, op.cit., p. 279), en donde encontrará su mayor inspiración.

En primer lugar, porque encuentra en las ideas del filósofo el sustrato ideológico para "el renacimiento de la danza". Además, porque será Nietzsche quien acerque a Isadora a la ópera wagneriana. Por último, porque el filósofo del eterno retorno, describirá el perfil del artista de vanguardia con el que se sentirán identificados todos los artistas de vanguardia.

En El nacimiento de la tragedia (Nietzsche, F., 1995) Nietzsche hace una reflexión a cerca del arte utilizando dos figuras míticas de la Antigua Grecia, la figura de Dionisos y la de Apolo. Dionisos promueve un arte inconciente, instintivo, liberador, que encuentra su más acabada expresión en la música que desata las pasiones y que Isadora identificará con su danza:"El baile es éxtasis dionisíaco que todo lo arrastra." (I.D, Mi vida, op.cit.,pag. 128)

Apolo representa el orden, la mesura, la claridad, la belleza de las formas e Isadora lo identificará con lo opuesto a su danza, el ballet que es "un género falso y absurdo, que nada tiene que ver con el arte." (I.D, Mi vida, op.cit, p. 148) Esta frase es similar a la que pronuncia Nietzsche en el capitulo 16 del libro citado: "[la tragedia] así como únicamente puede nacer del espíritu de la música, así también perece por la desaparición de ese espíritu. [...]Voy a prescindir aquí de todos los otros instintos adversos que trabajan en todo tiempo contra el arte, y precisamente contra la tragedia, y que también en el presente se expanden tan seguros de su victoria, que de las artes teatrales, por ejemplo, solo la farsa y el ballet dan sus flores, acaso no bienolientes para todos [...]" (N. F. pag. 131)

Isadora Duncan se consideraba enemiga del ballet porque éste-según la bailarina- separa al alma del cuerpo, pero hay otra razón: la recepción tibia que recibe su arte en círculos aristocráticos y burgueses en los que el ballet es un arte consagrado. Sobre una presentación que realiza en el Teatro Real frente al rey Jorge, Isadora afirma: "Los aplausos de sus manos, calzadas con guantes de cabritilla, no expresaban mucho convencimiento.[...] Advertí inmediatamente que ni amaban ni comprendían mi arte. El "ballet" será siempre la danza por excelencia de los personajes reales." (I.D, Mi vida, op.cit, p. 113)

El ballet es un arte burgués, su danza no. Su danza rompe con las normas instituidas por la Academia hasta ese momento: Las bailarinas utilizaban partituras escritas para ser bailadas, Isadora tendrá un repertorio de temas en el que incluirá por ejemplo, la Marcha Fúnebre de Chopin. Detrás de cada título de las obras musicales, agregaba subtítulos evocadores de estados de ánimo, que podía o no coincidir con el espíritu de la música, pues a menudo, elegía las composiciones por su adaptabilidad rítmica a la atmósfera que imaginaba. Tanto es así que llegó a utilizar dos tipos de repertorio completamente diferentes. Uno para occidente y otro para la Unión Soviética. Para el primero: Ifigenia en Táuride; Orfeo, de Gluck, Sinfonías 5º y 7º; Sonata, op. 27, Nº2 , de Beethoven, La Marsellesa; Ave María; de Schubert, La Sinfonía Patética Nº6; Romance op.5 de Tchaikosky, etc. Respecto al segundo: El joven guardia; La canción del trabajo; dos danzas fúnebres en memoria de Lenin y una marcha titulada: Con coraje camaradas.

Los movimientos clásicos eran "bellos y graciosos", mostraban las formas delicadas, los movimientos de Isadora no mostraban, significaban; apuntaban a comunicar sensaciones, expresaban el estado del alma.

Los temas de la danza clásica eran irreales, poblados de hadas y duendes, Isadora elegía temas clásicos pero que representaban el dolor, la muerte o el éxtasis sublime.

