Pensamiento

Orientaciones

(1) Elecciones: alegr�a, alegr�a�

La extra�a idea que, por defender la Pa�tria Espa�ola y el So�cialismo, podr�amos, m�s o menos, llegar a coincidir con el �Pa�trio��tismo Constitucional�, compartir algo de ese �Orgullo� por la �Espa�a Progresista�, o, incluso (�por la parte que nos toca como patriotas�) asumir ciertos conceptos de Espa�a manejados por cual��quier va�riante de la De�recha �nacional�, ha sido otra de las nefastas con�fu�sio�nes e ideas pre�con�cebidas con las que urge acabar ya. Ve�mos la imperiosa ne�cesidad de aclarar, de una vez por to�das, que:

1) El Socialismo Pa�tri�tico est� lejos de ese inconsistente �Patriotismo Consti�tucional� tan esgrimido como alternativa al �Patriotismo antide�mocr�tico�, una idea �sta que, en la pr�ctica, casi nadie ha terminado por creer�se. Aun�que no ten�ga�mos reparo en reconocer, por ejemplo, algunas coincidencias b�si�cas con el �Patrio�tismo Jaco��bino� (el �eje del mal� para todos los nacionalismos reac�cio�narios), hay que recordar que �ste muy poco tie�ne que ver con la �Es�pa�a cons�ti�tu�cional�.

2) El Socialismo Pa�tri�tico es completamente ajeno al triunfalismo �nacio�na�lero� progre�sista que celebra esta Espa�a �sacada de su aislamiento�, �modelo mun�dial de leyes avanzadas� o �escenario de aconte�ci�mien�tos� de re�lumbr�n. Espa�a no est� aislada pues est� in��cardinada como un contingente su�bal�terno m�s en una Euro�pa pol�ticamente incapaz, porque mantiene desde hace d�cadas una posici�n servil hacia el im�pe�rialismo americano y porque la mentalidad ge�ne�ral del pueblo espa�ol es �angloamericana-dependiente�. Las leyes de las que presume la propaganda oficial no son otra cosa que sig�nos de de�cadencia in�terna, con�fusi�n social e impostura �sesenta�yo�chista�. Y casi todos los �acon�te�ci�mientos� en suelo espa�ol con alta re�per�cusi�n en el exterior son de natu�raleza cir�quense: la Espa�a que tanto se �re�nombra� y se �ex�pone� fuera es la �Espa�a de la Fiesta�.

3) Y el Socialismo Pa�tri�tico no es una re�edici�n de esa escuela am�bigua re�pre�sentada por quie�nes de�cla�ra�ban �en lo social nos acer�camos a la izquierda pero en lo na�cional nos posicionamos en la derecha�. Eso fue una estafa y represent� un engendro que, por mucha sensi�bi�lidad social (o incluso espiritual) que pro�cla�maban tener, irremediablemente se revelaron siempre sien��do de de�rechas. Nuestra concepci�n de la Pa�tria Espa�����ola (y Euro�pea) es radicalmente contraria a las mismas ideas �na�cio���nales� de la de�re�cha (sea en su variante inte�gris�ta, popu�lista o libe��ral-conservadora; sea signific�ndose como es�pa��olista o con re��sen�ti�mientos neofeudalistas anti�es�pa��oles). Adver�timos que, hist�rica��mente, el ene��migo m�s da�ino de la Patria como la con�ce�bimos ha sido, justa��mente, el conjunto de ideas nacionalistas sos�tenidas por las derechas.

(I) Espa�a no es una esencia: es una realidad

Espa�a no tiene, ni ha tenido jam�s, una sola identidad distinta de su ex�presi�n pol�tica y estatal manifestada en el complejo devenir hist�rico. Si exceptuamos la �identidad� del mundo occidental y glo�balizado que ha sumergido a todo el planeta, no hay m�s �iden�tidad� espa�ola que la pol�tica.

Espa�a ha contado siempre con varias identidades. Valorar esa riqueza y man�tener nuestra pluralidad de iden�ti�dades no es una cuesti�n coyun�tural, sino de�cisiva: la de considerar el valor fun�da�mental de las iden�ti�dades que son cons�ti�tutivas del conjunto espa�ol as� como de cada parte del mismo. Espa�a es fruto de una con�jun�ci�n viva de pueblos que, a su vez, ha conformado tambi�n a esos mismos pueblos.

Resaltar s�lo una identidad espa�ola y separarla del resto como la �verdadera Espa�a� ha constituido un ne�fas�to error hist�rico. Un error, por otra parte, caracter�stico de los nacionalismos. �stos nunca se limi�tan a re�saltar una iden�tidad, sino que se dedican a negar la legitimidad de las otras pre�sentes en el mismo espacio, forzando la unificaci�n de la identidad diferencial �elegida�, e im��po�niendo esa identidad �uni�ficada� (o �sin�te��ti�zada�) sobre las de�m�s iden�tidades a las que tratan de sepultar o ex�tirpar como �an�malas�.

