Crónicas de Flamenco

Bailaores frente a frente

Joaquín Albaicín *


Caracol celebraba con un magno festival su despedida hasta septiembre de la afición, y congregó a lo mejorcito de público y artistas para una noche memorable. Memorable porque, inmortales como los jinetes iránidas que –herederos de los catafractos asirios- aterrorizaron a las legiones romanas de los dos imperios, el de Occidente y el de Oriente, fueron esas cuatro patadas por bulerías con que puso en pie El Güito el prestigio de la pureza y la verdad del baile flamenco, constantemente –con más o menos razón- en entredicho.

Había antes cantado Ramón El Portugués por siguiriyas con eco sedoso y sentenciero, y había Jerónimo Maya ofrecido un toque por bulerías en el que derrochó poder, ambición y belleza por la boca de la guitarra. Y había debutado en Madrid José de los Reyes El Ring, bailaor jerezano y farruquero, gordo y artista, rabioso y súbitamente delicado, que tocó el timbre de la afición capitalina y consiguió dar que hablar –para bien- en una velada en que se bailó por todo lo alto. Y había cantado Guadiana con verdadero sentimiento por tangos. Y Silverio Heredia –también Luis Habichuela a la guitarra- por soleá, haciendo cosas antiguas con sabor y gusto. Y Duquende desplegado –el trío Ketama protegiéndole los flancos- una antología del fandango aguardentoso. Y La China bailado con entrega. Y Rayito iluminado su guitarra con picados virtuosos. Y Toni Maya y Cancanilla ofrendado sus ecos (como Vicente Sánchez, Pepe Maya y Juan Serrano sus guitarras) al rito del baile, que se lanzó Isidro El Mono generosamente a oficiar como monaguillo de solera en medio de tanto sacerdote…

Pero salió El Güito y, en la efervescencia de un consistorio que vibraba aún con los ecos de soberana personalidad que habían salido de la garganta doliente y genial de Ramón El Portugués, y con la asimismo mentada esplendidez de las cimas escaladas por Jerónimo, empezó a marcar el compás por bulerías y bordó cuatro patadas históricas desafiando las leyes de la gravedad y del equilibrio, girando sobre sí mismo y contra sí mismo, centrífugo en los remates de brazos que concentraban en el plexo solar la energía desplegada en la encolerizada y gitanísima apertura de sus alas.

Y eso que se lo había puesto relativamente difícil a El Güito otro bailaor: Joselillo Romero, que pertenece por parte materna a una conocida familia de anticuarios del Rastro y por la paterna desciende de insignes artistas de la literatura y la pintura… Nuevo delfín bailaor de Cascorro con tan sólo nueve años, danzó Joselillo Romero con un empaque, una profundidad, un sentido de la improvisación, un compás y una línea en la figura… naturalísimos, propios de quien es tocado en la cabeza desde la cuna por la varita del Duende. Sería una verdadera pena que este niño no granase en la gran figura que parece estar escrito que encarne. Porque esta noche, amistosamente y como por predestinación, se midieron sobre las tablas de Caracol dos grandes bailaores (veterano y legendario uno, niño y bisoño el otro) en cuyas venas late lo poco o mucho que nos resta de esa milenaria tradición del movimiento y del gesto que una gente honrada, errante y altiva se llevó de Benares hace siglos ante un crepúsculo de templos incendiados.

Artículo publicado en el diario ABC el 16-VII-1993.

JOAQUÍN ALBAICÍN (Madrid, 1966)
Escritor, conferenciante y cronista de la vida artística, sus artículos y relatos, así como sus críticas de arte flamenco -que han contribuido positivamente al presente resurgir del género- han aparecido en diarios como ABC, El País y Reforma (de México), y revistas como El Europeo, Vogue, Sur-Exprés, Axis Mundi, Letra y Espíritu, La Clave, Generación XXI, Debats, Amanecer, Web Islam, 6 Toros 6, El Ruedo, MAN, Próximo Milenio, The Ecologist, Más Allá, Omarambo... El esoterismo de las grandes tradiciones espirituales, la geopolítica, la tauromaquia, el espionaje, el Imperio Mongol y el mundo de los últimos Romanov son algunos de los principales focos de interés de este escritor nacido en una familia de artistas de raíces gitanas.
Contertulio habitual del programa de TV El Faro de Alejandría, dirigido y presentado por Fernando Sánchez Dragó, ha publicado en España la novela La serpiente terrenal (Anagrama, Barcelona 1993), el cuaderno de viajes Diario de un paulista (El Europeo, Madrid 1995) y los ensayos Gitanos en el ruedo: el Indostán en el toreo (Espasa Calpe, Madrid 1993), En pos del Sol: los gitanos en la historia, el mito y la leyenda (Obelisco, Barcelona 1997) -única obra escrita sobre la materia desde la perspectiva de la Philosophia Perennis-, El Príncipe que ha de venir (Muchnik Editores, Barcelona 1999) y Monteras de aquí y de allá (Castilnovo, 2006), así como el libro de cuentos La Estrella de Plata (Manuscritos, Madrid 2000). Dos relatos suyos inéditos en castellano han sido recientemente publicados en Suecia en la antología de literatura gitana coordinada por Gunilla Lundgren Svarta rosor/Rosas negras (Tranan, Estocolmo 2003).
En la actualidad está concluyendo una nueva novela, un ensayo sobre la leyenda medieval del Reino del Preste Juan, otro sobre el misterio de la Gran Duquesa Anastasia y un tercero sobre la controvertida figura del Barón Ungern-Sternberg. Su cajón guarda además un libro de cuentos inédito.
En la web www.svabhinava.org, creada por Sunthar Visuvalingam y dedicada al modelo indio de aculturación, Joaquín Albaicín coordina la sección Roma, consagrada a la diáspora indo-gitana. Los interesados encontrarán más información tanto en dicha web como en la de International Romani Writers Association (www.romaniwriters.com), de la que este autor es miembro.
Entrevista con Joaquín Albaicín en: 
"Opinión y Toros"

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