Las bailarinas vestían con medias rosadas, zapatillas de punta y el clásico vestido tutú, Isadora usaba una túnica liviana (en sus danzas revolucionarias una roja) que mostraba las piernas desnudas y los contornos de su cuerpo, y bailaba descalza.

El ballet utilizaba grandes decorados, Isadora utilizaba unos simples cortinados azules.

Las bailarinas usaban mucho maquillaje y el pelo recogido y tirante, Isadora aparecía en el escenario sin maquillaje y con el cabello suelto.

La polémica que generó no fue menor, así como Isadora se declaró enemiga del ballet, defensores del ballet decían que lo suyo no era arte y suscitó disputas entre fanáticos de uno y otro bando.

También en la gira que la trae a la Argentina en 1916 le sucederá lo mismo: Un público pacato se muestra abiertamente hostil ante el arte de la Ninfa. Los espectadores de su primer concierto, recibieron las danzas de Isadora fríamente. El público porteño estaba acostumbrado al lenguaje del ballet y no supo apreciar la danza de Isadora. Antes del segundo concierto la bailarina fue con un grupo de amigos a un club nocturno y allí, un grupo de estudiantes la reconoció y le pidió que bailara para ellos. Se estaba celebrando el centenario de la Independencia, por lo que luego de que le tradujeran unas estrofas del Himno, Isadora se envolvió en una bandera Argentina y se lanzó a bailar ante la excitada audiencia: "...intenté simbolizar los sufrimientos de su colonia cuando era esclava y el júbilo de la libertad cuando se desprendió del tirano." (I.D, Mi vida, op.cit, p. 267) Fue aclamada, pero este triunfo sería el único que conseguiría en Buenos Aires. A la mañana siguiente, los diarios publicaron una reseña sensacionalista que hizo peligrar su contrato y logró que muchas familias cancelaran su abono del Colón. En el segundo concierto, algunos de los espectadores comenzaron a hablar en voz alta. Isadora dejó entonces de bailar y los increpó, diciendo que ya le habían advertido que los sudamericanos no entendían nada de arte: "Vous n´étes que de négres" ("no son más que negros") (2)

Esto determinó que el administrador cancelara las funciones restantes. Isadora decepcionada del público porteño partió para Montevideo donde la recibió un público "freneticamente entusiasta."

A pesar de ser un arte inspirado en las antiguas danzas griegas, su danza era innovadora y decididamente moderna. La idea de Isadora de restituir la danza a su lugar como "el arte serio más grande que traía al mundo el renacimiento de todas las otras artes." (I.D., Mi vida, op.cit, p. 99) revivificando las antiguas danzas griegas, la encontrará también en la ópera de Wagner a la que se acerca de la mano del joven Nietzsche.

El antecedente de mitologizar la cultura debe buscarse en el romanticismo temprano: "El programa de sistema más antiguo del idealismo alemán", escrito por Schelling, Hegel y Hölderlin, concluye diciendo: "...hemos de tener una nueva mitología, y esta mitología debe estar al servicio de las ideas, debe convertirse en una mitología de la razón." (3) Hölderlin, tan admirado por Nietzsche, se dedicó a buscar un lenguaje actual para la experiencia mítica, entristecido de que hombre moderno, desgarrado en cuerpo y alma, haya perdido la facilidad y naturalidad con la que antiguamente vivía los mitos. Este estado que designó "la noche de los dioses" será retomado por Nietzsche, heredero del poeta romántico y como éste preocupado por el descubrimiento de lo mítico como un poder capaz de devolver al ser la plenitud de lo festivo. Para Nietzsche, lo mismo que para Hölderlin, en el presente la "noche de los dioses" vacía la relación entre los hombres. Por eso resulta tan urgente que se activen las energías míticas que establezcan valores unificantes y vinculantes en la convivencia humana.