El proceso de los exclusivismos es siempre el mismo: primero a�s�lan una iden�tidad (o una sola �memoria his�t�rica�): aquella que subjetivamente resaltan como la �genuina� o la �m�s t�pica� del pa�s, para pasar a des�pre�ciar o negar las de�m�s identidades (y ex�pre�siones hist�ricas). Aunque esas identidades o ex�presiones sean tambi�n propias de ese pueblo (o de una parte del mismo) y ten�gan arraigo en el territorio, por cualquier moti�vo arbitrario les nie��gan ese car�cter . Como la parte �t�pica� elegida sigue conte�niendo �variedades� tra�ta�r�n de eliminar esas dife�rencias para im�poner una sola versi�n protot�pica. Obtenida la unificaci�n de la parte �m�s t�pica�, condenan y tratan de erradicar los otros tipos de identidad, y de borrar de la historia nacional otras con�fi�gu�ra�cio�nes particulares surgidas en el seno de la naci�n, imponiendo a todo el te�rri�torio el prototipo nacional ��ni�co y verdadero�, ya que el �hecho diferencial� re�presenta la base de todo.

Por ello confirmamos que los exclusivismos (�tnico, nacional, ra�cial, re��ligioso, histo�ricista, etc.) atentan contra la identidad y la di�versidad de los pueblos de Espa�a, de la Uni�n Europea y del resto del planeta con tanta fuerza como la civi�lizaci�n cosmopolita y disolvente. Los ex�clusivismos (�naturalistas� o histo�ricistas) re�pre�sentan perfecta�mente la otra punta de la tenaza del mismo pro��ceso de disoluci�n y homo�ge�nei�zaci�n acelerada pro�movido por las ideolog�as �ambientalistas� , iguali�tarias y mundialistas.

(II) Espa�a es una realizaci�n hist�rica

Espa�a no es ning�n caso extraordinario. Como todas las dem�s na�cio�nes del mundo y, como la misma Europa, son fruto de pro�ce�sos hist�ricos donde han con�fluido pueblos, identidades, fuerzas, ac�ciones hu�ma�nas y cir�cuns�tancias m�ltiples. Hay que insistir que Espa�a no con�siste en una realidad geogr�fica, ni �tnica, ni lin�g��s��tica, ni racial limitada y permanente: Espa�a es esen�cial�mente una realidad y una rea�lizaci�n hist�rica. Ninguna naci�n ni grupo de naciones ha sido -ni podr�a serlo- el re�sultado de la es�pon�ta�nei�dad o expresi�n de una he�ren�cia natural o una identidad fija.

Porque ninguna naci�n, antigua o actual, grande o peque�a, ha sido in�de��pen�diente de las acciones de los hom�bres, o se ha man�te�nido in�variable en el de�venir de la historia: creer o pre�ten�der tal cosa ha sido la gran falsificaci�n de los nacionalismos, operen �s�tos en el �mbito que operen (regional, estatal, sub�continental...)

Por tanto, siendo Espa�a una proyecci�n formada por la historia, con una conti�nuidad donde se han manifestado diferencias de todo tipo que han marcado ese devenir hist�rico, no tiene mucha im�por�tancia esta�ble�cer si consti�tuye una sola naci�n o una conjunci�n de naciones distintas o similares entre s�. Como ning�n pueblo o naci�n ha sido independiente de la historia, y todos han sido resultado de la acci�n de fuerzas y las uniones pol�ticas que las han conformado como na�cio�nes, en principio no debe cau�sar perjuicio alguno acep�tar que Espa�a con�forma una naci�n o una con�junci�n de naciones.

Porque ninguna naci�n ha constituido el fin de una uni�n pol�tica, sino el medio y el soporte de esa uni�n (de igual forma que ning�n terreno ha constituido el objeto del cultivo, sino el soporte de ese cultivo �o cultivos- para su desarrollo)

Por eso negamos radical�mente el concepto de naci�n como realidad dis�tinta y aut�noma de la historia y de los Estados. El estado es una rea�lidad superior y ante�rior a la naci�n. Han sido los Estados, los pro�yectos comunes, las empresas his�t�ricas, los que han creado los marcos co�lectivos y han dado forma a las na�ciones: nunca ha sido ni podr� ser de otra manera. Las naciones han sido siem�pre creadas y formadas por la acci�n de fuerzas y unidades pol�ticas y sociales en la historia. Han sido los Estados quienes han impreso en los pueblos una vo�luntad y una con�ciencia colectivas, y, en consecuencia, los que les han dado una exis�tencia efectiva. Espa�a, toda Europa y el res�to de las naciones del mun�do, no han sido excepciones a este hecho de uni�versal cumplimiento.

(III) Espa�a tampoco es una l�nea �nica en la historia. Continuidad com�n s�. Continuidad un�voca no.

Contra la usurpaci�n nacional-cat�lica y su relevo occidentalista

Al igual que afirmamos que las naciones no son unidades prin�ci�pal�mente natu�rales (espont�neas o heredadas) ni realidades dis�tintas o aut�nomas de la acci�n hist�rica de las uniones pol�ticas que las han creado y con�formado, tambi�n deci�mos que las uniones hist�ricas que han confor�ma�do las naciones no han seguido una sola �tra�di�ci�n� ni han man�te�nido la misma tendencia un�voca a lo largo del tiempo.

