Contra la guerra imperialista

Agresión sionista en Gaza:
una puesta a punto sobre “el sionismo y Palestina”

Coordinadora Proyecto Eurasia- CPE


Reflexiones para quien no tiene ningún interés en fingir que no entiende.

Sobre lo que está sucediendo en Palestina en estas horas, la Coordinadora Proyecto Eurasia aprovecha esta ocasión para llevar a cabo una puesta a punto general sobre el tema “Sionismo y Palestina”. En cuanto a los detalles de la actual “crisis”, remitimos al sitio de la Agencia “Infopal.it” (www.infopal.it) que cotidianamente pone a disposición noticias, análisis y correspondencias llegadas directamente de los lugares en que se desarrollan los hechos.

1) La Coordinadora Proyecto Eurasia no reconoce al llamado “Estado de Israel” tal y como este aspira a legitimarse hacia el exterior. Por tanto, no tributándole ningún reconocimiento (histórico, cultural, diplomático, político y religioso) afirma que tal “Estado” ha de ser indicado como la “Entidad Sionista”.

2) Existe un agresor y existe un agredido. El agresor es la Entidad Sionista, la base político-territorial del Sionismo, una ideología surgida del ámbito del Judaísmo y animada, en sus desarrollos supremacistas, estratégicos y mesiánicos por Occidente, en particular por la Angloamérica calvinista y puritana, con Europa situada a su cola cada vez más desde que la Unión Europea, creación masónica, tomara cuerpo. El agredido es el pueblo palestino, sin distinciones de religión y tendencia política, que padece desde hace más de cincuenta años (y no desde 1948) la progresiva expulsión de su tierra, Palestina, por parte de un conglomerado de residuos étnicos que en la “pasión por Sión”- y en el odio por la “falsa conciencia” que representan los palestinos- encuentra un (ilusorio) motivo de convivencia. En Palestina, por tanto, hay un pueblo, el palestino, agredido por aquellos que se adhieren a una ideología. Esta es la razón por la cual la fábula del “dos Estados para dos pueblos” no tiene sentido.

3) La Entidad Sionista no es “el Estado de todos los judíos”. A causa de la continua y martilleante propaganda sionista divulgada por los clarines sin dignidad de la llamada “libre información”, se ha acabado en un pastiche aparentemente inextricable de equívocos. Como han demostrado estudios recientes que “descubren el Mediterráneo”, es decir, el “pueblo judío” es una invención moderna, y el Sionismo es una operación de revival cultural-religioso más semejante a una mascarada que a una cosa que haya que tomar en serio, como lamentablemente hacen también muchos “intelectuales”. Si tenemos que creer que un ciudadano de Nueva York, París o Roma de religión judía tiene derecho al “retorno” a la “Tierra de Israel” ya que allí “vivían sus antepasados”, entonces todo el mundo puede “regresar” donde le apetezca, haciendo que se expulse a los autóctonos. Basta con que se dote de la protección del más fuerte de turno, que en este caso es Angloamérica. Peor todavía, siguiendo el ejemplo del Sionismo, ¡cualquiera puede “prometerse”, haciendo que cante un “Dios” que nadie ha visto nunca, todas las tierras que quiera! Son también conocidas las vicisitudes de poblaciones de la Europa del Este que se han convertido al Judaísmo (los Jázaros), así como los resultados de investigaciones arqueológicas llevadas a cabo por estudiosos “israelíes” que han demostrado la nula fiabilidad de los “textos sacros” desde el punto de vista histórico.

4) Con toda evidencia, todos (o mejor, quien tiene una “poltrona” que mantener) fingen creer en estas bolas colosales,compendiadas en la literatura mitológica del llamado “Holocausto”, porque les conviene creer en ellas. Incluso un Fini o un Veltroni no son lo bastante cretinos para creer en estos absurdos, pero el amo americano manda y ellos obedecen. “Defender Israel” resulta la excusa para intervenir militarmente, derribar gobiernos, embargar a poblaciones enteras, depredarlas de sus recursos. Todo esto, en el interés de Angloamérica y de su séquito de traidores del interés de los pueblos de Europa; pueblos que en el Mediterráneo encuentran su ambiente natural para prosperar junto a sus vecinos. El Occidente americanocéntrico, de hecho, se sirve de la Entidad Sionista como pantalla para su política en el mundo árabe y no sólo, estando Jerusalén prácticamente en el cruce entre Europa, Asia y África, es decir, del “viejo mundo” odiado por Angloamérica y que con la doctrina del “choque de civilizaciones” tiene que mantener dividido.
La Entidad Sionista, por tanto, es la avanzadilla del proyecto occidental, de la “globalización” y del “mundialismo”, ya que, por un lado, es el símbolo de la innatural e ideológica “sociedad multiétnica” (contra la natural y pre-ideológica de los autóctonos palestinos) y, por otro, es el laboratorio ideológico de la tendencia para establecer una única moral mundial, una sola justicia mundial, etc. ya que todo el mundo, progresivamente, debe “reconocer Israel”.

5) Tal “reconocimiento” implica la asunción del “pecado original” del “Holocausto”. La Entidad Sionista, de hecho, en la versión que se ofrece para consumo de un público forzadamente distraído de las verdaderas finalidades de la operación, existiría como “resarcimiento moral” por las penalidades sufridas, ¡de Babilonia en adelante! Pero no es así, en primer lugar, porque el Sionismo ya había puesto sus ojos sobre Palestina a finales del siglo XIX. Luego, porque lo que – extrapolándolo del contexto general de la Segunda Guerra Mundial- es indicado como “Holocausto”, pese a estar lejos de todo lo que real y efectivamente sucedió, ha implicado, no por casualidad, a los judíos que no querían saber nada de convertirse en “israelíes”, sirviendo el racismo consustancial al Sionismo para una operación de “selección interna”. Sin embargo, de forma retrospectiva, cuando la memoria (¡la verdadera!) podía ser manipulada, la fantasía se ha desencadenado, y “todos los judíos” se han convertido en “víctimas del Holocausto”. Así, con el “crédito moral” recolectado, se ha llegado a crear una situación perfecta, por la cual no se puede criticar a la Entidad Sionista so pena de la “falta de respeto”: quien se atreve a decir algo es tachado de “antisemita” y su carrera está acabada, con sumo regocijo del “amo” angloamericano siempre más entusiasta que su “perro de guardia”. Por esto, hay que ser listos y desplazar el objetivo polémico sobre Angloamérica porque en este caso no hay “holocaustos” detrás de los cuales parapetarse, a menos que se quiera creer en otra fábula: la de la “Liberación” (¡que nos liberó de nosotros mismos!).


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