Los románticos creían que los mitos darían a la razón un fundamento, una orientación y una limitación, y cohesionarían la unidad social. Richard Wagner y -tras sus huellas- Friedrich Nietzsche reciben impulsos del romanticismo de principios de su siglo, cuando ya se experimentaba con la fundación de mitos e intentan, cada uno a su manera, una revivificación del mito. Sufren por la falta de mitos en su tiempo y ven la posibilidad de una revivificación o nueva creación del mito en el ámbito de la cultura. En una época en que el arte, bajo las coacciones de la economía, comienza a convertirse en un bello asunto accesorio. Nietzsche y Wagner luchan por la elevación del rango del arte a la cúspide de las aspiraciones humanas, y esta lucha será retomada por Isadora Duncan.

En una etapa posterior Nietzsche se separará de su maestro Wagner, cuya obra es juzgada por el filósofo como un "consuelo metafísico" destinada al buen burgués. Para Nietzsche el arte debe producir la elevación y la sobreabundancia de vida, que no causará placer en el artista sino una visión trágica de la vida, un dolor que lo hará más conciente que el resto de los hombres.

En Bayreuth, donde se realizan aún hoy los festivales de ópera wagneriana, Isadora sentirá su alma "...como un campo de batalla donde Apolo, Dionisos, Cristo, Nietzsche y Ricardo Wagner se disputaban el terreno." (I.D., Mi vida, op.cit, p. 127) Conoce a Cósima Wagner, viuda del gran compositor quien le habló sobre el desprecio que Wagner sentía por las escuelas de ballet y el deseo del Maestro de llevar al teatro bacanales con vírgenes floridas tan diferentes de las bailarinas de ballet que por entonces iban a presentarse al festival. Le ofrece realizar las coreografías de "La Bacanal" de la ópera de Tannahäuser, Isadora acepta y Cósima Wagner llegará a decirle a Isadora que sus coreografías coinciden exactamente con las ideas que Wagner había apuntado sobre el sueño de Tannahäuser en Venusberg.. Un año le llevó la puesta en escena que presentaría en el festival de primavera. Pero a último momento Cósima Wagner no se animó a mostrar el cuerpo de la joven bailarina, cubierto apenas por una vaporosa túnica que dejaba ver sus piernas desnudas y le pidió que se pusiera una camisa blanca debajo de su traje. Isadora no aceptó. "El cuerpo desnudo era bello e inocente cuando los inspiraban bellos pensamientos" (I.D, Mi vida, op.cit., p. 133)

Así, hasta en los círculos en el que se admiraba su arte existía la sensación de que, por momentos, la transgresión iba demasiado lejos. Isadora se sentía muchas veces incomprendida, con la seguridad plena de que su arte finalmente se impondría, tal vez en el futuro.

Esta idea del artista que se separa del "rebaño" es también una idea nietzscheana con la que sentirán identificados todos los artistas de los movimientos de vanguardia. Su arte es un arte que comprenden los iniciados que comparten la visión trágica de la vida. Su arte será entendido en el futuro. Esto es lo que la lleva a decirle a Cósima Wagner, una mujer a la que Isadora admira y considera una de las mujeres más sensible e inteligentes que ha conocido: "Usted lo verá. Antes de muchos años, todas sus bacantes y vírgenes floridas vestirán como yo." (I.D, Mi vida, op.cit, p. 132)

Además de restituir la danza a su lugar de privilegio dentro de las artes, el otro sueño que persiguió Isadora toda su vida fue el de fundar una escuela similar a una acrópolis en la que los niños se desarrollen tanto física como espiritualmente y aprendieran a bailar de manera natural. Todo los recursos a lo largo de su vida, los destinó a ese sueño que por momentos parecía acercarse para esfumarse enseguida.

El primer intento de establecer su escuela fue en Kópanos (Grecia) luego de su consagración en Munich. El emprendimiento duró un año y debió ser abandonado por falta de dinero. Durante ese año en Grecia, Isadora se dedicó al estudio de las tragedias griegas, preparó la que sería su mayor obra "La danza de los suplicantes" de Esquilo y formó un coro de chicos griegos que la acompañó en sus presentaciones.

