Panorama del

Pensamiento tradicional

Jorge Fuentes

Ante todo hay que aclarar qué se entiende por pensamiento tradicional: es aquel que utilizando la dialéctica racional originada en Occidente, expone la metafísica pura y sus aplicaciones, a los distintos grados del Ser, y a los distintos tiempos y lugares.

Es mérito de René Guénon (1886-1951) el haber expuesto a través de sus libros -a partir de 1921-, por primera vez en Occidente, el pensamiento tradicional. Si Guénon fue el primero en exponer "filosóficamente" la Tradición; Mircea Eliade (1907-1986) tal vez sea el primero que abordó "científicamente" la Tradición sin deformarla. Pero en este trabajo no nos ocuparemos de la "ciencia", sino de la "filosofía" [1] de la Tradición.

Escuela guénoniana

Comencemos, pues, con Guénon que influyó decisivamente no sólo en su escuela, sino también en la escuela evoliana y en la schuoniana. Guénon nació y vivió en Francia (1886-1930) y luego se trasladó y murió en Egipto (1930-1951) como devoto musulmán y sufí. El corazón de su obra está compuesto por sus libros estrictamente metafísicos: El hombre y su devenir según el Vedanta (1925); El simbolismo de la cruz (1931); Los estados múltiples del ser (1932); y La metafísica oriental (1939). No sería exagerado decir que su lectura y meditación es esencial para cualquiera que se interese por el mundo tradicional en cualquiera de sus facetas.

Pero si en lo anterior hay unanimidad en el mundo tradicional, hay otras obras de Guénon que causan polémica, por ejemplo: Apreciaciones sobre la iniciación (1946); y Sobre el esoterismo cristiano (1954). En el primer trabajo señala que la única organización iniciática auténtica de origen occidental que sobrevive en Occidente, corresponde a la Francmasonería. En el segundo trabajo señaló que el cristianismo fue una organización iniciática auténtica pero perdió ese carácter al descender exotéricamente en el siglo IV d.C. Por eso Guénon estimuló a los occidentales a ser exotéricamente cristianos (y católicos) y esotéricamente masones.

Guénon nunca dirigió una organización esotérica ni dio consejos técnicos de orden metódico, su función era de carácter eminentemente teórica. Entre sus seguidores más destacados podemos señalar: a musulmanes sufíes como Michel Valsân, Jean Reyor, Roger Maridort y Giovanni Ponte; a masones como Jean Tourniac, Denys Roman y Federico González; e hindúes como Ananda Coomaraswamy.

Pero la obra de Guénon influyó, como ya dijimos, no sólo en la escuela estrictamente guénoniana sino también en dos formidables estudiosos de la Tradición y cabezas de escuela: Julius Evola y Frithjof Schuon.

Escuela evoliana

Julius Evola (1898-1974) vivió toda su vida en Italia y se abocó en su obra, de carácter puramente tradicional a partir de 1931, a destacar el aspecto activo de la tradición, a diferencia de Guénon que le daba primacía a la contemplación.
Evola no se preocupó de la metafísica pura, sino de su encarnación en la historia, una expresión magistral de esto es su obra Rebelión contra el mundo moderno (1934), y centrándose más en la actualidad política, su libro Los hombres y las ruinas (1953). Pero para aquellos que no tenían una vocación política definida y que creían que no se podía ya, a estas alturas del kali-yuga, remontar la corriente de la decadencia, escribió varias obras entre las que destacan: Metafísica del sexo (1958) y Cabalgar el tigre (1961).

En ésta última que se podría calificar como su obra maestra, Evola entró en polémica con los tradicionalistas guénonianos y schuonianos ya que señala que para el hombre occidental la opción de una iniciación auténtica está prácticamente cerrada. La decadencia irreversible tanto del cristianismo como de la masonería, y la ocultación de los centros iniciáticos orientales dejan al hombre occidental con una sola opción: cabalgar el tigre.

