Lo
que SÍ queremos
1. Queremos un mundo movido por un aliento superior, hermoso, noble, lleno
de sentido.
2. Queremos un mundo en que la técnica y sus instrumentos, lejos de
constituir un fin en sí mismos, sean vistos como un simple medio de
satisfacer las necesidades materiales.
3. Queremos que se detenga la frenética carrera en pos de un "progreso"
que, si en las condiciones actuales se extendiera a los 6.000 millones de
habitantes de la tierra, acabaría irremisiblemente con ésta.
4. Queremos un mundo en que los grandes avances tecnológicos, en lugar
de aumentar el "espíritu de trabajo", permitan reducirlo
al máximo.
5. Queremos que estos mismos avances, redundando en beneficio de todos, permitan
reducir el abismo existente entre los grandes poseedores y el conjunto de
la población.
6. Queremos vivir en una sociedad que encuentre su más alta significación
en la belleza: en la del gran arte sobre todo, pero también en la del
hoy desaparecido arte popular.
7. Queremos un mundo cuyas grandes obras y acciones merezcan ser recordadas
por quienes nos sucedan.
8. Queremos sentirnos integrados en una comunidad, arraigados en su historia,
proyectados hacia el futuro.
9. Queremos que el hombre, al descubrirse como único ser pensante en
el universo, no intente esconder la angustia de su soledad, tomándose
por dueño y señor de todo lo existente.
10. Queremos que, junto con la libertad que nos enaltece, sean reconocidas
y celebradas las fuerzas oscuras que nos trascienden.
11. Queremos que dicho reconocimiento encuentre cauce y expresión,
siendo colectivamente celebrado mediante cultos y ritos.
12. Queremos un mundo en que palabras como "misterio", "asombro",
"maravilla", dejando de ser sinónimo de "fantasmagorías
vanas", alcancen su más pleno sentido.
13. Queremos una sociedad en que la irrenunciable libertad de expresión
corra parejas con la no menos irrenunciable afirmación de principios
sustanciales.
14. Queremos que, así como el respeto de la vida corporal constituye
un principio inviolable, se otorgue idéntico carácter al respeto
de la vida espiritual.
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Lo
que NO queremos
1.
No queremos un mundo en el que la satisfacción de las necesidades materiales
y el imperio de la técnica constituyen el horizonte a partir del cual
toma sentido la existencia de los hombres.
2. No queremos un mundo en el que el espíritu del dinero y del trabajo
-el ámbito de lo práctico y utilitario- impregna la vida de
los hombres, incluido su tiempo de ocio.
3. No queremos vivir sometidos a un bombardeo publicitario que, invadiéndolo
todo, nos asedia con mil señuelos: superfluos, inalcanzables, pero
tan tentadores como
frustrantes.
4. No queremos que los desmanes cometidos por el comunismo se conviertan en
la coartada de los poderosos para aumentar hasta el infinito su riqueza y
su poder.
5. No queremos un mundo envuelto de vulgaridad y fealdad: arquitectónica,
vestimentaria, ornamental, decorativa
Y lo que es peor: envuelto de
fealdad "artística".
6. No queremos un arte que, incluso en sus más altas expresiones (tanto
las de otros tiempos como las que aún pueden darse hoy), es asumido
como mero entretenimiento y distracción.
7. No queremos una cultura convertida en el espectáculo en que la transforman
las industrias cultural y mediática. No queremos vivir en la sociedad
del espectáculo: superficial, frívola, regida por el vedetismo.
8. No queremos el individualismo a ultranza de una sociedad en la que los
hombres viven como meros átomos agregados unos al lado de los otros.
9. No queremos morirnos sin más. No queremos desaparecer sin que en
la memoria colectiva de los hombres quede una huella, bella y noble, de nuestro
paso por la tierra.
10. No queremos privar a nuestros antepasados de la memoria que nos legaron:
no queremos olvidar ese pasado sin el cual ningún presente sería.
11. No queremos una sociedad desprovista de aliento colectivo, carente de
razones, grandes y nobles, por las que vivir y afirmarse colectivamente.
12. No queremos una libertad desprovista de ideales, principios y valores
cuyos únicos valores son los del dinero.
13. No queremos una democracia que, por el mero hecho de elegir cada cuatro
años a los gestores públicos, hace creer a los ciudadanos que
son ellos los auténticos dueños del poder.
14. No queremos una igualdad que sea sinónimo de "igualdad por
abajo": que no reconozca a los mejores, que excluya la excelencia, que
no busque la "igualdad por arriba".
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