En el año 1905 en una gira por Rusia, Isadora verá un cuadro que la impactará: Un cortejo fúnebre de obreros fusilados en el Palacio de Invierno: "Frente a aquella tragedia , me hice a mi misma el voto de consagrar mis fuerzas al servicio del pueblo y de los oprimidos" (I.D, Mi vida, op.cit, p. 136)

Ese mismo año en Berlín, fundó su primera escuela, con esta misma idea y con la intención de destinar todo lo que ganara a "una escuela que iluminaría y liberaría a millares de vidas" (I.D, Mi vida, op.cit, p. 179). Los diarios locales anunciaron que la escuela de Isadora Duncan estaba abierta a la adopción de chicos que quisieran convertirse en discípulos de la bailarina. Las cuarenta camas disponibles, se ocuparon en su mayoría no de futuros talentos, sino de niños enfermos y pobres, que pronto mejoraron con los cuidados físicos y espirituales que les brindaban en la escuela. La financiación estuvo a cargo de un grupo de mujeres de alta sociedad, que luego retiraron su apoyo debido a "las ideas morales tan perdidas" (I.D, Mi vida, op.cit, p. 157) de su directora.

Isadora estaba en contra del matrimonio, eligió ser madre soltera y no quiso dar a conocer los nombres de los padres de sus dos hijos, aunque esto le originó grandes contrariedades. Ante las críticas de la sociedad berlinesa, Isadora respondió dando una conferencia en la que defendió el amor libre y el derecho de la mujer a tener los hijos que quiera y como quiera. Ser madre soltera en esa época (y hasta hace no tanto) era una situación escandalosa, pero serlo intencionalmente era una provocación, un ataque directo a la moral y a la familia burguesa. La falta de apoyo financiero convertirá la escuela en una escuela nómada durante los años siguientes.

En 1913 la muerte de sus hijos la aleja temporalmente de los escenarios. Sus dos hijos murieron ahogados junto con la niñera, al caer el auto en el que iban en el Sena. La pérdida sumió a la bailarina en un dolor del que jamás se recuperó, pero aún en su dolor deseó que no se hiciera con sus hijos "una mascarada de entierro cristiano" (I.D, Mi vida, op.cit, p. 228) y los ritos funerarios no fueron los convencionales; no se vistió de negro y quiso despedirse de sus seres amados con una ceremonia que transformara en belleza aquel terrible suceso: infinidad de flores y una orquesta tocando las lamentaciones del Orfeo de Gluck acompañaron a Isadora en la despedida de sus hijos al crematorio en un último resplandor.

Ese mismo año llevó su escuela a Francia, pero la guerra desatada en 1914 interrumpirá su sueño tantas veces acariciado. La escuela fue cedida por Isadora para convertirse en un hospital. Como tantos artistas golpeados por la ferocidad de la guerra, Isadora dice "En aquel momento todos éramos llama y fuego, y aún los artistas decían: "¿Qué es el arte? Los mozos están dando su vida , los soldados están dando su vida. ¿Qué es el arte?" (I.D, Mi vida, op.cit, p. 254)

La escuela que ya había intentado establecerse en Berlín, Grecia e Inglaterra, deja Francia y se instala en la Suiza neutral, hogar de muchos artistas durante los años de guerra. También intentará hacerlo en Nueva York, pero la indiferencia norteamericana ante la "heróica y ensangrentada Francia" la convencerán de volver a Europa.

En 1917 ya en los escenarios otra vez, la triunfante revolución rusa es celebrada por Isadora como por tantos artistas como la posibilidad real de cambio, el fin del dominio burgués. "La noche aquella de la revolución rusa bailé con júbilo feroz. Mi corazón estallaba adentro de mi pecho al sentir la liberación de todos aquellos que habían padecido, que habían sido torturados y que habían muerto por causa de la Humanidad." (I.D, Mi vida, op.cit, p. 274)

En 1921 Isadora recibe la invitación del gobierno de los soviets en la Union Soviética de instalar su escuela en el suelo ruso. La bailarina que creía profundamente en el cambio que planteaba la revolución bolchevique, parte hacia allí.