Esto significa adherirse a los principios tradicionales sin vincularse a ninguna tradición formalmente establecida, y el individuo, sin ninguna ayuda exterior, bebe los peligrosos venenos del mundo moderno, (sexo; drogas; música; etc.) y los convierte en remedios para realizarse espiritualmente y así poder abatir al peligroso tigre del mundo moderno. Evola fue consecuente con este camino y se podría decir que él cabalgó durante toda su vida al tigre, y es preciso reconocer que nunca cayó [2].

Entre sus seguidores más destacados están: Gianfranco de Turris, Renato del Ponte, Ernesto Milá y Marcos Ghío.

Escuela schuoniana

Frithjof Schuon (1907-1998) nació en Suiza y vivió además en Francia y los Estados Unidos, donde falleció. En 1932 fue iniciado por el más grande maestro espiritual sufí del siglo XX, el sheik Alawi. En 1948 ocurrieron dos hechos muy importantes en su vida: asumió el cargo de sheik (maestro espiritual) con el nombre de Issa (Jesús) y escribió un artículo, "Misterios crísticos", para la revista tradicional francesa Etudes Traditionelles que produjo su rompimiento definitivo con Guénon.

En ese artículo Schuon afirmaba que los sacramentos católicos no han perdido su naturaleza iniciática por lo que los católicos no necesitan recurrir a la masonería para ser iniciados, esto dividió al movimiento tradicionalista.

Otro aspecto que separó a ambos es que según Schuon la moral y la belleza tienen una dimensión esotérica, en cambio Guénon las consideraba como propias de la dimensión exotérica de la Tradición.

Pese a las diferencias hay que reconocer que lo que une a Guénon y Schuon es muchísimo más que lo que los separa.

De su dilatada obra se pueden destacar De la unidad trascendente de las religiones (1948) y Perspectivas espirituales y hechos humanos (1953).

Entre sus seguidores se pueden destacar: musulmanes sufíes como Titus Burckhardt, Seyyed Hossein Nasr y Martin Lings; cristianos como Rama Coomaraswamy, Huston Smith y Jean Hani; y budistas como Marcos Pallis.

Escuela corbiniana

Esta escuela de pensamiento no le debe nada a la obra de Guénon aunque llegue a conclusiones semejantes. Su fundador fue Henri Corbin (1903-1978) que vivió en Francia. Fue un estudioso del mundo iraní, tanto islámico como preislámico. Su gran aporte fue demostrar la importancia que tenía para el mundo iraní el aspecto personal de lo divino: cada hombre tiene un ángel que es su doble celestial con el cual se reunirá si le ha sido fiel en esta vida. También destacó la importancia del mundo imaginal: mundo intermedio en el que convergen el mundo divino con el mundo terrestre.

Su obra maestra es En islam iranien: aspects spirituels et philosophiques, 4 vol. (1971-1973).

Entre sus seguidores se destacan Gilbert Durand, Marie Madeleine Davy, Antoine Faivre y Christian Jambet.

* * *

Concluiremos señalando que tal vez el lector que lea este artículo se sienta desalentado y confuso al ver tantas divergencias, pero a nuestro juicio éstas son precisamente las que demuestran una vitalidad que nos hacen mirar con optimismo el futuro de la Tradición en el mundo. Sin lugar a dudas ésta perdurará hasta el final de nuestro actual ciclo cósmico.

Notas

Filosofía en la forma pero no en el fondo, ya que el pensamiento tradicional no parte de una duda que intenta resolver, como lo hace la filosofía actual, sino de una certeza que intenta comunicar desde distintas perspectivas.

[2] En 1945 recibió una prueba muy fuerte: durante un bombardeo ruso a Viena cayó gravemente herido y quedó inválido por el resto de su vida.

Publicado el 3 de febrero de 2000 en
"Bajo los Hielos"

Página principal / Inicio de página

1