Es posible hallar estados que hayan seguido desde su fundaci�n una mis�ma ten�dencia (como tambi�n es posible encontrar terrenos don�de se cultivaba s�lo una especie vegetal). Pero a�n en esos po�cos casos, nada nos obliga, en absoluto, a pro�seguir con la misma l�nea.

Los procesos desarrollados en el interior de cualquier naci�n en el curso de los siglos tienen un car�cter complejo, se resienten de fac�to�res e in�fluencias m�l�tiples que en ocasiones se han armonizado, y otras, en cam�bio, han chocado o se han neutralizado re�c��pro�ca�mente. Quien en una �poca determinada ha cons�ti�tuido la fuerza pre�do��mi�nante puede haber pasado posteriormente al estado la�ten�te, y vice�versa.

S�lo un simplista, anticuado y antinacional historicismo puede pre�ten�der re�ducir o asociar en exclusiva toda la historia de una naci�n a un de�sarrollo lineal. Es completamente absurdo considerar una na�ci�n como un bloque �nico en el tiempo que no admite re�vi�sio�nes.

Una visi�n libre de prejuicios no s�lo sabe reconocer, en la historia de cual�quier naci�n o conjunto de pueblos, posibilidades m�ltiples e in�cluso contra�puestas entre s�, que, en cierto modo, reflejan otras tantas �tradiciones� nacionales, sino que tambi�n se da cuenta de la im�por�tan�cia pr�ctica que tal re�co��nocimiento tiene para la acci�n en el pre�sente y en el futuro.

De la misma forma que reconocer una pluralidad de naciones no con��lleva, de ning�n modo, a tener que acep�tar la ruptura �es�pa�cial� de la naci�n pol�tica, reconocer que en Espa�a se han des�ple�ga�do fuerzas hist�ricas diversas, e incluso antag�nicas, no lleva, en absoluto, a negar la continuidad na�cional en el �tiempo�.

Pero lo m�s decisivo para el Socialismo Patri�tico es tomar con�ciencia del hecho que resum�a as� el colectivo �Patria�:

�Pero si existe una continuidad nacional y popular en Espa�a, han existido fuerzas y poderes hist�ricamente han impedido que la idea de Patria haya arraigado, del modo y manera m�s genuino a nuestro car�cter y a nuestras ne�cesidades, entre las masas espa�olas�

Por ello expondremos en un pr�ximo art�culo un sint�tico resumen de la rea�li�dad hist�rica de Espa�a y una breve visi�n de la Espa�a actual.

(IV) Tres conclusiones por ahora

1) La Patria Espa�ola que defendemos rechaza tajantemente cual�quier rei�vin�di�caci�n de esencias na�cionales o metaf�sicas de Espa�a. No�sotros afirmamos que Espa�a es una rea�li�dad po�l�tica, hist�rica y estatal.

As� pues, nada que ver con el nacional-catolicismo, los nacional-etnicis�mos (pa�ni�beristas o separatistas), o el nacional-occi�den�ta�lismo promovido sobre todo por el PP y su �Brunete Medi�tico�.

2) Tajante rechazo de cualquier ensalzamiento �sin complejos� de la �gran naci�n� porque no hay motivos para ensalzarla (por lo pron�to mientras siga atra�pada en el capitalismo y estrechamente ligada al criminal im�pe�ria�lismo anglo�americano) as� como rechazo de cualquier �com�plejo� o reniego por el pasado. �Que el pasado no sea ni peso ni traba, sino af�n de emular lo mejor�. Espa�a es resultado de una his�toria, y existe dentro de una continuidad pol�tica y so�cial.

As� pues, nostalgias imperiales ninguna (por otra parte, el Im�pe�rio Es�pa�ol no existi� hasta el siglo XVIII, y nosotros justificamos la Re�vo��luciones de inde�pen�dencia de los pa�ses hispanoamericanos cuando Es�pa��a dej� ser parte de un Imperio supranacional y se convirti� en �la metr�poli� -seg�n la tendencia progresista de la �poca, por cierto-)

3) Que esa continuidad hist�rica no ha sido jam�s un�voca, no ha te�nido un s�lo sentido (algo que tampoco ha ocurrido, pr�c�ti�ca�men�te, en ning�n sitio). Negamos p�rdida alguna de ning�n �sentido espa�ol� ��ni�co y verdadero� sim�plemente porque no ha exis�tido jam�s tal sentido espa�ol ��nico y verdadero�.

As� pues, tajante rechazo de esa historiograf�a mal llama�da �na�cio�nal� (ha�br�a que llamarla usur�padora de lo nacional) que sostiene que cuan�do Espa�a perdi� ese �nico y verdadero sentido particular entr� �irre��versi�ble�mente� en la de�ca�dencia. Insistimos: Espa�a no es una realidad esencial, es una realidad hist�rica sujeta a cambios, trans�for�maciones, �xitos, derrotas, anta�go�nismos y con�ver�gencias internas y externas

Extra�do del
Blog Orientaciones

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