Con nostalgia recuerda en sus memorias la ingenuidad con la que partió a cumplir el sueño de su escuela en Rusia. Con el siguiente pasaje reproducido en su totalidad por su belleza terminan sus memorias: "En el camino hacia Rusia, experimenté la sensación de que mi alma se despegaba de mi cuerpo, como después de la muerte; sensación que estaba justificada por la índole del viaje. Iba hacia otra esfera. Detrás de mí dejaba para siempre todas las formas de vida europea. Creía yo efectivamente, que el Estado ideal, soñado por Platón, Carlos Marx y Lenin, había sido, por milagro, implantado en la tierra. Con toda la energía de mi ser, decepcionado en sus tentativas de realizar sus visiones artísticas en Europa, me hallaba dispuesta a ingresar en el dominio ideal del comunismo. No llevaba ropa. Me figuraba que iba a pasar el resto de la vida con una blusa de franela roja, entre camaradas igualmente vestidos con sencillez y llenos de amor fraternal.

A medida que el navío avanzaba, miraba hacia atrás con desprecio y piedad, recordando las viejas instituciones y costumbres de los burgueses europeos. En adelante sería yo una camarada entre camaradas y desenvolvería un vasto plan de trabajo para la regeneración de la Humanidad. ¡Adiós, pues, a la inigualdad, la injusticia y la brutalidad del Viejo Mundo, que había hecho imposible mi escuela! Cuando, por último llegó el barco mi corazón dio un salto de júbilo.¡He aquí el bello Nuevo Mundo que acababa de ser creado!.¡He aquí el mundo de los camaradas, el sueño nacido de la cabeza de Buda, el sueño que resonaba en las palabras de Cristo, el sueño que había sido la última esperanza de todos los grandes artistas, el sueño que Lenin había convertido en realidad en virtud de un poder mágico! Y yo entraba ahora en este sueño, del que mi obra y mi vida participarían con su gloriosa promesa. ¡Adiós viejo Mundo! ¡Salud para el Nuevo Mundo!." (I.D, Mi vida, op.cit, pp. 293-294)

Estuvo dos años en Rusia, conoció al poeta Sergei Essenin, diecisiete años menor que ella con quien contrajo matrimonio en 1922 y quien después de serios problemas mentales se suicida en 1925.

Los últimos años de la vida de Isadora fueron en Niza, en la Riviera Francesa donde continuó con su tenaz dedicación a la danza, escribió sus memorias (que no llegó a ver publicadas), ensayos sobre danza y planeaba escribir otro libro con sus experiencias en Rusia, pero un accidente fatal arrebató su vida. El 14 de septiembre de 1927 su chal se enredó en la rueda trasera del auto deportivo que conducía un joven italiano por el Paseo de los Ingleses. Isadora se despedía con un movimiento final del mundo.

En 1928 aparece la obra póstuma "El arte de la danza", un conjunto de seis ensayos escritos con el deseo de proporcionar un compendio de sus enseñanzas, la cual es considerada una obra clásica del género. Sólo la danza, nada más. La danza del espíritu, como ella decía. Porque estaba convencida de que no era su cuerpo el que bailaba, sino su esencia, su alma.

Fue un espíritu libre que manifestó los deseos, las esperanzas y los temores de una época. Polémica e irreverente, innovadora, luchadora y soñadora, revolucionaria más allá del campo artístico; su legado fue recibido no sólo en la danza que recibió su influencia como una bocanada de aire fresco, también el teatro moderno, las nuevas formas de expresión y los movimientos feministas posteriores son de alguna manera, deudores de esta mujer apasionada.

En vida, Isadora pudo ver como el ballet adoptaba la música de Chopin y Schumann, cambiaba su vestuario e incluso algunos bailarines se animaban a bailar descalzos.

Stanislavsky, cuyo nombre se asocia en seguida al teatro moderno, reconoce en "Mi vida en el arte" (citado por Duncan, p.142) que la búsqueda que él estaba realizando de la motivación para que el actor saliera a escena, se vio influida por "el motor en el alma" del que Isadora decía que necesitaba poner en marcha antes de salir a bailar.

La idea de que la danza puede curar el cuerpo y el alma propuesta por Isadora a principios del siglo XX, hoy en día se reproduce en decenas de diferentes prácticas destinadas a hacer fluir la energía interna. De hecho, la danza terapia ha demostrado ser efectiva para personas con trastornos físicos o psíquicos, pero también para mejorar en general la calidad de vida de cualquier persona. Finalmente, el pensamiento feminista temprano de esta admirable mujer y su lucha fue reconocido por ejemplo, por la Fundación de Madres Solteras "Isadora Duncan".

Algunos de sus sueños no los alcanzó. No pudo restituir la danza al lugar privilegiado que alguna vez tuvo en la Antigua Grecia ni ver su escuela poblada de Ninfas, Sátiros y Faunos. Pero una vez dijo: "Yo quería expresar a través de la danza los sentimientos y emociones de la Humanidad." Y lo hizo. (*) (*) Fuente: Mariela Acevedo, "Isadora Duncan y el espíritu de una época", texto escrito en el contexto de la materia Principales corrientes del pensamiento contemporáneo de la Carrera de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Buenos Aires, en 2005.

Notas
(1) De Micheli Mario. "Las vanguardias artísticas del siglo XX" (expresionismo) En ficha 4 de PCPC-Cátedra Casullo- Cs. de la Comunicación. Universidad de Buenos Aires.
(2) Falcoff, Laura: "Clima de época: Isadora Duncan en Buenos Aires" –Clarín 22 de marzo 2002.
(3) Schelling, F. Hölderlin, F. Hegel, F,: "El programa de sistema más antiguo del idealismoalemán" En ficha 3 de PCPC-Cátedra Casullo- Cs. de la Comunicación. Universidad de Buenos Aires.

Bibliografía
Duncan, Isadora: "Mi vida" -Editorial Losada Buenos Aires 1938, 11ava.Edición traducción Luis Calvo.
Nietzsche, Friedrich: "El Nacimiento de la Tragedia" -Editorial Alianza 1° edición Buenos Aires, 1995 traducción Andrés Sánchez Pascual.
Casullo, Nicolás, Forster Ricardo y Kauffman Alejandro: "Itinerarios de la Modernidad" capítulos: El tiempo de las vanguardias artísticas y políticas, Estética y rupturas: Expresionismo, Dadaísmo, Futurismo y El romanticismo y la crítica de las ideas.
Material de cátedra Casullo: Ficha 3: F.Schelling, F. Hölderlin y F. Hegel "El programa de sistema más antiguo del idealismo alemán".
Ficha 4: De Micheli Mario: "Las vanguardias artísticas del siglo XX"-Editorial Universitaria de Córdoba Capítulo 4: "La protesta del Expresionismo". (en ficha 4)

Páginas Web:

Sobre Isadora Duncan:

www.buscabiografias.com
www.avizora.com (artículo sobre la vida de Isadora Duncan "La búsqueda incesante de la libertad")

Sobre las influencias de Isadora:

www.temakel.com (artículo el arte en la obra de Nietzsche de Eugene Fink)
www.universidadabierta.edu.mx (artículo sobre la obra Emilio de Rousseau)
www.causapopular.com.ar (artículo sobre la obra de Walt Whitman)

Diarios: Clarín domingo 17 de marzo 2002 "Clima de época: Isadora Duncan en Buenos Aires" Por Laura Falcoff.

Texto extraído de Temakel

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